El perreo del Karma

“¿Te gusta el reggaeton?”, le pregunta Erling (Rubin Flores), esposo de Nicole, a Karen, es la música que escuchan en el estéreo del auto del primero. “No”, contesta nuestra protagonista. Quizá con ello le quiso preguntar si le gustaba el sexo. Claro que a Karen le gusta el sexo, quizá le cueste trabajo ver el sexo que le gusta en el reggaetón, así como Erling probablemente ve el sexo que le gusta en dicho género. Secuencias atrás, Erling había manifestado su interés en Karen, en una de ellas se quedo absorto por su escote. Erling aprovecha la lluvia, a Karen caminando bajo la misma después de su jornada y el hecho de ser vecinos, para darle un aventón en su nueva pick-up, o, por lo menos, intentarlo.

            Erling, fascinado con Karen, procura desviar sus ojos del camino lo más que puede, aprovechar su cercanía, para verla como quizá jamás ha podido hacerlo, tan cerquita. Aprovecha la cercanía de la palanca del auto para acariciar el muslo de Karen, pone como excusa una avería de su auto nuevo de segunda mano para el extravío de la suya. Pide disculpas, Karen pone límites alejándose lo más que puede del tacto extraviado, casi diletante, de este adolescente tardío que a penas acaba de obtener un nuevo empleo. Karen ve fijamente el llavero de Erling en el cerrojo del coche, un close-up genera tal mirada. Se trata de un simio de peluche color amarillo, un signo de animalidad y un rasgo del carácter impulsivo y desprolijo de Erling.

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