Investigaciones genealógicas del rock; “¡Qué viva el Rey!”

Le daré el lugar que siempre han tenido a cada una de las estrellas que se me atraviesen en mi ejercicio teórico de la búsqueda del rock como forma de habitar la ciudad. No es pretensión, todos sabemos realmente quién es quién y qué lugar le corresponde, lo único que haré es hacerlo explicito. El reto real será explicar porque no es explicito y cómo se ha conjurado un velo nada inocente en el rock. Pienso específicamente en el de la Ciudad de México, la tesis que defenderé es que la ciudad suena, siempre suena, y el rock y su diversidad atienden a una forma específica del sonar urbano.

 Sin embargo, el rock no puede fragmentarse desde la geopolítica de una forma tan arbitraria, es por eso que esta primera divagación tiene por objeto someter a crítica el origen del rock tal como le conocemos en Occidente con dos de sus más grandes exponentes; Elvis Presley y Chuck Berry.

 Como primer paso necesito que mi lector se someta a la experiencia sonora de los siguientes audios (sé que fundamentaré mis reflexiones desde un enfoque demasiado empirista, pero estoy dispuesto a pagar las consecuencias por ello).

A) https://www.youtube.com/watch?v=6ROwVrF0Ceg

B) https://www.youtube.com/watch?v=BG7UL9NfP8c

 ¿Qué notamos en cada audio? Para empezar son la misma canción pero dos intérpretes distintos, bien ahora notemos sutilezas. Uno es negro y otro blanco, uno se presenta en ghettos del Sur de la Unión Americana y el segundo en Las Vegas, nótese el escenario; el primero es relativamente pequeño con suficiente espacio para los músicos y ya, el segundo por el contrario tiene luces, coristas y una pista mediamente aceptable para que el intérprete baile.

 Pero seamos más escrupulosos; ¿Por qué una misma canción necesitaría de un coro para oírse relativamente igual? Sospecho que no son razones del todo musicales. Retomemos a los intérpretes, veámoslos con detenimiento porque mientras Chuck Berry viste de traje, Elvis tiene todo un disfraz de lentejuelas y estilo muy propio (parece que el rock en Elvis va adquiriendo un fenotipo). Elvis no toca la guitarra, Berry sí (¿Hasta qué punto la relación músico-instrumento puede generar una simbiosis que legitime un ejercicio pleno del rock?). Ahora dejemos de sutilezas y hagamos la pregunta frontal; ¿Por qué un negro y un blanco cantan la misma canción? Podemos afirmar, en  base lo dicho anteriormente que el criterio racial también es social (Chuck  Berry no tiene todo el aparato cirquero visual de Elvis), ¿Qué sucedió exactamente para que el género ascendiente del blues y el jazz de Nueva Orleans dejará la estigmatización y a sus intérpretes de color para entrar en la moda del hombre blanco en voz de un “rey”? ¿Por qué había que revestir al rock con lentejuelas y peinados, con caras bonitas y anillos? ¿que necesita enmascarar?

 Claro, la música se hizo mercancía, pero no sólo eso. Se hizo “sonido” de una cultura, una cultura cuyos metarrelatos y dispositivos de control social no se podía tolerar el lujo de que  cocainómanos negros fueran los representantes de la sonoridad, había que mantener las buenas costumbres y el orden social, había entonces, que crear un cocainómano blanco que hiciera lo mismo que el negro y “coronarlo” para que su existencia (que comenzó siendo ficticia) quedara indudable y legitimada. El “rey”  debía ser, además, un blanco que se adecuase en los cánones de belleza y que a su vez crease nuevos cánones, relegando cada vez más a los verdaderos creadores de su creación.

 Pero no bastaba cambiar el rostro, había que esconder el pasado oscuro, había que quitar los harapos y el mal gusto de los negros y poner en su lugar el glamour y la elegancia del occidental. Había que suavizar las letras con coreografías y luces en lo que se desarrollaba el germen del pensamiento como negro rockanrrolero.

 Así, la historia de la música como voz en resistencia encuentra su primer gran obstáculo en la sociedad que los estigmatiza antes y después de ser música, y que paulatinamente los apropia como bienes de consumo, de una bastardizacion sistemática. Así como Occidente tiene su cuento aquel del principio de los tiempos y el primer fratricidio como condición esencial humana, así la contracultura tiene su inicio trágico y complicado.

