La construcción hegemónica de saberes (I)

El acomodo de ciertos filósofos, corrientes filosóficas, periodos filosóficos y cualquier tipo de acontecer filosófico, queda ordenado por la Historia de la Filosofía, es ésta quien dicta el orden cronológico y la importancia del acontecer filosófico, poniendo en supremacía cierto pensamiento, por encima de otros, hegemonizando los saberes.

Pensar esto ya parece tener sus pro´s y sus contras, pero para el estudiante de filosofía y el filósofo mismo ¿que importancia tiene el hacerse consciente de esto? Parece irrelevante la cuestión, pero, si nos detenemos por un momento a pensarlo con cuidado, el poder darse cuenta de la actividad que realiza la Historia de la Filosofía, en primera instancia parece intervenir en la forma de pensar del estudiante y del filósofo, parece, a primera instancia, que la Historia de la Filosofía solo nos ofrece formas muy especificas de pensamiento, pensamiento que queda canónico e intocable, donde su ejercicio de critica, no ofrece más que dar una re interpretación a lo ya dicho por estos aconteceres filosóficos canónicos y hegemónicos.

Pero, ¿que relevancia tendría darse cuenta de ello? ¿Derrocar esos pensamientos hegemónicos para después de derrumbarlos, implantar otros? A la segunda cuestión diré, no, a la primera diré, que me parece importante desterrar esos aconteceres marginados que la Historia de la Filosofía paso por alto, para poder ampliar esos aconteceres filosóficos más allá de los saberes hegemónicos que la Historia de la Filosofía nos ofrece. Por ejemplo, A parte de poder estudiar al gran Platón y el nacimiento de la filosofía con él, también poder agregar a nuestro estudio, a Cicerón, o a los Cínicos, o cualquier filosofía que parezca quedar de lado frente a las filosofías hegemonizadas.

¿Es posible el quehacer del filósofo fuera de la academia? (I)

Ante el panorama actual de la Filosofía (un quehacer que parece puramente academizado), me surge una pregunta que creo puede ser de relevancia: ¿en la actualidad como se puede pensar al filósofo fuera del ámbito académico?

Antes de aventurarme a tratar de responder a la cuestión anterior, me parece pertinente hacer mención de la Filosofía, como un trabajo, trabajo que parece, implica pensar, pero pensar de una forma muy particular, una forma que violenta al pensamiento mismo. Pero hacer mención de esto, ¿para que sirve? pues para poder dar sustento a los quehaceres filosóficos, cuando se piensen fuera del ámbito académico, se convierte en una manera de poder situar ciertos quehaceres en el ámbito social.

Regresando a la cuestión que primeramente planteo, dentro de las respuestas posibles, pienso por el momento tres posibilidades. La primera que implica un quehacer de terapia-filosófica, la segunda una forma de asesoría-filosófica y la tercera una forma de vulgarización-filosófica.

¿Para que la enseñanza de la Filosofía?

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Tratando de elucidar el ¿qué? y el ¿cómo? se enseña filosofía, resalto una pregunta muy particular la cual enuncia el ¿para que?

Dicha cuestión desemboca en un análisis que no deja de lado respuestas como; a investigar, a ser docente, a la divulgación, entre otras actividades que lo académico delimita en el hacer del filosofo.

Pero que sucedería si dentro de esas respuestas uno encontrara cosas como: estar inmerso en los grupos sociales para la toma de decisiones, o, crear un pensamiento crítico, que exponga y cuestione, tanto creencias, como saberes. Parece que estas respuestas rebasan los limites académicos (de alguna manera, sin quedar del todo fuera de ellos), demandando una forma diferente de pensar al filósofo, exigiéndole un compromiso que no solo queda en discusiones puramente ideales, o con poca participación en el ámbito de relaciones sociales cotidianas.

Pero, ¿hasta donde podría tener un alcance esta forma de pensar al filósofo en la actualidad? ¿estas exigencias, que tipos de quehaceres específicos demandaría al filósofo? ¿los filósofos modernos podrían renunciar a sus quehaceres puramente académicos? ¿que beneficios se podrían obtener al pensar al filosofo de esta manera? Tal vez por ahora me sienta incompetente para responder a tales cuestiones, pero no por ello dejo de realizar un experimento mental acerca del quehacer del filósofo.

