Carta a Adolfo Sánchez Vázquez (A modo de homenaje).

Ciudad de México, día desconocido de un poco conocible 2015

 Camarada Adolfo;

Un saludo cordial desde la intemporalidad y la incongruencia del espacio. Un saludo de quien, sin conocerte, te guarda el cariño y estima que sólo se le puede tener a un mentor.

Hoy te escribo una carta sabiendo que nunca podrás leerla, te escribo una carta habiendo cien mil cosas mejores que hacer en el mundo, y más en el mundo de la juventud desenfrenada. Juventud que no piensa, que no se detiene, que vive el “hoy”. Bueno Adolfo, para serte sincero no me siento del todo un juvenil, no en el sentido en el que dicta y demandan las actuales buenas consciencias, no quiero apologizarme y decir que soy el contra-modelo del hombre, que soy diferente y “critico”. Sólo pongamos que te escribo una carta mientras oigo milongas de cabaret porteño y tomo café. Sí, soy un aguado.

Pero volvamos al punto, si es que hay tal en una carta de este tipo. Te escribo a modo de homenaje, como una forma de agradecerte lo que hiciste por la filosofía, por el marxismo, y claro, por la FFyL en cuyos pasillos andabas y debatías, en los cuales ahora yo fumo y blasfemo por todo (o casi todo). Sin embargo soy un tanto egoísta y quiero agradecerte principalmente de lo que de alguna forma has hecho por mí, pero si nunca nos conocimos ¿cómo pudiste haber hecho algo por mi? Bueno, lo voy explicar, llegaste en un libro de la editorial FCE cuando no tenía realmente mucho en que creer del socialismo (yo, como tú, intuí que algo no andaba del todo bien. Yo buscaba respuestas y la santa biblia del leninismo no me las iba a dar nunca. Había que buscar en otro lado, errar por las campiñas de los saberes si lo que quería era seguir combatiendo de algún modo… era eso o volverme anarco-capitalista austriaco, y aunque tuve “encuentros informales” nunca fue esa  mi opción “matrimonial”) hablabas de un joven Marx y yo no te entendía un carajo, de que Althusser desatendía cuestiones importantes y seguía sin entenderte… Pero eras paciente, volvías al punto de forma comprensible. No querías mostrarte como un maestro aleccionador, sino como un amigo que acompañaba a descubrir en hilo importante… No eras pues, Stalin.

Paso el tiempo, tu tesis doctoral y yo nos encontramos. Para entonces estaba un poco más preparado, Te leí y releí, compare ambas ediciones, tome algún curso referente, intenté profundizar en tu pensamiento. Confieso que fue un poco difícil, fue complicada la tarea. Aunque siempre estuviste ahí para desmentirlos, para tomarlo con calma… para decir que el marxismo se vive (se habita como dijeran otros muy apreciados colegas), sin tanto farfullo ni porte. Uno sólo tiene que ir por el mundo sembrando futuro, aprendiendo a sembrarlo mejor dicho.

‘¿Adolfo, se puede soñar en estos días?’ Te llegué a preguntar mientras encendía un cigarrillo y esperaba tu respuesta. Fumaba y fumaba, fumando esperaba. Con tiempo y paciencia fuiste explicándome que los sueños no se adoptan, se construyen, se van sacando casi de la nada, se van metiendo poco a poco en el complejo tejido social, toman fuerza y golpean. Golpean como nunca lo hubiéramos pensado, golpean y su golpe es de los que no cicatrizan nunca.

Adolfo, dormías con el arrullo de fusiles, con la tranquilidad de saber que podrías no despertar. Viviste cada día con la sensación de no saberte ni de aquí ni de allá, y aun así seguiste hablando de marxismo. Apoyaste a una Revolución Cubana siendo exiliado político del principal aliado de E.U. en la región, apoyaste a los jóvenes de la Universidad  demostrando de nada puede detener la convicción [Cuando está es verdadera] de un hombre. Eso, camarada Adolfo, no se puede homenajear ni con cien edificios con tu nombre.

Y en la Universidad mientras se discutía del “ser mexicano”, de la metafísica de Heidegger y del inicio de la universalidad de la filosofía en América, tú leías yugoslavos, húngaros y te carteabas con cubanos. Bueno, todo tenemos derecho a estar un poco locos. Fue ese andar el que formó al maestro, a quien no dejó de creer en la alternativa al capitalismo aun cuando el muro se caía, y con él los sueños de miles y miles.

