Introducción.
La Genealogía inaugurada por Nietzsche como enfoque de estudio y análisis para delimitar las problemáticas de su tiempo y romper con el establecimiento de una verdad, permite la recreación de los conceptos y un acercamiento a estos sin considerarlos como una verdad inmutable. En lugar de buscar un origen mítico que nos aleje de los puntos ricos al abordar un problema, el situarse históricamente y valerse de sus herramientas nos permite agudizar los detalles que permitieron la emergencia de una problemática a estudiar, resignificando así los conceptos y ayudándonos a romper con su convencionalismo, permitiendo así una interpretación y comprensión más completa sobre la problemática al analizar, así como la proposición de soluciones viables a este.
Este pequeño ensayo pretende exponer algunas notas para considerar el uso de la genealogía como enfoque al tomar un problema filosófico. Para ello el trabajo constará de tres momentos: el primero buscará un breve análisis sobre las condiciones históricas del cambio del lenguaje que influenció a Foucault para llevarlo luego al uso de la Genealogía como enfoque para la resolución de problemas. Un segundo apartado mostrará los pilares previos a la etapa genealógica de Foucault que sentaron las bases de su investigación: poder y orden del discurso –saber. Finalmente culminar con el tercer apartado sobre las notas genealógicas en el texto Nietzsche, la genealogía y la historia de Foucault como muestra de la realización de un trabajo de análisis histórico-genealógico.
- Entre muertes de Dioses y nuevos horizontes discursivos.
A mediados del siglo XX la historia se había visto afectada por el desencanto de la verdad entendida como un concepto inamovible y base de todo conocimiento. La Segunda Guerra Mundial y la explosión de la bomba atómica habían traído la realización de la sospecha nietzscheana: la muerte de Dios como icono de esperanza (para posteriormente caer en la disolución del sujeto en las subjetividades y declarar la muerte del hombre a manos de Michelle Foucault), pues ante el desplante del ejercicio de poder sobre Japón, y la muerte de millones en un instante sin importar las consecuencias, se muestra el desplante de la verdad como construcción de esperanza y como método de conocimiento. Ni siquiera “Zaratustra”[1] cargando el cadáver del equilibrista luego de anunciar la muerte de Dios pudo imaginarse lo fáctico que cobraría esta afirmación de ver a Dios muerto en el desencanto de su época, llegando a sus últimas consecuencias tras la guerra.
El desencanto por la muerte de Dios llevó al rechazo de las verdades establecidas e influyó notablemente en la literatura de la segunda mitad del siglo pasado. Con los franceses la noveau roman o nueva novela que cambiaba la narratividad del texto al quitar al personaje como centro (tal era el caso de la novela tradicional). El personaje no tiene historia o pasado, y si lo tiene no es importante, lo relevante es aquella problemática construida en torno a la masificación, no lo que lo hace único, sino aquellas generalidades que lo configuran. Comienza así el planteamiento de la subjetividad (pues ya no se toma en cuenta la objetividad del personaje) desde la novela.
Así, la influencia de la noveau roman se traslada a otros campos de reflexión en dónde comienza a cuestionarse también el sentido de la verdad y su discurso. Michelle Foucault escribe a mediados de los años sesentas, Las palabras y las cosas, un estudio donde plantea que la verdad es una construcción histórica que obedece a cambios discursivos.
- Sobre el poder y el discurso, los pilares en la investigación de Foucault para el planteamiento de una Genealogía. (Apuntes previos a la genealogía)
Si bien, el texto Las palabras y las cosas no pertenece a la llamada etapa genealógica por los expertos, si permite el abordar algunas herramientas que después se volverán indispensables en el análisis del discurso foucaultiano, así como herramientas básicas para el análisis genealógico. En él se haba sobre la construcción de saberes. Cada saber durante la historia ha obedecido a dos cuestiones: el orden y el poder. El primero se ha encargado a través de la historia de regular el saber a través de la cultura y el discurso científico – filosófico:
“Los códigos fundamentales de una cultura —los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas— fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá. En el otro extremo del pensamiento, las teorías científicas o las interpretaciones de los filósofos explican por qué existe un orden en general, a qué ley general obedece, qué principio puede dar cuenta de él. “[2]
Luego entonces, se plantea la propuesta de una verdad, cuyo contenido epistémico es fijado previamente por las convenciones culturales. Esto es el Orden en el cual se establece un conocimiento. El código de lenguaje, de valores de verdad y falsedad se hallan fijados tanto por la ciencia como la filosofía. Por consiguiente la búsqueda de una verdad, el establecimiento de ésta, resulta absurdo pues se recae en la invención cultural. No existen verdades absolutas, sino convencionalismos culturales. El estudio de Foucault es este sentido buscaba el análisis de reconocer las diversas manifestaciones culturales de acuerdo a cada época sobre las normas y leyes que cada Orden establecía, encontrando así la fundamentación de cada sistema de conocimiento. A éste método lo denominó arqueología, puesto que buscaba reconstruir con exhaustividad las condiciones que dieron lugar a tales ordenes.
