Otra vez Chalco. (en Todo en Contra)

“No olvidar Chalco”, señalaba recientemente El Capitán —exsubcomandante Marcos del EZLN— al inicio de la postdata que alteró al oficialismo con  la descripción que hacía del ya casi saliente presidente AMLO, comparándolo con sus antecesores del PRI y del PAN. Iniciaba con esta alusión a un territorio que bien señala, fue el emblema del programa Solidaridad en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, antecedente del actual programa Bienestar, pero ¿por qué Chalco?, ¿por qué otra vez Chalco? Todo parece volver cíclicamente. “El agua siempre vuelve a su cauce”, una frase que podría no generar sorpresa cuando hablamos de un territorio que antaño fue un lago, el primero que se formaba del deshielo de los volcanes, avanzaba por Tláhuac, Xochimilco y se conectaba con el gran Lago de Texcoco. El problema es que ahora, cuando todo el oriente del Estado de México se encuentra urbanizado, el agua ya no debería volver.

Las colonias Jacalones II y Culturas de México del municipio de Chalco llevan más de un mes bajo las aguas negras que brotaron por el tapón de basura que hay en el Colector Solidaridad, luego de las lluvias que en su momento se dijeron atípicas a inicios del pasado mes de agosto. Pero, aunque las lluvias sean atípicas, es ya una constante que esta zona, cada año, se vea afectada por los problemas en el drenaje. El agua no vuelve por sí sola, vuelve por el olvido al que se somete a las zonas periféricas y a la marginación a la que la Zona Oriente ha estado históricamente relegada.

Quiero hacer una precisión como vallechalquense, aquel territorio al que se refiere El Capitán no era precisamente Chalco, sino Valle de Chalco Solidaridad. Podría ser un poco ociosa la precisión en tanto que la zona de la que estamos hablando es la misma, la del extinto Lago de Chalco o Xicco, pero apuntar a esto nos permite hablar del camino que lleva a que, aun  a  30 años de distancia, señalemos por qué el gobierno en turno estaba tan enfocado en  ese territorio, al grado de crear el municipio libre 121 en  1994 y marcarlo hasta la fecha con el apellido fatídico del programa Solidaridad.

La asistencia social ha sido un elemento que ha servido como herramienta para atender las necesidades más urgentes en los gobiernos democráticos y que, aunque en los hechos ha sido atacada por los gobiernos neoliberales, so pretexto de ser un derroche de presupuesto estéril, en el caso mexicano tenemos una relación ambigua con el uso del discurso. Al menos desde 1988, con el gobierno que consolidó el modelo neoliberal en México, con medidas como el TLCAN, tuvimos también una exacerbación de los programas de asistencia social que en  ese momento se llamó Solidaridad y que tomó precisamente la zona de Xicco como laboratorio, una zona en donde se estableció un asentamiento irregular sobre lo que anteriormente era un lago y pasó de 200 habitantes en 1978 a más de 300 mil en 1990 y del que no se querían hacer cargo los gobiernos de Chalco, Iztapalapa, ni Tláhuac. Esto lo capitalizó bastante bien Salinas de Gortari para mostrar como un gobierno neoliberal podía tener tal preocupación por la población más precaria  y que podía sacar, literalmente, del fango a un conjunto de casas hechas al aventón para mostrarle al mundo que el progreso era inevitable.  Esa “ciudad que emergió de las aguas” como dijera el cronista del pueblo de Xicco, Jaime Noyola, se erigió como un municipio independiente de Chalco, pero justamente se trata de la zona que colinda con las actuales colonias inundadas.

Vamos por pasos, es claro que esta zona de Chalco y  Valle de Chalco sufren de constantes inundaciones, ya que el terreno antes acuoso se hunde año con año, pues toda esta zona fue un caserío que llegó a establecerse sobre terreno fangoso. Se trata de un asentamiento irregular que se legalizó más por necesidad que por planeación y por el oportunismo priista que sacó taja de esta maniobra, pues, por muchos años, este fue un bastión de más de un cuarto de millón de votos para el régimen. A pesar de que era bien sabido que no era habitable, la expansión de  la mancha urbana y las condiciones precarias para obtener vivienda  llevaron a que los de por sí marginados habitantes de Ciudad Nezahualcóyotl, Iztapalapa, Tláhuac y Ecatepec encontraran ahí una opción desesperada para asentarse. Por ello, no importa qué tan sofisticadas sean las mejoras para el sistema de aguas y drenaje, lo movedizo del territorio y el constante hundimiento de las zonas habitacionales continuará  haciendo que toda obra de infraestructura se altere.

Los eventos más duros acontecieron en el año 2000 cuando se desbordó el canal de La Compañía que corre paralelo a la autopista México Puebla, al otro lado del municipio, en la colindancia con Ixtapaluca. Aún nos queda a algunos el recuerdo de  aquella Escuela Secundaria Técnica 119 “Juan Rulfo”, famosa en las tomas aéreas de las televisoras en aquel momento; aquella en la que tuvimos que esperar meses para ingresar al primer año debido a que una vez desaguado el terreno, los habitantes tardaron largas jornadas en faenas para limpiar lo que en su momento se consideró una urgencia: que los niños empezáramos el ciclo escolar, para después seguir con las calles y las casas.

