Pensar que es posible una intervención poética de la ciudad es, primero que nada, una necesidad vital, una lucha consciente y esforzada por romper con las diferentes lógicas que gobiernan actualmente las inercias de la vida civilizada. No ha sido mi intención, en este sentido, abrir una línea de trabajo de investigación sobre las diferentes formas de construcción poética de la ciudad solamente, sino meditar, desde la experiencia más inmediata y ordinaria, cómo la experiencia de la ciudad puede ser configurada simbólicamente como habitación y, al mismo tiempo, como un espacio político. Pero, ¿por qué pensar en esto desde la idea de una intervención poética? La razón es muy simple. Se trata de colocar intencionalmente el punto de partida de estas meditaciones de la vida cotidiana en el análisis del tránsito que solemos operar desde la configuración poética de nuestras habitaciones del mundo, de nuestro mundo, a la configuración poética de los espacios en los que nos reconocemos como actores de una gestión o acción política, para problematizar filosóficamente, no sólo la experiencia de la ciudad, sino la experiencia activa de una ciudadanía, por ejemplo, como forma de movimiento en la ciudad. El objetivo de estas meditaciones es la activación de una praxis poético-participativa en la re-construcción simbólica de los espacios políticos y de la habitación que hacemos de ellos. También, por lo mismo, es una forma de hacer de esto un modo de poner en juego la tópica de una vida civil, de pequeños fenómenos y sus pequeños matices, de nuestras pequeñas luchas cotidianas con las que buscamos intervenir nuestra realidad para transformarla.
—Rafael Ángel Gómez Choreño—