 Este patrón no sólo sucede en el rock, se repite constantemente. En posteriores entradas mostraré como esta “esencia” acompaña, traiciona o ayuda al ejercicio sonoro en esta Ciudad.      

Aproximación a las repercusiones de la enajenación en el quehacer filosófico

 ”Los filósofos, como auténticos burgueses, pactan en la praxis con los poderes que según su teoría, están condenados

-Dialéctica de la Ilustración-

En torno al problema de la enajenación se ha vertido mucha tinta y se han torcido muchas mentes en el intento de poder darle sentido a un concepto que es clave en toda la tradición marxista. Sin embargo, al igual que muchos términos acuñados por Marx, esté también se encentra en la situación de no decir nada y decir todo (quizás sea su constante uso en la discursividad política, tanto en su modalidad masiva como en la personalizada. La desventaja de este tipo discursos, textuales y orales, cuyo objetivo falaz es el de generar la empatía de las masas hacia un determinado punto en específico, tiende a desgastar toda la complejidad teórica que sus afirmaciones implican).

  Y se suele repetir el mismo discurso sobre la alienación, el dominio de las masas, el opio del pueblo, y ¡hasta la fetichización de la política! Pero todas estas menciones parecen girar en una órbita teóricamente no-consistente, no es que no haya horizonte sino que parece que hay muchos y en sentidos encontrados.

   No se trata aquí de hacer un análisis exegético de los términos “Entfremdung” o “Verfremdung”, sino más bien de darle una aplicación a una posible interpretación del concepto utilizado por Marx, aterrizándolo en una problemática específica, que es la del quehacer filosófico. ¿Cuáles son las características principales de la obra teórica de un filósofo que se encuentra insertado en la dinámica capitalista de vida? ¿Cómo atiende su subjetividad, problemas filosóficos desde ese hecho concreto? Y ¿Cómo la filosofía entra en un estad de garante del orden social (por muy revolucionaria que se llegase a considerar a sí misma)?

Hagamos un muy brevísimo recuento de las dos formas de hacer filosofía en la época de producción capitalista, y aunque parezca no visible, puentearlo con la problemática principal.

    La Ilustración endiosa la razón, cosifica la naturaleza, mitifica el saber científico. Apologiza al mundo recién parido y el da el visto bueno a las nuevas formas de entender el Estado y el quehacer político. Particularmente la filosofía de la Ilustración se asume como el discurso vanguardista de la tan anhelada llegada del paraíso terrenal, de la muerte de los mitos y la cientifización y exactitud de la realidad. No es casual que todo esto se dé de forma conjunta y tan furibunda; se descubre el cálculo infinitesimal de Leibniz, Spinoza hace un tratado monumental de Ética al más puro matematicismo cartesiano, la gran Enciclopedia ve la luz, nacía la esperanza de la totalidad y plenitud humana. Pero también en este momento histórico nacen las grandes urbes, aparece en la escena la gran maquinaria industrial, el desarrollo de las dinámicas capitalistas que aun insignificantes, van conquistando escaños progresivamente. Nace la modernidad y con ella su discurso y sus relaciones de poder y explotación sistematizada (y esto no es para nada coincidencial). Pero la luz de la razón que llega a su cúspide en el quehacer filosófico en el Idealismo alemán,  mira con optimismo cualquier dificultad o en el más extremo de los casos ni siquiera son vistas.

  En la posmodernidad (nuestra época, la época del sentido en el sinsentido, y de la inconsistencia), en el “fin  de los metarrelatos”, en los tiempos del hombre rebelde, y del asco existencial, aun en los tiempos de la decadencia y la teoría mínima, la filosofía conserva resabios de su sueño totalizador, no renuncia a enunciar un discurso que englobe una totalidad (aunque sea una totalidad pequeña), no renuncia a un cierto delirio epistémico de la verdad y la realidad.

  La pregunta sería, ¿porque sucede esto, si en apariencia son procesos históricos contrarios? Mi eje de fundamentación es simple, decir que comparten el mismo enfoque porque son pensamientos insertos en el mismo sistema de producción, diferenciados, claro está por los diferentes momentos del capitalismo en los cuales les toca teorizar.