El segundo punto señalado es el poder. No se entiende éste como una limitante, sino como una fuerza que se ejerce gobernando los saberes que se han impuesto. En lugar de verdades Foucault comienza a hablar de saberes: discursos que obedecen a fuerzas que los imponen y gobiernan, además de leyes – orden que lo establecen culturalmente. Resulta entonces que el discurso no se vale sólo de las palabras para denominar un saber o verdad, detrás de éste se halla toda una serie de tecnologías que no se dicen, pero son utilizadas y sostienes el saber en cuestión. Luego entonces, lo que sostiene un discurso, aquel conjunto de fuerzas que lo mueven como marioneta es el poder. No la posesión de éste, sino entendido desde las fuerzas que chocan y se conjuntan para producir un discurso. El poder ejercido desde el discurso se encarga de clasificar, adueñarse de ideas, rechazar y llevar a los sujetos clasificados a la exclusión y finalmente al “exterminio”[3]. Estas acciones del poder detrás del discurso se hacen patentes en lo que Foucault analizaría más tarde como formas de subjetividad: el loco, el criminal, etc. Una forma de subjetividad se dedica a analizar no a un sujeto en cuestión, sino las características que lo clasifican y separan del resto, los procesos discursivos que permiten su exclusión y las leyes o normas que lo sujetan a dicha clasificación. En fin, el ejercicio de poder, las relaciones de poder detrás de cada discurso. Es así como comienza a apuntar las distinciones conceptuales que Foucault utilizaría para establecer sus investigaciones bajo un enfoque genealógico.
Otro punto importante dentro del texto de las palabras y las cosas es la crítica hacia el lenguaje como forma abstracta de signos independientes y tomados por imitación: “la génesis del lenguaje a partir del lenguaje de la acción escapa por completo a la alternativa entre la imitación natural y la convicción arbitraria”[4], es decir, el lenguaje no puede considerarse como un ente de conceptos que está ahí por mera referencia casi natural e inherente al ser humano. Puesto que este se establece a partir de una convención cultural, son las normas las que designan aquello que nominan las palabras, las cosas no tienen un valor intrínseco, una esencia que permita nombrarlas. Si existe un sujeto capaz de nominar las cosas, fácilmente puede decirse que le es hasta espontáneo y natura, pero ¿qué pasa cuando el sujeto no dice nada? ¿No es acaso que aquello que calla se debe a una prohibición, a algo que culturalmente no debe de ser nombrado o es un tabú (entendido esto como una construcción social, algo prohibido por la norma). El discurso detrás del establecimiento del lenguaje condena, prohíbe, señala y vuelve sujetos de exclusión a aquellos que quiebran el tabú. Si el sujeto que rompe la norma entonces se le señala y excluye, el lenguaje sirve al ejercicio del poder al callar y sus convenciones no son naturales a una bondad o maldad, sino que históricamente definen la construcción de un saber entendido como verdad.
Aunque Foucault utiliza en el texto anterior la Arqueología como construcción de los saberes, son los órdenes del discurso y los ejercicios que éste construye a través del poder los que permitirán su pensamiento una vez que el autor se dedique a analizar las formas de subjetividad permeadas por estos discursos de poder.
- Nietzsche, la genealogía y la historia: un trabajo genealógico sobre cómo hacer Genealogía.
Foucault tomaría cómo ejemplo para sus investigaciones, la manera de analizar una problemática a partir de Nietzsche, quien criticaba a los genealogistas de su época a través del texto la genealogía de la moral pues en lugar de buscar las causas de un saber, se iban a la búsqueda mítica del sostenimiento de un discurso moral. Se le llama etapa genealógica a el momento dentro de las investigaciones de Foucault en que éste toma elementos de Nietzsche para analizar las formas de subjetividad. Su libro más conocido de esa época es Vigilar y castigar, donde busca la emergencia y procedencia de las sociedades de castigo hacia el sistema carcelario, y el peso de la norma de poder sobre los sujetos como cuerpos moldeables al discurso que los excluye. Sin embargo un texto que podría acércanos de una manera interesante a cómo Foucault trabaja la genealogía como enfoque y los conceptos que toma y usa del Doctor de Bonn es Nietzsche, la genealogía y la historia. Cabe mencionar que el uso de la genealogía como enfoque no está muy alejada de la arqueología que desarrolló previamente a partir del análisis histórico para sus investigaciones, puesto que, como he mencionado arriba, traslada conceptos de su arqueología del saber hacia la genealogía, que serán loe ejes de investigación de toda su vida.