Es una lástima no haberte conocido, no físicamente. Mientras tú morías yo era un mocoso jugando a vivir, venía de aquí a allá por la Ciudad, a ratos con compañera a ratos solo. Creyendo que el socialismo era uno sólo y que la preparatoria no acabaría nunca. Y más para atrás, mientras tú apoyabas al Movimiento Zapatista de Liberación Nacional en calidad de un gigante de la intelectualidad mexicana, un matrimonio joven de campesinos emigrados a la Ciudad recibía en sus brazos a su primogénito varón.

Nos tocaron tiempos distintos, problemáticas diversas, contextos no muy similares. Pero las firmes intenciones de construir una utopía nos hermanan, quizás la utopía que pensaste no sea la que yo empiezo a construir teóricamente, eso no importa.  Lo importante es no dejar de luchar, no dejar de soñar, de tejer en las letras la posibilidad de resistir al caos.

Recibe afectuoso abrazo de mi parte, de un alumno que no está formado, que está de acuerdo y en desacuerdo constante contigo, que se construye como sujeto y que busca en ti, de algún modo, un tipo de guía. Recibe un abrazo de quien tratará de no llevarte en los labios como rosario, que tratará mas bien de utilizarte como herramienta para explicarse la realidad. Como tú te serviste de unos y como, espero, los que vienen se sirvan de uno.

Y al final me pregunto;

¿Esta carta tiene un final?

….

poeta

Algunos apuntes para un socialismo vivencial (III); La insurreción creativa de la Praxis

“Marx consideraba que la sociedad que ha de surgir como negación del capi­talismo no ha de ser únicamente una negación del orden económico capitalista, sino también una negación de la relación existente entre las diferentes «esferas» característi­cas de la sociedad de clases; no solamente ha de abolirse la primacía de la esfera económica, sino también la atomización del hombre en esferas extrañas entre sí.”

-Gajó Petrovic,  Filozofija i Marksizam

Hasta ahora las dos anteriores entradas dejan en suspenso algunos puntos nodales de la discusión en torno al socialismo, no es que la ignore más bien que quiero «rodearlas» y ya que no tengan aparente salida, darles el tiro de gracia. No sé cuanto me tarde esto, pero algún momento en la vida lo haré.

Los puntos que saltan a la vista en las dos entradas anteriores son;

1) Las notas definitorias para la emergencia del «hombre nuevo»

2) El papel reaccionario de la conciencia cosificada en el capitalismo, como impedimento de una construcción eficiente de una alternativa. El Estado y su funcionalidad ideológica

Ahora buscaré mencionar algo en torno al papel de la praxis como detonador de una nueva conciencia, crítica y poderosa que pueda hacerle frente a una realidad tan complejizada.

La Praxis, entendida como la dialéctica de la acción revolucionaria, ha sido desde la Tesis XI sobre Feuerbach todo un problema necesario de ser abordado (y que esta responsabilidad recayó sobre todo en el marxismo critico, el cual considera ingenuo asumir por praxis  el papel apostólico que suele adjudicarse a sí mismo el Partido del marxismo militante)  sobre todo porque nos plantea la posibilidad de una metodología de la Revolución constante en un sistema que nos exige una resistencia multifacética. Pareciera innecesario teniendo a personalidades como Adolfo Sánchez Vázquez, Gramsci o el Grupo Yugoslavo, el escribir sobre la praxis y presentar alternativas sobre está, pero no lo es tanto cuando la finalidad es la de reinsertar estas discusiones teórico – políticas en un ambiente que las exige.

No se puede escribir sobre un socialismo vivencial sin adquirir los compromisos mínimos necesarios, y estos apuntes apelan a los sucesos concretos de un sistema capitalista en época de las postideologías. Si tiene algún sentido optar por la teoría en un tiempo que parece mejor la búsqueda de salidas eficientes, es porque en ella está el germen desiderativo que nos permitirá la segunda siempre en el amparo de una Utopía, entendida como la posibilidad enmancipatoria.