  El tema de la enajenación, aunque es uno de los best-seller del marxismo, es realmente una problemática posthegeliana, que encuentra su máxima problematización en el corpus marxiano. Con Hegel se inaugura una problemática completamente moderna que no se presenta en cualquier momento anterior de la historia de la filosofía. Hegel parte de la concepción del ser cósico como la autoconciencia alienada a fin de devolver de ese modo el mundo de la autoconciencia. Pero la autoconciencia sólo afirmar la cósidad abstracta, no la cosa real.

  El sujeto de la enajenación, para Hegel, es la Idea en abstracto el acto enajenador consiste pues en el peculiar procedimiento por el cual la Idea se hace otra cosa radicalmente distinta de sí, se enajena y se hace Naturaleza; y las razones de este extraño destino son de índole teológica, pues tienen que ver con los planes de la Idea para su propia perfección o autoconocimiento.

  El giro marxista consiste en  situar al hombre como el sujeto en la enajenación, el propósito del pensamiento de Marx es el de re-descubrir el terreno de la experiencia que fue abandonado por el Idealismo alemán, “bajar” a las cuestiones concretas y de las relaciones sociales que interactúan en la construcción de las sociedad y la economía. En Marx la enajenación se refiere a la explotación del hombre por el hombre, a la pérdida de autonomía y libertad de una clase social como consecuencia de la explotación a la que le somete otra clase, perdida que se origina desde la propiedad privada.[1]

   El problema terminológico que surge de la traducción del concepto Entfremdung y que oscila entre  “enajenación” y “alienación” resulta problemático ahora para mí, carezco de las armas filológicas y de aplicación filosófica para poder realizar una escrupulosa diferenciación, me arriesgaré a decir que comparten el mismo referente (y el mismo campo semántico) pero que su forma sintáctica es claramente distinta. Concediéndome el lector tal cosa, entonces me encuentro calificado para sólo utilizar el término enajenación por su cercanía lingüística de nuestra cultura.

    El hombre enajenado es aquel que está perdido de sí mismo, dicha perdida que deviene hacia una exteriorización según lo que diría la lectura hegeliana, sino una pauperización de la condición humana;  “El ser enajenado al que pertenece el trabajo y el producto del trabajo, a cuyos servicios se encuentra el trabajo y para el disfrute del cual existe el trabajo sólo por ser el propio hombre”[2]

  Es la enajenación la que subjetiva del sí mismo, las relaciones humanas  se asumen como confrontación y una pérdida de la esencia humana, una relación donde impera el yugo y la coacción al otro. La vida genérica se vuelve un medio y el ser genérico se convierte en un ser ajeno a él mismo y  a los otros. La realización del producto en relación con la des-realización del sujeto (que es asumida como castigo).

  Pero antes de caer en una posible divagación hay que decir que la enajenación en sobre todo que un problema de infraestructura que se ramifica y va alcanzando dimensiones impresionantes mientras se va insertando en las relaciones sociales. La problematización económica, que resulta ser la fundamental, se desprende de de la división diferencial de las clases antagónicas. El obrero se pierde en el proceso de producción, esta enajenado con respecto a su producto, puesto que está desposeído de él, cuando lo produce, produce Entwirklichung (des-realización).

   Y cuando el capital domina todo el sistema de producción, el obrero queda aplastado ante la confrontación de su producto de trabajo y que se torna vasallo del modo de producción de forma total, mientras más se somete, más  engrandece al monstruo que lo oprime. De esto se sigue que haya una privación casi biológica, la degradación en sólo comer, dormir y fornicar para poder generar más obreros (se pierde todo rastro de humanidad), en este sentido el proceso de producción es enajenación activa. Para Marx, la enajenación no era un sentimiento ni una condición mental, sino una condición económica y social de la sociedad de clases–en particular, de la sociedad capitalista:

“… el hombre sólo siente que actúa libremente en sus funciones animales –comer, beber y reproducirse; a lo sumo, en la vivienda y el adorno Y en sus funciones humanas sólo se siente un animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en animal[3]

  El trabajador, al menos desde esta primera aproximación se ha convertido en una mercancía más, y con ello se suscribe a toda la dinámica de la circulación. En el proceso de generación de capital se asume la pérdida de tiempo, de desgaste corporal y mental sin un beneficio concreto que no sea el de sobrevivir para seguir entregándose en el proceso que lo mata y lo mantiene vivo para seguir matándolo.

