¿Qué tipo de formación se le ofrece al filósofo en la actualidad?

Después de recorrer la carrera de Filosofía, son presentados ante los estudiantes, a los padres y grandes pensadores que la Filosofía ha dejado después de casi dos mil cuatrocientos años. Enunciar esto, ¿hacia donde nos lleva? ¿qué finalidad tiene? ¿cuál será su uso? Si bien queda documentado todo este pensamiento, y es la Historia de la Filosofía la que da cuenta de ello, una de las inquietudes que me invade es preguntar: ¿Cómo el estudiante de Filosofía y el Filósofo mismo se ve afectado en su formación, por la forma de presentación y comprensión del gran catálogo que nos ofrece la Historia de la Filosofía?

Lo que le es entregado al Filósofo, o estudiante de Filosofía, es un gran catálogo de autores, obras, corrientes, periodos, o pensamientos que van constituyendo lo que es la Filosofía; pensar esto nos pone de inmediato frente a la disciplina encargada de ello: dicha disciplina es la Historia de la Filosofía.

Pero, este gran listado que presenta el catálogo, ¿Cómo legitima su estancia dentro del mismo? ¿A quién le corresponde ordenar dichos aconteceres? Parece ser relevante ordenar el pensamiento que se ha producido durante todo ese tiempo, sin embargo otra cuestión surge:

¿A quién le corresponde hacer ese trabajo? ¿Al historiador, al filósofo, o a ambos? Responder a estas cuestiones parece cosa resuelta; por mucho tiempo han construido Historias de la Filosofía, donde quedan ordenados tanto los pensamientos, los filósofos y las corrientes filosóficas que son parte de la Filosofía.

Con la entrega de este catálogo que compila a los autores, obras, corrientes, periodos y cualquier otra cosa que sea considerada como filosófica, se intenta elucidar la cuestión que permita saber quien se encargara de dicho trabajo. A primera vista parece ser trabajo del historiador estar a cargo de la elaboración de dicho catálogo, pero, ¿quien dará al historiador estos criterios suficientes y necesarios para poder decidir qué cumple, o es filosofía? La respuesta parece simple, el filósofo mismo, quien mejor para pensar la filosofía, sino el filósofo. Con ello, la persona que queda a cargo de pensar lo que puede y lo que no puede ser un pensamiento filosófico, queda a expensas del filósofo.

Y este filósofo, ¿puede ser cualquier filósofo? Parece que no, ya que al menos es necesario ser demasiado erudito para poder entender una tremenda gama de filosofías, y poder distinguir un pensamiento filosófico de una simple opinión o pensamiento cualquiera. Se debe tener gran estudio del catálogo anterior, estudiarlo y examinarlo para poder ir construyendo y anexando a los nuevos pensadores, a los nuevos filósofos, a las nuevas corrientes y pensamientos; y de paso haciendo un análisis donde se pone a prueba lo ya contenido en el catálogo. A final de cuentas, es labor del filósofo sabio hacer la compilación, acomodo y análisis de lo que nuestro catálogo filosófico contendrá.

Entendiendo de esta manera la construcción del catálogo filosófico, ¿qué es lo que nos entrega dicho catálogo? Sin dar tantas vueltas a la cuestión, parece ofrecernos una lista de pensamientos canónicos que son intocables, una lista de saberes hegemónicos. Y, ¿en que consiste dicha hegemonización de saberes? Por mera definición la podemos explicar como el empoderamiento de un saber sobre otro, un pensamiento por encima de otro u otros, quedando en este empoderamiento las filosofías “canónicas”, “útiles”, “verdaderas”, entre otras descripciones favorables que las colocan como los grandes pensamientos de la filosofía.

Parece que no siempre han funcionado de la misma manera. Haciendo un estudio histórico de la cuestión, el primer esbozo que se nos entrega –como una breve Historia de la Filosofía- lo da Aristóteles en el Libro Primero, Capítulo 3, de su Metafísica, donde hace un recuento del pensamiento anterior a él para después criticar y desacreditar ese pensamiento, poniendo el suyo como verdadero. Esta manera de ir hegemonizando los saberes marca una visión maniquea de los mismos: la de vencedor y vencido.

En la actualidad, parece que esta visión no solo queda enmarcada en esta forma de operar, hubo un punto de ruptura donde ya no sólo se trataba de la crítica y el descrédito de los demás saberes, sino una forma de normalización del pensamiento, donde los criterios para poder entrar al catálogo filosófico pasan por una evaluación mucho mas rigurosa y que elimina cualquier tipo de pensamiento “fantástico” y que no este dentro de la norma, norma que parece quedar implantada desde la Ilustración: un saber sistematizado, comprobable y eficaz.

Uno de los problemas de la construcción de dichas hegemonías,  desemboca directamente en la construcción de ídolos, los cuales operan como un criterio de autoridad para el análisis de filosofías en construcción. Si bien es necesario un análisis para poner a prueba el nuevo pensamiento filosófico, lo problemático parece apuntar a dejar éste análisis en esos ídolos, ídolos que están ya normalizados y limitados por este pensamiento Ilustrado.