¿Qué se busca rescatar de la Praxis en la dinámica capitalista contemporánea? En primer momento su valor como necesidad histórica, y que este valor debe apelar a un estricto conocimiento de lo escrito de ella para poder construir desde ella. Si se prescinde de la dinámica pensar-hacer-pensar-pensar-hacer, inevitablemente todo sueño de transformación terminara fracasando

 

 

El socialismo vivencial y la estética de la subversión (IV)

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Sin título 1«el capitalismo se ha servido por igual del individualismo que de ciertos modos de socialismo o colectivismo para desplegarse como un modo de producción y como una cultura»

Gatillo Urbano

En algún momento se ha hecho una reflexión en torno a los «simuladores» del carnalismo, realizada por Tzcivil Balam. Si bien el enfoque y los objetivos son distintos entre ambas investigaciones, comparten un elemento -al menos de primera aproximación- y es el del carácter de la simulación y el engaño en la construcción de la comunidad.

En un mundo en donde el capitalismo venció en la gran batalla entender, exponer y llevar a cabo un acto revolucionario, es decir; el verdadero ejercicio de la Praxis se ha convertido en un reto casi imposible. Aparentemente no se puede hacer mucho cuando las consciencias están cosificadas  y no generan un proceso de deconstrucción del sí mismo capitalista (cosa que digo y diré hasta el hartazgo), sin embargo no basta decir esto para poder exponer la magnitud del problema, hay que preguntarse también ¿Cómo y cuando podemos saber si un sujeto realmente lleva a cabo su vida para la construcción del socialismo? porque en medida que podamos respondernos esto podríamos acabar con otro el «enemigo» a veces más peligroso que el identificable: la farsa y la simulación.

Un simulador quien reproduce (a la más pura metodología capitalista) los saberes, el terco que reduce los procesos históricos y políticos al más vulgar mito. El simulador es el que consume la revolución según oferta-demanda del mercado de la insurrección, el comprometido comunista que sube sus 200 selfies en la marcha por la liberación de Palestina a Facebook haciendo caras de lo más patéticas, el apologeta que se ensucia las manos sólo para echarse la loción del Che Guevara …. El simulador, en resumidas cuentas es el estafador que no ha entendido que su revolución es mercancía cultural y va por el mundo siendo su «botarga» (Son esas sus intenciones o no, por ahora no me importa)

Detrás de esto hay un par de cosas curiosas; 1)  este «producto leninista de la revolución»; el marxista de Starbucks, no es un invento del capitalismo para la domesticación de las masas, sino una apropiación de los métodos canonizadores del socialismo real. San Lenin ya existía, así como San Che o San Marx y con ellos sus devotos fieles que haría lo que fuera por llegar al Cielo rojo, lo único que faltaba era comprar sus derechos, maquillarlos y venderlos para oprimir y enriquecerse. 2) El simulador y su panfletismo puede refutarse desde Marx mismo, hablo de las Tesis II y III sobre Feuebarch. En la Tesis II Marx deja en claro el compromiso «veritativo» de la transformación social y la III plantea la vitalidad de la Revolución y la necesidad del proceso de “ida y vuelta”, de enseñar aprendiendo, proceso muy propio del ejercicio práxico, dicho ejercicio que el simulador no ha entendido lo bastante y bien, y abusando del el vanguardismo de los llamados revolucionarios profesionales de la teoría leninista, ha terminado por reafirmar su sectarismo dogmatico[1].

El simulador resulta un problema en la medida en que tiene iniciativa. Su iniciativa no busca construir para otros, sino para él mismo (algo así como el niño monstruo  del cuento de Gorki -véase; http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/rus/gorki/la_madre_del_monstruo.htm) para él, el socialismo no somos todos, sino él que nos «liberará», el socialismo no es desvalorizar los valores sino imponernos los valores del capitalismo con diferente rostro y discurso. El simulador claro que es identificable, su necesidad mesiánica hacia lo sublime de  la revolución es su obsesión. No puede vivir sin decirse profeta, sin dejar de adornar su yo, embellecerse desde su protesta… Para al final del día, dañar sistemática y eficientemente la intención de transformación de la realidad, es decir, es un ejemplo claro de lo que Jesús Sigüenza suele señalar como antifaz y proceso de mascara quebrada que busca ocultar cierta bestialidad dentro de un contexto social, no argumentaré más al respecto y sólo asumiré sus conclusiones que se adecuen para estos apuntes.

