Los submundos posibles del cuerpo humano

Las apariencias pueden ser una trampa, a pesar de ser inevitables. La primera vez que vi el video de Make Goregrind Great Again de Brutal Sphincter, inmediatamente creí que se trataba de una banda estadounidense por la clara alusión al lema de campaña del polémico Donald Trump en el título de su canción. Pensé que era un material que hablaba de lo que podríamos llamar: “América Profunda”y de la imagen de la misma generalmente asociada con la cultura White Trash y Redneck del país anglosajón. Se trata de un grupo belga y francófono, específicamente de la ciudad de Liège, practicante de un género tan polémico como el Goregrind el cual, si bien no es de mi total agrado, reconozco capaz de momentos interesantes y divertidos.

            Considero que tales son las cualidades del video promocional de dicha canción, más que de esta última. Se trata de una pieza típica del Goregrind, llena de los elementos recurrentes del mismo. La canción proviene del disco: Analhu Akbar, cuyo título es una distorsión sexualizada y con doble sentido de la frase en árabe: Nalhu Akbar que significa: “diviértete más”.

Es en el tema de tal material cinematográfico en el que encuentro un importante motivo de reflexión acerca de La Ciudad como fenómenode nuestras pasiones y su relación con la vida de nuestros cuerpos. Tal tópico hallado en tan breve propuesta me parece de una ineludible trascendencia.

La primera secuencia nos muestra lo que solemos llamar: un hombre común. Se trata de una persona con apariencia adulta que podemos imaginar parte de nuestra cotidianidad inmediata, sin destacar lo suficiente de La Mayoría. El hombre evidencia una edad lo suficientemente avanzada como para tener entradas en su frente y un moderado sobrepeso. Dicho personaje está comprando un producto que tiene el mismo nombre de la banda belga que toca la canción de este video: Brutal Sphincter. Al fondo, en la ventana exterior del local hay una cruz de Asclepio, muy conocido signo relacionado con la clínica y la medicina, que puede darnos la señal de que se trata de una farmacia. Dicha señal está hecha con un foco moldeado de luz neón.

No puede dejar de pasar desapercibido el extravagante nombre del producto que acaba de comprar el protagonista. Sobre el mostrador del local hay dos condones. Al lado izqierdo del protagonista hay unas pinzas, mientras que a su derecha hay una caja con pastillas azules que parecen ser Viagra. Es advertible que dicho recipiente tiene un letrero que dice: Free, lo cual indica que se trata de muestras gratis de Viagra como si se tratara de caramelos. ¿Qué clase de farmacia que se respete haría tal clase de obsequio? Se trata de un medicamento caro y relativamente controlado por los peligros de su uso inadecuado.

En relación con lo anterior, podemos advertir una pista: el cartel del fondo corresponde a un producto llamado: Foetus Killer. Está ilustrado por una imagen muy explícita de alguien portando una pesada bota manchada de plasma y hemoglobina. No queda claro si dicho producto se trata de algún anticonceptivo o de alguna otra clase de servicio relacionado con el control natal.

Al lado del recipiente con Viagra aparece el grupo de un producto semejante a las bombas de vacío, utilizadas para el agrandamiento del miembro viril. Más que una extravagante farmacia parece que se trata de una Sex Shop con enfoque clínico. Por el aparador del local se ve la ciudad.

En la siguiente secuencia del video vemos al anónimo protagonista conduciendo su auto. El cenicero del vehículo está saturado de colillas de cigarro. Parece que a nuestro personaje no le importa tal desprolijidad, al igual que la de fumar en el mismo quizá incluso acompañado. En el compartimento de la puerta del conductor es advertible un ejemplar de lo que parece ser una revista para adultos. El auto también presenta deterioro. Un ejemplo del mismo es el desgarro de la tela del respaldo del asiento del copiloto.

A partir de la siguiente secuencia del video podemos descubrir más detalles de la vida del protagonista. Es inferible que se trata de un padre de familia o, por lo menos, de un hombre que comparte la vida con dos parientes cercanos en una relación bastante compleja y tensa, basada en el desprecio y la confrontación. A cuadro aparece una joven en un sofá al lado de otra mujer mayor y encanecida que parece ser la madre de la chica. Podemos advertir la difícil relación entre los tres personajes por los signos que nos ofrece el cuadro de la secuencia: una foto en la que el protagonista está viendo de manera lasciva el escote de la joven y otra foto en la que el mismo protagonista abraza a la mujer mayor y ésta evidencia un franco rechazo, además del enojo de la chica en contra del hombre por tal actitud. El video evidencia un ambiente familiar áspero. Parte de esa turbiedad es nutrida con imágenes apofénicas y pareidólicas de carácter fálico. Destaca también la postal de un portal de internet dedicado al entretenimiento para adultos como parte de la decoración de dicho ambiente doméstico.