Otra de mis inquietudes pasa por preguntar: ¿Qué sucede con el pensamiento que queda fuera de esta Historia? ¿Dónde quedaron, materialmente, ideológicamente o sustancialmente estos pensamientos? ¿Son relevantes? y si lo son, ¿de que forma ayuda su incorporación a la Historia de la Filosofía para la nueva producción de conocimiento que los filósofos en formación, y los ya formados, actualmente realizan?

Si bien esta selección que realiza la Historia de la Filosofía presenta a los grandes pensadores de la misma, deja excluidos y en segundo término pensamientos filosóficos que parecen de menor importancia, que no son del todo relevantes y que parecen no cumplir con la sistematización que la Ilustración nos dejó. Y si estos pensamientos, desde su marginalidad ofrecen algo, ¿qué nos pueden ofrecer? Parecen ofrecernos formas alternativas de pensamiento que no están sistematizadas, ni normalizadas; una visión diferente a lo que se acostumbra ver como filosófico, se anexa a la definición de filosofía: nuevas posibilidades.

Ante esto parece haber un riesgo, pasar de ser una filosofía marginal y soterrada, para ser un pensamiento en potencia hegemónico. Esto a través del empoderamiento que dichos saberes pueden ir adquiriendo y gracias ese empoderamiento irse normalizando y sistematizando.

Es cierto que este catálogo, es sólo una pequeña parte que conforma la formación del filósofo, influyendo en la producción de conocimiento que posteriormente hará, o ya hace. Si bien, al Filósofo se le educa para la investigación, la docencia, la divulgación, la traducción, la corrección, la edición, o el asesoramiento, entre otras actividades que quedan enmarcadas dentro del ámbito académico, parece que no sólo son estos quehaceres académicos los que delimitan el trabajo del filósofo.

El catálogo mismo plantea los objetos de estudio de los cuales podemos y debemos atender; realizar un trabajo monográfico, comparativo, expositivo, crítico, el planteamiento y re-planteamiento de los problemas filosóficos que son entregados como problemas de la Filosofía, dentro de dicha selección.

A todo esto, me pregunto: ¿Qué clase de formación se le ofrece al Filósofo? ¿Una formación puramente académica? ¿Se nos da como estudiantes, un pensamiento completamente sistematizado? ¿Qué sucede si las exigencias del filósofo sobrepasan la necesidad de sólo quedarse en el ámbito académico?

Por el momento tal vez la investigación aún no me permita responder satisfactoriamente a dichas cuestiones, pero no por ello, me parece impertinente enunciarlas y pensarlas como un problema filosófico.

La construcción de hegemonías de saber (III)

Pero, ¿a que atiende la Ilustración? ¿a que nos referimos cuando hablamos de Ilustración? ¿es acaso, un periodo o un tipo de pensamiento el que debe ser tratado? Los antecedentes parecen ser medianamente claros, es durante y después del siglo XVIII cuando un acontecimiento, como lo fueron los avances científicos y tecnológicos que se dieron en este periodo, los que revolucionaron por completo la forma en como el ser humana ve y entiende su entorno. Esta forma revolucionaria que cambia la visión del ser humano consiste en la sistematización, comprobación y eficacia con que se conoce el mundo, quedan erradicados todos aquellos procedimientos de conocimiento que no sean encuadrados por un proceder eficaz, sistemático y comprobable; la magia, el mito, la imaginación y cualquiera de sus equivalentes, quedan exterminados como forma eficaz de conocimiento.

A todo esto, la Ilustración pasa de ser un periodo filosófico, a ser una forma de pensamiento que aniquila e intenta derrocar toda aquella forma de conocimiento que no se le parezca, o en su defecto, que no quiera ajustarse a su forma de proceder. Pero si esto es así, la cita que anteriormente hacia de Michel Onfray[1], tiene sentido cuando enuncia a Montaigne, Nietzsche, Derrida, D”Holbach, La Mettrie, Jean Meslier, Camus, o Alain como, no filósofos, ya que su pensamiento no encuadra con lo requerido por la Ilustración.

 

“En el camino hacia la ciencia moderna los hombres renuncian al sentido. Sustituyen el concepto por la formula, la causa por la regla y la probabilidad.”[2]

° Horkheimer, Max y Adorno, W. Theodor. Dialéctica de la Ilustración. Trad., Juan José Sánchez. Valladolid, Trotta, 1998.