En el año 2011 se repitió el mismo fenómeno, pues el mismo canal se desbordó y dejó bajo las aguas a 400 viviendas que apenas y habían podido descansar de este problema por una década. La tragedia recursiva ya había generado sus medios de respuesta. En esta ocasión se entubó el canal  y esto ayudó a que esta zona no padeciera de nuevo el mismo problema. Producto de esa tragedia, la organización de los colonos del valle de Chalco tuvo impacto, ya que con la participación comunitaria y de las autoridades se ideó El Plan de Gestión de Cuenca como parte de Plan Hídrico de la gran Subcuenca que recoge el agua de los volcanes. Se buscaba atender de manera integral los problemas de abastecimiento de agua potable y la prevención para las inundaciones. No obstante, después de unos meses este plan fue letra muerta, las cosas siguieron su curso; algunos problemas como la emergencia del crimen organizado, la delincuencia habitual y el mal sistema de transporte que conecta con la Ciudad de México atrajeron la atención y se perdió el foco sobre el problema del agua. Pero el agua siempre está ahí, en la historia de la zona.

Todos estos son factores que explican las condiciones por las que la tragedia se repite, pero en particular, hablamos de que el pasado 2 de agosto colapsó el  colector Solidaridad, el cual conecta el flujo de aguas de la zona que actualmente está inundada, hasta el canal de La Compañía, atravesando de extremo a extremo el municipio. El problema es que este colector data de 1993 y debido a la falta de mantenimiento ya se había notificado como colapsado desde 2019. Esto no fue tomado en cuenta por las autoridades locales, y no fue sino hasta 2021 que la entonces jefa de Gobierno  de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, tuvo un impulso de mejorar las obras de la zona, pues es paso obligado de muchos recursos, como el agua, para la capital. Así, en colaboración con autoridades del Estado de México, se había decidido construir un nuevo colector, lo cual estaba contemplado en el Programa Hídrico Regional 2021-2024 de la Conagua. Se contempló que para septiembre  de 2022 se construiría  esta nueva obra hidráulica que iría de la Planta de Bombeo #12 a la avenida Solidaridad. Pero, otra vez, esto se abandonó. El terreno fangoso continuó su dinámica propia y actualmente, debido a los hundimientos del terreno, el colector generó una contra pendiente que revirtió el flujo del agua para ser drenada.

Evidentemente, con las campañas electorales para la presidencia del ejecutivo y jefe de Gobierno de la Ciudad de México, estas labores se detuvieron, pues el presupuesto y el interés se fueron para otras situaciones. Además, otros factores como los cambios en el gobierno de los distintos niveles y la oposición de algunos vecinos que no permitirían que los ductos pasaran por sus casas hicieron que las obras se pararan por completo.

Ahora nos encontramos con un tapón de basura que se ha estimado que alcanza los 100 metros de distancia en el ducto de 120 cm de diámetro. Esto ha afectado a cerca de 28 calles que se encuentran inundadas, en donde hay al menos 30 centímetros de aguas negras que se meten en los hogares y en los momentos más álgidos ha llegado hasta el metro de altura. Esto genera afectaciones a la vivienda, a la vida cotidiana y muy gravemente a la salud de los habitantes, quienes deben soportar los malos olores y han padecido enfermedades estomacales, infecciones en la piel y los ojos. Una de las grandes preocupaciones de los colonos es el futuro de su patrimonio, pues se sienten desamparados por sus autoridades.

Si el ducto atraviesa el territorio municipal, la responsabilidad, debido a la envergadura de la obra, corresponde a los niveles estatal y federal, pues los recursos locales no pueden ser suficientes. El presidente municipal de Chalco, José Miguel Gutiérrez, empezó a trabajar para desazolvar la zona con bombas de drenado que han sido insuficientes, mientras tanto se encontraba a la espera de que los niveles superiores pudieran declarar el estado de emergencia. Después, el gobierno del Edomex colaboró con más bombas, pero esto ha sido insuficiente. El agua se está botando a zonas que no están inundadas, sin embargo, este esfuerzo es estéril, pues una vez que llueve, en minutos se vuelve a inundar. Por su parte, el gobierno federal apoyó con plantas purificadoras, de las cuales se espera que en apoyo a las acciones llevadas hasta entonces pongan pronta solución. Se han instalado albergues, comedores provisionales y por su parte la Marina se ha encargado de alimentar a todos los damnificados, además de brindar la ayuda necesaria; al igual que el ejército lo hace mediante la implementación del Plan DNIII.

La gobernadora Delfina Gómez acudió a la zona afectada, se puso unas botas y recorrió las calles bajo el agua, sin embargo, las ofertas de solución a mediano plazo, las promesas de no repetición y las culpas que echa a los anteriores gobiernos priistas no convencen a los chalquenses, pues lo que requieren son soluciones inmediatas en la infraestructura y apoyos claros para la reconstrucción de las viviendas. Lo más sencillo ha sido culpar a los habitantes de la zona por el tapón de basura y, si bien es cierto que el grueso de esta suciedad proviene de los desechos domésticos, el problema es más profundo, pues como señalábamos, este comienza con la poca regulación de los asentamientos periurbanos, los continuos hundimientos del territorio, la insuficiencia del sistema de recolección de basura y la falta de mantenimiento de los ductos de agua. No se ve una salida pronta para este problema tan urgente, y ante el arribo de temas más escandalosos como la discusión de la reforma judicial propuesta por el presidente López Obrador en las dos cámaras del Congreso, hacen que las aguas en Chalco pierdan el foco mediático y se pierda la esperanza de atención en el corto plazo.

