Desde hacia tiempo ya, venía revisando a ambos autores de tradiciones completamente distintas. Por alguna extraña razón considere que era posible encontrar un puenteo general en ciertos puntos específicos de su obra filosófica, soy completamente consciente de que defender una tesis de este calibre necesita más que una simple entraducha de blog, pero como provocación me puede abrir camino en la densa selva que implica hacer dialogar a estos dos autores.
Foucault y Lukács están en posiciones muy distintas, su vida y la producción filosófica respectiva de cada uno se mueven en diferentes registros. El profesor Foucault, lector asiduo de Heidegger, replanteo las estructura del poder y sus micro-ejercicios, así como la afirmación y exploración de las subjetividades además de dictar cátedra en el Collége de France, enfrente tenemos al heredero directo de la tradición idealista- romántica [desde Kant, pasando por Hegel, Marx, Nietzsche y siendo alumno directo de Weber y Simmel] repudiado por ortodoxos y heterodoxos y olvidado con el tiempo por ser un hereje ininteligible. Actualmente en la Academia el primero es una especie de estandarte posmoderno de los grandes críticos universitarios de la modernidad y sus estructuras de poder, el segundo ha sido pieza clave en la construcción teórica del pensamiento crítico latinoamericano. Con el debido riesgo que implica, uno podría considerar a Lukács como un autor latinoamericanizado.
Ambos, sin embargo, son necesarios para una compresión de un capitalismo disciplinar, tecnificado e insertado en la consciencia de las subjetividades. Y es ahí donde comenzaré, tomaré como textos base Vigilar y Castigar e Historia y consciencia de Clase.
Los espacios de producción, son espacio de racionalmente diseñados. Para que un capitalismo eficientemente estructurado funcione es necesario toda una docilización del cuerpo;
El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone. Una «anatomía política», que es igualmente una «mecánica del poder» está naciendo; define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina. La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos ‘dóciles’. [1]
Pero si sólo funcionase así estaríamos implicado un afuera y adentro de la relacion de poder en el marco de la producción. Es necesario que el trabajador lleve consigo siempre la consciencia de su ser social en el conjunto que habita;
Con la descomposición moderna ‘psicológica’ del proceso de trabajo (sistema Taylor), esta mecanización racional ha penetrado hasta el ‘alma’ del trabajador; hasta sus capacidades psicológicas se separan de su personalidad total, se objetivan frente a él, con objeto de insertarlas en sistemas racionales y reproducirlas al concepto calculistíco[2]
Y continua el argumento concluyendo que,
A consecuencia de la racionalización de del proceso de trabajo las propiedades y las peculiaridades humanas del trabajador se presentan como meras fuentes de error respecto al funcionamiento racional y previamente calculado[3]
La emergencia de una economía de la disciplina está de la mano con las leyes que direccionan la producción. No hay disciplina sin un objetivo de producción que legitime su posición de poder.
La «disciplina» no puede identificarse ni con una institución ni con un aparato. Es un tipo de poder, una modalidad para ejercerlo, implicando todo un conjunto de instrumentos, de técnicas, de procedimientos, de niveles de aplicación, de metas; es una «Física» o una «anatomía» del poder, una tecnología[4]
Para una comparación hay que decir que es un tipo de poder subordinado a la relación de dominación del capital, ya procesos disciplinarios son sólo un primer paso en la construcción de la consciencia en el modo de producción. El cual tiene como directriz la calculabilidad. El espacio se vuelve entonces el lugar del acontoncer de la racionalidad exacta del capitalismo.
la esencia del calculo racional descansa precisamente en la posibilidad de descubrir y calcular el decurso necesario y según las leyes de determinados acontecimientos, independientes de la ‘arbitrariedad’ individual. Su escencia consiste pues en que el comportamiento del hombre en el cálculco acertado de las posibilidades de aquel decurso, (cuyas ‘leyes’ encuentra ya ‘listas’) en la evitación hábil de las ‘casualidades’ perturbadoras mediante la utilización de dispositivos previsión, medidas defensivas, etc.[5]
La aplicabilidad está siempre atenida a un modo de producción unificador, que como premisa fundacional busca la valorización del valor. Acarreando con ello la transformación real de la totalidad social
el capitalismo ha producido, con la estructuración unitaria de la economía para toda la sociedad, una estructura formalmente unitaria de la consciencia para esa sociedad. Y esa estructura unitaria se manifiesta en el hecho de que los problemas de consciencia del trabajador asalariado se repiten en la clase dominante, refinados, sin duda, espiritualizados, precisamente por eso también agudizados [6]
La vigilancia “sella” la disciplina mientras ella aún no ha penetrado en la consciencia del sujeto
“Vigilar pasa a ser entonces una función definida, pero que debe formar parte integrante del proceso de producción; debe acompañarlo en toda su duración”
[1] Vigilar y Castigar pp. 141
[2] Historia y consciencia de clase. Pp. 105
[3] Ibid. Pp. 106
[4]Vigilar y castigar pp. 218
[5] Historia y consciencia de clase pp. 106
[6] Ibid. 108
Bibliografía:
- Foucault, M. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI. México
- Lukács, G. Historia y consciencia de clase. Grijalbo. México. 1977