[1] Cf. La construcción de hegemonías de saber (II)

[2] Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialéctica de la Ilustración, p. 61

La construcción hegemónica de saberes (II)

Me gustaría presentarle a mi lector una cita que me parece relevante e importante atender:

“[…] el juego sobre la pertenencia de tal o cual obra al ámbito filosófico, o su relegación a los limbos del ensayo, de la literatura o del periodismo, lo genera un número considerables de imposturas. Montaigne no es filósofo, Nietzsche tampoco, ni Derrida… Demasiado literarios, demasiado atípicos, demasiado alejados de los criterios habitualmente  reconocidos para la armadura; tampoco los son D”Holbach, La Mettrie o Jean Meslier, y, por ende, demasiado políticamente afuera de la idea comúnmente aceptada de la Ilustración; ni siquiera Camus, <<filósofo para clases terminales>> según la asesina y desde entonces famosa expresión de Jean-Jacques Brochier; tampoco lo es Alain, gran profesor, sin duda, pero de ninguna manera filósofo, dicen algunos. Demasiado singular, demasiado individuo, demasiado militante, demasiado comprensible, demasiado legible: así es como se detiene a un aspirante en el umbral del panteón filosófico.”[1]

Hay una cuestión sobre dicha cita que es de mi importancia, ¿Cuál es esa idea común que acepta la Ilustración, para poder legitimar un pensamiento como filosófico? Pero antes de platear esta cuestión, surge una anterior a ésta, ¿Es en la Ilustración donde comienza esta selección sistematizada que hegemoníza los saberes? Si esto es así, ¿Cómo lo realiza?


[1] Michel Onfray, La comunidad filosófica, p. 36

 

° Onfray, Michel. La comunidad filosófica. Manifiesto por una Universidad popular. Trad., Antonio García Castro. Barcelona, Gedisa Editorial, 2008.

La construcción hegemónica de saberes (I)

El acomodo de ciertos filósofos, corrientes filosóficas, periodos filosóficos y cualquier tipo de acontecer filosófico, queda ordenado por la Historia de la Filosofía, es ésta quien dicta el orden cronológico y la importancia del acontecer filosófico, poniendo en supremacía cierto pensamiento, por encima de otros, hegemonizando los saberes.

Pensar esto ya parece tener sus pro´s y sus contras, pero para el estudiante de filosofía y el filósofo mismo ¿que importancia tiene el hacerse consciente de esto? Parece irrelevante la cuestión, pero, si nos detenemos por un momento a pensarlo con cuidado, el poder darse cuenta de la actividad que realiza la Historia de la Filosofía, en primera instancia parece intervenir en la forma de pensar del estudiante y del filósofo, parece, a primera instancia, que la Historia de la Filosofía solo nos ofrece formas muy especificas de pensamiento, pensamiento que queda canónico e intocable, donde su ejercicio de critica, no ofrece más que dar una re interpretación a lo ya dicho por estos aconteceres filosóficos canónicos y hegemónicos.

Pero, ¿que relevancia tendría darse cuenta de ello? ¿Derrocar esos pensamientos hegemónicos para después de derrumbarlos, implantar otros? A la segunda cuestión diré, no, a la primera diré, que me parece importante desterrar esos aconteceres marginados que la Historia de la Filosofía paso por alto, para poder ampliar esos aconteceres filosóficos más allá de los saberes hegemónicos que la Historia de la Filosofía nos ofrece. Por ejemplo, A parte de poder estudiar al gran Platón y el nacimiento de la filosofía con él, también poder agregar a nuestro estudio, a Cicerón, o a los Cínicos, o cualquier filosofía que parezca quedar de lado frente a las filosofías hegemonizadas.

¿Es posible el quehacer del filósofo fuera de la academia? (I)

Ante el panorama actual de la Filosofía (un quehacer que parece puramente academizado), me surge una pregunta que creo puede ser de relevancia: ¿en la actualidad como se puede pensar al filósofo fuera del ámbito académico?

Antes de aventurarme a tratar de responder a la cuestión anterior, me parece pertinente hacer mención de la Filosofía, como un trabajo, trabajo que parece, implica pensar, pero pensar de una forma muy particular, una forma que violenta al pensamiento mismo. Pero hacer mención de esto, ¿para que sirve? pues para poder dar sustento a los quehaceres filosóficos, cuando se piensen fuera del ámbito académico, se convierte en una manera de poder situar ciertos quehaceres en el ámbito social.

Regresando a la cuestión que primeramente planteo, dentro de las respuestas posibles, pienso por el momento tres posibilidades. La primera que implica un quehacer de terapia-filosófica, la segunda una forma de asesoría-filosófica y la tercera una forma de vulgarización-filosófica.

¿Para que la enseñanza de la Filosofía?

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Tratando de elucidar el ¿qué? y el ¿cómo? se enseña filosofía, resalto una pregunta muy particular la cual enuncia el ¿para que?

Dicha cuestión desemboca en un análisis que no deja de lado respuestas como; a investigar, a ser docente, a la divulgación, entre otras actividades que lo académico delimita en el hacer del filosofo.

Pero que sucedería si dentro de esas respuestas uno encontrara cosas como: estar inmerso en los grupos sociales para la toma de decisiones, o, crear un pensamiento crítico, que exponga y cuestione, tanto creencias, como saberes. Parece que estas respuestas rebasan los limites académicos (de alguna manera, sin quedar del todo fuera de ellos), demandando una forma diferente de pensar al filósofo, exigiéndole un compromiso que no solo queda en discusiones puramente ideales, o con poca participación en el ámbito de relaciones sociales cotidianas.