El agua vuelve y cada quien será juzgado por sus dichos y sus acciones. Y ante todo esto, teniendo en cuenta que algunas de las afectaciones se le pueden atribuir a los gobernantes priistas que en los 90 promovieron la “solidaridad”, ¿en dónde está el “bienestar?, ¿en dónde está el presidente López Obrador frente a la tragedia de Chalco? Pues el ya casi saliente presidente morenista, a pregunta expresa sobre este problema, señaló que no visitará la zona afectada de Chalco, pues, a criterio suyo, el problema estaba casi resuelto, y solo faltaba por limpiar una escuela, por tanto, no veía urgencia por asistir, pero, sobre todo, porque menciona que es de su  mayor interés cuidar la investidura presidencial frente a todos aquellos que pudieran criticarlo por su forma de actuar ante los grandes desastres.

En el tiempo el agua vuelve y queda en su lugar, en la historia quedarán en su lugar aquellos gobernantes que no se quieren ensuciar.

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El 3 de julio se anunció un reporte personal del presidente López Obrador sobre el caso Ayotzinapa (1/julio/2024)

Ante el anuncio de un informe que el presidente López Obrador señaló como «personal» el próximo miércoles 3 de julio de 2024, debemos estar atentos ya que este anuncio revelará mucho del carácter con el que cierra su sexenio y cómo inaugura desde un par de meses antes la gestión de su sucesora, Claudia Sheinbaum. Desde el pasado mes de marzo, López Obrador había anunciado que él personalmente atraería la investigación acerca del caso Ayotzinapa; sin embargo, eso no se tradujo en un trabajo conjunto con las familias de los desaparecidos, sino que se cayó en una confrontación con estos grupos y la descalificación que los señalaba como personas manipuladas.

Recordemos que las principales fricciones se dan en el marco en el que las demandas siguen siendo para visibilizar las acciones del ejército en la noche de Iguala y la postura del presidente de respaldo del ejército, en el que ha respaldado y absuelto de sus responsabilidades al cuerpo castrense. Esta es una prueba de fuego, ya que este caso fue el primer compromiso que estableció López Obrador a su llegada el 1 de diciembre de 2018 y, si esto no se esclarece, el sexenio habrá quedado en una deuda grave que evidencia el carácter de su gestión.

Es de gran importancia esta fecha y este informe, ya que en este caso se pueden evidenciar muchas de las acciones llevadas a cabo que parecen abonar a que el carácter del sexenio haya sido más por la preocupación de su imagen que por la justicia para el caso. Este informe saldrá a la luz bajo un marco en el que recientemente se puso en vigor la ley de Amnistía, que permite exonerar a los criminales que hayan cometido delitos graves siempre y cuando ofrezcan información valiosa, «sin que sepamos los criterios para clasificar así a la información que brinden, ni el trato que se le dará a esta,» y que se propuso por el presidente y se aprobó para que se tratara en específico en este caso. Pareciera que es una medida desesperada para poder cerrar de alguna manera el caso.

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Nuevos marcos de política: el arribo del populismo

Como para cualquier ámbito del conocimiento, los tiempos cambian y las ideas se vuelven insuficientes para explicar la realidad. Los paradigmas cambian: cambian las ideas y las formas con las que nos explicamos el mundo, cambian las personas que las sustentan y cambian las prácticas que de ellas derivan. Esto no significa que lo que se decía antes deje de existir, sino que se necesitan nuevas ideas para dar razón de lo que acontece de manera más adecuada a la realidad de los tiempos. En política no es la excepción y los esquemas de explicación también cambian. No podemos seguir sosteniendo que hablar de izquierda y derecha nos proporciona un horizonte suficiente, hay expresiones e ideas que lo rebasan. Pero muy adentro, siguen estando.

Tomando en cuenta la filosofía e historia de la ciencia, y siguiendo el gran aporte del concepto de paradigma para saber qué son y cómo se transforman, sabemos que se necesitan marcos explicativos acordes a los tiempos. Si algo no existe en la ciencia son las verdades absolutas. Necesitamos una filosofía que se mantenga crítica y en constante renovación del pensamiento. Necesitamos nuevos esquemas que no sigan este mito de la superación lineal de la ciencia, sino que conserven los paradigmas anteriores y los refinen, o al menos señalen que ahora la realidad no es tan simple. Esa es la apuesta para mantener una explicación adecuada a la complejidad de los tiempos.

Izquierda y derecha, ¿qué nos dicen ahora? En un contexto donde el modelo neoliberal se ha extendido, en el cual los focos de resistencia no logran imponer un modelo explicativo más allá de la mera resistencia, y donde el socialismo real parece ser solo nominal, vemos que incluso los más socialistas mantienen intercambios con el modelo neoliberal, bajo el riesgo de desaparecer. ¿Qué nos dice realmente este modelo, que al agregar una zona indefinida llamada centro, no logra complejizarse? El tiempo ha vuelto este modelo que en el siglo XX pudo explicar la realidad política en uno reduccionista y determinista. Los esquemas de la política internacional nos enseñan que actualmente, todos los actores se colocan pisando más o menos alguna de estas categorías, pero no son ya cajones en lo que podamos meter los fenómenos actuales y encontrar respuestas adecuadas.

