LA UTOPÍA COMO ACTITUD DEL PORVENIR

…sin los utopistas del pasado, los hombres todavía vivirían en cavernas, desnudos y miserables. Fueron los utopistas los que delinearon la primera ciudad […]. Los sueños generosos producen realidades benéficas. La utopía es el principio de todo progreso y el ensayo de un mundo mejor.

Anatole France

Se ha hablado mucho, a lo largo de la historia, de que las utopías son ensoñaciones que nada tienen que ver con la realidad que nos acontece, que son divagaciones ilusorias y sin utilidad práctica en el mundo concreto, que deberíamos apartarlas y reconfigurar el mundo con lo que nos es palpable, que de lo que se trata es de transformar el mundo y no de interpretarlo. Quien habla así, no es consciente de que la Utopía es un fenómeno político que ocupa un imaginario para replantearse la realidad u otras posibilidades de re-habitarla. ¿Cómo podríamos transformar el mundo sin antes interpretarlo, medirlo, administrarlo, repensarlo, vislumbrar sus potencialidades, sus fallas y sus logros imaginariamente?

La Utopía no es sólo un macro-proyecto social aunque la historia de las ideas siempre lo haya visto de esa manera, todos los humanos tenemos utopías puesto que todos imaginamos situaciones cotidianas en las que suponemos una mejora de nuestra condición y una reconfiguración imaginaria de lo que todavía no es pero podría ser; un anhelo primitivo, por ejemplo, el acostarse con una mujer hermosa, podría ser una utopía privada intima cotidiana surgida de una fantasía de felicidad y perfección, sin embargo, la realidad nos hace sucumbir pues no siempre tenemos los medios o la posibilidad de acceder a la realización de esa fantasía porque el orden de las cosas no siempre es completo y satisfactorio, lo cual nos hace recurrir al mundo imaginario donde nuestros sufrimientos pueden ser purgados para así incrementar nuestro deleite, un ejemplo de este mundo es el de la literatura donde se reactiva el equilibrio entre nuestras necesidades ofuscadas y nuestros deseos. Sin embargo, este mundo imaginario no pierde de vista el mundo en el que aspira a realizarse, esta reconstrucción implica una escala de valores, hábitos y una red de relaciones para alcanzar ese fin. Algo similar ocurre en la social.

Las funciones de la Utopía suelen ser dos: la función de fuga y la función de compensación. La primera es una búsqueda de una liberación inmediata de las dificultades o frustraciones que nos han tocado vivir y la segunda trata de establecer condiciones para una liberación futura, es decir, una cumple la función de escape de la realidad, la otra la de la reconstrucción. La primera deja al mundo tal como es, la segunda trata de cambiarlo de forma que podamos inter-relacionarnos con él en nuestros propios términos.

La Utopía reivindica las las potencialidades del pasado y sus vigores vivos pero ocultos que se le escapan a las instituciones vigentes abriendo así una multitud de posibles alternativas y poniendo en perspectiva que la institución vigente sólo es una posibilidad entre muchas otras, que la realidad configurada que nos toco vivir puede ser otra si esta no funciona o que puede cambiarse según las voluntades ciudadanas. La Utopía nos muestra que no es una divagación ilusoria sino que es la simiente de una crítica implícita a la civilización, de un intento de descubrir las potencialidades que las instituciones ignoran, ocultan o soterran bajo la normalización de viejos hábitos y costumbres.

El historiador Max Nettlau en su Esbozo de historia de utopías dice: “La Utopía es un fenómeno social de todas las épocas y es una de las formas primeras y más antiguas del progreso y de la rebelión: porque el deseo de elevarse por encima de un presente que no parece aceptable más que para el usurpador, y la esperanza de que se triunfará un día, los medios para llegar, todo eso se transforma en reflexión sobre el porvenir, en visión de lo que podría hacerse —alternando en el organismo sano con el impulso a obrar hic et nunc, con la acción, el trabajo, la investigación o el experimento presentes”

. Bajo esta perspectiva podríamos decir que en toda la historia ha habido utopías pero no todas son de carácter libertario, algunas tienden a la tiranía y el autoritarismo, pues surgen del “medio gubernamentativo, municipal, educativo, del acaparamiento de la tierra, de la crítica de las costumbres, etc.” como una mejor forma de coacción y no como como una liberación. En este blog me interesan las utopías de carácter libertario porque son las que me darán pauta para pasar de las utopías de carácter popular como las rebeliones de Müntzer, las utopías de carácter ciudadano como las de los libertinos y el estudio de los grandes sistemas de pensamiento social como son los socialismos modernos (marxismo y el anarquismo).

Es curioso hablar de las utopías libertinas porque fueron modos específicos de utopías sin programas, son utopías ciudadanas cuyo modo de acción política residía en la voluntad y la conciencia de los individuos y no en la idea de Revolución ni en el programa de algún partido o en el sectarismo de alguna ideología, a esto hay que agregar el carácter del germen de la utopía en la literatura gracias a la pluma de Louis-Sébastien Mercier y Retif de la Bretonne que influenciaron la literatura utópica del siglo XIX sobretodo en Fourier.

También es interesante hacer el nexo entre las utopias del XVIII y el XIX porque es en el XVIII que surge el término socialista el cual se oponía al de individualismo y se encuentra en algunos publicistas y libelistas de esa época, como Mallet du Pan, pero Pierre Leroux lo populariza usándolo en sus artículos. Aunque los marxistas menosprecien la actitud utópica por decirse que carece de cientificidad, cabe destacar que el marxismo y anarquismo son deudores de ellos, muchas tesis de los socialistas utópicos se encuentran en las obras de Marx y de los anarquistas, por ejemplo varias tesis de Saint-Simon. Los socialistas utópicos son herederos del racionalismo y del empirismo de la Ilustración, creen en un orden natural y justo de la convivencia humana, sus doctrinas consideran a la educación como sustituto de la Revolución, rechazan la violencia y tienen fe en la persuasión mediante el discurso, tanto es así que llegan a exponer sus ideas a banqueros e industriales y algunos soberanos. No atacan al Estado pero no sienten entusiasmo por él, su confianza por la educación los lleva a la re-asociación voluntaria, su reforma es meramente moral.

Se les critica por el desconocimiento de la Historia; el carácter abstracto y no dialéctico de su racionalismo, el concepto de su naturaleza humana como ya dada; la ignorancia o negación de la lucha de clases, y del papel que le corresponde a la clase obrera en realización del socialismo. “Estas críticas, válidas sin duda desde el punto de vista del marxismo, no deben hacernos olvidar, sin embargo, que éste entronca en el socialismo utópico y particularmente en el saint-simonismo, y que, en el curso de las revoluciones marxistas-leninistas, se han reivindicado luego no pocas ideas de los socialistas utópicos, aunque sin reconocer por lo común su origen histórico, y desnaturalizándolas al fin en el contexto de un sistema político totalitario.”

Esta literatura futurista empezada por los libertinos, libelistas y novelistas del XVIII, trae consigo una influencia que tomarán los socialistas utópicos del XIX y en el siglo XX la literatura de ciencia ficción como Huxley u Orwell.