  Ahora que he englobado el problema desde su perspectiva general, toca abordar  el problema central mencionado al inicio del texto, ¿Cuál es la ubicación de la filosofía en esta dinámica? Había comentado que los filósofos de la época de la producción capitalista, son asumidos como agentes inmersos de la dinámica de producción tiende a estar necesariamente enajenado. En las líneas siguientes justificaré esta afirmación.

  El filósofo es un partícipe de la enajenación en segundo grado, de la enajenación de la enajenación. El filósofo mide el mundo desde su enajenada perspectiva; y no es posible una filosofía no enajenada en una realidad enajenada. Apoyándome en Kósik, el filosofo sólo puede captar la ‘pseudoconcreción’ de la realidad, es decir una no-realidad que se reviste de realidad, adquiere su miopía desde la condición que se decodifica por completo en el capitalismo, este velo que se presenta como anti-velo es muy propio del sistema capitalista, tomando como intimidad lo superficial. Sin embargo, lo que el quehacer filosófico debe atender es que su obrar es parte de un todo dialéctico sujeto a la producción en serie en cantidades brutales, no es un caso aislado como se hace y quiere hacer creer.

 La enajenación filosófica es particular con relación a la del obrero, puesto que  es un reflejo asumido como tal de la realidad que intenta abstraer a la universalidad. No sólo toma la enajenación como un hecho normal sino que de hecho la defiende, sin saberlo, como un hecho normal. Si asumimos la premisa clave de Marx del primer capítulo de El Capital[4], entonces al ser la producción teórica del filosofo una mercancía más, asumida como producto de una serie de relaciones sociales de producción  podemos decir, que la obra del filósofo es sólo el punto culminante de todo el proceso enajenatorio concreto en el cual está sujeto.

  El filosofo garantiza las posibilidad de una forma de pensamiento que, encerrado en sólo ver ante sí discursos y pensamientos relacionándose entre sí, genera todo un aparato teórico al respecto, al no darse cuenta que no son pensamientos los que llegan al enorme mercado profano del saber y la plenitud humana sino relaciones sociales de producción que, en su condición particular tienen como fin revestir de legitimidad del status quo, el discurso del filosofo no es simplemente un par de zapatos o una cajetilla de cigarrillos, sino es  también una mercancía que termina nuca de consumirse por completo y por tanto, se mantiene expuesta en los anaqueles del consumo hasta que el capital considere necesario desplazarle.

Las palabras de Adorno en Dialéctica de la Ilustración son lo suficientemente puntuales al respecto;

“[La filosofía] debe de contribuir a una especie de taylorismo del espíritu, a mejorar sus métodos de producción, a racionalizar la acumulación de conocimiento, a evitar el derroche de energía intelectual

(…) En contraste con sus administradores, la filosofía designa –entre otras cosas- el pensamiento que no capitula frente al trabajo vigente y no deja de escribir por tanto sus propias tareas”[5]

  El filósofo rebelde, el crítico, es tal vez el más enajenado. El filósofo conservador y consciente de ello es como el que ha vivido en la caverna platónica y no quiere salir porque encuentra satisfechas sus necesidades mundanas, pero el rebelde cree ser crítico y se compra esa idea, pero tampoco se da cuenta que “la crítica” es la forma de consumo predilecta para el capitalista, ¡consume lo contestatario! Al fin de cuentas jamás de aburrirás de ello, jamás pasará de moda, porque tu vida y tu legitimidad misma se juega en ello.

 

 

Bibliografía;

Horkheimer M., Adorno Th. W. Dialéctica de la Ilustración; Fragmentos filosóficos. Ed. Akal  

Hegel F.G. W. La fenomenología del espíritu Ed. FCE (Trad. Wenceslao Roces) México  1966

Ilienkov Ewald V. Hegel y la “enajenación”  en https://www.marxists.org/espanol/ilienkov/hegel-y-la-enajenacion.pdf

Jean Yves Calvez. El pensamiento de Carlos Marx. Ed. Taurus (versión en español de Florentino Trapero). Madrid 1973

Kosik Karel. Dialéctica de lo concreto; Estudio sobre los problemas del hombre y el mundo. en http://blogs.fad.unam.mx/asignatura/nadia_osornio/wp-content/uploads/2014/05/Dialectica-de-lo-concreto.pdf

Marx Karl. Manuscritos económico-filosóficos de 1844 en http://es.scribd.com/doc/126630628/Marx-Karl-Manuscritos-economico-filosoficos