Pero, ¿hasta donde podría tener un alcance esta forma de pensar al filósofo en la actualidad? ¿estas exigencias, que tipos de quehaceres específicos demandaría al filósofo? ¿los filósofos modernos podrían renunciar a sus quehaceres puramente académicos? ¿que beneficios se podrían obtener al pensar al filosofo de esta manera? Tal vez por ahora me sienta incompetente para responder a tales cuestiones, pero no por ello dejo de realizar un experimento mental acerca del quehacer del filósofo.

La actualidad de los ídolos 1

Bacon en el Novum Organum hace mención de cuatro diferentes ídolos, los cuales, no ayudan a poder obtener un conocimiento verdadero de la naturaleza.

Dichos ídolos son:

  1. Los ídolos de la Tribu (Idola Tribus)

Los ídolos de la tribu tiene su fundamento en la misma naturaleza humana, esto es en su misma estirpe. Afirman que los sentidos del hombre son la medida de las cosas, pero, ya sean las percepciones o los sentidos, son análogas al hombre mismo, no al universo.

Se crea una idolización de de la raza humana, existiendo una supremacía de raza que da como sentado, el hecho de que el universo se ajusta a los hombres, esto se puede dar por las limitaciones del espíritu, por la incompetencia de los sentidos, o por los acuerdos y pensamientos entre hombres que les impide pensar individualmente.

  1. Los ídolos de la caverna (Idola Specus)

Los ídolos de la caverna parten de la individualidad del hombre, donde se rompe con lo que Bacon llama la luz de la naturaleza, esto es, los prejuicios que se van generando conforme uno crece y adquiere conocimientos, ya sea a base de asentimientos del vulgo, lecturas o libros que se hayan leído, o bien, por aquellas personas que se admiran o causan impresión ante la persona. Con esto el espíritu se vuelve algo variable, sujeto a perturbaciones y asechado por los momentos que le causen impresión.

A través de este ídolo, podemos pensar que las proposiciones que tenemos son verdaderas simplemente por el hecho de que las pensamos, es una falsa idolización del yo, que esta penetrada por un egoísmo individual, el cual nos lleva a deformar toda clase de experiencias y observaciones que podamos llegar a tener. Esto niega la posibilidad de poder hacer un minucioso análisis del origen de nuestros pensamientos.

  1. Los ídolos del foro (Idola Fori)

Los ídolos del foro, son aquellos que se dan en comunidad, son verdades que se obtienen en comunidad a través de un concilio. Este concilio se da gracias a las palabras, palabras que están impuestas por el vulgo, es así como esta imposición falaz de las palabras destruye de mil formas, tanto el entendimiento, como las definiciones y explicaciones que se den de los hechos o fenómenos que puedan llegar a suceder.

Es con este tipo de palabras puestas por el vulgo, con las que los pensadores llegan a defenderse y sostener sus posturas, que como ya mencione antes, solo son repeticiones de conocimientos ya dados. Son las palabras lo que llegan a forzar y perturbar el entendimiento, solo logran que los hombres fantaseen sobre cosas que no tienen contenido alguno.

  1. Los ídolos del teatro (Idola Theatri)

Por ultimo los ídolos del teatro, son aquellos que se han venido insertando en los hombres gracias a los diversos dogmas filosóficos y malas reglas de demostración. Esto es porque las filosofías que hasta ese momento se han postulado, son como comedias compuestas y representadas de tal forma que contienen mundos que son ficticios y teatrales.

Con ello también engloba a los axiomas, nociones y principios que se han dado por sentados dentro de la ciencia y que prevalecen gracias a tradiciones, credulidades y negligencias que se han venido arrastrando con el paso del tiempo.

Algunas de las preguntas que enseguida me aborda son: ¿Qué vigencia tienen estos ídolos? ¿Hasta que punto, en la creación y estudio filosófico este tipo de pensamientos interviene? ¿Que finalidades pueden tener algunos de estos ídolos, de forma política, dentro del quehacer del filósofo?

Si bien, no se debe olvidar el tipo de problemas que enfrento Bacon, para dar a conocer estos cuatro ídolos, no puedo negar la posibilidad de pensar estos ídolos de una forma actualizada, tal vez, no recogiendo exactamente lo que Bacon expresaba con ellos, quizá de una forma análoga se puedan pensar algunas problemáticas actuales.

 

Bibliografía:

° Bacon, Francis. Novum Organum. Introd., versión y notas de Clemente Fernando Almori. Buenos Aires, Editorial Losada, 2003.

La Historia de la Filosofía como una disciplina de la Filosofía.

Son más de dos mil quinientos años de filosofía, y ante eso parece ser relevante ordenar el pensamiento que se ha producido durante todo ese tiempo, más sin en cambio una pregunta surge: ¿A quien le corresponde hacer ese trabajo? ¿Al historiador, al filósofo, o a ambos? Responder a estas cuestiones parece cosa resuelta, por mucho tiempo se han venido construyendo Historias de la Filosofía donde, parece, quedan ordenados tanto los pensamientos, como los filósofos y las corrientes filosóficas que son parte de la Filosofía.

