Escuchar al deseo puede parecer un absurdo cuando no sabemos movernos en las fuerzas del deseo o hacia ellas. Nadie puede ser dueño de estas fuerzas. En todo caso, uno apenas puede intencionalmente ponerse en juego en medio de semejante despliegue de poder para gozarlo o sufrirlo. Una escucha del deseo no implica, de acuerdo con esto, más que saber poner en movimiento las fuerzas de nuestra corporalidad para que su poder no se oponga a las fuerzas del deseo y éstas nos atraviesen de manera que uno pueda alimentar todo tipo de gozos, placeres y dichas…