DIARIO DE UNA REIKISTA

Antes que nada, asumiremos que el Reiki es una técnica para restaurar la salud de las personas. Cómo técnica, le son inherentes herramientas, procesos y sustituciones de un estado por otro. Además, el tiempo del proceso de sanación es diverso y, esta técnica se caracteriza por responder de acuerdo al cuerpo en el que se aplica. Por lo tanto, asumimos que no es magia, azar, buena suerte o esoterismo, es como cualquier otra técnica, una forma de reflexión con el cuerpo y los estados por los que transita mientras tiene vida. Si lo viéramos con ojos occidentales, es una forma –como muchas de las que existen– de medicina.

Imani Arriaga, 2020.

En la mañana recibí un mensaje: “no me siento bien. Abrí los ojos y en el ojo derecho tengo una mancha negra. No sé que es.” Me asusté, estaba lejos y no podía hacer mucho. Le pedí me diera su permiso para hacer un tratamiento largo de Reiki. Accedió. Nos preparamos, él tenía que estar recostado, sin cruzar manos y pies, con los ojos cerrados y concentrado en su respiración. En mi recámara, yo tenía los Antahkaranas en los pies y la cabeza, puse el marcador del tiempo y el cojín que simularía su cuerpo. Comencé, me concentré, medité y puse todo el amor que siento por él. Terminé. Envíe de inmediato un mensaje de texto para saber cómo se sentía. Me respondió minutos más tarde, pues se había quedado dormido. Su ojo estaba mejor, no había mancha y me pidió que le diera un momento para asimilar lo que había pasado. Días después, fue con la retinóloga que había atendido a mi madre, le dijo que se había desprendido su retina, pero que necesitaba, solamente, láser para restaurar la retina y que estaría bien. Cuando me relató esto por teléfono, yo no lo podía creer, estaba asustada por el desprendimiento y preocupada. Hablamos del tratamiento de Reiki, creímos que había ayudado y no volvimos a tocar el tema.

Estudiar Reiki es un proceso de más o menos cuatro meses. Es ampliamente recomendado estar en un proceso terapéutico durante los estudios, y sobre todo tener la idea firme de que estudias por ti misma, no para ayudar a lxs demás. Hay que aprender las herramientas, la historia, los procedimientos de los tratamientos, los posibles efectos sobre el cuerpo y sobre todo reconocer nuestro propio proceso de sanación. Es un autoconocimiento que genera un bienestar, pero hay que estar abiertas.

Me desperté temprano, estaba emocionada por la primera clase. Realmente no sabía bien a qué me enfrentaba, pero era mi cumpleaños número 30 y me gustó la idea de estudiarlo. Estaba nerviosa, por el día y por la clase. Entré a cuatro horas, en línea del primero de cuatro niveles del sistema Reiki Tántrico Tibetano. Aprendí los primeros pasos, pedir permiso para canalizar reiki, el primer símbolo y lo necesario para llevarlo a cabo en mi cuerpo, primero antes que en otra persona. Y así sería todo, primero mi persona antes que otra. Vaya idea, difícil de asumir.

La palabra Reiki significa energía del universo, se vincula con la observación para provocar cambios en nuestro pensar, sentir y actuar. En este sentido, tampoco es religión. En el año de 1922 Mikao Usui ayunaba en la montaña sagrada de Kurama, y en su proceso se alcanzó el satori (iluminación), que le hizo entender que dentro de él estaba la energía para sanar. En ese mismo año fundó la Usui Reiki Ryoho Gakkai en Aoyama, Tokio para compartir y transmitir la habilidad sanadora de Reiki. Basado en la poesía del emperador Meiji, es que estableció cinco principios para vivir: sólo por hoy vivo una vida tranquila; mantengo la paz en mi mente; agradezco que tengo vida: disfruto toda actividad que realizo; convivo en armonía con las personas que me rodean. En 1927 Chüjirō Hayashi, funda la Hayashi Reiki Kenkyu-kai, donde además de compartir las técnicas, configura las propias en Occidente, y entre sus estudiantes se encontraba la Sra. Hawayo Takata que esparce su aprendizaje por América.

Empezó el bombardeo de ideas nuevas y que tenían una característica simple: responsabilizarme sin culpa de las situaciones de mi vida. Entender que no significa castigarme, echarme la culpa por la enfermedad o cualquier situación y que es un trabajo constante, por lo cual, aún me cuesta trabajo. Saber que responsabilidad no es cargar, es la capacidad de respuesta ante una experiencia, con lo que soy, lo que tengo y lo que puedo. La siguiente fue saber que sigo patrones de pensamiento que me repito sin cesar, y que llegan a atravesar los siete cuerpos que tenemos para enfermar el físico, que es el último. También, que tengo la elección, todo el tiempo, de escoger mis pensamientos, decidir cuales quiero alimentar y cuáles no. Es muy diferente a pensar “positivo” o “negativo” en relación a la situación. Y lo más importante, mi cuerpo es lo primero en lo que recae la conciencia. Avisa, incluso antes de que mi cerebro sepa que pasa algo, por ejemplo, el estómago ya está sintiendo, la piel ya cambia, el corazón y el sistema circulatorio, están actuando y minutos más tarde, o incluso horas, mi cerebro sabe que pasa.