Pero una de mis inquietudes pasa por preguntar: ¿Que sucede con el pensamiento que queda fuera de esta Historia? ¿Dónde quedaron, materialmente, o ideológicamente estos pensamientos? ¿Son relevantes, y si lo son, de que forma ayuda su anexo a la Historia de la Filosofía para la nueva producción de conocimiento que los filósofos actuales realizan?

Parece que para poder responder a algunas de las preguntas que anteriormente planteo, hay que hacer una exhaustiva investigación de esos más de dos mil años de pensamiento filosófico, sin embargo no es mi intensión hacer ese recorrido histórico para recuperar esas filosofías, sino, pensar como algunas de esas filosofías logran emerger desde su marginalidad.

Los ejemplos aun no me quedan del todo claros, tal vez cuando alguno logre ser completamente claro, el estudio de caso me ayude a entender como logra defenderse desde su marginalidad dichos pensamientos, aunque no puedo negar que hay la sospecha de que algunos pensamientos son de este tipo.

Apuntes acerca de la Historia de la Filosofía

En esta ocasión me gustaría regalarle a mi lector, una pequeña reflexión que me aqueja desde hace no mucho, pensar a la Historia de la Filosofía como una materia que se imparte dentro de la carrera de Filosofía y como una disciplina, que tiene ya su importancia y campo de trabajo dentro de la Filosofía.

Primero me dedicare a pensar la Historia de la Filosofía como una disciplina de la Filosofía misma. Antes que cualquier otra interrogante, me hace pensar en una pregunta clave para entender la Historia de la Filosofía dentro de la filosofía misma, dicha cuestión es la siguiente: ¿Para qué, o con que finalidad aceptar a la Historia de la Filosofía como parte de una de las muchas disciplinas que hay dentro de la Filosofía?

Responder dicha cuestión no parece cosa menor, ¿Cómo poder responder a ésta cuestión negando la posibilidad de tener a la Historia de la Filosofía como una disciplina de la Filosofía misma? Cabe mencionar que desde la antigüedad se ha venido construyendo un marco teórico y referencial para decidir lo que se tomara como Filosofía, lo que se descartara y quedara fuera de ella. Construyendo esta Filosofía a través de pensar los procesos históricos, donde se toman ciertos pensamientos como marco referencial para tener criterios suficientes y necesarios que permitan decidir que es y que no es Filosofía, o pensamiento Filosófico, y quizá en un sentido más fuerte, decidir como debe construir el Historiador la Historia de la Filosofía.

Esta distinción tajante, la cual excluye mucho del pensamiento que a través de los siglos la humanidad a logrado construir, deja fuera en el proceso de su selección mucho del pensamiento que podría ser considerado como Filosófico.

Pero plantear este problema de la Historia de la Filosofía, deja abierta la pregunta; ¿Quién hace dicha selección y pone los criterios para decidir que entra dentro de la Historia de la Filosofía, como pensamiento Filosófico?

Parece que ésta cuestión nos hace pensar la no sólo a la Historia de la Filosofía como disciplina, sino quien plantea y ordena dicho acontecer Histórico para que éste pueda ser considerado como pensamiento Filosófico. Parece ser que esta labor queda a expensas del Historiador, pero si se piensa más a fondo, la persona que queda a cargo de pensar lo que puede, y lo que no puede, ser un pensamiento filosófico, parece quedar a expensas del Filósofo mismo.

Si esto de es así, entonces es el Filósofo el que pone los criterios que marcan y delimitan lo que entra dentro de la Historia de la Filosofía, diciéndole al Historiador como debe ejercer su labor dentro de la Historia de la Filosofía.

“Es sorprendente que la filosofía, tan dispuesta a mostrar a  los historiadores o a los geógrafos cómo han de practicar su arte y a los científicos cómo abordar los usos correctos de la epistemología, caiga en la trampa de negarse a aplicar en su propia parroquia lo que enseña a las vecinas.”[1]

Aquí parece entrar en juego la idea del sabio, donde es el sabio aquel que tiene el suficiente conocimiento para examinar y decidir, que es lo que entra y que queda fuera de la Historia de la Filosofía, quedando esta idea del sabio cubierta por el Filósofo mismo.

Pensarlo así no parece tan problemático, pero una de las preguntas que me surgen es la siguiente: ¿Hasta donde el Filósofo tiene la capacidad de decidir que entra y que no entra como Filosofía dentro de la Historia de la Filosofía, como para darle al historiador (básicamente) un manual de cómo debe atender los asuntos históricos de la Filosofía? Quizá esta cuestión no la logre elucidar a través de mi análisis, pero me parece pertinente enunciarla.