Sin embargo, la escena sugiere un clima más dramático y extremo de lo que podemos advertir en dos signos específicos. El primero lo hallamos de manera relativamente pública en el librero de dicha sala, tomando en cuenta el contexto: una caja de pañuelos que ostenta la leyenda: cum cleaner, que podríamos traducir como: limpiador de venidas o limpiador de corridas, dependiendo de qué parte de Iberoamérica estén consultando este trabajo. Sin embargo, el signo más alarmante que el anteriormente erotizante consiste en lo que parece una película o libro también en dicho mueble que se titula: Incestial pursuit, el cual tiene el subtítulo: A step-mom no included. Se puede inferir que se trata de una película para adultos. Ello da cuenta de un probable clima de cierto tipo de maltrato frecuente en dicho ambiente doméstico.

Lo anterior se revela de manera más contundente cuando, ante el intento del protagonista de saludar de beso a la chica, esta última le profiere una bofetada al hombre sin pudor alguno, la cual hace desistir al mismo de su intento. La mujer mayor ante tal evento permanece inmutable, como si tal hecho correspondiera con lo más habitual de su cotidianidad. Es notable, tanto en su rostro como en su acción, el desprecio de la joven por dicha persona.

Es importante advertir que el protagonista tiene el mismo tono de cabello que la chica, ambos son pelirrojos. Por otro lado, el hombre tiene el cabello rizado al igual que la mujer adulta del cuadro. ¿Realmente se trata de la esposa del protagonista y de la madre de la joven, dada la avanzada edad que representa dicha mujer adulta? La turbiedad de este material va in crescendo.

Después de tal rechazo el hombre va al baño, se queda prácticamente en ropa interior y se prepara para usar el producto que compró en aquel curioso establecimiento. Es advertible que el ambiente de la casa es más álgido de lo que creemos. El desaseo de la misma es notable: en el suelo del baño se puede observar una toalla femenina usada. Un descuido que pude desafiar cualquier pudor y sentido de la prolijidad.

Tal malestar también se manifiesta en la indiscreta presencia de una revista para adultos ‒probablemente leída mientras se usa el sanitario‒ dedicada a la actriz, modelo, productora y directora australiana de películas para adultos: Angela White. La revista ostenta el título de Angela White on tour y se encuentra muy cerca de un juguete para adultos. Estamos en un ambiente en el que es advertible una atmósfera incómoda e impertinentemente erotizante, en la que hay muy poca preservación de la intimidad y cuidado de sí mismo.

A continuación, vemos un plano de la etiqueta del producto adquirido por el protagonista. Ésta tiene tres advertencias: es dañino, sus consumo implica riesgo de duplicación ‒al lado de esta advertencia vemos a un ser humano al lado de otro que parece ser su sombra‒ y, finalmente, el material del artículo es explosivo. En seguida la etiqueta trae una indicación: “Máximo tres gotas”, la cual podemos inferir como la dosis segura de consumo del producto.

Negligentemente el protagonista no lee las instrucciones y bebe la cantidad de producto contenible en la tapa del recipiente del artículo en cuestión. Es a partir de este momento que entramos en un vértigo de signos, los de una forma de vida correspondiente con la habitación de una ciudad muy peculiar y afín al bajo mundo de nuestros deseos más complejos y problemáticos.

De manera previsible, vemos los efectos de una sobredosis del producto consumido en el padre de familia. Este último vomita de manera aparatosa el brebaje, dejando en el espejo del baño la huella de dicho efecto, la cual está acompañada con un montón de pastillas que, podemos inferir, parecen ser la evidencia de un consumo constante de sustancias psicoactivas por parte de dicho personaje. No es difícil inferir que tal consumo fomente el carácter errático y problemático que hasta ahora es advertible en este hombre.

Sin embargo, tal descompensación no es la principal consecuencia de dicha imprudencia. Como lo había advertido la etiqueta del producto, se lleva a cabo la duplicación del protagonista:  algo emerge de la boca de este último, una especie de gemelo hecho de un viscoso limo verde.

Podríamos interpretar a dicho ser como una especie de Doppelgänger, la sombra de nosotros mismos que también somos, según el autor suizo Carl Jung y que, por lo tanto, evidencia que, en palabras de dicho teórico: “Todos somos todo”. Un reflejo de la compleja profundidad íntima, secreta y clandestina de nuestro placer, al igual que de nuestro deseo.