Hibiki es la sensación en las manos que indica el tipo de trabajo de restauración qué hay que llevar a cabo. Es intuición, es una voz interna, entre más calor en el área tratada, más trabajo o hay que canalizar técnicas, entre más frío más trabajo en las emociones, específicamente las que tienen que ver con la tristeza. El Hibiki se puede percibir en las manos (e incluso en todo el cuerpo) como hormigueo, dolor, calor, frío, punzada, golpe o incluso quemazón. La meditación vipassana, es la principal herramienta para aplicar un tratamiento, tanto en la reikista, como en la persona que lo recibe. Mientras que en ambas puede existir Hibiki, la que recibe el Reiki, experimentará ensoñaciones con colores, que indicarán qué tipo de emociones y sentimientos hay que tratar en lo sucesivo. Así mismo, en su proceso de depuración de la energía de baja vibración, pueden ocurrir cambios energéticos en su cuerpo, emoción o mente, de acuerdo a su capacidad de respuesta.

Mi gran amiga sentía un dolor en su vientre, parecía una crisis de colitis. Le ofrecí Reiki en un tratamiento largo. Todo el tiempo, mientras realicé el mismo, sentí un frío intenso. Me sentía insegura, no sabía si ella estaba en la posición adecuada, o si algo estaba pasando. Estábamos trabajando a distancia. Cuando terminamos, ella me escribió de inmediato, me dijo “me la pasé inmóvil y llorando como si se hubiera muerto alguien”. Supe que el frío era el llanto y que el Reiki provocó lo que ella necesitaba para sanar: llorar. Trabajamos un par de veces más y apliqué varias técnicas, aún con poca experiencia, y ella parecía sentirse más segura. Incluso, terminó su relación de más de diez años. Pensé que era una mala noticia, pero ella se sentía tranquila y satisfecha con su decisión.

Imani Arriaga, 2022.

La energía es una realidad, está en movimiento y tiene una forma de medición llamadas hercios. Cuando la energía se mueve lentamente, es porque es sólida. La percibimos, nos es obvio, pero no lo hacemos conscientes, en suma, todo es energía. Los pensamientos, los sentimientos, las emociones, los líquidos son energía. Nosotras tenemos la intención de una vida digna, por ello la energía se canaliza (en ambos cuerpos reikista y persona tratada, por cierto), y se autoconfigura de manera especial para quien la recibe. Reiki circula por los canales energéticos y actúa desvaneciendo cualquier tipo de bloqueo que encuentre a su paso. Sin bloqueos, la energía vital fluye libremente por todos los canales energéticos, recuperando así la vitalidad y la salud. El Reiki fluye instantáneamente con la fuerza e intensidad que necesite quien lo recibe, como señala el primer manual del Colegio Mexicano de Reiki.

Era tanta información, que no sabía qué hacer con ella. Me confundía tanta regla y noción, pero lo más fuerte era mi resistencia a no creer que eso era posible, que tenía que ser necesariamente científico para que yo lo creyera. Claramente, no lo decía, pero lo pensaba cada vez que había clase. Hasta que en una práctica, me apliqué un tratamiento, y fijé la sanación en mis quistes ováricos. Me costó mucho trabajo asumir cuál era el patrón de pensamiento vinculado con lo que estaba viviendo y la enfermedad, pues ahora yo podía responder a eso, ya sabía cómo. Conforme iban pasando los grados de aprendizaje, también noté que iban siendo menos personas, pues ese trabajo de asumir y vincular nuestro cuerpo, con nuestra mente y sentires, es fuerte y requiere mucho trabajo. Terminaba temblando y exhausta cada clase de cuatro o seis horas. Lloraba todos los días, me dolía saber qué podía responder y avivar mi propia vida digna. Topé con la pared, cuando caí en cuenta que una sociedad Capitalista, Colonialista y Patriarcal como en la que vivo, no tiene como objeto la vida y menos la restauración constante de la salud. Sentí que no tenía caso seguir.

Mi hermano y su pareja me pidieron ayuda para sanar a su conejo. Sí, el Reiki se puede aplicar a objetos, personas, animales y plantas. Muy entusiasmada, acepté. Le envié un tratamiento especial y sentí que su vida había terminado. Es muy difícil explicar, había un aire helado sobre las manos, y un fuego en las palmas. Pero sobre todo, el conejo estaba quieto, como si después de tanto sufrimiento, estuviera encontrando paz. Terminé y les avisé. Minutos después falleció y lejos de sentir alivio, sentí culpa. Por mi lado, practicaba sistemáticamente, los auto-tratamientos dos veces al día, mañana y noche. Sentía mejoría, pero era un proceso complicado. Soy poco disciplinada con la meditación, me cuesta mucho trabajo callar la mente. Si pienso durante la meditación, debo repetir en voz alta “estoy consciente que estoy pensando en…” y volver a la meditación. Hice tarjetas para memorizar todo, apuntes y notas, sin embargo, no puedes compartir esa información, pues sólo para las personas que la practican.

Los dieciséis símbolos tienen que ser memorizados para aplicarlos sobre la persona, y repetir tres veces su nombre, en voz baja, además saber en qué Chakra colocarlos. Los Chakras, no se alinean, se limpian para que funcionen correctamente. Son soles que distribuyen la energía en todo el cuerpo, existen más de los siete reconocidos: Chakra raíz o base, Chakra del hara, Chakra del plexo solar, Chakra del Corazón, Chakra de la garganta, Chakra del tercer ojo, y Chakra de la coram que son los principales, pero por ejemplo hay uno en cada dedo de manos y pies, en las orejas, ojos y hombros. La energía es de alta frecuencia (Reiki) o de baja frecuencia (enfermedad) y las personas nos enfermamos por los bloqueos energéticos que se generan en los siete cuerpos, pues la baja frecuencia no sólo disminuye, también ‘ensucia’ los Chakras. El aura, es el primer cuerpo de afuera hacia adentro, el cuerpo espiritual, el segundo, el cuerpo mental, el tercero, el cuerpo astral, el cuarto, el cuerpo etérico, el quinto, el cuerpo emocional, el sexto y el último, es el cuerpo físico, al que la frecuencia baja llega por la insistencia de los patrones de pensamiento o de vibración débil.