Lo que la Historia de la Filosofía nos entrega, al ser ejercida de ésta forma, es un simple catálogo de autores, obras, corrientes y periodos que van constituyendo a la Filosofía, los cuales no son presentados como pensamientos canónicos que se deben seguir sin ser cuestionados. Así el acontecimiento de un pensamiento filosófico haya sucedido, si no se considera como tal, esto es, que no se considera como pensamiento, corriente, u obra filosófica, entonces queda fuera de la Historia de la Filosofía, quedando extinto y siendo borrado del gran catálogo que nos es presentado a través de la construcción de la Historia de la Filosofía.

“[…] un filósofo, una doctrina, un pensamiento, un sistema, un libro, una reflexión o una obra, sólo existen una vez inscritas en un proceso histórico: historia de la filosofía, por supuesto, pero también historia a secas.”[2]

Pensar y construir a la Historia de la Filosofía de ésta forma, excluye y extermina mucho del pensamiento filosófico que pudo haber acontecido y no solo acontecer y ya, sino que quede algún vestigio que avale su existencia, pero que parece ser que por cuestiones de interés (ya san políticos o de cualquier otra índole) este pensamiento, no se considera dentro de esta construcción Histórica.

Si se hace un estudio histórico de este problema, podemos dar cuenta que desde que aparece el primer esbozo de lo que es una historia de la filosofía, en este caso el de Aristóteles en la Metafísica[3], lo único que se realiza es desprestigiar el pensamiento anterior, para poder posicionar el pensamiento que se esta llevando a cabo. Esto es, desprestigiar el pensamiento anterior, para presentar el nuevo pensamiento filosófico, como un pensamiento absoluto y verdadero; dejando asi una visión de vencedor y vencido.

No es difícil pensar, por ejemplo, el pensamiento Platónico como el gran pensamiento filosófico antiguo, quizá sin excluir a Sócrates y a Aristóteles, fuera de ellos es difícil pensar a otro pensador antiguo, como “el gran penador antiguo”, ya que son estos los que quedaron como vencedores entre todo el tipo de pensamiento que se llevo a cabo en la antigüedad. Así también, el estoicismo, el cristianismo, entre otras muchas filosofías que quedan como las vencedoras.

“Pues, al salir triunfadores, Platón, los estoicos y el cristianismo imponen su lógica: odio al mundo terrenal, aversiones a las pasiones, las pulsiones y los deseos, desacreditación del cuerpo, el placer y los sentidos, sacrificados a las fuerzas nocturnas, a las pulsiones de muerte. Es difícil pedir a los vencedores que escriban objetivamente la historia de los vencidos […]”[4]

Pero esto, lo único que expone es el empoderamiento de un pensamiento filosófico por enzima de otro. Pero este empoderamiento no se construye de la nada, fue necesario que se fuera construyendo a través de los años una Historia de la Filosofía que fuera posicionando un pensamiento Filosófico, por encima de otro. De esta manera este empoderamiento es el que presenta a los autores, obras, corrientes y periodos de la Filosofía como los canónicos y únicos objetos de estudio dentro de la Filosofía. Dándose una hegemonización del pensamiento filosófico de los vencedores.

Hay que tener claro que es en la modernidad donde se construyen estas visiones de vencedores y vencidos, y que es a través de ellas como se da el empoderamiento de dichas filosofías, dándose una hegemonización de las mismas.

“Nada de piedad para los vencidos, a quienes se desprecia, se olvida, se desdeña, o, lo que es peor aún, se desacredita mediante la caricatura.”[5]

Habiendo examinado a la Historia de la Filosofía como una disciplina, dentro de la misma Filosofía, ahora quiero pasar a pensar la Historia de la Filosofía como una materia que es parte del plan de estudios de la carrera de Filosofía.

Me gustaría retomar de todo el análisis anterior, la idea de pensar a estas Filosofías hegemonizadas, como el único objeto de estudio posible dentro de la Filosofía,  ya que excluyen de facto la posibilidad de poder hacer de nuestro objeto de estudio, algo que no este contenido dentro de esa colección de Filosofías hegemonizadas.

Expuesto de otra manera, para la enseñanza de una Historia de la Filosofía se da un catálogo el cual contiene, como ya mencione arriba, una colección de autores, obras, corrientes y periodos que son parte del contenido de la Filosofía, y que son sólo esos los que pueden ser parte de nuestro objeto de estudio.

Una de las finalidades parece ser el adoctrinamiento que se realiza dando como únicos y verdaderos contenidos estas filosofías hegemonizadas, por ello pensar el adoctrinamiento que se da con estas Filosofías hegemonizadas, parece implicar un tipo de control del conocimiento y tipo de pensamiento que podamos desarrollar como estudiantes de Filosofía.

Espero que con estas líneas, pueda darle a mi lector una visión diferente que ha tenido de la Historia de la Filosofía, que si bien, parece pasar desapercibida dentro de la formación del Filósofo.


[1] Michel Onfray, Las sabidurías de la antigüedad. Contrahistoria de la filosofía, I, p. 16

[2] Ibidem.

[3] Cf. Aristóteles, Metafísica, Libro I passim

[4] Michel Onfray, Op. Cit., p. 35

[5] Ibidem.