Marx Karl. El Capital; Crítica de la Economía Política. (Trad. Pedro Scaron) Ed. Siglo XXI, México 2013

Sánchez Vázquez Adolfo. El joven Marx: los manuscritos de 1844. UNAM, 2003

 


[1]  Fritz Raddatz en su artículo “Discusión con Ludwig Feuerbach, los manuscritos económico filosóficos” (Ausernandersetzung mit Ludwig Feuerbach Ökonomsche-philosophische Manuskripte Pp. 80-86 (selección))   expone que la cuestión de la enajenación parte de la postura de Hegel y de una mirada crítica de la fenomenología y la superación dialéctica de la misma, proponiendo al comunismo  como solución al conflicto hombre-naturaleza.

[2] Manuscritos económico – filosóficos de 1844 pp. 115

[3] Ibidem.

[4] El Capital Pp. 43

[5] Filosofía y división del trabajo en Dialéctica de la Ilustración Pp. 288

Algunos apuntes para un socialismo vivencial (III); La insurreción creativa de la Praxis

“Marx consideraba que la sociedad que ha de surgir como negación del capi­talismo no ha de ser únicamente una negación del orden económico capitalista, sino también una negación de la relación existente entre las diferentes «esferas» característi­cas de la sociedad de clases; no solamente ha de abolirse la primacía de la esfera económica, sino también la atomización del hombre en esferas extrañas entre sí.”

-Gajó Petrovic,  Filozofija i Marksizam

Hasta ahora las dos anteriores entradas dejan en suspenso algunos puntos nodales de la discusión en torno al socialismo, no es que la ignore más bien que quiero «rodearlas» y ya que no tengan aparente salida, darles el tiro de gracia. No sé cuanto me tarde esto, pero algún momento en la vida lo haré.

Los puntos que saltan a la vista en las dos entradas anteriores son;

1) Las notas definitorias para la emergencia del «hombre nuevo»

2) El papel reaccionario de la conciencia cosificada en el capitalismo, como impedimento de una construcción eficiente de una alternativa. El Estado y su funcionalidad ideológica

Ahora buscaré mencionar algo en torno al papel de la praxis como detonador de una nueva conciencia, crítica y poderosa que pueda hacerle frente a una realidad tan complejizada.

La Praxis, entendida como la dialéctica de la acción revolucionaria, ha sido desde la Tesis XI sobre Feuerbach todo un problema necesario de ser abordado (y que esta responsabilidad recayó sobre todo en el marxismo critico, el cual considera ingenuo asumir por praxis  el papel apostólico que suele adjudicarse a sí mismo el Partido del marxismo militante)  sobre todo porque nos plantea la posibilidad de una metodología de la Revolución constante en un sistema que nos exige una resistencia multifacética. Pareciera innecesario teniendo a personalidades como Adolfo Sánchez Vázquez, Gramsci o el Grupo Yugoslavo, el escribir sobre la praxis y presentar alternativas sobre está, pero no lo es tanto cuando la finalidad es la de reinsertar estas discusiones teórico – políticas en un ambiente que las exige.

No se puede escribir sobre un socialismo vivencial sin adquirir los compromisos mínimos necesarios, y estos apuntes apelan a los sucesos concretos de un sistema capitalista en época de las postideologías. Si tiene algún sentido optar por la teoría en un tiempo que parece mejor la búsqueda de salidas eficientes, es porque en ella está el germen desiderativo que nos permitirá la segunda siempre en el amparo de una Utopía, entendida como la posibilidad enmancipatoria.

¿Qué se busca rescatar de la Praxis en la dinámica capitalista contemporánea? En primer momento su valor como necesidad histórica, y que este valor debe apelar a un estricto conocimiento de lo escrito de ella para poder construir desde ella. Si se prescinde de la dinámica pensar-hacer-pensar-pensar-hacer, inevitablemente todo sueño de transformación terminara fracasando

 

 

El socialismo vivencial y la estética de la subversión (IV)

Minientrada

Sin título 1«el capitalismo se ha servido por igual del individualismo que de ciertos modos de socialismo o colectivismo para desplegarse como un modo de producción y como una cultura»

Gatillo Urbano

En algún momento se ha hecho una reflexión en torno a los «simuladores» del carnalismo, realizada por Tzcivil Balam. Si bien el enfoque y los objetivos son distintos entre ambas investigaciones, comparten un elemento -al menos de primera aproximación- y es el del carácter de la simulación y el engaño en la construcción de la comunidad.