Imani Arriaga, 2023.

Hice una lista de lo que había aprendido, y un acordeón, como si fuera a tener un examen; 1. Es motivo de observación cómo resuelvo y con qué emociones, 2. Existen patrones de pensamiento de control, 3. Hago las cosas porque me gustan, yo quiero, me satisfacen y me llenan, no por lo contrario, 4. Es mía la elección del camino hacia el conocimiento, y lo que pasa en ese camino es aprendizaje, 5. Hay pensamientos, emociones, ideas, y acciones que no quieren que se realice un cambio. Se llaman resistencia, nos impiden sentirnos bien. Es mi trabajo identificarlos, 6. Respetar el libre albedrío de lxs otrxs, 7. Preguntarme ¿Cuál es mi motor para hacer, sentir, pensar, ayudar y actuar?, 8. Se trata de hacer las cosas para mí y por y para el otrx, 9. Hacer a un lado el ego para dar Reiki; no sano a nadie, no tengo que pensar en nada. Sólo soy un canal de energía, 10. Si la información no me da tranquilidad, paz y armonía es incorrecta, 11. Nadie tiene la culpa, la culpa se refleja en el dolor corporal, 12. Hacer que pasen cosas no es mi responsabilidad, el Reiki, funciona para darnos cuenta de qué nos falta para actuar en consecuencia y hacer que pasen, pero es trabajo personal, 13. La terapia es un espejo, 14. Cada persona es responsable de su proceso. Comencé a sentirme más y más dudosa, veía contradicciones y sobre todo tenía dudas sobre porqué las personas no viven el Reiki como una herramienta de auto sanación, sino como una identificación esotérica que exprime carteras. Sin embargo, el dinero no es problema para el colegio en el que aprendía, al contrario, nos enseñaron a ganarlo y distribuirlo con amor (entendida como la energía principal de movilización), y a agradecer. Preguntarnos ¿cómo lo he ganado? Es la clave para entender que en el dinero no debe haber sufrimiento. También se puede dar reiki a los medicamentos, para aminorar los efectos secundarios, e incluso a la cama, para descansar. A mis plantas, que tengo muchas, y que hoy crecen haciendo una selva de mi cuarto.

La energía del tratamiento dura siete días en el cuerpo, y para que se aplique Reiki hay que tener las manos mínimo tres minutos sobre la zona de aplicación. Se puede canalizar Reiki con el aliento y algunos golpes en los principales Chakras. Un tratamiento común consiste en la meditación Vipasana, la aplicación de símbolos, veintiún posiciones y la limpieza del campo áurico. Pueden ser más cortos, desde, como dijimos tres minutos hasta dos horas, de acuerdo a lo que se va a tratar.

Los Chakras los imaginé como ventiladores, que esparcen toda la energía en el cuerpo, y que se empolvan de vez en cuando, por lo cual, hay que pasar el trapo por ellos. La primera vez que le di Reiki a mi madre, mezclé las técnicas pues sus Chakras parecían viejos ventiladores, atascados, sucios y llenos de polvo. Me desconcertó, he de confesar que a veces yo misma dudo de mis diagnósticos, sin embargo, al hacer esa mezcla pude ayudar mucho, la siguiente vez lo noté, fue muy drástico el Hibiki. Después de cada tratamiento se queda dormida, y tarda mucho rato en volver a sentirse activa. Después de un tiempo de practicarlo, hice un diario, para ver cómo iba trabajando, para contárselo a alguien, digamos. Pues no es fácil de creer, de ver y de entender.

Los tratamientos comienzan con una entrevista, sobre el tipo de dolor, el área a tratar, dónde se cree que se aloja la enfermedad, si cree que tiene un color, olor, sonido, forma, tamaño, material, peso, textura o vibración que pueda percibir la persona que lo padece. Se plantean las posibles técnicas para la persona tratada. Y se comienza el proceso, se recomienda un espacio en silencio, personal, donde se puedan recostar o sentar. Incluso puede ser un espacio para un tratamiento grupal.

Comencé a ofrecer Reiki a las personas cercanas, como una forma de cariño, de cuidado y de agradecimiento. Mis tíos fueron difíciles, me enteraba de cosas muy complejas de sus vidas y no sabía cómo decirles. El Reiki, te ofrece un amplio panorama para traer al presente y a la consciencia patrones de pensamiento y actitudes que podemos trabajar para cambiar y sanar, pero me encontré que muchas veces no queremos verlos, ni atenderlos. O no tenemos herramientas para afrontarlas, o nuestra actitud es vaga y nada asertiva. Sabía que había depresión o demasiado enojo en alguien, y eso lo podía decir, pero ¿cómo le decía que el patrón de pensamiento era dejar de vivir? Es una enorme responsabilidad hacer canalizar Reiki, va la vida de las personas, o seres vivos, en nuestras manos. Me preguntaba cómo lo harían mis compañeras. El siguiente problema fue, que algunas personas no lo quieren, simplemente, y sé que lxs ayudaría, pero se rehúsan, o bien, piensan que me volví esotérica. Por eso no cuento esto, lo reservo para mi círculo privado y lo ofrezco primordialmente por el amor que siento por la persona.

Imani Arriaga, 2019.

El empleo de cuarzos, Antahkaranas –símbolos energéticos japoneses–, veladoras, música, incienso, cojines, antifaz, plantas, no son modas o performances para hacer más increíble la experiencia. Se necesitan para ayudar al cuerpo a canalizar energía, aumentando la cantidad de energía. Es importante también tener los elementos cerca: agua, tierra, aire y fuego. Y una música especial que ayuda a contabilizar el tiempo de los tratamientos.

