Nuestra amistad

“Un hombre con coraje hace una Mayoría”

Andrew Jackson

Nos encontramos con una propuesta que exalta los afectos comunitarios implicados en el trabajo vivo de una actividad como la agricultura. Los personajes viven en granjas que ellos mismos sostienen y en los cuales producen las condiciones para su subsistencia con su trabajo rural, el cual también incluye actividades ganaderas.Ello es manifiesto en un diálogo del protagonista: Hank Graves, quien afirma: “Regar la cosecha de otros es ser buen vecino. Compartir los alimentos también”. Se trata de la declaración de un mutualismo que evidencia de manera material y concreta las actividades que dan sentido a la posibilidad del ejercicio de dicha manera de comprender la cooperación como posibilidad de tal clase de trabajo.

            La anterior declaración la ofrece el protagonista en relación con su disconformidad con el regalo de uno de sus vecinos más cercanos: Jake. Se trata de un hombre dotado de una gran imaginación capaz de un importante ímpetu creativo y una honda sensibilidad. El también granjero le ha regalado al matrimonio integrado por Hank y Beth un espantapájaros extravagante y hecho con piezas mecánicas y digitales que al protagonista no acaba de agradar. A este último el aspecto de dicho artificio le parece poco logrado, además de considerar cuestionable su eficiencia en el cumplimiento de la función para la cual fue creado.

Se trata de un objeto aparentemente inútil, probablemente por también estar comprometido con la falta de practicidad propia de las obras de arte. Jake, además de un dotado y perfeccionista ingeniero, es un soñador y hombre de especial sensibilidad que cree en el equilibrio entre pensamiento y sensación: “Me parezco más a Da Vinci porque me enfoco en la estética y el mecanismo”, le dice Jake a Helen, su pareja, cuando ésta le hace ver que el dispositivo biomecánico en el que invierte tanto tiempo para su perfeccionamiento y mantenimiento no es equiparable con la obra de Michelangelo Buonarroti, ni que Jake es el importantísimo pintor renacentista. Sin embargo, si bien hasta cierto punto lo creído por Helen es cierto, Jake es un hombre que aspira a la integridad a través del perfeccionamiento de sí mismo por medio del arte del cual es capaz el conocimiento y del conocimiento del cual es capaz el arte. Una actitud semejante a la de los llamados: Hombres del Renacimiento.

La comunidad que ha formado la convivencia y el trabajo vivo presentado en el cortometraje necesita sobrevivir a una amenaza constante que suele destruir la defensa que le permite cierto nivel de protección a la zona en la que viven: una Cúpula y su respectivo campo electromagnético que resguardan a la población local de una invasión de los DeeBees, imponentes criaturas alienígenas de considerable tamaño, poseedores de una biología semejante a la de un insecto. En un momento inicial del cortometraje, Beth detecta la intrusión de tales enemigos cerca de su propiedad. Es entonces que Hank decide ir a revisar el lugar y enterarse de qué está pasando.

Es entonces que el protagonista se da cuenta de que la amenaza es mucho mayor de lo que creía. Después de un primer enfrentamiento con un número considerable de dichas criaturas, el granjero advierte que las mismas han logrado hacer una abertura de la cúpula más considerable de lo habitual, dando pie a una significativa invasión de, literalmente, miles de dichas peligrosas criaturas. Es entonces que el protagonista pide la ayuda de sus dos más cercanos colegas: el ya mencionado Jake y una granjera de imponente ánimo y energía, a pesar de su avanzada edad: Mel.

El panorama es avasallante. Jake manifiesta su preocupación ante la sublime magnitud de lo que ve: una importante brecha en el horizonte, la considerable rotura de la cúpula que ha protegido a dicho grupo humano hasta entonces, por la cual aparece una gran cantidad de enemigos. Lamentablemente, Beth le informa a Hank que no contará con toda la ayuda que creía, lo cual agrava la circunstancia: “Zing se desconectó y los hermanos Camel no vendrán”, le anuncia Beth a Hank. Incluso en los peores momentos hay a quien el coraje no le es suficiente o, simplemente, el cuerpo no les responde.

Hank es un hombre que dejó su trabajo para ser granjero. Con tal voluntad asumió el compromiso comunitario implicado en su decisión de ponerse en pie de lucha ante tal adversidad. Podemos inferir que se trata, al igual que Jake, Mel y Beth, de un dotado ingeniero capaz de realizar la infraestructura con la cual lleva a cabo la defensa de su hogar, además de la del trabajo vivo de la actividad rural que decidió adoptar para tener una mejor vida, según el propio Hank. Podemos inferir que se trata de un hombre que decidió optar por una vida con más sentido, aquél que él mismo le dio a la misma.

Se da un tremendo encuentro, una intensa batalla entre miles de Deebees y los tres granjeros: Mel, Hank y Jake. Constantemente se ven rebasados por la cantidad de alienígenas que atraviesan el portal que han conseguido abrir, lo cual hace de sus dispositivos biomecánicos artefactos susceptibles de descarga, tanto de energía como de municiones. Quien más resiente dicha condición es Jake; la importante eficiencia de su máquina requiere un gasto importante de suministro energético, además de tiempo para realizarlo.

