Reflexiones en torno a un socialismo vivencial (V); ensayos genealógicos

“Algunas interpretaciones de Marx consideran que los filósofos no deben ser tan sólo filósofos, sino también políticos y agitadores sociales. Pero, considerar que los filósofos sólo puedan transformar el mundo convirtiéndose en políticos, significa que no pueden transformarlo como filósofos”

Gajo Petrovic, Marxismo contra stalinismo

Las reflexiones que pueden surgir desde las reconsideraciones del socialismo como una práctica cotidiana de resistencia y construcción social  parten del concepto de hombre como ser activo de la sociedad. Asumir las prácticas vivenciales como prácticas existencialistas nos permite ver que aunque pensamiento marxista y el existencialista no tienen las mismas metas teóricas ni el mismo contenido, sí convergen en ciertos puntos, entre ellos el principal es el de aceptar el papel central del hombre y de los problemas humanistas. Algo ya presente en los textos llamados de “juventud” de Marx, pero que fue olvidado casi en su totalidad por pensadores marxistas posteriores lo que como resultado la idea de sociedad como conjunto mecanizado y la consigna política de “humanismo es revisionismo” por parte del marxismo hegemónico, el marxismo-leninismo.

Todo pensamiento socialista piensa en el hombre; el hombre como sujeto de transformación social, el hombre inserto en el mecanismo social complejo, el
hombre como sujeto histórico, el hombre como autor y lector del hombre mismo.
Este enfoque nos permite (y obliga) a plantear ejercicios discursivos que
tengan al hombre como razón, pero que no sean exclusivamente antropológicos. Como lo dejan ver los estudios de Marx acerca de la economía, la industrialización o la filosofía hegeliana de lo absoluto.

El planteamiento de este tipo de tesis parte ya de algún modo de una selección muy
específica de textos y momentos históricos dentro del pensamiento socialista.
Que el socialismo se tenga que vivir y construir desde lo inmediato para la
construcción de una conciencia, presupone de  algún modo la extirpación de ciertos autores y postulados teóricos de un cierto tipo de marxismo. Dicho de otra forma, es una propuesta contextualista (a un cierto estilo gramsciano)  de la lectura y la práctica de Marx y ciertos adeptos suyos. Un activismo político desde la selección teórica.

Por ahora quiero pensar en una forma muy específica, la de las prácticas vivenciales del socialismo desde la filosofía.   Durante mucho tiempo el filósofo ha sido visto como un elemento tibio, los superficiales incluso lo ven como el sujeto aburrido, no apto cara casi ninguna cosa. La minimización de la filosofía ha vuelto indispensable el uso de la misma. Una filosofía práxica que desmonte los grandes discursos de la filosofía burguesa, que desenmascare sus trucos y los explique, una filosofía que busque la emergencia y la procedencia de los discursos como una verdadera arma de revolución. Esa es de momento la inmediatez vivencial del filósofo, al menos de cierto tipo de filósofo que se considere a sí mismo como portador vivo de la 11va tesis sobre Feuerbach.

“Pero la revolución es radical. Está pasando todavía por el purgatorio. Cumple su tarea como método…”

Karl Marx, 18 Brumario de Luis Bonaparte

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