Finalmente, hoy sé que es un tema más serio de lo que pensé, que es un trabajo constante. Que el conocimiento del cuerpo es fundamental, y la forma en la que nos observamos no es para convertirse en obsesión o en culpa.

TRES IDENTIDADES SIN ESPEJO

I.

Soy la fotografía en blanco y negro de la ventana de mi casa, con el filo lleno de plantas. El café con pan en la tarde, junto a mi madre y con las cortinas abiertas. El libro que siempre cargo, aunque a donde vaya no pueda leer. La película que no me canso de ver;  me río con la misma escena. Los cinco cuadernos, los post it, las pegatinas y los marcatextos que se borran. Carlos. Las librerías recorridas con pies cansados, y con la recompensa de una hamburguesa. La madera de los muebles barnizados, el olor a nuevo. La revista de cine que me encontré en la carnicería. Xochimilquito y DDVVillas. La Plaza Café los lunes y jueves. Tezonca, Otomí y Candelaria. Las cámaras fotográficas, el rebozo de su madre y el autocuidado que dejó a mi cargo Queta, antes de irse. Energía del Universo. También Sandra, Dalia y Dulce. Diálogos de los filósofos cinéfilos. Traficante de películas subtituladas y libros en PDF. Montaje y edición de una película. Cuatro películas seguidas en la sala 2 Salvador Toscano con comida, café y pan. Tres lunares en forma de triángulo y un cinturón de Orión en el cuello. Tijuana, Portales y la Vicente Guerrero. Un palito de Brasil, una patita de elefante y un sapito. Una detective. Una mujer que cura. Mole oaxaqueño, sopa de fideo, tortitas de coliflor capeadas con queso, en salsa de tomate. Las bolsas que compro en cada lugar que visito. Las caminatas largas con los tenis negros. La ropa oscura y el pelo castaño.

Imani Arriaga, 2018.

Detrás de todo esto hay huesos, piel, músculos, órganos, venas, y aún así, no basta. Pero, ¿para qué no es suficiente? Pues para darme cuenta de lo soy. Seguramente hay más, o menos. Seguramente, el español me permitirá dar una ojeada entre las cosas que fui, soy y seré, pero tal vez exista otro idioma que me permita abarcar más, saber más, ver más. Un idioma que funcione como espejo, al revés, o sea al derecho, fiel a lo que proyecta y no un deseo de lo que quiero ser. Letras que sean pedazos de vidrio, que al juntarse hagan una frase y vayan formando el espejo fiel. Y ahora que está formado, sabré todo.

Es una ambición que me permitiré, sólo para definir en un marco muy estrecho, un límite muy definido de algo que sabemos, se escurre de entre las manos. Me voy comparando con cada detalle y me asombra ver cómo mi cuerpo, que también cambia, se vuelve una imagen de eso que fui durante el tiempo. Una imagen del tiempo, que tiene olor, sensación y memoria.

II.

Como tarea teníamos una simple, pero muy difícil consigna: investiguen si en su familia se habla una lengua originaria. Pensé en las personas más grandes de mi familia, pudieran recordar y ayudarme a rastrear cada detalle de nuestro árbol familiar. Eso fue lo primero y lo más sencillo. Tracé un par de vínculos, e historias que había escuchado desde niña; las tertulias de los tíos, las fiestas de las tías, la cocina de la tía Celia, los vestidos de las primas Corina y Alcira, el rock de los Altamirano Mora, el tamarindo de la tía Anita y muchas otras cosas más. Pero nadie hablaba de lenguas originarias o de por qué mi abuela materna migró de San Luis Potosí a la Ciudad y se casó con mi abuelo. De pronto, di con mi madrina Aurea, ella tiene mucho que decir, pensé, siempre quiere hablar. Me preparé con cámara, celular con grabadora y anoté unas preguntas guías. Llegué a su casa y en la sala charlamos de la familia.

Pronto descubrí que mi tía Anita, la mujer que he admirado desde siempre y madre de mi madrina, tenía un fuerte carácter que dificultaba su estabilidad con las parejas. De hecho, una vez le preguntamos ­¿por qué no te casaste tía Anita? A lo que respondió habiendo tanta milpa y tanto pasto, ¿para qué? Tuvo dos hijos de diferentes parejas, y un amor en su vejez, que a su muerte lloró en silencio, entre la familia. Pero ella, además de un espléndido paladar y gusto para vestir, sabía hablar y cantar en otomí. Sin embargo, a mi madrina, le prohibió hablar ese ‘dialecto’ pues le iría mal en la vida si lo hacía. Dice mi madrina, que a veces la escuchaba cantar mientras lavaba o cocinaba y que memorizó lo que ella decía en voz alta en otomí. Pero al callarlo se le fue olvidando.

Un día la tía Anita, se encontraba en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y vio que un grupo de mujeres adultas mayores, compartían mole con pollo y arroz rojo. Se acercó y le dijeron coma compañera, ella se sentó y comió con todas las presentes. Al cabo de una hora, le dijeron que era tiempo de marchar y así lo hizo, se dejó perder entre el contingente, mismo que era de prostitutas de la plaza de Manzanares, y cuyo pliego petitorio era que les dejaran su lugar de trabajo en paz. Al darse cuenta de esto, la tía Anita, poco a poco fue saliendo de entre el grupo de mujeres y fue directo a su casa. Era Zapatista de ´hueso colorado´, acompañó a el Sub Marcos en 1994 cuando entró a la Ciudad de México en el levantamiento Zapatista. Iba a todas las ferias del pulque, mole, mezcal, tequila, flores, amaranto y cuanta cosa se enteraba. Sabía que ella era de abajo y a la izquierda. La veías recorriendo el callejón General Anaya con su perro, cuyo paliacate correspondía al color de su ánimo, según mi tía. Y más tarde en su papelería con dulces que ella misma elaboraba para vender.

