I. Puntos emergentes sobre de la muerte y resurrección del Jesús Judío en el relato de Marcos.

La cristología se entiende en un nivel muy básico cómo la profesión de fe al reconocer en la figura de Jesús al Cristo, reflexión hecha por las primeras comunidades cristianas por lo menos veinte años después de la muerte de éste, y consolidado posteriormente por la teología paulina para afirmarse posteriormente en el dogma declarado por los Concilios Ecuménicos. Con el transcurso del tiempo el contexto en el cuál las definiciones del dogma llevaron a situar la resurrección como un hecho meta histórico, y por tanto, a un Jesús revestido de divinidad, con la humanidad apenas como una mención y fuera de su contexto. Lo anterior corre el riesgo de asumir una postura que nos aleje de la vivencia que la primera comunidad intentaba comunicar y experimentar cómo resurrección. Si bien los evangelios no son relatos históricos, nacen a luz de la vivencia de la resurrección en el seno de una comunidad. Luego entonces los contenidos de los evangelios están elaborados a partir de una línea teológica de la cual, si se pretende hace una reflexión seria, no es conveniente leer e interpretar de manera literal.   Cada comunidad apela a un contexto propio de desarrollo.   Por ejemplo, cuando en Marcos se habla de los milagros, no hay que entender literalmente que ocurrían hechos que rompían con las leyes físicas del universo. La sociedad judía del siglo I, concretamente en Galilea, entendían el milagro como parte común de la vida: el hecho de despertar y poder pronunciar cada día el Shemá Israel era ya un milagro cotidiano. El milagro radica en aquel acto que irrumpe en la cotidianeidad de la vida; así, en el episodio de la multiplicación de los 5 panes y 2 peces, el milagro no está en que mágicamente la comida se haya multiplicado, sino en que cada cual pudo poner en común aquello que llevaba de alimento de tal manera que alcanzara para todos e incluso sobrara. El número 7 representa la plenitud de Dios, el milagro se ha obrado en la comunidad que ha logrado hacerse posible en un momento en el cual todos tenían hambre y parecía no haber suficiente alimento.

De la misma manera los relatos de la Muerte y la resurrección obedecen no tanto a un hecho histórico al pie de la letra, sino que, por una parte a la elaboración teológica del texto, y por otra a la vivencia en comunidad, ligada por supuesto a la interpretación teológica y encarnada en los actos de Jesús.   Esto puede entenderse de una mejor manera bajo la justificación presentada por Busto Sainz en su libro Cristología para empezar: cada evangelio es una forma de predicación sobre Jesús de Nazaret y la experiencia de encuentro con el Resucitado en una comunidad determinada con sus propios problemas y tensiones; a veces las sentencias o actos que Jesús hace en los evangelios responden a la reflexión que la comunidad hace de sí misma, la comunidad pasa por la pasión, muerte y resurrección al lado de Jesús. Así los evangelios no pueden considerarse cómo una fuente histórica, puesto que no narran la historia de Jesús, sino una predicación teológica de la experiencia del Resucitado. Lo anterior puede extraerse a través de un método crítico conocido cómo exégesis; revisando el contexto histórico del texto, lugar de procedencia, datación y problemas a los cuales se enfrenta la comunidad. Es claro que nunca podremos llegar a conocer exactamente las problemáticas que la comunidad vivía, pero las herramientas historiográficas y una lectura atenta nos permiten acércanos a lo que cada comunidad pretendía mostrar. Así el método exegético de los evangelios permite acercarnos a la figura del llamado Jesús histórico, liberado del dogma del Cristo, así cómo la visión que la comunidad tenía de éste Jesús.

