El socialismo vivencial y la estética de la subversión (IV)

Sin título 1«el capitalismo se ha servido por igual del individualismo que de ciertos modos de socialismo o colectivismo para desplegarse como un modo de producción y como una cultura»

Gatillo Urbano

En algún momento se ha hecho una reflexión en torno a los «simuladores» del carnalismo, realizada por Tzcivil Balam. Si bien el enfoque y los objetivos son distintos entre ambas investigaciones, comparten un elemento -al menos de primera aproximación- y es el del carácter de la simulación y el engaño en la construcción de la comunidad.

En un mundo en donde el capitalismo venció en la gran batalla entender, exponer y llevar a cabo un acto revolucionario, es decir; el verdadero ejercicio de la Praxis se ha convertido en un reto casi imposible. Aparentemente no se puede hacer mucho cuando las consciencias están cosificadas  y no generan un proceso de deconstrucción del sí mismo capitalista (cosa que digo y diré hasta el hartazgo), sin embargo no basta decir esto para poder exponer la magnitud del problema, hay que preguntarse también ¿Cómo y cuando podemos saber si un sujeto realmente lleva a cabo su vida para la construcción del socialismo? porque en medida que podamos respondernos esto podríamos acabar con otro el «enemigo» a veces más peligroso que el identificable: la farsa y la simulación.

Un simulador quien reproduce (a la más pura metodología capitalista) los saberes, el terco que reduce los procesos históricos y políticos al más vulgar mito. El simulador es el que consume la revolución según oferta-demanda del mercado de la insurrección, el comprometido comunista que sube sus 200 selfies en la marcha por la liberación de Palestina a Facebook haciendo caras de lo más patéticas, el apologeta que se ensucia las manos sólo para echarse la loción del Che Guevara …. El simulador, en resumidas cuentas es el estafador que no ha entendido que su revolución es mercancía cultural y va por el mundo siendo su «botarga» (Son esas sus intenciones o no, por ahora no me importa)

Detrás de esto hay un par de cosas curiosas; 1)  este «producto leninista de la revolución»; el marxista de Starbucks, no es un invento del capitalismo para la domesticación de las masas, sino una apropiación de los métodos canonizadores del socialismo real. San Lenin ya existía, así como San Che o San Marx y con ellos sus devotos fieles que haría lo que fuera por llegar al Cielo rojo, lo único que faltaba era comprar sus derechos, maquillarlos y venderlos para oprimir y enriquecerse. 2) El simulador y su panfletismo puede refutarse desde Marx mismo, hablo de las Tesis II y III sobre Feuebarch. En la Tesis II Marx deja en claro el compromiso «veritativo» de la transformación social y la III plantea la vitalidad de la Revolución y la necesidad del proceso de “ida y vuelta”, de enseñar aprendiendo, proceso muy propio del ejercicio práxico, dicho ejercicio que el simulador no ha entendido lo bastante y bien, y abusando del el vanguardismo de los llamados revolucionarios profesionales de la teoría leninista, ha terminado por reafirmar su sectarismo dogmatico[1].

El simulador resulta un problema en la medida en que tiene iniciativa. Su iniciativa no busca construir para otros, sino para él mismo (algo así como el niño monstruo  del cuento de Gorki -véase; http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gorki/la_madre_del_monstruo.htm) para él, el socialismo no somos todos, sino él que nos «liberará», el socialismo no es desvalorizar los valores sino imponernos los valores del capitalismo con diferente rostro y discurso. El simulador claro que es identificable, su necesidad mesiánica hacia lo sublime de  la revolución es su obsesión. No puede vivir sin decirse profeta, sin dejar de adornar su yo, embellecerse desde su protesta… Para al final del día, dañar sistemática y eficientemente la intención de transformación de la realidad, es decir, es un ejemplo claro de lo que Jesús Sigüenza suele señalar como antifaz y proceso de mascara quebrada que busca ocultar cierta bestialidad dentro de un contexto social, no argumentaré más al respecto y sólo asumiré sus conclusiones que se adecuen para estos apuntes.

Al simulador se le combate con la Praxis, él le teme a la verdadera reivindicación de la construcción del socialismo pues supone dejar de haraganear y asumir los riesgos de su rebeldía, aunque suelen oportunistas sublimizando a quienes los combaten, pero reparar en ellos (entendidos de algún modo como monopolistas de la protesta) resultaría un desgaste fatal de energía, más bien se hay que rodearles, dejarlos sin salida posible, puesto que como cualquier simulador su característica principal es el uso de la retórica con fines egoístas y no proletarios.

Si el socialismo se ha de construir, ha de ser desde la periferia y la marginalidad…. hasta en la marginalidad intelectual misma!


[1] II

El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir unaverdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.

III

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.

-Tesis sobre Feuerbach, Karl Marx en http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Karl%20Marx/Tesis%20sobre%20Feuerbach.pdf

 

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