¿Cuál es la opción? Necesitamos nuevas categorías, eso es indiscutible. Pero, ¿cuáles? Los intentos por llevar las posturas al extremo no incrementan la complejidad necesaria. La extrema izquierda, con su opción revolucionaria, parece haber estado allí siempre, pero su potencial está más que desactivado. Ya no estamos en la Guerra Fría. La extrema derecha, por su parte, parece explicar fenómenos como los que se presentan en la Argentina de Milei, o en la postura dominante que no rechaza sus lazos con el fascismo en algunos países de Europa. Incluso el término «extremo centrismo» parece alcanzar para nombrar algunos fenómenos que en el esquema tradicional no existían y que ahora se señalan. Este esquema de extremos solo estira la liga, pero deja fuera cosas que no encajan.

¿La opción es volver a los esquemas del siglo XIX de conservadores contra liberales? Este es un intento por simplificar la ya superada dicotomía horizontal de las posturas políticas. Este movimiento encubre aún más la realidad en categorías que ya no son posibles de usar, y además ejemplifica lo que decíamos: como en la ciencia, en las ideas políticas no se eliminan esas características, por ejemplo, de liberalismo y conservadurismo, pero se complejizaron al llegar las categorías de izquierda y derecha. Es raro señalar al pensamiento progresista como liberalismo, pues se contradice. ¿Qué es ser liberal? ¿Apoyar al libre mercado o estar en contra de este?, si lo tomamos como algunos gobiernos de Sur Global lo hacen actualmente, podemos equiparar izquierda con liberal y derecha con conservador en sus versiones 2.0? Esto nos mete en más problemas que los que resuelve. Habrá que darle otro espacio para hablar de esta postura de usar categorías arcaicas porque me parece que es todo, menos inocente.

Así pues, no es sencillo. No existe ninguna teoría o explicación que abarque totalmente la realidad, pero hay aproximaciones que son mejores y más responsables que otras. Al menos algunas asumen sus sesgos y su inconmensurabilidad. Si dejamos atrás la división izquierda-derecha, hemos visto emerger gobiernos que se enmarcan en un concepto conocido, aunque adaptado a los nuevos tiempos: el populismo. Podríamos aventurarnos a señalar que, tras la dicotomía izquierda-derecha, surge el paradigma del populismo. Ante la crisis de los partidos, observamos que el discurso sobre el que se erigen las nuevas políticas busca superar las complicaciones de la diferencia de clases, y así los gobiernos intentan rescatar la representación, no tanto en las clases bajas, sino en la idea del «pueblo». Esta simplicidad y vaguedad no son triviales, pero a su vez, ¿cuál sería su contraparte? Es claro que se genera un vocabulario alrededor de esta idea, pero la contraparte no sería aquella que el mismo discurso populista intenta colocar como su contrario —en el caso de «la casta», los privilegiados, etc.— pues eso es un intento de mantener la idea de división del paradigma anterior, pero de una forma flexible. Lo que se busca es encontrar nuevos enemigos con un vocabulario desgastado.

Siguiendo a José Luis Villacañas, me parece que lo que encontramos como una contraparte sería el republicanismo, una corriente con la que se busca contrarrestar el énfasis en «el pueblo» y el uso que se hace de este concepto para gobernar de acuerdo con lo que se va ponderando, incluso más allá de la ley. Encontramos en la idea de la república un contrapeso, no solo a la idea, sino al paradigma, como una opción que se volcará a defender la legalidad y el aspecto democrático, no solo en la democracia electoral, sino también en la conformación del Estado para mantener contrapesos internos al poder. En el populismo, bajo el discurso de «gobierno para el pueblo», se busca concentrar en el poder ejecutivo muchas de las funciones que deberían corresponder a otros poderes.

Desempolvar la idea del republicanismo para entrar como contendiente en este nuevo paradigma que no descarta las divisiones previas del espectro político, púes sabemos que existe las etiquetas conservador/liberal; izquierda/derecha, pero que dichas figuras no son suficientes y mantenerlas nos puede meter incluso en lugares contradictorios. Sabemos de casos en los que gobiernos de izquierda se vuelve del todo conservadores llegado incluso a ser gobiernos autoritarios y dictatoriales, sin siquiera pisar algunos de los ideales de la derecha. Entramos en la división populismo/republicanismo una disputa por el mantenimiento o disminución de los derechos de la ciudadanía y el mantenimiento de ciertas institucione que concentren el poder o mantengan contrapesos internos. Igualmente podemos pensar que la discusión se da en términos discursivos en el que la legalidad y legitimidad del poder puede estar en “el pueblo” más allá o si estos e encuentran en el entramado constitucional e histórico, más allá de las etiquetas políticas con las que se explicaba la dinámica social en el siglo XX.

Este es el desafío en el que nos encontramos. Habrá que darle más espacio para ver cuánto puede soportar este nuevo modelo y si realmente puede considerarse un nuevo paradigma.

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Reduccionismo, leyes naturales y complejidad: diferentes estrategias de investigación y explicación científica” Scientiae Studia (2018) Sao Paulo. Brasil.


http://scientiaestudia.org.br/publicacoes/revista/cont_015_02.asp?fbclid=IwAR1CfJe2QgiUWqaBGKZPdH9JUo-adRk2AJUB2U3ZH7AKubEASzpYULUoNmI

