“No olvidar Chalco”, señalaba recientemente El Capitán —exsubcomandante Marcos del EZLN— al inicio de la postdata que alteró al oficialismo con la descripción que hacía del ya casi saliente presidente AMLO, comparándolo con sus antecesores del PRI y del PAN. Iniciaba con esta alusión a un territorio que bien señala, fue el emblema del programa Solidaridad en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, antecedente del actual programa Bienestar, pero ¿por qué Chalco?, ¿por qué otra vez Chalco? Todo parece volver cíclicamente. “El agua siempre vuelve a su cauce”, una frase que podría no generar sorpresa cuando hablamos de un territorio que antaño fue un lago, el primero que se formaba del deshielo de los volcanes, avanzaba por Tláhuac, Xochimilco y se conectaba con el gran Lago de Texcoco. El problema es que ahora, cuando todo el oriente del Estado de México se encuentra urbanizado, el agua ya no debería volver.
Las colonias Jacalones II y Culturas de México del municipio de Chalco llevan más de un mes bajo las aguas negras que brotaron por el tapón de basura que hay en el Colector Solidaridad, luego de las lluvias que en su momento se dijeron atípicas a inicios del pasado mes de agosto. Pero, aunque las lluvias sean atípicas, es ya una constante que esta zona, cada año, se vea afectada por los problemas en el drenaje. El agua no vuelve por sí sola, vuelve por el olvido al que se somete a las zonas periféricas y a la marginación a la que la Zona Oriente ha estado históricamente relegada.
Quiero hacer una precisión como vallechalquense, aquel territorio al que se refiere El Capitán no era precisamente Chalco, sino Valle de Chalco Solidaridad. Podría ser un poco ociosa la precisión en tanto que la zona de la que estamos hablando es la misma, la del extinto Lago de Chalco o Xicco, pero apuntar a esto nos permite hablar del camino que lleva a que, aun a 30 años de distancia, señalemos por qué el gobierno en turno estaba tan enfocado en ese territorio, al grado de crear el municipio libre 121 en 1994 y marcarlo hasta la fecha con el apellido fatídico del programa Solidaridad.
La asistencia social ha sido un elemento que ha servido como herramienta para atender las necesidades más urgentes en los gobiernos democráticos y que, aunque en los hechos ha sido atacada por los gobiernos neoliberales, so pretexto de ser un derroche de presupuesto estéril, en el caso mexicano tenemos una relación ambigua con el uso del discurso. Al menos desde 1988, con el gobierno que consolidó el modelo neoliberal en México, con medidas como el TLCAN, tuvimos también una exacerbación de los programas de asistencia social que en ese momento se llamó Solidaridad y que tomó precisamente la zona de Xicco como laboratorio, una zona en donde se estableció un asentamiento irregular sobre lo que anteriormente era un lago y pasó de 200 habitantes en 1978 a más de 300 mil en 1990 y del que no se querían hacer cargo los gobiernos de Chalco, Iztapalapa, ni Tláhuac. Esto lo capitalizó bastante bien Salinas de Gortari para mostrar como un gobierno neoliberal podía tener tal preocupación por la población más precaria y que podía sacar, literalmente, del fango a un conjunto de casas hechas al aventón para mostrarle al mundo que el progreso era inevitable. Esa “ciudad que emergió de las aguas” como dijera el cronista del pueblo de Xicco, Jaime Noyola, se erigió como un municipio independiente de Chalco, pero justamente se trata de la zona que colinda con las actuales colonias inundadas.