Una estancia en la Central de Abasto

Hoy solo quiero compartir una vivencia, compartir el pedazo de realidad que me toco vivir, aquello que logro hacer que mis experiencia creciera a grandes niveles, el estar en un espacio constituido, a mi parecer, de una forma no muy agradable en principio, una estancia en la Central de Abasto.

El lugar pareciera ser un lugar que pasa desapercibido para algunos, para otros que lo frecuentan para realizar labores de consumo, pareciera un lugar de amabilidad donde el consumidor es bien tratado por toda la fuerza de trabajo que se encuentra ahí, donde si no es por gusto el buen trato, es por obligación. Pero detrás de toda esa teatralidad se encuentra la otra cara de la moneda, es como estar detrás del escenario y darte cuenta de lo que en realidad sucede. Quizá la generalización es apresurada, pero desde mi perspectiva puedo decir que las estancias que viví y lo que a mí alrededor observe dan constancia que por lo general sucede así.

De todas las estancias que viví dentro de la Central de Abasto, hubo una en particular que fue muy sorpresiva para mí, una que sucedió hace poco, la última que decidí trabajara ahí. El lugar de trabajo fue una bodega donde se comercializaba principalmente: chile seco, camarones, bacalao, semillas y especias. En ésta bodega ya había trabajado anteriormente y ya conocía como estaba estructurada la forma de trabajar en ese lugar.

El retorno a esta bodega fue extraño, eran épocas de diciembre y el trabajo exigía demasiado, se tenían jornadas laborales de hasta catorce horas, no había tiempo de casi nada, solo de trabajar. Pero fuera de saber esa información estaba paciente y tranquilo al regreso, no fue igual a otros años donde una extraña sensación de nerviosismo me invadía de pies a cabeza, sino todo lo contrario, había tranquilidad y ganas de estar ahí ¿Por qué? No los sé, quizá influyo un trabajo de docencia que escribí para una clase, donde la finalidad era llevar la filosofía fuera de las aulas y el primer lugar que pensé fue la Central de Abasto, o quizá la tranquilidad emocional y agradable que pasaba en esos momentos, esa pregunta quizá nunca la pueda contestar, pero de algo estoy seguro, mis intenciones y ganas eran muy diferentes a las que existían en ocasiones pasadas.

En ocasiones pasadas, no solo era trabajar, era ajustarme a una forma particular de ser, la cual dejaba fuera toda relación humana como la amistad, el buen trato, la ayuda a otros, entre otras cosas. Era todo lo contrario, el estar en ese lugar implicaba ser culero, egoísta y convenenciero principalmente.

La relación que lleve con los trabajadores de esa bodega, desde que los conocí, era casi de amistad, y menciono el casi porque detrás de ello sabia que cuando algo ocurriera en la bodega estaba solo, ya fuera el robo de mercancía, la falta de dinero en la caja o cualquier particularidad que ocurriera ahí, no nos ayudaríamos unos a otros, por el contrario, se trataría de acusar a otros con tal de salir del problema.

Pero aunque esa era la forma de trabajo y de relación con los compañeros de trabajo, al llegar ahí en mi regreso, decidí hacer las cosas diferentes, no quise por alguna razón volver a ser el culero que solía ser.

La llegada fue puntual, un desayuno rustico me acompañaba, un té de manzanilla y un pan de dulce, la gente que me conocía me saludaba mencionando la pregunta -¿ya de regreso?- entre albures y bromas, contestando yo –si,  pues hay que trabajar ¿no?- fui el primero en llegar a la bodega, estando parado afuera de la bodega esperando a que llegara el patrón para abrir, solo observaba a mi alrededor y a la gente ya trabajar, eran aproximadamente las seis y media de la mañana. Posteriormente aparecieron dos de los cinco trabajadores que éramos, eran dos señores que son expertos en la rama, donde uno de ellos era el de confianza para el patrón; a su llegada los salude, el saludo fue seco, no hablamos mucho, la pregunta de uno de ellos fue -¿y la escuela?- mi respuesta fue –ahí va-. Después de un rato más de espera llego una señora que también trabajaba ahí, la cual me conoce desde que por primera vez llegue a esa bodega, me saludo y me dijo –hola Yorch, que gusto que estés de nuevo por acá echándonos la mano- mi respuesta fue una sonrisa y asentar la cabeza. Por ultimo llego un muchachito, era nuevo, llevaba un mes aproximadamente trabajando ahí, no lo conocía y me dijeron que era parte de los trabajadores.

Así fue como poco tiempo después llego el patrón y nos metimos a vestirnos para empezar el día, mientras me vestía, por mi cabeza pasaba la idea de trabajar y convivir, divertirme, disfrutar, platicar con la gente y cambiar el trato canónico que por lo general se lleva ahí, trato canónico que implica ser culero y solo trabajar para obtener tus beneficios. El día comenzó y el trabajo no paro.