Me acuerdo, que me regalaba una tutsi pop y miguelitos cuando íbamos a su pape, y que una vez me dijo escoge qué quieres mema, me confundía con mi madre por nuestro gran parecido, y yo lo aprovechaba, adoraba su papelería y pedía lápices o un cuaderno. Creo que ahí nació mi gusto por las papelerías. Me acuerdo que se cambió el nombre de Ana María Sandoval Cruz a María Ana Sandoval Cruz en sus papeles oficiales y su cumpleaños, ocurría dos veces en el año, en abril y en mayo. Nunca nadie supimos cuál era la verdad.

Imani Arriaga, 2022.

Después de la entrevista, me fui pensando en la tía Anita y en cuanto quería ser como ella cuando fuera adulta mayor. Libre, autónoma, fuerte, valiente y decidida. Por su puesto que realicé el trabajo donde sólo pude rastrear una lengua originaria en mi árbol familiar, que estaba perdida, mi tía Anita falleció el 27 de junio de 2013 y en su acta de defunción dice “¿habla alguna lengua indígena” se observa tachado el no. Tenía 92 años.

III.

Diversos cineastas.

Hace más de 16 años, una revista hallada entre las tantas de una mesa de espera en una carnicería, me dejó ver el rostro de Tim Burton y otrxs personas. Pensé ahí quiero estar, eso quiero hacer. Quiero hacer cine. Lejos de sentir que tenía algo que decir, sentía que yo también podía contar atmósferas como las de él, describir lugares y personas que difícilmente se adaptan o encajan. Imaginé que tendría la fortuna de construir algo que iba a nacer de mí. Más tarde, a los 19 años comencé a estudiar toda la historia del cine con el libro de Georges Sadoul. Cada semana veía veinte o más películas e investigaba sobre lxs directores o películas. Supe que había un lenguaje cinematográfico, conocía los títulos y personas importantes para esa historia del cine. Y estaba enterada de los temas y paradigmas de la cinematografía mundial. Como era de esperarse, tanta información se cruzó, se olvidó o se confundió. Pero ahora, quería investigar sobre cine, saber qué más pasaba, cómo iba funcionando el lenguaje y cómo se relacionaba con mi ser espectadora.

A los 21 años, inicié un cineclub con mis dos amigos. Más tarde una muestra de cine independiente. Ahora quería compartir lo que he aprendido, lo que sigo estudiando y cómo lo voy acomodando políticamente en mi ser agente cinematográfica. Sin embargo, ocurrió un desencuentro. La autogestión es un idilio. Trabajé como profesora de inglés para mantener el colectivo. De repente, mis dos amigos, comenzaban a tener objetivos personales diferentes, y la muestra a ser un trampolín falso. Lo que más me interesó esta vez, fue el diálogo que surgió en cada cineencuentro. Lo que desataba hablar de una película.

Cumplía 28 años, terminaba la carrera y ahora sabía algo diferente del cine. Se puede analizar, se puede transformar las relaciones con él, y somos un cuerpo espectador. No estamos pasivas, ni siquiera viendo Spiderman 15. Me interesa verlo, analizarlo, sentir el placer de compartirlo y hablar de él.

Hoy, puedo ver una película por placer y si me causó un gran impacto, escribir sobre ella porque tengo la gran necesidad de que salga todo lo que pienso de ella.

IV.

Hay tres formas de ver en el tiempo un Yo claro. El imaginario que me he construido para contarme una historia sobre qué significa ser este cuerpo, este nombre y todas las demás identidades que se pueden construir y dejar impronta en una imagen a la que puedo recurrir cuando necesito identificarme. Es como brincar de identidad en identidad, conocer las reglas de cada una y ser cada una. O haber sido cada una, para que cuando la traiga al presente se refleje por debajo de mis ojos y mis manos. Cada persona tuvo su razón de ser, y tendrá un poco de la anterior, se podrá comparar y habitar en los tipos de niñez, adultez y vejez que el proceso de vida desenvuelve ante mí. Desplegando así, habilidades, cualidades, valores, sensibilidades, afectividades, modos, formas, sentimientos, emociones y palabras sobre lo que vestiremos como un Yo. Afortunadamente nunca será la misma. Abbagnano, en su diccionario de filosofía, presenta tres formas de ver la identidad, como unidad de la sustancia, sustituibilidad, y convención, por su parte, Greimas la presenta como la oposición a la alteridad, para designar el conjunto de rasgos que tienen dos objetos, como identificación y permanencia. En semiótica como comparación. Aquí vemos una unidad, una sustitución y una convención, una comparación e identificaciones permanentes.