Vamos por pasos, es claro que esta zona de Chalco y Valle de Chalco sufren de constantes inundaciones, ya que el terreno antes acuoso se hunde año con año, pues toda esta zona fue un caserío que llegó a establecerse sobre terreno fangoso. Se trata de un asentamiento irregular que se legalizó más por necesidad que por planeación y por el oportunismo priista que sacó taja de esta maniobra, pues, por muchos años, este fue un bastión de más de un cuarto de millón de votos para el régimen. A pesar de que era bien sabido que no era habitable, la expansión de la mancha urbana y las condiciones precarias para obtener vivienda llevaron a que los de por sí marginados habitantes de Ciudad Nezahualcóyotl, Iztapalapa, Tláhuac y Ecatepec encontraran ahí una opción desesperada para asentarse. Por ello, no importa qué tan sofisticadas sean las mejoras para el sistema de aguas y drenaje, lo movedizo del territorio y el constante hundimiento de las zonas habitacionales continuará haciendo que toda obra de infraestructura se altere.
Los eventos más duros acontecieron en el año 2000 cuando se desbordó el canal de La Compañía que corre paralelo a la autopista México Puebla, al otro lado del municipio, en la colindancia con Ixtapaluca. Aún nos queda a algunos el recuerdo de aquella Escuela Secundaria Técnica 119 “Juan Rulfo”, famosa en las tomas aéreas de las televisoras en aquel momento; aquella en la que tuvimos que esperar meses para ingresar al primer año debido a que una vez desaguado el terreno, los habitantes tardaron largas jornadas en faenas para limpiar lo que en su momento se consideró una urgencia: que los niños empezáramos el ciclo escolar, para después seguir con las calles y las casas.
En el año 2011 se repitió el mismo fenómeno, pues el mismo canal se desbordó y dejó bajo las aguas a 400 viviendas que apenas y habían podido descansar de este problema por una década. La tragedia recursiva ya había generado sus medios de respuesta. En esta ocasión se entubó el canal y esto ayudó a que esta zona no padeciera de nuevo el mismo problema. Producto de esa tragedia, la organización de los colonos del valle de Chalco tuvo impacto, ya que con la participación comunitaria y de las autoridades se ideó El Plan de Gestión de Cuenca como parte de Plan Hídrico de la gran Subcuenca que recoge el agua de los volcanes. Se buscaba atender de manera integral los problemas de abastecimiento de agua potable y la prevención para las inundaciones. No obstante, después de unos meses este plan fue letra muerta, las cosas siguieron su curso; algunos problemas como la emergencia del crimen organizado, la delincuencia habitual y el mal sistema de transporte que conecta con la Ciudad de México atrajeron la atención y se perdió el foco sobre el problema del agua. Pero el agua siempre está ahí, en la historia de la zona.
Todos estos son factores que explican las condiciones por las que la tragedia se repite, pero en particular, hablamos de que el pasado 2 de agosto colapsó el colector Solidaridad, el cual conecta el flujo de aguas de la zona que actualmente está inundada, hasta el canal de La Compañía, atravesando de extremo a extremo el municipio. El problema es que este colector data de 1993 y debido a la falta de mantenimiento ya se había notificado como colapsado desde 2019. Esto no fue tomado en cuenta por las autoridades locales, y no fue sino hasta 2021 que la entonces jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, tuvo un impulso de mejorar las obras de la zona, pues es paso obligado de muchos recursos, como el agua, para la capital. Así, en colaboración con autoridades del Estado de México, se había decidido construir un nuevo colector, lo cual estaba contemplado en el Programa Hídrico Regional 2021-2024 de la Conagua. Se contempló que para septiembre de 2022 se construiría esta nueva obra hidráulica que iría de la Planta de Bombeo #12 a la avenida Solidaridad. Pero, otra vez, esto se abandonó. El terreno fangoso continuó su dinámica propia y actualmente, debido a los hundimientos del terreno, el colector generó una contra pendiente que revirtió el flujo del agua para ser drenada.
Evidentemente, con las campañas electorales para la presidencia del ejecutivo y jefe de Gobierno de la Ciudad de México, estas labores se detuvieron, pues el presupuesto y el interés se fueron para otras situaciones. Además, otros factores como los cambios en el gobierno de los distintos niveles y la oposición de algunos vecinos que no permitirían que los ductos pasaran por sus casas hicieron que las obras se pararan por completo.