Los tres granjeros sólo cuentan con veinte minutos para replegar a dichas bestias y mantener a salvo a las familias que integran la población local. Si bien no dejan de luchar, resienten las limitaciones de su infraestructura; Jake se ve obligado a tomar una pausa para recargar la energía de su dispositivo mientras que Hank también llega a tener un desabasto parcial de municiones.

Ante tal panorama Hank le pide a Jake que se retire. Sólo quedarían Mel y Hank para pelear una batalla que parece inevitablemente perdida. Sin embargo, Jake desobedece, continúa peleando y asume la frontalidad del combate, a pesar de no contar con las condiciones óptimas para la batalla.

Sin embargo, las criaturas, en tanto que animales y parte de la Naturaleza, leen al dispositivo de Jake como un cuerpo; la extensión biomecánica de Jake. El traje de este último es derrotado y sucumbe inevitablemente al ataque, mientras Hank intenta obtener más carga de municiones para su traje. Jake, advirtiendo su fin, no lo duda: toma la decisión de hacer explotar el reactor de su dispositivo para estallar junto con sus atacantes que se encuentran encima de él. Al inmolarse, también logra derrotar a dichos adversarios, protegiendo a la comunidad y dándole más tiempo a Hank y Mel para tener una batalla mucho más justa ante sublime magnitud. No cabe duda de que el mayor honor de un legítimo combatiente, aquél héroe que lucha por lo común y sus semejantes, es morir en batalla. La última muestra de la sensibilidad especial de aquella vida.

Helen se entera del destino de su pareja, anunciado por una inmensa explosión en el horizonte, a través de Beth; se consuma la tragedia a la que le sucede el duelo. Beth le pide a Helen que entre con las demás familias al búnker que puede resguardarlos. Sin embargo, acaba desobedeciendo para seguir matando con su escopeta a dichas criaturas. Ello salva a Beth quien en dado momento resulta asediada por las criaturas mientras ayuda en el combate a su esposo. Helen decide no rendirse. Se mantiene en batalla como lo hizo Jake hasta el último aliento.

La batalla no sólo no ha acabado. se ha agravado con la presencia de otro DeeBee de colosal magnitud, además de aquellos otros alienígenas que siguen apareciendo en importante número. Hank y Mel no dejan de hallar la manera de reducir a tal ejército sin dejar de priorizar al inmenso espécimen que parece invencible. Para ello el granjero ancla su traje al espantapájaros de Jake. Ello permite a Hank abrir la boca del alienígena gigante con las manos de su traje para disparar en la boca de la enorme criatura y terminar de matarla. Ello implica un reto de precisión por parte de Beth. La batalla, cerca de su granja, le permite la proximidad de dicho animal con uno de los cañones láser con los que el matrimonio protege su hogar. Sin embargo, Hank está demasiado cerca de la boca de la criatura y corre el riesgo de ser impactado con el disparo junto con la bestia. La decisión es inminente ante el agotamiento del tiempo para ello; Helen sigue resistiendo, cada vez con más dificultad, el embate de las bestias que intentan entrar a la cabina de la granja donde Beth se encuentra manejando el cañón. Finalmente, Beth dispara.

Después de una lograda elipsis, nos enteramos de la victoria de la comunidad por encima de sus adversarios. Aquel espantapájaros hecho por Jake que, al principio del corto, a Hank le parecía una monstruosidad, sirvió de ancla para sostener su ataque y matar así al adversario de aquella familia. Se trata del signo del afecto de Jake y de cómo nuestra amistad también es un ancla. Al principio del corto Hank le decía a Beth que el espantapájaros no se movía de lugar y por ello no lo quitaba, a pesar de su disconformidad con dicho presente. Tal firmeza salvó a la comunidad, así como la fortaleza de una amistad legítima puede sostener a más de uno en la peor adversidad: “Fue un gran vecino y un verdadero amigo”, le dice Frank a Helen. Un buen vecino capaz de la amistadimplicada en la voluntad de compartir el mundo y aprovechar el presente en el que nos encontramos. Un buen amigo capaz de la sensibilidad especial que contempla entre sus actos la ayuda y reciprocidad de nuestra generosidad, la voluntad de compartir: “No es una obra de arte, pero ese espantapájaros empieza a gustarme”, afirma Hank. El regalo de Jake es el signo de la salvación de la cual nuestra amistad es capaz.

La secuencia final del corto nos da cuenta de la importancia de nuestra amistad. Esta última puede ser principio de potencia de un cuerpo común ante la adversidad. Vemos cómo la humanidad está localizada en más de una cúpula como la que protege a los protagonistas, dentro de un planeta semejante s Saturno, invadido por miles de especímenes de la imponente fauna combatida. Fuimos testigos de una de muchas batallas posibles ganadas por la comunidad.

Lejos de despreciar a nuestros artificios, al igual que a la aptitud radical que implican, merecen aprecio como manifestación problemática de nuestra humanidad. Lejos de juzgar y culpar a nuestra humanidad, más allá de sólo denostarla, valdría la pena dejar de pedir perdón por ser seres humanos y aprender a amar lo terribles que podemos ser. Quizá sólo así, a partir de tal comprensión, podremos aprender de nuestra sensibilidad, incluyendo a las posibilidades poéticas de nuestro problemático ingenio como fenómeno de la misma. Me parece importante advertir la posibilidad de salvación de nuestra poesía, manifiesta en una  sensibilidad como la de Jake, dispuesta a nuestra amistad.

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