La actualidad de los ídolos 1

Bacon en el Novum Organum hace mención de cuatro diferentes ídolos, los cuales, no ayudan a poder obtener un conocimiento verdadero de la naturaleza.

Dichos ídolos son:

  1. Los ídolos de la Tribu (Idola Tribus)

Los ídolos de la tribu tiene su fundamento en la misma naturaleza humana, esto es en su misma estirpe. Afirman que los sentidos del hombre son la medida de las cosas, pero, ya sean las percepciones o los sentidos, son análogas al hombre mismo, no al universo.

Se crea una idolización de de la raza humana, existiendo una supremacía de raza que da como sentado, el hecho de que el universo se ajusta a los hombres, esto se puede dar por las limitaciones del espíritu, por la incompetencia de los sentidos, o por los acuerdos y pensamientos entre hombres que les impide pensar individualmente.

  1. Los ídolos de la caverna (Idola Specus)

Los ídolos de la caverna parten de la individualidad del hombre, donde se rompe con lo que Bacon llama la luz de la naturaleza, esto es, los prejuicios que se van generando conforme uno crece y adquiere conocimientos, ya sea a base de asentimientos del vulgo, lecturas o libros que se hayan leído, o bien, por aquellas personas que se admiran o causan impresión ante la persona. Con esto el espíritu se vuelve algo variable, sujeto a perturbaciones y asechado por los momentos que le causen impresión.

A través de este ídolo, podemos pensar que las proposiciones que tenemos son verdaderas simplemente por el hecho de que las pensamos, es una falsa idolización del yo, que esta penetrada por un egoísmo individual, el cual nos lleva a deformar toda clase de experiencias y observaciones que podamos llegar a tener. Esto niega la posibilidad de poder hacer un minucioso análisis del origen de nuestros pensamientos.

  1. Los ídolos del foro (Idola Fori)

Los ídolos del foro, son aquellos que se dan en comunidad, son verdades que se obtienen en comunidad a través de un concilio. Este concilio se da gracias a las palabras, palabras que están impuestas por el vulgo, es así como esta imposición falaz de las palabras destruye de mil formas, tanto el entendimiento, como las definiciones y explicaciones que se den de los hechos o fenómenos que puedan llegar a suceder.

Es con este tipo de palabras puestas por el vulgo, con las que los pensadores llegan a defenderse y sostener sus posturas, que como ya mencione antes, solo son repeticiones de conocimientos ya dados. Son las palabras lo que llegan a forzar y perturbar el entendimiento, solo logran que los hombres fantaseen sobre cosas que no tienen contenido alguno.

  1. Los ídolos del teatro (Idola Theatri)

Por ultimo los ídolos del teatro, son aquellos que se han venido insertando en los hombres gracias a los diversos dogmas filosóficos y malas reglas de demostración. Esto es porque las filosofías que hasta ese momento se han postulado, son como comedias compuestas y representadas de tal forma que contienen mundos que son ficticios y teatrales.

Con ello también engloba a los axiomas, nociones y principios que se han dado por sentados dentro de la ciencia y que prevalecen gracias a tradiciones, credulidades y negligencias que se han venido arrastrando con el paso del tiempo.

Algunas de las preguntas que enseguida me aborda son: ¿Qué vigencia tienen estos ídolos? ¿Hasta que punto, en la creación y estudio filosófico este tipo de pensamientos interviene? ¿Que finalidades pueden tener algunos de estos ídolos, de forma política, dentro del quehacer del filósofo?

Si bien, no se debe olvidar el tipo de problemas que enfrento Bacon, para dar a conocer estos cuatro ídolos, no puedo negar la posibilidad de pensar estos ídolos de una forma actualizada, tal vez, no recogiendo exactamente lo que Bacon expresaba con ellos, quizá de una forma análoga se puedan pensar algunas problemáticas actuales.

 

Bibliografía:

° Bacon, Francis. Novum Organum. Introd., versión y notas de Clemente Fernando Almori. Buenos Aires, Editorial Losada, 2003.