Presentación del libro La inminencia del deseo, de Mariela Oliva, en la XXXVII Feria Internacional de Libro en el Palacio de Minería.
Gracias por acompañarnos esta tarde a lo que no puede ser sino una festiva celebración de la publicación de un libro que nos ofrece una oportunidad invaluable para poner en juego nuestras lecturas contemporáneas de las obras de Spinoza y para prolongar las discusiones sobre la actualidad y pertinencia de su filosofía. Me refiero a La inmanencia del deseo. Un estudio sobre la subjetividad ética y el amor a la existencia en Spinoza, de Mariela Oliva Ríos.
Siempre es posible plantear asuntos de interés para un determinado público con la publicación de un libro; pocas veces, sin embargo, logramos identificar, hacer evidentes y disputables los asuntos que son efectivamente de un interés público, aunque no existan públicos evidentemente interesados. Lo primero caracteriza perfectamente el quehacer cotidiano de los publicistas y de los mercadólogos, en defensa de los intereses privados de una empresa o una industria; lo segundo, en cambio, caracteriza el quehacer cotidiano de unos ciudadanos en pleno ejercicio de su libre pensamiento y de su autonomía política, en defensa de un bien común o en contra de todo tipo de males comunes. Por esta razón, no queda más remedio que tratar de entender el complejo arte de publicar libros, asumiendo de entrada que esta actividad se lleva a cabo siempre tratando de definir una orientación específica entre las fuerzas desatadas por ambos instintos de construcción de lo público y que, por ello, resulta especialmente apasionante el tratar de esclarecer la vocación con la que ha visto la “luz pública” cada uno de los libros que uno tiene en las manos como simple lector, como simple ciudadano o incluso como mero consumidor.
¿Qué es, pues, lo que pone en juego la publicación de este libro que hoy presentamos en esta XXXVII edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería? Primero que nada la autonomía de las palabras. Esta publicación la han preparado, en un extraordinario esfuerzo conjunto, tanto la Editorial Gedisa como la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, a través de la creación de la colección “Palabras autónomas”, con la cual ambas instituciones han querido hacer manifiesto el reconocimiento de un espacio común en la convicción compartida de querer poner en movimiento “la práctica de un pensamiento propio, crítico, gobernado por sí mismo”. De este modo, han hecho de la gestión civil de la autonomía de las palabras un esfuerzo común y compartido para lograr la construcción de la autonomía de la escritura, entendida, a partir de dicho esfuerzo, como la gestión civil de la libre autodeterminación del trabajo intelectual de los profesores universitarios, de la libre autodeterminación de su producción literaria, de sus modos de producción de textos y lecturas, haciendo posible con ello la puesta en práctica de unas escrituras autónomas que, al ya no tener por qué sujetarse a las disciplinas y dispositivos de un único campo disciplinar, de un tono específicamente universitario, o a un nivel o función discursiva específica, pueden liberar el trabajo intelectual de los encorsetamientos académicos, haciendo posible, de un modo novedoso y bastante alentador, el ejercicio de ese tipo de autonomía civil mejor conocida como “libertad de cátedra”, cuyo ejercicio garantiza el carácter público del trabajo editorial y el trabajo universitario, así como la autonomía civil de la misma universidad. Con la publicación de La inmanencia del deseo, se confirma de la mejor manera esta vocación de autonomía civil que se desea imprimirle nuevamente a los libros universitarios para atender asuntos de un interés público.
Esto quizá no sea del todo evidente en este caso, pues quizá parezca que un libro sobre la filosofía de Baruch Spinoza (1632-1677), un filósofo neerlandés de origen sefardí portugués del siglo XVII, no puede ser de interés sino para un público universitario, o incluso sólo para filósofos interesados en el estudio de la historia de la filosofía moderna, es decir, sólo para un público especializado; sin embargo, este libro de Mariela Oliva, empata perfectamente con el espíritu de “Palabras autónomas” y no está escrito para atender de un modo exclusivo los intereses de una disciplina académica, de un grupo de especialistas o un grupo específico de estudiantes universitarios. Es un libro que nos ofrece un tipo de lectura filosófica que pretende generar diversas formas de apropiación de una obra filosófica que ha sido leída de un modo inapropiado en demasiadas ocasiones. En este sentido, la intención de la maestra Oliva no es invitarnos o introducirnos a la lectura de un conjunto de libros de un “autor importante” y de los comentaristas y estudiosos más destacados, para lograr fijar algún tipo de ortodoxia sobre la filosofía de Spinoza, lo cual, en todo caso, no podría sino movernos hacia todo tipo de lecturas sin apropiación, de esas que terminan siendo insignificantes, no por falta de un mérito académico, sino por su radical incapacidad para producir un auténtico interés público. También podríamos sostenerlo así porque de hecho el trabajo hermenéutico de nuestra autora es irreprochable y satisface completamente, con su detallada exposición de su objeto de estudio y la cuidadosa construcción de su aparato crítico, las exigencias académicas más tradicionales y rigurosas. Pero lo que realmente pone en juego este libro es una lectura filosófica, enseñándonos, de paso, que el arte de leer libros no depende en el fondo de la importancia intrínseca de los libros que uno se ha propuesto estudiar, de la trascendencia abstracta de las ideas o de su evidentísimo valor filosófico, sino de la construcción teórica de la lectura que podemos llevar a cabo en el presente, pues así es cómo se puede lograr el postulado crítico de su relevancia, de su significación, de su pertinencia en nuestro tiempo, garantizando con ello la exposición filosófica del sentido intempestivo de ideas específicas, inteligentemente seleccionadas de entre las muchas que integran el cuerpo material de una obra.
