Capitalismo gore y acumulación por despojo.

En Capitalismo Gore, Sayak nos explica cómo las prácticas que ella denomina gore (entendidas como prácticas para hacerse de capital a través de la violencia)  son  consecuencia directa del capitalismo: a través de un discurso tan naturalizado en los cuerpos, que fomenta el hiperconsumo como único medio de obtener aceptación como sujeto económico y social, el capitalismo deviene gore en sociedades tercermundistas que no pueden satisfacer el ideal de hiperconsumo, de este modo los sujetos sometidos buscan un medio de empoderamiento que no es otro sino el uso de la violencia para colocarse como “hiperconsumidor pudiente”[1], tal como sucede en el narcotráfico. De este modo, dichas prácticas pueden ser entendidas como una subversión de los procesos tradicionales para generar capital “La economía del narcotráfico reinterpreta al mercado, a las herramientas de trabajo, al concepto mismo de trabajo y, de una forma fundamental, a la revalorización del campo”[2].

Pero, dado que la lógica del mercado es la de oferta-demanda, estas prácticas no serían tan bien remuneradas sino fuera por gestarse dentro de una sociedad de consumismo hedonista, capitalismo farmacopornográfico, según Beatriz Preciado[3]. De este modo la venta de drogas o trata de personas se convierten en actividades muy retribuibles. Respecto a esto nos dice Sayak “Por la brutalidad de la realidad económica y sus circunstancias, los cuerpos, los sujetos, la carne se vuelven centro, mercancía, intercambio. Acumulación de capital por medio de la trastocación, reformulación e impregnación del proceso de producción a partir del necroempoderamiento.”[4]

Dado que el necroempoderamiento es una manera de ejercer poder sobre los cuerpos de manera violenta, es verdad que reinventa de alguna manera los procesos para producir capital. De manera especial la acumulación originaria toma un giro completamente distinto. Tanto David Harvey[5] como Silvia Federici[6] denuncian que dicho proceso, que marca el inicio de la época capitalista, es un proceso que sigue dándose de manera constante y que es un error verlo como un proceso previo o exterior al proceso de producción de capital. Sabemos que la acumulación originaria no es otra cosa sino la apropiación, la desposesión,el despojo, la explotación de la propiedad: acumulación por despojo. David Harvey apunta que este proceso se ha reinventado de múltiples maneras, entre ellas la explotación de la cultura y creatividad, desposesión de activos (ataque a fondos de pensión y liquidación), sistema de crédito, fondos especulativos de cobertura, etc.[7]

Pues bien, yo creo que en las prácticas gore se da otra “creativa” forma de acumulación originaria. Es cierto, como apunta Sayak, que los cuerpos se vuelven mercancía. Sin embargo, hay que apuntar que no es mercancía del tipo fuerza de trabajo. No son mercancías que pasan por un proceso de reproducción (o al menos no controlado directamente por el capitalista). De algún modo las prácticas gore pueden ser equiparables a la apropiación de la tierra. Sólo que estas prácticas no necesitan de un derecho positivo que las avale: se genera una soberanía paralela al estado, como apunta Sayak [8], se valen de la vulnerabilidad de los cuerpos “los derechos de propiedad sobre el propio cuerpo quedan desdibujados”[9]. Sí, es verdad que el derecho de apropiarse violentamente de los cuerpos es fruto de la mercantilización de la vida y las relaciones sociales, sin embargo, seguimos dejando de fuera, como si se tratara de un proceso al margen, que la producción de capital no se daría si no fuera mediante la acumulación por despojo. Esto marcó el inicio del capitalismo, y es un proceso que se renueva, y que ha alcanzado dimensiones tan grandes como la apropiación de cuerpos humanos para su comercialización. Para generar plusvalor no es necesario hacerse de medios de producción (o no de la manera tradicional). Ese plus en el valor se puede conseguir con costos mínimos expropiando y explotando cuerpos.

[1] Sayak Valencia, Capitalismo gore, p. 68.

[2] Ibíd., p. 69.

[3] Beatriz Preciado, “Testo Yonki”, 2008, pp. 31-32,  apud. Sayak Valencia, Capitalismo Gore, p. 76.

[4] Sayak Valencia, Capitalismo gore, p. 79.

[5] David Harvey, El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión, 2005.

[6] Silvia Federici, Revolución en punto cero, 2013.

[7] David Harvey, El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión, p. 114.

[8] Sayak Valencia, Capitalismo gore, p. 75.

[9] Ibíd., p. 153.

Bibliografía:

Federici, Silvia, Revolución en punto cero, trad. Carlos Fernández Guervós, traficantes de sueños, Madrid, 2013.

Harvey, David, El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión, CLACSO, Buenos Aires, 2005.

Valencia, Sayak, Capitalismo gore, Paidós, Ciudad de México, 2016.