Ahora nos encontramos con un tapón de basura que se ha estimado que alcanza los 100 metros de distancia en el ducto de 120 cm de diámetro. Esto ha afectado a cerca de 28 calles que se encuentran inundadas, en donde hay al menos 30 centímetros de aguas negras que se meten en los hogares y en los momentos más álgidos ha llegado hasta el metro de altura. Esto genera afectaciones a la vivienda, a la vida cotidiana y muy gravemente a la salud de los habitantes, quienes deben soportar los malos olores y han padecido enfermedades estomacales, infecciones en la piel y los ojos. Una de las grandes preocupaciones de los colonos es el futuro de su patrimonio, pues se sienten desamparados por sus autoridades.
Si el ducto atraviesa el territorio municipal, la responsabilidad, debido a la envergadura de la obra, corresponde a los niveles estatal y federal, pues los recursos locales no pueden ser suficientes. El presidente municipal de Chalco, José Miguel Gutiérrez, empezó a trabajar para desazolvar la zona con bombas de drenado que han sido insuficientes, mientras tanto se encontraba a la espera de que los niveles superiores pudieran declarar el estado de emergencia. Después, el gobierno del Edomex colaboró con más bombas, pero esto ha sido insuficiente. El agua se está botando a zonas que no están inundadas, sin embargo, este esfuerzo es estéril, pues una vez que llueve, en minutos se vuelve a inundar. Por su parte, el gobierno federal apoyó con plantas purificadoras, de las cuales se espera que en apoyo a las acciones llevadas hasta entonces pongan pronta solución. Se han instalado albergues, comedores provisionales y por su parte la Marina se ha encargado de alimentar a todos los damnificados, además de brindar la ayuda necesaria; al igual que el ejército lo hace mediante la implementación del Plan DNIII.
La gobernadora Delfina Gómez acudió a la zona afectada, se puso unas botas y recorrió las calles bajo el agua, sin embargo, las ofertas de solución a mediano plazo, las promesas de no repetición y las culpas que echa a los anteriores gobiernos priistas no convencen a los chalquenses, pues lo que requieren son soluciones inmediatas en la infraestructura y apoyos claros para la reconstrucción de las viviendas. Lo más sencillo ha sido culpar a los habitantes de la zona por el tapón de basura y, si bien es cierto que el grueso de esta suciedad proviene de los desechos domésticos, el problema es más profundo, pues como señalábamos, este comienza con la poca regulación de los asentamientos periurbanos, los continuos hundimientos del territorio, la insuficiencia del sistema de recolección de basura y la falta de mantenimiento de los ductos de agua. No se ve una salida pronta para este problema tan urgente, y ante el arribo de temas más escandalosos como la discusión de la reforma judicial propuesta por el presidente López Obrador en las dos cámaras del Congreso, hacen que las aguas en Chalco pierdan el foco mediático y se pierda la esperanza de atención en el corto plazo.
El agua vuelve y cada quien será juzgado por sus dichos y sus acciones. Y ante todo esto, teniendo en cuenta que algunas de las afectaciones se le pueden atribuir a los gobernantes priistas que en los 90 promovieron la “solidaridad”, ¿en dónde está el “bienestar?, ¿en dónde está el presidente López Obrador frente a la tragedia de Chalco? Pues el ya casi saliente presidente morenista, a pregunta expresa sobre este problema, señaló que no visitará la zona afectada de Chalco, pues, a criterio suyo, el problema estaba casi resuelto, y solo faltaba por limpiar una escuela, por tanto, no veía urgencia por asistir, pero, sobre todo, porque menciona que es de su mayor interés cuidar la investidura presidencial frente a todos aquellos que pudieran criticarlo por su forma de actuar ante los grandes desastres.
En el tiempo el agua vuelve y queda en su lugar, en la historia quedarán en su lugar aquellos gobernantes que no se quieren ensuciar.