GUÍA EFECTIVA PARA REALIZAR UNA TESIS EN CUATRO AÑOS

PASO 1: QUE EL MUNDO VIVA UNA PANDEMIA


Mientras intento concentrarme en mi recámara para escribir, oigo un llanto infantil en todo el largo cubo que conjunta las torres de departamentos. El rojo desgastado de las paredes es dramático junto con el llanto. Una niña de ocho años, cabello castaño claro, ojos pequeños y delgadita, llora al filo de su ventana. Tiene la mitad del cuerpo hacía afuera, las manos juntas en el rostro y no para de llorar. Desafortunadamente me asomé e interrumpí su llanto. Metió medio cuerpo, pero el rostro rojo seguía detrás del vidrio llorando. Imaginé que no tenía espacio propio para desahogarse. Tenemos dos meses y medio de no poder salir más que hacer las compras necesarias. Todo lo hacemos a través de los aparatos, incluso el abrazo y el amor. Las noticias dicen que hay un virus que se contagia de manera inmediata y provoca la muerte en casos de comorbilidad. Todas y todos tenemos miedo. Es una locura. Y sí, la mano humana es capaz de destruirse a sí misma.
Sin embargo, decido que seguiré trabajando, regreso a mi escritorio. Uno de cristal y madera que suelo tener lleno de muchas cosas. Abro mi computadora y veo lo que he trabajado, ahora miro mi cuaderno de notas. Al día de hoy tengo cinco cuadernos de notas y el quinto está por terminarse. Contienen mi proceso de tesis. Me apasiona tomar notas, escribir con colores, organizar mi información y tenerla en los esquemas, cuadros o citas que ya he estudiado. En junio del 2018 terminé la lista de materias de la carrera de Arte y Patrimonio Cultural de la UACM. Elegí a uno de mis profesores por la gran admiración que le tengo, la forma libre de trabajo que lleva con sus estudiantes y la empatía por el tema que elegí, para que asesorara mi camino. Comenzamos a trabajar con ánimo y paramos en la pandemia. Durante el 2020, sólo había rutinas y mínima concentración. Nada de trabajo, o eso creía. Investigué, releí, re-pensé, re-hice, re-escribí, re-estudié. Pero con una lentitud desesperante. ¿Por qué no puedo trabajar aquí, ahora? Pensé.


PASO 2: RECONOZCA QUE NO SABE NADA


Una tarde de septiembre me senté frente a la computadora para presentar mi proyecto de tesis frente a varios filósofos que se reunían los lunes y viernes para discutir, trabajar e investigar. Les dije todo lo que tenía planeado, me cuestionaron, me puntualizaron, me observaron: “Te felicitamos por tu valentía, nadie suelta así su proyecto de tesis”. El trabajo se volvió gozoso, los encontré cada lunes y viernes, ya como parte del Seminario. La academia es un espacio cuyas reglas y formas de trabajo restringe despiadadamente lo que nos interesa, algunas cualidades las enaltece, pero otras las apaga sin esperanza. La cantidad de favores u otras formas de corrupción son increíbles. Desde una estudiante que pide prórroga para entregar su trabajo hasta el profesor o profesora que pide dinero o favores por una calificación. La forma en la que las y los investigadores académicos se interesan o rechazan los temas de los proyectos de tesis, o bien, condicionan a su propio interés las investigaciones, así como la burocracia para hacer un trámite de tesis, son panoramas nada alentadores para incursionar en un proceso de tesis, en una vida académica, y sin mencionar que el trabajo académico de las y los estudiantes se delimita en obligación e interés por obtener un papel, no el proceso vivo de transformación y construcción del cuerpo colectivo que somos.
Recuerdo que una profesora me dijo “vas a cambiar mucho con el proyecto de tesis” y pensé que se refería a que vería con claridad lo que aprendí y entonces tendría sentido haber cursado la carrera. Pero fue todo lo contrario y más. En realidad sí he cambiado mucho, como persona, como humana, como agente social y como estudiante/académica y sobre todo como profesionista. He vivido dimensiones de la responsabilidad que no había experimentado, algunos tipos de adultez, y mi visión se hace cada vez más aguda y panorámica. Sin embargo, me he visto sin piso firme de lo que se suponía que debía aprender en cuatro años de constante lectura, asistencia, participación y calificaciones. Salí de la carrera y supe que no sabía nada.


PASO 3: REALICE ACTIVIDADES DISTRACTORAS


El cine es como una parte de mi cuerpo, vive conmigo. He visto muchas películas, me gusta analizarlas y hacerlas. En el Seminario hay esa libertad, buscar, investigar y pensar en comunidad sobre lo que nos habita y nos moviliza. He podido vivir esa grata experiencia. Cada voz es escuchada, cada pensamiento cuestionado y reconstruido, o bien alimentado. Cada idea tomada en cuenta y de la que todxs aprendemos. Mis proyectos siempre han estado vinculados al cine, a su estudio, a su forma, a su goce y en el Seminario podía sentirme profundamente contenta de ordenar mis intereses, exponerlos, hacerlos y verlos con vida. Descubrí que tengo más de doce años trabajando en saber sobre el cine. Ahora me faltaba asumirlo y seguir trabajando. Aprovechaba también los encuentros para plantear cosas de mi tesis, dudas o frenos que, aunque sigo teniendo, ocurren durante el trabajo de escritura de tesis. Mi proceso es laborioso; leo, escribo, hago notas, hago preguntas, pienso, escribo, corrijo, vuelvo a leer, escribir, hacer notas, preguntas, pensar, hablar, cuestionar y transformar mi pensamiento en ideas ordenas que intentan ser coherentes y prolijas. Escribir me cuesta trabajo, mi concentración o el momento en el que puedo silenciar mis otros pensamientos, motivarme para la lectura y escritura, sentir que las ideas se entraman para construir una oración que diga lo que quiero expresar, pasa contadas veces.
Estudié Reiki Tántrico Tibetano medio año, me hice maestra. Hice un diplomado de análisis de cine de un año, y otro seminario de lenguaje del cine en diez meses, y varios otros cursos. Me gusta estar activa, participé en cineclubes y en conversatorios. Seguí en el Seminario de los filósofos y ¡no pudieron ser las mejores decisiones! Me aportaron todas las actividades, aunque me dispersaba del trabajo de tesis (¿o no?). En efecto, el trabajo de una tesis es constante, decidido, disciplinado, concentrado y sobre todo organizado. Y hay un particular instante en dónde observamos con gran detenimiento que el árbol del conocimiento, por así decirlo, es tan ramificado, frondoso y vivo que aún falta mucho por seguir leyendo y trabajando.