El evangelio de Marcos fue escrito por lo menos 30 años después de la muerte de Jesús, los testigos oculares ya no existían, pero se conservaba una tradición oral y, muy probablemente, un texto que recopilaba los dichos de Jesús y que los estudios sobre Cristología conocen como la Fuente Q (Quelle) que sirvió de base para el texto de Marcos. Según Duliztly, los relatos sobre la Pasión y muerte eran evitados en un principio por la comunidad que escribió el texto de Marcos, pues la muerte de cruz no era algo digno de recordarse, y a lo más se hacía presente en el memorial de la Cena del Señor; el relato evangélico fue construido de atrás para adelante, desde la Pasión y muerte hacia atrás, teniendo como centro la prédica del Reino que tiene su acción en Galilea dentro del Relato de Marcos. Apegándome a que el texto presenta un relato teológico que permite la interpretación de los diversos pasajes, y a las observaciones de Busto y Duliztly, la elaboración de la mayoría de los episodios del relato de la Pasión no corresponden a los hechos históricos: Si Jesús fue tomado preso por una cohorte romana, puede leerse entre líneas que era considerado cómo un subversivo al Imperio, muy probablemente zelota (esto debido a que varios de sus acompañantes eran zelotas, el que Pedro llevara una espada corta o sicari denota lo anterior). Los sujetos llegados con varias armas y palos no podían ser guardias del Templo dado que se prohibía el personal armado, y los pocos guardias que pudieran haber estaban limitados a actuar dentro del Templo. Tanto Marcos como Juan conservan la palabra Cohorte* como aquellos que llegan a apresar a Jesús por lo cual puede decirse que tenía una orden de detención y que su mensaje era conocido por los romanos, la acusación recaía probablemente en haberse declarado como el mesías davídico unos días antes. Es poco probable que fuera llevado ante el Sumo sacerdote y que sólo existiera el juicio ante Pilatos, dado que los judíos tenían prohibido emitir juicios y las actividades del Templo era vigiladas todo el tiempo desde la fortaleza romana conocida como Antonia. Probablemente la acusación teológica sobre los judíos fue producida al momento de escribir el texto para marcar la separación entre judeocristianos y judíos, y poner al Imperio cómo aquellos que se mostraron benevolentes al momento de juicio, hecho poco probable.

Jesús muere cómo un sedicioso con la pena capital. Dentro del judaísmo se consideraba que los crucificados, al estar desnudos y con un cuerpo maltratado, mueren abandonados por Dios, dejando el cuerpo expuesto a la putrefacción y a que perros salvajes y cuervos los devoren. Por otra parte era un proceso de muerte larga, pues duraban varios días en el madero. Si Jesús murió condenado por sedición en la cruz, es muy probable que haya terminado como el resto de los crucificados. El impacto de que Jesús haya muerto de ésta manera provocó en la comunidad primitiva que el hecho fuera poco mencionado, dado lo terrorífico y poco digno que resultaba el episodio, y que en su lugar la comunidad se centrara en la vivencia de seguir haciendo lo que Jesús hacía en Galilea.   El evangelio de Marcos termina originalmente en 16, 8, lo cual quiere decir que los relatos sobre las apariciones son añadidos posteriores. En el texto aparece el término aggelos para indicar a las mujeres que aquel a quién buscan no está en la tumba. Aggelos refiere a mensajero y no a ángel como se entiende actualmente. Dado que el evangelio de Marcos surge como una catequesis para los nuevos miembros de la comunidad, se les da a entender mediante éste relato que es inútil buscar el cuerpo de Jesús, pues él está vivo y encarnado en los actos de la comunidad misma, pues el mensajero les dice “Vayan a Galilea sobre sus pasos y allí lo verán”, es decir, sigan el actuar de Jesús, encárnenlo en su actuar comunitario y ahí estará presente. El relato de la Tumba vacía se dio probablemente a que los neo conversos que no estaban inmersos en el judaísmo, llegaban buscando la tumba de Jesús, dado quera el personaje importante del cual se predicaba, pero no la hallaban por el simple hecho de que no existía la tumba. Así quienes llegaban buscando la Tumba pasan a figurar en el evangelio como las mujeres, y el cuidador de tumbas cómo el mensajero. Al desmenuzar el evangelio de Marcos de ésta manera, podemos encontrar ya rastros de lo que conforma al Jesús Judío, es decir, aquel que vivió y fue condenado por sedición, lo cual lleva al siguiente apartado de los dos relatos sobre Jesús presentes en Marcos.

vlcsnap-2015-02-17-03h20m35s228* Una Cohorte consiste en la guardia romana de alto impacto, eran unidades tácticas compuestas por 3 manípulos y 2 centurias. Existían dos tipos de cohortes para la seguridad civil: las urbanas, cuya operación era de día; y las vigilum, que operaban en la noche.   Es probable que en realidad no haya sido la cohorte completa la que haya realizado la detención, sino quizá miembros de una centuria, puesto que sería demasiada gente para un individúo y su guardia personal, pero el término preservado en los evangelios de Marcos y Juan refiere indudablemente a que la aprehensión fue realizada por los romanos y no por los judíos, como relata el relato antisemita incrustado en los evangelios.

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Bibliografía

-Busto Saiz J.R. Cristología para empezar. Sal Terrae. Madrid, 1991.

-Dulitzly, Jorge. ¿Quién condenó a Jesús?. Biblos. Buenos Aires, 2005.

-Heller, Agnes. La Resurrección del Jesús Judío. Herder. Barcelona. 2007

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