Vemos recorrer a tal ente una ciudad que manifiesta los signos de sus problemáticas formas de vida, los cuales terminan por abrirse en un submundo semejante y paralelo al cual descendemos; así como el protagonista persigue a su sombra, la ciudad también posee una en tanto que cuerpo vivo. El doble del protagonista ha robado las llaves del auto del hombre, dejando a su paso una masacre de cuerpos muertos, vejados y mutilados. El protagonista lo sigue por una carretera en cuyos costados se han montado dos anuncios espectaculares: uno en el que se muestra a Austin Powers promocionando una bomba de vacío para el agrandamiento del miembro viril y otro de una aerolínea con un famoso personaje árabe a quien se le adjudicó el ataque a las torres gemelas.

El rostro del barrio al que ha llegado el protagonista del video contrasta con el del suburbio donde vive. Vemos a un hombre mayor con un joven fumando una sustancia psicoactiva, frente a una tienda donde se venden pipas para el consumo de tales productos. Sólo un oscuro callejón separa a dicho establecimiento de una Sex Shop. En un poste de la acerca de enfrente se ve el icónico sticker de Bruselas: Je te rembourse lundi (Te lo devolveré el lunes), el cual, según su respectiva leyenda urbana, hace alusión al personaje que aparece en dicha pegatina, el cual se supone fue asesinado por deberle dinero a un traficante de drogas. Un signo del terror que puede territorializar a una ciudad a través de nuestro miedo, incluyendo a sus submundos posibles.

Cerca de esa pegatina se encuentra otra, un poco menos visible, de los colegas checos de Brutal Sphincter: Gutalax.

Hablando de la sombra de una ciudad y de los submundos posibles de las habitaciones de la misma, al lado de un puesto atendido por el integrante de una polémica organización estadounidense que vende velas aromáticas con formas de crucifijo a cinco euros la pieza y que da informes acerca del campamento de verano de dicha organización, el protagonista sigue a su otro-yo a través de un callejón que será el portal del descenso al abismo.

A pesar de las asperezas de la vida de dicho personaje y lo álgidas que parecen ser las circunstancias de la misma, vemos a dicho hombre angustiado ante el escenario que se encuentra: un paisaje compuesto por los signos de lo decadente de una cultura posible, en este caso la de una marginalidad y clandestinidad sobrevivientes de una ciudad diseccionada por sus dinámicas de consumo.

En el callejón se encuentran dos prostitutas, una afrodescendiente, probablemente migrante, y otra amputada de brazos y piernas. En medio del callejón se puede ver un arrollo amarillo que probablemente sea orina. Vemos la imagen casi arquetípica del vagabundo calentándose ante un bote de basura incendiada, el cual parece tener un golpe o tumor en la cabeza. Hay otro hombre tirado muy cerca del arroyo de orina, al lado de un vendedor de artículos varios ‒probablemente robados‒ como: teléfonos, cigarros, alcohol, carteras, drogas y las llaves de un auto. Al igual que la prostituta antes descrita, dicho vendedor ambulante no tiene brazos ni piernas. Se trata de cuerpos desechados; detritos defenestrados por una sociedad, a través del consumo de la misma.

Vemos a otro vagabundo recostado en una pared y a un hombre alcoholizado o narcotizado. En primer plano destaca un émulo de Kurt Cobain al que le sale humo de los oídos, el cual parece fumar de una escopeta como si fuera una pipa. Clara alusión al acto final por el que el famoso músico suele ser más recordado que por su música. En la pared del callejón hay un anuncio, con número telefónico incluido, que ofrece los servicios sexuales de una persona con el seudónimo de Turbo-puta. En la misma pared se pueden leer groserías como: ‘hijo de puta’ y un mensaje encriptado o muy personal que dice: “Cecy tiene una pila”.

En la siguiente secuencia vemos un foco a dicha decadencia. El hombre alcoholizado o aparentemente narcotizado que habíamos descrito, al lado de lo que quizá sean cajas de cerveza, vomita mientras sostiene una botella que dice: esperma. A su lado otro vagabundo se masturba debajo de su cobija, excitado por los arqueos e incontinencia digestiva de su compañero de callejón.

Al fondo de este último el protagonista se encuentra con un concierto prácticamente vacío de la propia banda: Brutal Sphincter. Del puesto con mercancía oficial del grupo destaca lo que parece ser un cepillo para limpiar inodoros. Al lado de tal establecimiento vemos un letrero con la leyenda: “Cash, Grass or Ass”, especificando sus formas de pago: Efectivo, Hierba o Culo.

