Este que ves, camión descolorido
que arrastraba en «Las Artes» sus furores
y que vigilan hoy tres inspectores
es un hijo de Ford arrepentido.
Este en quien los asientos se han podrido
con la parte de atrás de los señores,
que no pudo enfrentarse a los rigores
de la vejez, del tiempo y del olvido,
es un pobre camión desvencijado
que en un poste de luz hizo parada.
Es un resguardo inútil para el Hado.
Es una diligencia herrada.
Es un afán caduco, y bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
—Juana Inés del Cabús (Salvador Novo)—