En este artículo, exponemos algunas de las críticas al enfoque reduccionista y al concepto de “ley de la naturaleza”, para luego defender la necesidad de un enfoque alternativo en la ciencia y su filosofía. Sin pretender ser exhaustivos, dada la enorme literatura al respecto, buscamos mostrar en una primera parte cómo las nociones duras de reduccionismo y ley son blanco de críticas poderosas que nos obligan a replantearnos la utilidad de las mismas. En la segunda parte de este artículo, mostramos cómo un enfoque alternativo que se ha venido posicionando protagónicamente en las últimas décadas, el de la complejidad, puede superar varias de las debilidades de los conceptos recién mencionados y abrir nuevos horizontes para la investigación científica, los cuales resultan más acordes con el estado actual de la ciencia y de nuestro conocimiento cada vez mayor del mundo. Finalizamos con algunos ejemplos en donde se evidencia que una aproximación compleja, holista, resulta más provechosa que una aproximación rígida y tradicional enfocada en reduccionismo y leyes.
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III Congreso de la Asociación Iberoamericana de Filosofía de la Biología (AIFIBI)

III Congreso de la Asociación Iberoamericana de Filosofía de la Biología (AIFIBI)

La biología evolucionaria y su impacto en el estudio de la naturaleza humana y su entorno

Bogotá –  Universidad Nacional de Colombia.

27 – 29 de junio de 2018

Presentación de la ponencia: Asuncíon de la Jerarquía en las formas de organización humanas en la transición del Pleistoceno al Holoceno (Jueves 28 de junio)

http://aifibi2012.wixsite.com/aifibi/convocatoria-2018

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1er Congreso de Filosofía de la Cultura UACM

 

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http://filosofiadelacultura.webs.com/

https://www.facebook.com/CongresoFilosofiaDeLaCultura/?fref=ts

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Congreso ALAS Costa Rica 2015

ALAS-CR-20151Congreso ALAS Costa Rica 2015.
Presentación de la ponencia: Apuntes para una epistemología de la complejidad en ciencias sociales por Eduardo García como parte de la Mesa 1: «América Latina en los debates metodológicos y epistemológicos de hoy» del GT-15: Metodología y epistemologías de las ciencias sociales.

Dicha mesa se llevará a cabo en el Aula 113 del Edificio de Letras de la UCR el lunes 30 de noviembre a las 8:30 hrs.

http://congresoalas2015costarica.ac.cr/index.php?module=auth&view=login&cont=54&id_Menu=67&cat=

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Metro Obrera 11:25 a.m. (Fragmentos de México Subterraneo)

Fragmentos de México subterraneo

por Martín Cinzano                  

METRO OBRERA, 11:25 A.M. No pagar el metro: arrodillarse en velocidad, técnicamente urbana. Pensé que sería más difícil, viendo que el poli casi no se movía del lado del torniquete, escrupulosamente atento a cualquier movimiento extraño. Pero cuando se distrajo con un par de minifaldas (el tipo, aunque no me lo crean, en el fondo es un ser humano) me dio la gran oportunidad de entrever el momento justo para sssfffzzz!, deslizarme bajo la barra de metal y caminar acelerado, sin mirar atrás. Resulta de una extrema avaricia (o de una extrema pobreza) no pagar el metro en esta ciudad, considerando el bajo costo del boleto, «el más barato del mundo», pero sean cales sean las razones para hacerlo, se siente bien colarse entre medio de la «seguridad» bigotuda. Luego, idiotizado por el éxito de este crimen menor, me trepo al vagón y después de tres estaciones me doy cuenta de que lo he tomado al revés. Carajo, ¿todo se paga?

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Cultura política y opinión pública

Cultura política y opinión pública

por Eduardo García

Revista Palabrijes. El placer de la lengua.  «Discurso,
poder, rebeldía», año 6, número 10 Universidad
 Autónoma de la Ciudad de México

Tengo la impresión de que recientemente (desde hace uno o dos años, quizá) los problemas políticos y sociales se han intensificado, y con éstos las reacciones que provocan. Claro que mi impresión está sesgada por mi vivencia, y puede ser que en realidad estos problemas hayan tenido la misma intensidad tiempo atrás. Pero desde donde yo puedo hablar, desde mi entorno, me ha tocado ver que recientemente la gente se ha interesado y ha buscado involucrarse cada vez más en cuestiones políticas y sociales. No obstante, eso me parece un panorama frágil, pues, desde mi punto de vista, este incremento de la participación descansa sobre una delgada línea que podría hacer volcar todo esto hacia una radicalización, o hacia un regreso al letargo.

Después de las elecciones del 1 de julio se llevaron a cabo marchas “contra la imposición”, plantones, acampadas, confrontaciones como las del 1 de diciembre en San Lázaro y otros puntos de la Ciudad de México. Antes de las acciones y reacciones derivadas de un esperado proceso electoral, ya había percibido la participación de distintos frentes y activistas, tales como el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y las movilizaciones del SME —en el caso de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro— además de otras luchas sociales anteriores como las protestas contra las violaciones a los derechos humanos en San Salvador Atenco. Ahora la movilización social se llevaba a otros escenarios, pues además de la actividad presencial, es indudable la importancia de la nutrida participación de opiniones, convocatorias y denuncias en Facebook, Twitter, Youtube y demás redes sociales y foros a través de internet.Hace un año, aproximadamente, era de esperarse que se viera un incremento en el interés por los temas políticos, debido a las elecciones para diferentes cargos públicos en nuestro país; entre éstas la elección para presidente de la República. Eso no parecía algo sorprendente, cada seis años o cada tres (según el caso) pasa algo similar, todos hablamos del tema y parece que todos somos expertos en éste. Sin embargo, más allá de la curiosidad por la política electoral, me llamó la atención el interés por generar una reacción al protocolo electoral habitual. A muchos nos tocó ver con agrado que surgiera una respuesta que iba más allá de los escándalos y de los chismes sobre los candidatos y partidos políticos, como el caso del movimiento #Yosoy132, con el que algunos veíamos la posibilidad de conformar un movimiento social más organizado, movimiento que se fue desbordando en acciones y movilizaciones que rebasaron una organización concreta y delimitada, como la que convocaba en su inicio.

