¿Un artículo para un periódico? … … tal vez.

Querido lector:


¿Recuerda usted cuando de niños, nuestros padres, nos asustaban con toda clase de seres misteriosos? Que si el coco, que si el viejo del costal, que si la bruja escaldufa, que si el hombre lobo, el nahual o los chaneques. Años después, vimos como eso se volvió una constante política. Y para muestra, un botón: el estimado y bien ponderado chupa cabras. Una criatura mítica, capaz de devorar completamente al ganado, hasta dejarlo seco… Como si de un saco de piel y huesos se tratase. Un recurso político para generar terror y desviar la mirada de temas relevantes.


¿Usted recuerda en carne viva esas historias? A usted, a la distancia, ¿le causan una tremenda sonrisa? Claro, a mí también. Recuerdo cuando me portaba mal y mi madre me amenazaba con esos monstruos. Y por supuesto: yo recomponía el camino después de pensar en uno de esos terribles emblemas de la maldad, devorando mi alma y mi cuerpo.


Y qué me diría usted si le digo que, políticamente, nos siguen haciendo lo mismo. Parece inverosímil, pero permítame insistir: ¿no me cree? Piense un par de minutos en el vapeo.

¿Qué resultó? ¿qué pensó usted? Si es de los que dijeron: «nada, no sé qué es». Lo felicito, aún no está contaminado por la mounstrificación política. Si es de los que respondió: «el vapeo es malo», «eso hace más daño que fumar», «eso causa cáncer», «en la tele dicen que eso es malísimo”, etcétera, permítame decirle que usted ha sido devorado por el monstruo. Sin deberla, ni temerla.

Pero la cosa es más simple de lo que parece: el vapeo es una herramienta para suministrar nicotina en el cuerpo a través de la evaporación de un líquido saborizado. Cada persona es responsable de sus consumos y debe estar segura de que en cada consumo hay beneficios y riesgos. Lo que no se vale es hacer monstruos donde no los hay. Como, por ejemplo, decir que el vapeo genera agua en los pulmones, o que el vapeo con nicotina causa cáncer, o que el vapeo es más dañino que el cigarro, o que el vapeo es lo mismo que el tabaquismo. Incluso, se ha dicho que el vapeo ayuda a que el COVID se transmita de manera más eficiente. Y eso convierte al vapeo en un monstruo peligroso, pero… ¿Por qué es un monstruo? Porque está basado en especulaciones, en mentiras, en fantasmagorías de las imaginaciones desbocadas. De hecho, no hay evidencia científica que avale ninguna de las afirmaciones anteriores. Es más: la humanidad cuenta con mucha evidencia científica a favor del vapeo proveniente de diferentes lugares, personas e instituciones: el Real colegio de médicos de Inglaterra, la universidad de Cataluña en España, la universidad de Catanya en Italia, la FDA en Estados Unidos, el Centro de Investigación del Uso Indebido de Drogas de Glasgow en Escocia, el Centro para el Control de Enfermedades en Estados Unidos, entre otros tantos (y si usted se pregunta: ¿en dónde puedo consultar eso? yo le responderé: fácil, en google escribe el nombre de la institución y añade la palabra «vapeo»). En fin, tenemos más evidencia a favor del vapeo que en contra. Pero eso no implica que algunos tomen esa evidencia como debe tomarse: la ciencia funciona de una forma muy específica, pero la especulación y la desinformación funcionan como quieren. Y, de hecho, cumplen dos funciones diferentes: la ciencia pretende informar, desvelar verdades a través de la experimentación. La especulación busca infundir terror a través de prácticas muy cuestionables.


Pero la jugada no está en la ciencia. La jugada está en dónde algún iluminado decidió que lo mejor era satanizar al vapeo y difundir información falsa con tal de no dañar sus intereses (¿económicos quizá? ¿Favores que deben ser pagados, quizá? ¿Quién podrá saberlo?). Y usted, queridísimo lector, ha sido víctima de esa jugarreta política indolente y vil. Pero no se sienta mal: no es su culpa, sino que es culpa de algunos que creen que su mente es infantil, manipulable y débil.Algunos creen que las personas son títeres que pueden utilizarse a voluntad.


Estaremos de acuerdo que desinformar es más fácil que informar. Incluso podríamos decir que desinformar puede ser parte de un acto repetitivo: Juan le dice X a Pepe. Pepe le cuenta equis a Manuel. Manuel le cuenta ekis a Rodrigo y Rodrigo le cuenta a Luis que el vapeo es malísimo. Tremendo ejemplo, pero las risas no faltaron, ¿eh?  La repetición es la clave: dicen por ahí que si dices una mentira mil veces, poco a poco se va a hacer verdad. Y así es como las instituciones mexicanas (como la COFEPRIS o la CONADIC) se han granjeado un renombre contra el vapeo. Repitiendo un discurso desactualizado, prohibitivo y arcaico que incluso raya en lo fascista.

Considero que las prohibiciones basadas en monstruos (como las planteadas por las instituciones antes mencionadas) son el recurso fácil para deshacerse de un potencial enemigo, pero como bien dije al principio: es mejor engañar al pueblo para que las prohibiciones entren ligeras, como traje hecho a la medida.

La información está disponible en internet, pero la decisión, a final de cuentas, es suya, queridísimo lector.

Muchas gracias.

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