Al simulador se le combate con la Praxis, él le teme a la verdadera reivindicación de la construcción del socialismo pues supone dejar de haraganear y asumir los riesgos de su rebeldía, aunque suelen oportunistas sublimizando a quienes los combaten, pero reparar en ellos (entendidos de algún modo como monopolistas de la protesta) resultaría un desgaste fatal de energía, más bien se hay que rodearles, dejarlos sin salida posible, puesto que como cualquier simulador su característica principal es el uso de la retórica con fines egoístas y no proletarios.

Si el socialismo se ha de construir, ha de ser desde la periferia y la marginalidad…. hasta en la marginalidad intelectual misma!


[1] II

El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir unaverdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.

III

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.

-Tesis sobre Feuerbach, Karl Marx en http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Karl%20Marx/Tesis%20sobre%20Feuerbach.pdf

 

Algunos apuntes para un socialismo vivencial (II)

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Quiero empezar esta entrada delimitando que NO haré a lo largo de estos apuntes. La noción de socialismo vivencial que quiero defender no es una Idea platónica, ni un manual del “buen comunista”,  es una forma de entender a las relaciones de poder que están insertadas en el capitalismo, así como la forma en que se ejecuta y reproduce la explotación en el mismo va más allá de lo que puede ver, es entender que la plena convicción del socialismo no está en la empuñadura de un fusil o en la memorización de cientos de miles de palabras sino en los pequeños actos que constituyen al individuo.

Tampoco es esto una lectura desde la teoría mínima, no es decir que “cosas pequeñas hacen grandes cambios” como suele conformarse el moralismo burgués, más bien es decir que “toda intención de cambio de orden social está precedida de un brutal cambio de consciencia” y que aún antes de poder comprender las tesis alternativas del marxismo se debe haber comprendido bien que el cuidado del sí-mismo y de los otros genera comunidad.

Estos apuntes tampoco son líneas aisladas, considero que deben leerse siempre acompañadas del análisis deconstructivo del modo de producción capitalista y de sus implicaciones en la organización de la sociedad, sólo así el poder hablar del socialismo viviencial resulta medianamente coherente.

Retomemos la tradición marxista. El objetivo del socialismo es la supresión del Estado, acabándose el estado el socialismo carece de sentido y también cae, dando paso a la nueva sociedad comunista. Sin embargo, el Estado es más que la entidad abstracta que se encarga de la granpolitica, el Estado (apellidado parasitario por el leninismo) también es más que discurso, más que ideología… es dispositivo de control.

Lenin nos da pistas para poder concluir esto en El Estado y la Revolución  donde se plantea la organización de la sociedad comunista y como se llegará a está partiendo de las bases capitalistas, si bien hay un exacerbado optimismo al respecto podemos notar ya desde estos textos cuyo carácter es netamente político la importancia de la revolución de la conciencia en el ejerció de la praxis revolucionaria

Y sólo entonces <en la sociedad comunista> la democracia comenzara a extinguirse por la sencilla razón de que los hombres, liberados de la opresión capitalista, de los innumerables horrores, bestialidades, absurdos y vileza de la explotación capitalista, se habituaran  poco a poco a la observación a las reglas elementales de conviviencia, conocidas a lo largo de los siglos y repetidas desde hace miles de años en todos los precetos, a observarlas sin violencia, sin coacción, sin subordinación…”[1]      

Resulta ser un poco más complejo de lo que llegó a decir Althusser  sobre los aparatos ideológicos del Estado, si bien existen mecanismo que legitiman y garantizan el orden social, no son reducibles a la mera apariencia (resultaría una conclusión muy lejana de la dialéctica materialista aquella que afirme una verticalidad entre estructura-superestructura) el tinglado que le da forma al ‘Estado’ es toda una serie de relaciones de poder dispersas que, aun estando en constante choque, logran una unidad y una uniformidad y es la de plantear por encima de todo que es imposible, plantearnos siquiera, un mundo enteramente diferente a esté.

Este “mini-Estado” mental, al igual que el Estado sólo puede funcionar a través de la represión brutal y la crueldad excesiva (irracional en lo singular, pero eficiente en lo global). Resulta por tanto, necesario volcar esos finos mecanismos intrínsecos en las relaciones intrapersonales.


[1] Lenin, El Estado y la Revolucion pp. 109-110