Una cuestión interesante al meterse en este pequeño ensayo de Foucault reside en que utiliza la Genealogía propuesta por Nietzsche como un enfoque para describir el trabajo genealógico como innovación en su tiempo. Esto no queda declarado en el trabajo, pero puede notarse la sutileza en el momento de analizar el texto. Me refiero a enfoque dado que, acotar como método la genealogía la limitaría, puesto que, un método requiere de una serie de pasos para lograr un objetivo y el trabajo de hipótesis lógicas. La genealogía se abstiene de pasos, no existe un método que pueda decirnos punto por punto cómo encontrar nuestras hipótesis de investigación en su lugar funciona como pequeños laboratorios sobre las ideas que encontramos, cosa que puede verse en el mismo texto de Nietzsche “la Genealogía de la moral” y que explicaré más adelante…
En lugar de una serie de pasos, se analiza, se desfragmenta y descompone por partes minuciosas los discursos que dieron lugar al objeto de investigación, cómo es que se ha llegado a las condiciones que propician la emergencia (utilizando este término para evitar “origen”, que cae en dar un aura de mito al aquello que se busca). Puede decirse que con este escrito Foucault propone una nueva visión sobre la historia que se pregunta en parte por lo filosófico al momento de tenderse las condiciones que permitan un acontecimiento, noción que reemplaza al hecho histórico dentro de la jerga foucaultiana, dado que el segunda pareciera poder sacarse de la historia y aislarse para su estudio. Un acontecimiento ocurre bajo circunstancias que no siguen una linealidad, sino que ocurrieron en condiciones específicas y que hay que estudiar en su contexto. Para este tipo de análisis Foucault propone que “la genealogía es gris; es meticulosa y pacientemente documentalista.”[5] Es decir, para adentrarse en la genealogía como enfoque de investigación se requiere no del análisis de la historia oficial, sino de tratar las pequeñas historias, las microhistorias detrás de cada acontecimiento, los relatos que permitan rastrear el cambio o desplazamiento discursivo. Para ello el archivo resulta una fuente imprescindible en las investigaciones de Foucault, puesto que en ellos se rastrean los cambios discursivos: cartas, reglamentos, etc. De esta manera tanto el autor del texto como Nietzsche son presentados bajo un enfoque que permite la ruptura con la historia tradicional, evitando así el basar algún término en la ambigüedad, o bien, eludir a toda costa el dejarlo caer en una especie de estado mítico que no termine por resolver dicho problema al dar por sentada la discusión a analizar como si se tratase de tiempos antiguos a los cuales no se puede uno remontar.
Cabe aclarar que el texto escrito por Foucault gira en toro a tres nociones bajo las cuales se inicia la labor genealógica: “Ursprung, Herkunft y Enskungf “[6]. La primera tiene dos usos de los cuales el primero no está fijado del todo y se encuentra en frecuente alternancia con términos como Entstehung, Herkunft, Abkunft, los cuales se usan a lo largo de obras como la Genealogía de la moral, la Gaya ciencia y refieren a indagar sobre la procedencia de aquello que se investiga (entendiéndolo como Genealogía en el sentido de aquello que busca las condiciones de posibilidad en donde se desarrolla el tema de investigación). Salvo en el caso del texto Humano, demasiado humano, se le utiliza a Ursprung como fundamento originario en contra de otras palabras que denotan su origen como algo metafísico.
Es en el caso del prólogo de la Genealogía de la moral que Nietzsche utiliza un huego particular entre dos palabras: Ursprung es usada como fundamento originario mientras que Herkunft es alternada refiriendo a veces a el concreto por la investigación sobre el cómo emerge o surge tal evento (las hipótesis del origen, por ejemplo). En este sentido me parece que Nietzsche ocupa ambos términos para no fijar a una especie de esencia aquello que dice como investigación y, por otra parte hacer un juego de palabras con Herkunft que le permita trabajar sobre objetivos específicos en su indagación. Desde este punto analizado por Foucault se denota que la genealogía recae justamente no en un método que fije un vocabulario específico, se va ensayando con ella, como si de pequeños laboratorios se tratara.