Lo que de primera impresión vale la pena rescatar de estas experiencias es el nivel de involucramiento e interacción política (más allá de lo electoral) que los ciudadanos han manifestado; involucramiento que ha encontrado nuevos canales a través de los medios electrónicos de comunicación, que han hecho más visible la participación de quienes se han interesado en estos temas.

Para comprender la manera en que las sociedades se integran a la actividad política y concretamente al sistema político al que pertenecen, es necesario comprender el concepto cultura política (civic cultur)1, que sirve para explicar las tendencias subyacentes y el comportamiento real de los ciudadanos, que de alguna manera forman parte de una comunidad. La cultura política consiste en un conjunto de creencias, valores y orientaciones (individuales) hacia lo político, comunes a un sector considerable de la población, del cual se pueden identificar tendencias, modelos, patrones e inclinaciones que derivan en actitudes y comportamientos en la actividad política de cada sujeto.2

 Dentro de este concepto podría sugerir tres categorías que nos hablan del nivel de involucramiento de los ciudadanos en la actividad política, éstas son: una cultura política parroquial, una de súbditos y una participante, de acuerdo con el grado de participación e involucramiento, los cuales van incrementándose en cada nivel. En el primer nivel están los individuos que presentan poca o nula conciencia e interés hacia los problemas políticos; en el segundo nivel están los ciudadanos que presentan cierto grado de conciencia y compromiso con su realidad social, pero que no tienen una participación significativa que altere la realidad social; y en el último nivel están los ciudadanos que se comprometen con el sistema político y se manifiestan en actividades influyentes en el proceso político, tomando posiciones y decisiones al respecto. Este último nivel tiene mayor oportunidad de gestar estructuras políticas democráticas.3

Sin embargo, resultaría complicado definir a una sociedad entera mediante las categorías expuestas, pues basta echar un vistazo para notar que, aunque en ciertos sectores de la sociedad (estudiantes universitarios, personas con acceso a internet, por ejemplo) es percibido un incremento en el nivel de participación, nuestra sociedad, con su tan incrustada desigualdad, no favorece que la información y las oportunidades de participación sean paritarias para todos los ciudadanos. Dado que el nivel de intensidad de la cultura política no es homogéneo, podemos hablar de una cultura mixta. Además las sociedades tampoco son homogéneas en cuanto a los valores que se promueven en una cultura política dominante: existen sectores minoritarios llamados subculturas que se identifican con una cultura que se desvía de la dominante en aspectos cruciales 4, y, de acuerdo con su nivel de intensidad en la acción política, buscarán influir en el sistema político y en la realidad social, ya sea para posicionarse como opositores a la cultura política dominante o para proponer vías alternas de acción política. Es por eso que en la realidad social, para explicar mejor a la sociedad, podemos hablar de culturas políticas mixtas en su intensidad, y culturas políticas híbridas en sus valores y orientaciones.

De estas voces disidentes —quiero rescatar uno de los ejemplos con los que empecé este texto— encuentro como la expresión de una subcultura al movimiento #Yosoy132, pues surgió como una respuesta a los medios masivos de comunicación, que habían tenido gran influencia sobre la política, principalmente por el apoyo brindado a la imagen del candidato Enrique Peña Nieto, que representaba el regreso de un gobierno que cargaba con los estigmas de la forma de gobernar que se había dejado atrás a poco más de una década, caracterizada por el autoritarismo y la corrupción. Como alternativa a la actuación mediática de las principales televisoras, la movilización encabezada por los universitarios dio uso a medios alternativos de comunicación, principalmente a internet. A través de las redes sociales #Yosoy132 logró difundir los valores de oposición, anunciando el riesgo de que el candidato a la presidencia por el PRI pudiera ganar las elecciones debido a la complicidad de medios de comunicación como Televisa y TV Azteca al favorecerlo en la promoción de su imagen, y a través de prácticas electorales ilícitas, como el clientelismo, la influencia directa sobre el voto y la coacción d

e éste.

A través de internet el #Yosoy132 logró convocar a mucha gente para movilizarse y protestar, consiguiendo que surgieran diferentes células del movimiento en distintos puntos de la República Mexicana y del extranjero bajo la misma consigna: democratizar los medios de comunicación. Además, se crearon lazos con otros movimientos sociales y organizaciones que hacían notar distintos descontentos contra el gobierno de entonces y contra el que se veía venir inminentemente.

Los medios de comunicación masivos han venido cobrando mayor fuerza en la influencia que ejercen sobre los ciudadanos, lo cual puede tener diferentes fines, unos de estos fines son políticos, es decir, que los medios pueden favorecer o atacar la imagen de un funcionario, de un partido, del gobierno en turno, de alguna asociación, de algún movimiento o de ciertos sectores de la sociedad. Estos fines son políticos en la medida en que la promoción de una imagen puede ejercer una influencia en la opinión, en la actitud y en la conducta de los individuos hacia dichos actores políticos.