En un mundo en donde el capitalismo venció en la gran batalla entender, exponer y llevar a cabo un acto revolucionario, es decir; el verdadero ejercicio de la Praxis se ha convertido en un reto casi imposible. Aparentemente no se puede hacer mucho cuando las consciencias están cosificadas  y no generan un proceso de deconstrucción del sí mismo capitalista (cosa que digo y diré hasta el hartazgo), sin embargo no basta decir esto para poder exponer la magnitud del problema, hay que preguntarse también ¿Cómo y cuando podemos saber si un sujeto realmente lleva a cabo su vida para la construcción del socialismo? porque en medida que podamos respondernos esto podríamos acabar con otro el «enemigo» a veces más peligroso que el identificable: la farsa y la simulación.

Un simulador quien reproduce (a la más pura metodología capitalista) los saberes, el terco que reduce los procesos históricos y políticos al más vulgar mito. El simulador es el que consume la revolución según oferta-demanda del mercado de la insurrección, el comprometido comunista que sube sus 200 selfies en la marcha por la liberación de Palestina a Facebook haciendo caras de lo más patéticas, el apologeta que se ensucia las manos sólo para echarse la loción del Che Guevara …. El simulador, en resumidas cuentas es el estafador que no ha entendido que su revolución es mercancía cultural y va por el mundo siendo su «botarga» (Son esas sus intenciones o no, por ahora no me importa)

Detrás de esto hay un par de cosas curiosas; 1)  este «producto leninista de la revolución»; el marxista de Starbucks, no es un invento del capitalismo para la domesticación de las masas, sino una apropiación de los métodos canonizadores del socialismo real. San Lenin ya existía, así como San Che o San Marx y con ellos sus devotos fieles que haría lo que fuera por llegar al Cielo rojo, lo único que faltaba era comprar sus derechos, maquillarlos y venderlos para oprimir y enriquecerse. 2) El simulador y su panfletismo puede refutarse desde Marx mismo, hablo de las Tesis II y III sobre Feuebarch. En la Tesis II Marx deja en claro el compromiso «veritativo» de la transformación social y la III plantea la vitalidad de la Revolución y la necesidad del proceso de “ida y vuelta”, de enseñar aprendiendo, proceso muy propio del ejercicio práxico, dicho ejercicio que el simulador no ha entendido lo bastante y bien, y abusando del el vanguardismo de los llamados revolucionarios profesionales de la teoría leninista, ha terminado por reafirmar su sectarismo dogmatico[1].

El simulador resulta un problema en la medida en que tiene iniciativa. Su iniciativa no busca construir para otros, sino para él mismo (algo así como el niño monstruo  del cuento de Gorki -véase; http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gorki/la_madre_del_monstruo.htm) para él, el socialismo no somos todos, sino él que nos «liberará», el socialismo no es desvalorizar los valores sino imponernos los valores del capitalismo con diferente rostro y discurso. El simulador claro que es identificable, su necesidad mesiánica hacia lo sublime de  la revolución es su obsesión. No puede vivir sin decirse profeta, sin dejar de adornar su yo, embellecerse desde su protesta… Para al final del día, dañar sistemática y eficientemente la intención de transformación de la realidad, es decir, es un ejemplo claro de lo que Jesús Sigüenza suele señalar como antifaz y proceso de mascara quebrada que busca ocultar cierta bestialidad dentro de un contexto social, no argumentaré más al respecto y sólo asumiré sus conclusiones que se adecuen para estos apuntes.

Al simulador se le combate con la Praxis, él le teme a la verdadera reivindicación de la construcción del socialismo pues supone dejar de haraganear y asumir los riesgos de su rebeldía, aunque suelen oportunistas sublimizando a quienes los combaten, pero reparar en ellos (entendidos de algún modo como monopolistas de la protesta) resultaría un desgaste fatal de energía, más bien se hay que rodearles, dejarlos sin salida posible, puesto que como cualquier simulador su característica principal es el uso de la retórica con fines egoístas y no proletarios.

Si el socialismo se ha de construir, ha de ser desde la periferia y la marginalidad…. hasta en la marginalidad intelectual misma!


[1] II

El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir unaverdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.

III

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.

-Tesis sobre Feuerbach, Karl Marx en http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Karl%20Marx/Tesis%20sobre%20Feuerbach.pdf