La banda en el video tiene dos vocalistas. Uno de los integrantes patea su guitarra para ejecutarla. La agrupación sólo tiene a una persona de público: un hombre tirado con una guitarra metida en el culo.

El protagonista abandona el concierto para seguir su búsqueda. Al final del callejón se encuentran en un muro del mismo a dos hombres vestidos de furros ofreciendo sus servicios sexuales como extraños fetiches, uno de ellos está por comerse un tampón usado.

En la salida del callejón el protagonista ve a su doble. Este último ha robado otro auto para seguir su marcha. El hombre persigue a su sombra, se aferra a la defensa del auto y, sin embargo, acaba derrotado por la fuerza de gravedad. En el horizonte vemos al hombre malvavisco de los caza fantasmas con una leyenda en su sombrero: “Stay Slut” (“Mantente puta”). Es claro que el monstruo no está hecho de malvavisco sin de otra sustancia blanca muy masculina. En la acera de enfrente se encuentra desvalijado el icónico automóvil de los caza fantasmas.

Derrotado, el hombre decide regresar a su casa. Es advertible en él cierta resignación mezclada con incertidumbre, ante el desastre cometido por su otro-yo. Sin embargo, se encuentra con una escena atroz: el Doppelgänger está llevando a cabo una orgía con las dos mujeres que viven con el protagonista.

En dicha secuencia aparece un retrato en que la mujer mayor de la casa es desnudada parcialmente por un perro en celo frente a una versión infantil del protagonista del video, una imagen alusiva a una célebre campaña publicitaria de bronceadores. Podemos inferir que se trata de la madre del hombre y abuela de la joven que vive en casa o de la madre tanto de esta última como del protagonista. En este caso, los signos relacionados con el delicado tema del incesto pueden advertirnos que la joven también podría ser la hermana del hombre.

La secuencia de la orgía está llena de signos de un erotismo extremo y desmedido que implica el consumo desaforado de los cuerpos participantes. Se trata de una aglomeración deliberadamente desproporcionada de signos fálicos, fecales y eróticos que desafían los límites de nuestros cuerpos y remiten a las potencias del mismo; un discurso fílmico basado en una maximización de tales elementos, propios de la estética del Goregrind.

El personaje principal es incapaz de contener su ira ante dicha situación. Toma del cuello a su doble hasta decapitarlo. Las mujeres, angustiadas y desnudas, ven el feroz ataque del protagonista contra dicha criatura. Es cuando el hombre logra matar a su otro-yo que se desata el infierno, como si lo anterior no fuera demasiado.

Como si se tratara de una metáfora de la incomprensión de nuestra miseria; la adolescencia de lo peor de nosotros mismos; la dificultad de amar íntegramente lo terrible de nuestro querer, vemos al hombre siendo consumido por el desprecio, odio y resentimiento que lo sujeta al apego de sí mismo; los detritos no desechados a los cuales se ha apegado hasta convertirlos en pasiones que envenenan su cuerpo, al grado de convertirse en lo que más odió, destruyéndose a sí mismo. Se trata de la alquimia de la angustia; una transformación en sus propios detritos, que se consuma cuando el protagonista acaba matando a ambas mujeres. La más joven termina asfixiada cuando su cabeza acaba dentro del culo del cadáver brutalizado de la mujer mayor.

Este video nos da claves para comprender lo importante de los temas de un género del Metal Extremo como el Goregrind. Pienso especialmente en la reivindicación de lo sexual y lo fecal como fenómenos del cuerpo que signan la compleja potencia de lo íntimo de un cuerpo vivo; los fenómenos materiales en los que están comprometidos sus más importantes placeres, gozos, pasiones y deseos, además de los fenómenos más honestos y problemáticos de tal horizonte vital por parte de un ser humano, en tanto que desafían al filtro moral de las máscaras de nuestra conciencia, incluyendo el fenómeno social de las mismas.

 Parece que este género constituye una poética capaz de darle cause a tales voluntades sin ser anómalas ni nocivas para los demás y para uno mismo; un ejercicio en contra de la represión de tales pulsiones que puede constituir un ejercicio libertario. Quizá la mejor manera de que nuestras pasiones de todo tipo no nos destruyan es ofrecerles su salida; constituir una estrategia para que surjan y se manifiesten de manera creativa, en lugar de reprimirlas; permitirnos habitar nuestra sensación para que ésta nos transforme en algo más.

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