La importancia que han cobrado los medios masivos de comunicación y, recientemente, los medios masivos alternativos en internet se debe a que representan un vínculo de comunicación entre gobernantes y gobernados, más aún con el auge que han tenido Facebook y Twitter, entre otros medios electrónicos. Estos medios representan un vínculo directo entre la sociedad civil y sus autoridades. En este caso, su relevancia radica en que han llegado a figurar dentro de los agentes de socialización 5 y, por tanto, forman parte del proceso de formación de cultura política, pues influyen en los valores y orientaciones políticas que el individuo va generando y, como mencioné anteriormente, esto determina su actuar en la sociedad. Uno de los elementos que forma de parte la cultura política y que es influido de una manera más directa por el papel que juegan los medios de comunicación es la opinión, entendiendo por opinión “la traducción verbal de una actitud política en un momento dado”. 6      

 Así como los valores y las percepciones se vuelven relevantes para la sociedad cuando se tornan en orientaciones compartidas y comunes a sectores mayoritarios o relevantes de la población, la opinión se vuelve influyente cuando se vuelve pública. La opinión pública remite necesariamente a un fenómeno colectivo y no es solamente la opinión unánime de la sociedad, pues de nada nos sirve considerar una opinión monolítica para comprender la realidad social.

No me refiero únicamente a la opinión mayoritaria, factor que se hace presente en la opinión pública, me refiero a “una determinada distribución de las opiniones individuales en el seno de una comunidad que —en su conjunto— adopta una inclinación determinada ante los mensajes recibidos de los medios de comunicación” 7, es decir, que la opinión colectiva sobre algún tema de interés público se ve reflejada en la influencia que ejerce sobre el comportamiento del individuo, y éste, a su vez, busca modificar la correlación que hay entre él como ciudadano y su sistema político. Por tanto, la opinión pública es más que la suma de opiniones o la media cuantificable de éstas, se compone al menos de dos elementos: del sistema de actitudes que predominan en una sociedad y del papel que juegan los medios de comunicación para hacerla pública y distribuirla.

A pesar de que el término opinión pública se empezó a utilizar desde la revolución francesa para designar la voluntad general sobre temas que competían a la población, el término cobró fuerza en la medida en que los medios de comunicación se fueron expandiendo y complejizando, llegando al punto de que, en la actualidad —con el crecimiento del número de personas que tiene acceso a distintos tipos de medios de comunicación, y dado que éstos no se ven limitados por la distancia y la cobertura—, la relación medios de comunicación-opinión pública es indisoluble. Otro aspecto considerable de la opinión pública es que, si bien se puede remitir a diversas dimensiones de la sociedad, su naturaleza es política, ya que una de las actitudes primordiales del hombre en sociedad es la que tiene como gobernado frente a sus gobernantes.

Es indudable que la práctica (sobre todo la práctica social) va determinando nuestros conocimientos, así como el conocimiento teórico determina el rumbo, la intensidad y la selección de nuestras acciones sociales. Este bucle teoría—práctica (práctica-teoría), resulta importante en el sentido de que, en la medida en la que se tenga mayor interés y mayor información, la acción social y política de cada sujeto se verá mejor encaminada desde su discursividad hasta la vivencia física presencial, de acuerdo con los fines perseguidos.

Como ejemplo de lo anterior retomemos al movimiento #Yosoy132, que, a través de su manifestación constante en las redes sociales y en los medios de comunicación independientes, logró ejercer tanta presión en las campañas políticas del proceso electoral de 2012 (principalmente en la elección presidencial), que materializó la inconformidad de la sociedad en marchas multitudinarias previas a las elecciones, y sentó a la mesa a tres de los cuatro candidatos a la presidencia de la república, en un debate alternativo a los dos debates oficiales contemplados en ese periodo electoral.8

 Otro ejemplo de un logro concreto es el generado por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que, tras las caravanas con las que había atravesado varias zonas del país, atrajo a los medios de comunicación y movilizó a los afectados por la ola de violencia derivada de la “guerra contra el narcotráfico” declarada por el ex-presidente Felipe Calderón. Este movimiento concientizó a mucha gente y recibió el apoyo y aceptación para su causa por parte de personajes públicos y sobre todo de la sociedad civil y, como uno de sus alcances más concretos de injerencia política, logró sentar a la mesa al entonces presidente de la república para denunciar públicamente los daños que habían sufrido y discutir directamente con las autoridades los lineamientos de una Ley de Víctimas que atendiera esta problemática.9 En ambos casos se vuelve visible el poder que ejerce la opinión pública en la sociedad y en las estructuras políticas cuando la cultura política se muestra participante.

Los medios de comunicación a través de la opinión pública van volviéndose herramientas para que el sujeto en sociedad pueda no sólo ser influido en sus valoraciones, perspectivas y orientaciones, sino también para que tenga herramientas que encaminen su actuar político. La importancia de la cultura política reside en que para la democracia, la participación es uno de los valores más importantes, pues no puede ejercerse el gobierno de los más en una sociedad que se abstiene de ejercer una actividad política; en la medida en que la participación sea promovida y ejercida, los criterios políticos con los que cada individuo cuenta se irán viendo realizados y modificados al confrontarse con su realidad social, permitiéndole una perspectiva clara de la forma y la intensidad con la que le es posible participar. Todo esto no puede ser posible sin la utilización de los medios masivos de comunicación, sobre todo en estos tiempos en que, debido a la dimensión y la complejidad de las sociedades contemporáneas, las posibilidades de ejercer una democracia directa se han desdibujado. En estas condiciones, los medios de comunicación se vuelven una herramienta indispensable de la democracia representativa para acortar las distancias entre las personas y para hacer conocer la parte política que corresponde a los ciudadanos, fuera de las estructuras institucionales, principalmente mediante su opinión como forma de participación.