Así paso una semana entera, soportando los malos tratos de los patrones y de algunos clientes, pero esa semana fue fructífera, pude conocer más a aquel muchachito, me contó que ya casi cumplía los dieciocho, que estaba en proceso de liberar su cartilla, que quería estar trabajando un año ahí y después de que fuera liberada su cartilla salirse para poder estudiar y ser policía; era un muchacho delgado, con pinta de reggetonero, muchacho alocado que tenia buenas intenciones; por alguna razón me cayó bien y le caí bien, eso permitió que hubiera confianza entre nosotros.

Por otro lado, en el transcurso de esa semana tuve la oportunidad de platicar con los demás trabajadores, las pláticas eran cortas ya que el trabajo no permitía la extensión de las mismas, la idea era crear lazos de confianza y amistad, para poder crear un ambiente de trabajo diferente al que se tenía acostumbrado.

Así paso esa semana. A  la siguiente semana deserto uno de los dos señores, dejo de ir a trabajar por andar de alcohólico, solo quedábamos cuatro y la carga de trabajo era mayor y exigía demasiado, pero no por ello mis ganas desaparecían. De alguna manera los lazos de amistad crecieron y empecé a ver cambios en la forma de trabajar de todos ellos, éramos como una comunidad donde cada quien ya sabia que tenia que hacer y solo lo hacíamos. Eso hizo que los regaños y las llamadas de atención disminuyeran, no por ello, desaparecían los malos tratos sin sentido, dentro de los cuales se encontraban aquellos donde te estuvieran diciendo pendejo y no te bajaran de ahí, que por muy rápido que estuvieras trabajando, te dijeran que eras muy lento, que se estuvieran quejando de la efectividad de los trabajadores (siendo que ésta existiera) y dijeran que todos éramos unos inútiles, entre otras cosas.

Con todas estas cosas en contra y lo caliente que te mantenía el trabajo, las ganas de mentarles la madre no se extinguían, ante eso me mantenía calmado y sereno, trataba de no regañar al muchacho, decidí romper con la famosa iniciación que se les da a los trabajadores ahí, iniciación por la que pase y la mayoría de los trabajadores pasan, el hacer trabajar al nuevo hasta que se quiebre, el famoso dicho de “cargarle la mano”, donde si logras sobrevivir a eso eres un buen trabajado y eres digno de trabajar ahí, y si no es el caso que aguantes, eres un inútil. En mi cabeza retumbaba aquello que me dijo alguien alguna vez –enséñale, no lo regañes- y eso fue lo que hice con el muchacho, cuando hacia algo mal y el trabajo exigía que salieran las cosas rápido, me detenía a explicarle como se hacían las cosas para evitar que lo regañaran posteriormente. Eso hizo que la amistad y la confianza crecieran. Me sorprendió que un día en la mañana llegara con una torta de tamal para mí, no era la torta, fue la intención lo que me sorprendió, fue como una forma de agradecerme y de confirmar la amistad que construimos.

Con respecto al señor y la señora, ellos llevan una relación amorosa, yo era el único que sabía de dicha relación, no la querían hacer explicita, no se porque, sus razones tendrán. Ellos desde que los conozco son personas muy reservadas que pocas veces te cuentan algo, pero fue curioso que me platicaran de sus vidas, sus familias, sus problemas, sus alegrías y sus tristezas. La confianza creció y con ello también una buena amistad con ambos, siempre me decían que si llegaba a haber boda, iba a ser de los primeros que invitarían, eso me llenaba, sentía que el objetivo principal se había cumplido, crear lazos de amistad y confianza en un lugar donde parece ser que no existen y no se pueden llevar a cabo, de entrada que eso sucediera hacia más amena la estancia ahí, el trabajo era disfrutable sin importar cuantas veces te pendejearan en el día, o te dijeran inútil, o te trataran mal, principalmente los patrones.

Hasta aquí me sentía satisfecho, mis objetivos se habían cumplido y me sorprendía mucho el hecho de poder crear ese entorno de trabajo. Así pasaron las épocas decembrinas, con sus altibajos, con un par de borracheras con ellos (la de navidad y año nuevo) con una constante y disfrutable convivencia, con los problemas de cada quien platicandolos y ayudándonos unos a otros sin ser juzgados de alguna forma. Una zona de confort que a primera vista parece no confortable.

Con ello llegaron los últimos días de trabajo para mí, no solo de esta estancia, sino los definitivos, ya que había decidido que esa seria la última vez que trabajaría en la Central. Recuerdo particularmente el último día; por parte del señor recibí una reflexión, diciéndome que era bueno que saliera de ahí, su cara era un mar de sentimientos, sus ojos estaban llenos de lágrimas retenidas que yo sabía, no iban a salir. Por parte de la señora una foto con su celular, recargado yo en los bultos, diciéndome –es para el recuerdo Yorch-. Por parte del muchacho, ya al estarnos vistiendo para irnos, un fuerte abrazo diciéndome –fue un placer haber trabajado contigo-.

Una despedida gratificante y sorprendente, dado el contexto y el lugar donde se dio.