La lectura que nos ofrece Mariela Oliva en La inmanencia del deseo es efectivamente una lectura intempestiva de las ideas filosóficas de Spinoza —o de un conjunto selecto de ellas para ser más estricto— y es por ello que resulta especialmente fascinante entretenerse o ir al encuentro de los secretos de su técnica de lectura: el modo como va haciendo evidente poco a poco la necesidad de comprender la especificidad de un vocabulario filosófico, de una estructura argumental y un método de exposición, ya que, sin comprender de un modo adecuado dichas especificidades, la filosofía de Spinoza se vuelve indescifrable o fácilmente malinterpretada. Esta sutileza se convierte, además, en la firma de una escritura académica que logra cubrir sus tareas expositivas y explicativas al tiempo en que logra producir todo tipo de rupturas y énfasis con los que también pretende dejar al descubierto, en la lectura directa de los textos espinosistas, la irrefutable actualidad, no sólo de un conjunto de conceptos fundamentales, que nos llevaría a la superficial apropiación del vocabulario de Spinoza, de un modo de escribir y de hablar, es decir, a la invención de un lenguaje espinosiano, de una jerga filosófica concreta, sino de las distinciones conceptuales que nuestro filósofo holandés logró formular a partir de ellos, para estructurar efectivamente la exposición de sus ideas, pero, sobre todo, para desplegar unos singularísimos modos de problematización filosófica, mediante los cuales logró enunciar asuntos de interés público como lo son todos los relacionados a la inmanencia del deseo y de los cuales se ocupa en su libro Mariela Oliva con total consciencia de su sentido intempestivo.
El interés público de este volumen hay que pensarlo, pues, en un doble sentido, pues éste no sólo nos es revelado por Mariela Oliva, la profesora-investigadora de tiempo completo de la Academia de Filosofía e Historia de las Ideas de la UACM, apuntando hacia ello como un mero objeto de interés para historiadores de las ideas, sino como una intelectual consciente de su papel en la construcción de una ciudadanía participativa en la construcción de nuestros intereses públicos. Una adecuada comprensión de la inmanencia del deseo en nuestros días es la condición de posibilidad para construir —o hasta para inventar— las formas contemporáneas de una subjetividad ética basada en el amor a la existencia; lo que se ha hecho indispensable en nuestros días, y en nuestras actuales circunstancias, para ser capaces de ponernos en juego de modos creativos y gozosos en la construcción individual y colectiva de todo lo político, y de este modo ensayar la activación de todas nuestras potencias afectivas frente al apabullante y entristecedor funcionamiento de nuestros actuales modelos civilizatorios. Como bien nos muestra la autora de este libro, mediante la apropiación selectiva de algunas ideas filosóficas de Spinoza es como podremos llegar a comprender, no como filósofos sino como simples ciudadanos, que es poco lo que podemos lograr si seguimos insistiendo en pensar nuestra compleja constitución ético-política en términos de bien y mal, cuando podríamos clarificarnos mejor —cuando menos de un modo más adecuado a nuestros intereses comunes— las complejidades de la vida cotidiana aprendiendo a pensar en las sutiles modificaciones de las afecciones y los diversos modos como transitamos entre ellas o como terminan habitándonos, pues de ello depende que logremos entender que todos los movimientos ético-políticos de nuestra subjetividad material los tenemos que vivir cotidianamente debatiendo nuestras suertes u operando todo tipo de transiciones cotidianas entre la alegría y la tristeza, afectándose directamente nuestra capacidad de actuar y padecer, de afectar y ser afectados.
La condición de posibilidad para participar directamente en la construcción de una vida feliz, de una vida basada en el amor a la existencia, de una vida de equilibrio, de armonía ante la ineludible y constante sacudida de los afectos, depende de que aprendamos a padecer su materialidad modulando su fuerza, sus intensidades; y eso sólo puede lograrse efectivamente —como nos propone Mariela Oliva, basada en la Ética de Spinoza— a través de una adecuada comprensión de la relación que se verifica efectivamente en las diversas composiciones de la subjetividad, las cuales de hecho activan todas las potencias del cuerpo y el deseo, así como todas sus infinitas intensidades y modulaciones, permitiéndonos los más diversos tránsitos para procurar nuestra felicidad. Muchas gracias y les deseo que su lectura de La inmanencia del deseo resulte tan estimulante como la mía.
Jueves 25 de febrero de 2016.