PASO 4: LEA Y ESCRIBA AUNQUE NO SEPA PARA QUÉ


Sin embargo, cada ayuda es de vital importancia. Hablar de lo que haces, escribes y piensas es la clave para saber cómo tú trabajo está siendo. Una sabe qué ha hecho, pero el diálogo ayuda para dar nueva dirección o bien, descubrir o pensar algo que se nos había ido de las manos. Lo más importante, es que recibes ayuda y caminas junto con otras personas. Un amigo escritor me propuso leer y escribir aunque no supiera por qué y para qué, no lo comprendí del todo hasta que me dijo que su tesis de doctorado estaba parada.
Más tarde, con el pretexto de hacer un taller de escritura, uno de mis compañeros —y un gran amigo cinéfilo— me ofreció leer y re-escribir mi tesis, o lo que llevaba de ella. Ha sido un enorme paso hacía las otras formas académicas de ser y estar en espacios universitarios, sin dejar de ver y señalar lo que hemos mencionado antes. Cuán importante es saber escribir y leer, saber buscar tu información y reconocer los paradigmas desde dónde se habla, identificar nuestra propia educación y observar desde donde estamos hablando. Alguien me prestó un espacio cómodo, por un tiempo, para ir a hacer tesis y aunque después lo dejé, me quedó claro que ser mujer, y vivir con mis padres como un pilar que sostiene la casa, tiene más desventajas que ventajas y aprendí a crear un espacio para mí y hacer sólo lo que tengo que hacer para concluir este proyecto. Incluso, durante esas mañanas de trabajo, también puedo hablar con plena libertad con una persona sumamente importante para mí, que no sólo me ayuda y motiva, también me escucha. Aunque no tengamos claro un horizonte en la escritura y lectura, el camino es lo que más importa para llegar a Ítaca.


PASO 5: NO GUARDE COPIAS DE SUS ARCHIVOS Y DESCOMPONGA SU ORDENADOR


Habría que asumir que el trabajo escolar y el trabajo académico están peleados. Pues si bien, todxs entendemos que hacer la tarea es un trabajo escolar, investigar, cuestionar y discutir es de académicxs. Asumir posturas, leer y releer, ejercitar con frecuencia la escritura, consultar nociones en diversos diccionarios, preguntar, buscar espacios para estas actividades y realizarlas es algo que no está del todo en nuestro habitus universitario, o a veces lo está a medias. Casos excepcionales en cada salón o durante nuestro camino de vida académica, pueden ser inspiración y ejemplo. Pues no están separadas estas dos formas de trabajo intelectual, sensible y constitutivo.
En dos meses se me descompuso la computadora, y perdí mi archivo de trabajo. Durante el confinamiento, el curso en línea que realicé sobre “¿Cómo hacer tu tesis?” de la UNAM, me explicó los tipos de tesis que había, los pasos para realizar un proyecto de tesis (que afortunadamente mi asesor ya me había mostrado) y las formas de organizar tu trabajo para, ¡en el sorprendente período de tres a seis meses concluir un texto de aproximadamente 150 cuartillas con todo lo que había investigado, leído y reflexionado! Lista para ser cuestionada por ello, y abrir la posibilidad de trascendencia, así como de investigaciones futuras. Y obvio, guardar tus archivos hasta el correo de tu vecina, para no perder nunca la “versión, última, definitiva, ora sí ya acabé_tesis_imani_21-22-23”.
Nunca me he sentido de esa manera, ni he escrito en un mes el número supuesto de cuartillas por día. En mi sentir, no funciona así. De hecho, cada una trabaja de manera diversa y de acuerdo a nuestros contextos, o dicho de otra manera, vivimos cuerpos y vidas diferentes.
Hay cosas muy prácticas como guardar archivos de rescate, tener archivos en servidores privados, enviar por correo los archivos a nuestras madres, amigues, asesorxs o quien se nos ocurra, y contar con un plan B, C, y D. E incluso inventarnos formas de salvaguardar nuestras ideas y no exponernos a la frustración de perderlo todo.
Son parte del habitus universitario, así cómo concebir qué es el trabajo académico, que dadas las condiciones de los proyectos educativos de nuestro país, se ven mermadas y realmente afectadas en nuestras prácticas. Tanto que un proyecto como la UACM, nos cuesta enormemente asimilar y vivir como otro mundo posible.

Neceser, en el tiempo de lo indispensable

Hemos sido confinadas al tiempo de lo indispensable.

Ahí,

es necesario el frío,

lo oscuro de la noche,

la sombra en donde cobijarnos,

algunos destellos de luz

y el sugerente calor de una brasa ardiente.

I

Neceser forma parte de ¦ Matriz ¦, un proceso de acercamiento metonímico al útero y sus potencias matriciales, en el que una matriz es concebida como la expresión en negativo de un ser ulterior.

Así, lo que usted verá aquí no es ni una acción, ni un performance, ni la versión terminada de un ensayo visual. Es, más bien, un trazo en negativo creado con lo indispensable: la oscuridad, la luz, el viento fresco, la brasa ardiente, y raros destellos que dislocan al ver de su mirada habitual.