Si tomamos en cuenta conceptos como el de cultura política y el de opinión pública y los confrontamos  con ejemplos como los que comparto, podremos afirmar (a ojo de buen cubero) que es visible un crecimiento tanto en la participación ciudadana como en su intensidad, debido en gran parte a la implementación de nuevas herramientas. Sin la difusión masiva a través de internet, no se habría convocado, quizá, a tanta gente, y sin la premisa del involucramiento, es probable que el gobierno y las instituciones estatales no hubieran hecho caso (al menos en apariencia) a estas demandas. Sin embargo, una vez logrado lo anterior, ¿qué sigue?, ¿es suficiente? A más de un año de las expresiones más relevantes de los dos ejemplos presentados, dicha participación, y nivel de cultura política llevada por la opinión pública a través de los medios electrónicos de comunicación, queda el sinsabor de saber concretamente para qué nos ha servido.

Es innegable que la difusión y el contagio por determinado actuar político ayuda a generar conciencia y cultura social, y a hacer escuchar a sectores desposeídos que han sido ignorados, pero si en un corto plazo dichas expresiones subculturales se desdibujan del mapa socio-político, o se vuelcan por otros tipos de acción, sin llegar necesariamente a cumplir los objetivos iniciales, vale la pena ver que el incremento del interés y del grado de compenetración de los ciudadanos es sólo un paso, quizá el más importante, pero el más frágil de mantener, pues una vez que se involucran las personas, se hace necesario pensar en cómo mantenerlas activas en los movimientos o causas que atrajeron su atención. No se trata sólo de opinar y regresar al ensimismamiento habitual, tampoco de desesperarse y radicalizarse en expresiones que terminan contraviniendo la imagen pública de un movimiento social, sino de crear planes de acción (de acuerdo con los movimientos y las causas), que permitan vislumbrar qué hacer una vez que se logró rescatar del letargo a los ciudadanos, y que sirvan para mantener una participación política y social que rebase los momentos coyunturales.

Es probable que la cultura política nos indique, a través de los ciudadanos, que se vive en una sociedad más democrática, pero nada nos asegura —ni el permanente activismo facebookero— que las personas mantendrán el interés y su participación política. Si el nivel de cultura política de una sociedad es tomado en cuenta, no sólo como un termómetro que permite medir las actitudes de la sociedad en un momento dado, sino también como una radiografía de los avances y, sobre todo, de las carencias en el actuar político de los ciudadanos frente a sus gobernantes, se pueden ir generando planes a largo plazo en los que se vayan cubriendo las demandas sociales, y se puede intentar hacer trascender los valores de una subcultura política participante, para que éstos sean los que encaminen la acción de la cultura dominante de la sociedad. Lo más interesante y más difícil de llevar a cabo por una propuesta de este tipo es que le toca a la misma sociedad generar estos mecanismos de evaluación y proyección, sobre todo si de inicio no se ha transitado por las complejas veredas de la conciencia política y social.

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1 Dicho concepto fue propuesto por Gabriel Almond y Sindey Verba en 1970 para explicar el sistema político más allá de las instituciones estatales, ya que no bastaba con el aspecto burocrático y económico para explicar el funcionamiento de la democracia, sino que hacía falta explicar el comportamiento humano, tomando a la sociedad como elemento central del sistema.

2 Almond, G. y Powell. D. (1978) Política comparada. Buenos Aires, Paidós, p. 29.

3 Cot, J-M. y Mounier J-M. (1978), Sociología política. Barcelona, Editorial Blume, p. 254.

4 Sodaro, Michael (2004), Política y ciencia política: Una introducción. Madrid, McGraw-Hill/ interamericana de España, S. A. U., p. 211.

5 Los agentes de socialización son los elementos y/o etapas de un proceso social llamado proceso de socialización, en el que se van inculcando e interiorizando los valores de la cultura política y la importancia de la estructura política del sistema en el que nace y se desarrolla el individuo. Este proceso es inherente a la vida del individuo, no es voluntario y se renueva continuamente. Con esta socialización, el sujeto puede llegar a tomar una postura, tanto manifiesta como latente, ante los problemas del sistema. Los agentes de socialización son: primero, la familia; en segundo lugar, las instituciones de educación; una tercera estructura corresponde al lugar de trabajo; y, a partir de su surgimiento, se integran como agentes de socialización los medios de comunicación.

6 Vallès, Josep M. (2000), Ciencia política: Una introducción. Barcelona, Editorial Ariel, p. 296.

7 Ibid, p. 297.

8 En el proceso electoral presidencial de 2012 tuvieron lugar dos debates programados por el Instituto Federal Electoral. Dichos debates se llevaron a cabo el 6 de mayo y el 10 de junio. Un tercer debate, alternativo, tuvo lugar el 19 de junio en la sede de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, promovido por el movimiento #Yosoy132, al cual asistieron: Josefina Vázquez Mota (PAN), Andrés Manuel López Obrador (PRD) y Gabriel Quadri (PANAL). El gran ausente fue Enrique Peña Nieto (PRI).

9 Producto de la presión social mediante marchas, caravanas y a través de los medios de comunicación, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por Javier Sicilia y Emilio Álvarez Icaza, convocó al entonces presidente de la república, Felipe Calderón, a discutir la problemática de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico. Dicha reunión se dio en el Alcázar del Castillo de Chapultepec el día 23 de junio de 2011.

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