Un punto interesante sobre este texto se halla en que Foucault comienza a mencionar el cuerpo como lugar de acontecimientos:
“El cuerpo: superficie de inscripción de los sucesos (mientras que el lenguaje los marca y las ideas los disuelven), lugar de disociación del yo (al cual intenta prestar la quimera de una unidad substancial), volumen en perpetuo derrumbamiento. La genealogía, como el análisis de la procedencia, se encuentra por tanto en la articulación del cuerpo y de la historia. Debe mostrar al cuerpo impregnado de historia, y a la historia como destructor del cuerpo.”[7]
Mientras que Nietzsche no lo menciona directamente, Foucault si lo hace abiertamente. Y es que es sólo en el cuerpo en donde la historia y su peso fijado acontece remarcando cada cuestión: si la moral de esclavos se fija recae en él, si se prohíbe o libera cierto tipo de sexualidad, también; la muestra del suplicio como castigo infamante es claramente en el cuerpo, lugar de choque y encuentro de fuerzas de poder y; las normas vueltas leyes, las normas que clasifican y reforman, ven su ejercicio directamente sobre éste, marcándolo con aquello que hay que reeducar y reinsertar. El mismo lenguaje sitúa su abstracción en el cuerpo como objeto de referencia.
Posteriormente Foucault continúa con el análisis de Herkunft es utilizado como fuente o procedencia: su estudio se centra en cada una de las singularidades que constituyó a un individuo haciendo semejanza con su cultura, sino justo cada cosa o cuestión que le hizo particular, es decir, comienza a nombrarse el estudio de las meticulosidades que configuran una forma de subjetividad. El hombre no ha sido el mismo a través de la historia. Desde la procedencia podemos encontrar cada particular y microhistoria olvidada para su estudio, incluyendo los errores que llevaron a una forma de subjetividad a ser definida como tal.
Por su parte Entstehung refiere a emergencia o punto de surgimiento de algo. Es la aparición del acontecimiento como consecuencia de los puntos de procedencia. Es aquí donde se entrecruzan las fuerzas de poder, donde luchan una contra otra por alguna fijarse e imponerse sobre la otra. Designa el espacio de entrecruzamiento, la escena fuerte donde se libera la batalla, y donde vuelven a cruzarse el choque de fuerzas una y otra vez. Es el lugar del no-lugar.
Finalmente se critican y analizan en él la fijación de la verdad como un proceso que busca enlazar su enunciación con una historia que no ocurrió, y que por ello se vuelve oscura y pierde su sentido originario. La verdad al pretender situarse como metahistórica se pierde en el error de querer ser fundamento de todo cuando se halla más alejada de su enunciación y, que el estudio de la genealogía en Nietzsche se centra sobre temas como los valores, el ascetismo, la moral o la fijación del conocimiento.
El trabajo de la genealogía como enfoque se halla aquí en el derrumbamiento y ruptura del establecimiento de verdades, a la manera de Nietzsche, y luego a la forma histórica del trabajo de Foucault. El texto expuesto en este apartado no es un manual de como hacer genealogía, ni presenta el método de punto a punto a seguir, sino, dicho de una manera inusual y repetitiva, jugando con el mismo lenguaje: una investigación genealógica sobre cómo hacer Genealogía. A los discursos de poder y saberes, Foucault los estudiará desde las nociones nieszcheanas de procedencia y emergencia, traducidos a su lenguaje como rupturas y desplazamientos. La emergencia y procedencia sobre una forma de subjetividad, y sus cruces afectando siempre un cuerpo, serán la base para la genealogía, que justo por esto mismo, por aquello que estudia no puede situarse en una serie de pasos definidos ni tomarse como un método. Esto permite a la filosofía auxiliarse de otros campos como la historia, la literatura, el archivo para lograr su cometido: el estudio de las fuerzas – relaciones de poder que permiten el establecimiento de un saber.
🙂
Bibliografía.
-FOUCAULT, M. Nietzsche, la genealogía y la historia, en: Microfísica del poder, Ediciones La Piqueta, Madrid, 1978.
– _________________. Las palabras y las cosas. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1972.
-NIETSZCHE, F. Así habló Zaratustra, Ediciones Planeta-Agostini, Barcelona, 1992.
[1] Me refiero aquí al apartado 6 del Prólogo de Zaratustra, dando una interpretación libre sobre éste personaje: el equilibrista representa al hombre que busca superarlo el nihilismo y sin embargo termina muerto por sus miedos metafísicos. Zaratustra le promete enterrarlo con sus propias manos. El profeta carga con el peso muerto del hombre que no puede liberarse del nihilismo, el hombre sin esperanza. Es esta una representación de la muerte de la esperanza o muerte de Dios.
[2] Foucault, Las palabras y las cosas, 5p.
[3] Sobre este tema se puede consultar el trabajo de diversos autores enfocados al análisis del discurso de poder presente tras las palabras que lo callan. Dada la extensión de este trabajo o ahondaré más en el tema.
[4] Ídem, 112 p.
[5] Foucault, Nietzsche, la genealogía y la historia, en: Microfísica del poder, 9 p.
[6] A partir de aquí el uso se estos términos se tomará del texto Nietzsche, la genealogía y la historia, en: Microfísica del poder , Ediciones La Piqueta, Madrid, 1979.
[7] Ídem, 12 p.