En ese sentido, es una negación rotunda a ser confinadas al nudo peso del gesto. Por ello, incluso si por momentos no lograse ver claramente y quedarse inhabilitado para interpretar nuestros gestos, le pedimos que no encasille este video ni en la enfermedad ni en la falta. Pues, estas sombras, más que un peso que motive la interpretación de un gesto, son la expresión en negativo del contorno cabal de nuestra persona.

II

Hay un espacio que permite visualizar necesidades, afectos, sensibilidades y otros momentos de los diversos cuerpos que nos conforman. Éste, el mío, mira con detenimiento los gestos del cuerpo que, frente a mí, desglosa una a una las emociones, sentimientos, afectos, pensamientos y palabras antes pronunciadas ante otro cuerpo. En este mirar, hay una serie de intercambios y algo de contingencia. Pero, también, insistencia a ser un trazo en negativo.

Ahora bien, en mi andar he encontrando una pasión por lo que nombramos cine. Cuyo cobijo, estudio minucioso y motor de muchas investigaciones ha permitido que mi sistema de observación adquiera características peculiares. En el tamaño de cuadro cinematográfico o plano, encuentro una potencia increíble cuya exploración ha traído descubrimientos amplios.

Cuestionar, descolocar e incluso contradecir dicho sistema de imágen cinematográfica puso ante mis ojos una enorme contradicción y una situación que había que afrontar con valentía. El tamaño de cuadro o plano es una función del llamado lenguaje cinematográfico para hallar, buscar, localizar y visibilizar. En su búsqueda hay luz, movimiento, cuerpo, sistemas de observación, por ende, miradas y, en él, un entramado de diferencias al interior de un universo.

Neceser, en su forma negativa, perdió la luz varias veces, pero no el movimiento; luminoso movimiento que, incluso a ojos cerrados, abre un camino hacia la búsqueda de algo cada vez desconocido; destellos, cuerpos de fuego con su propio gesto, viento que avanza con el fuego y, sobretodo, oscuridad cuya potencia enmudece, pero moviliza a todas las personas que la presenciamos.

La cámara, el plano y yo en mi mirada buscamos la luz y, en esa búsqueda, y desde nuestros contornos, nos hicimos simultáneas a los contornos que nos circundaban; capturábamos, así, lo que sucedía en torno a nosotras, redefiniéndonos y haciendo de cada acontecer algo azaroso.

Seguimos el curso propio de los elementos que se ordenaban y reordenaban alrededor de nosotras, aventurándonos al paisaje en negativo de Neceser. No develando el plano cinematográfico, sino exponiéndolo. Lo expusimos con nuestras miradas, con su función ordenadora y desde el objetivo, a veces ciego, de buscar la luz en medio de las sombras.

III

Gran masa oscura entre la luz y la cámara, en Neceser, mi cuerpo deviene una sombra que recorre el espacio presagiando los trayectos potenciales del fuego.

Por su parte, el fuego, plasma dúctil de cara al viento, va constituyendo una danza de proferencias inasibles que, más que ser para la cámara, traza trayectorias posibles para el ojo y para el cuerpo, de las que se va impregnando el sistema de aparatos.

Así, más que un video, Neceser puede ser visto como un sistema complejo de tándems entre las sombras, el fuego y el viento que se va plasmando, aleatoriamente, en el marco de un tamaño específico de imagen, bajo la forma imperiosa del recuerdo.

Mientras que, desde el punto de vista de la acción del cuerpo, en Neceser el performance acuciante de una red gigante de células sensibles a la luz deja de ser indispensable, para dar paso a la acción de un humor acuoso desde donde liberar hacia la tierra el peso de un sí mismo demasiado sólido; y convertirse, así, en el punto ciego de un incendio… Plasma absorto… Quiasma puro.

Con la colaboración de Dulce Trejo

Artista corporal, filósofa y performer que tiene a la base de su trabajo un cuestionamiento sobre la capacidad de los seres humanos de engendrar todo tipo de entidades. Desde acciones ínfimas, como el pesar la realidad a cada instante a través de sus órganos y sus sentidos, hasta problemas enormes y complejos que pueden incluir a la humanidad entera. Ella aborda esta cuestión recurriendo, principalmente, al movimiento somático y energético, a partituras de movimiento, a colaboraciones interdisciplinarias y a poesías corporales múltiples generadas por una escucha profunda de los cuerpos.

LOS DÍAS DE CINE

I

Quiero vivir ahí. Tengo en la mano derecha la ambición de cinefíla, y en la izquierda tengo la primera emoción, que salta a mí con la luz proyectada. El primer encuentro, el primer vistazo. Mis ojos que recorren la pantalla, queriendo guardar todo. 
La casa abierta de puerta en puerta, el o la que me deja entrar a ver y saber. La imagen que nutre los pensamientos y ordena ideas. Forma. El bosque en el que me quiero perder y después encontrar. Búsqueda. El diálogo que se incita, la primera palabra después del encuentro. Saber que hemos presenciado lo mismo y somos cómplices de un suceso perverso. Se aligera la carga, se vive con ojos nuevos y acompañada.

II

Contemplé todo mi cuerpo alerta, vi una parte del gran evento, pero después mis oídos, nariz, boca y manos me dieron la unitaria sensualidad del encuentro. Y cada encuentro es diferente porque yo soy diferente. 

III

Cabiria me miró, recibí su esperanza. Isa y Bahar se encontraron y tocaron por última vez, recibí el dolor de su despedida. Vitalina con todo su cuerpo nos dejó ver el dolor de una pérdida, pero con sus brazos, manos, rostro y pies fuertes, recibí su resiliencia. 
He visto el ancho pensamiento (diría mi querida Mercedes) de hombres y mujeres valientes que postulan su mundo posible. 

IV

Es la manera en la que sé hablar. Ahí te oigo, te atiendo querido otro.