El mito del Golem y el hombre Postmoderno. Un camino hacia la tecnología (II)

El Golem en la edad de la Razón.

-Formación del concepto de Golem en la Edad Media-

Una vez planteadas las ideas generales en las cuales pretendo situar al Golem en relación con la razón,  hay que aclarar de qué manera ha ido tomando forma el concepto de Golem desde la tradición a la cual pertenece, para lo cual podemos tomar como definición inicial la presentada por la Encyclopaedia Judaíca:

“ El Golem es una criatura, particularmente un ser humano, creada artificialmente por medio de la magia, mediante el uso de nombres sagrados.  La idea de que es posible crear seres vivos de ese modo está difundida en la magia de muchos pueblos.  Son conocidos, en particular, los ídolos e imágenes a los que otros pueblos primitivos atribuían el poder hablar.  Entre los griegos y árabes, esas actividades están ligadas a especulaciones astrológicas basadas en la posibilidad de <<atraer la fuerza de las estrellas>> hacia entes de menor categoría.  Sin embargo, el desarrollo de la idea del Golem en el judaísmo se halla muy lejos de la astrología.  Sus raíces se encuentran en la interpretación mágica del Sefer Yesirah y en la noción de qué el lenguaje  y las letras poseen un poder creador”[1]

El Sefer Yesirah es un tratado de mística judía  que narra la cosmogonía  del libro del Génesis de la Torá.  Cobra relevancia  en el mito del Golem dado que su narración es orientada hacia la técnica bajo la cual  fue creado el universo[2] y la materia mediante las distintas combinaciones de letras del nombre divino.   Es entonces un tratado sobre el uso del lenguaje y cómo la verdad, contenida en el poder divino, manifiesta su voluntad a través del acto creador.  Luego entonces el hombre que consulta el Sefer Yesirah y que busca la creación de un Golem, lo que busca, al menos dentro de la mística judía, es  participar del poder divino, de la verdad, de tal manera que pueda hacerla presente y manifiesta en el mundo, justificando así su existencia.  Puesto que Dios no está presente para reclamar su creación, el hombre puede hacerlo manifestando que conoce y posee la verdad dado que puede hacer uso del lenguaje.

El lenguaje dentro del judaísmo refleja vida y, por ende, verdad.  Sin embargo, no es solo el leguaje lo que denota una creación que sea capaz de mostrar el acto creador en todo su potencial.   El hombre es capaz de hablar y de comunicarse, pero ello no garantiza la posesión total de la verdad, la cual se halla contenida en la manera  en qué fue creado el universo, en la  combinación exacta de letras de uno de los nombres divinos.    El problema con el Golem es que, a partir de los relatos medievales, el Golem no es capaz de hablar ni de utilizar el lenguaje y por ello, no posee un alma (concepto básico  en el cual se manifiesta el más alto grado dentro de la creación divina) o soplo divino, como es el caso de la tierra en algunos relatos,  los animales, el ser humano y los seres angélicos.  Claro que habría que entenderse la distinción entre los términos hebreos Ruaj y Nefesh; el primero se refiere al soplo divino insuflado por Dios a su creación, y el segundo se especifica en lo que podríamos entender actualmente como Intelecto, característica propia de las criaturas angélicas y luego soplada en el ser humano como una cualidad especial y otorgándole el grado más alto en las creaturas corpóreas creadas.

Luego entonces el Golem es un ser que al carecer de Nefesh carece de intelecto, y a pesar de que haya sido creado siguiendo todos los pasos encerrados en el Sefer Yesirah,  no posee la capacidad de “razonar”, lo cual se ve demostrado en su incapacidad de hablar.  Las leyendas medievales que referían a rabinos santos que lograron crear un Golem indicaban que era necesario introducirle las instrucciones a realizar por algún orificio para que las “procesara” y llevara a cabo.  El Golem medieval representaba entonces meramente un ser creado mediante el cual se mostraba el poder divino de la creación de Dios como capacidad contenida en el ser humano, y que mostraba una pequeña parte del poder divino contenido en el hombre.   Sin embargo el Golem era apenas un ser de arcilla, barro o piedra, lento, torpe y que apenas podía ejecutar algunas órdenes pudiendo llevar a resultados catastróficos si su creador no cuidaba de él.   La vida manifestada a través del Golem de las leyendas medievales se lograba a partir de inscribirle en la frente la palabra hebrea “emet”, traducida a nuestro lenguaje como “verdad”, haciendo referencia a lo ya mencionado anteriormente: la relación de correspondencia entre verdad y vida.  Si era necesario matar o desactivar al Golem bastaba con borrar la primera letra  de emet, para que quedara la palabra met, traducida como muerte y como mentira.    Existe entonces una relación contrapuerta entre verdad y mentira en la creación del Golem, solo la vida es verdadera por ser divina, al proceder del lenguaje  denotan un impulso creador en su interior que lleva a la creatura al movimiento.  La mentira dentro de la mística judía es contrapuesta a la verdad por el hecho de no poder moverse, de simular y ocultar el conocimiento auténtico.

La creación del Golem lleva metafóricamente la lucha del hombre por la posesión de la verdad a imitación de lo divino.  Sin embargo la verdad poseída por el hombre es incompleta, es apenas una mera demostración de la fuerza divina que no llega a ser completa, y que su uso es meramente como demostración del poder divino y servicio a manos del Rabí.

Solo un hombre sabio y santo (entendiendo “santo” como aquel que se aparta de otros para dedicarse al estudio de las cosas divinas) sería capaz de hacer presente la fuerza divina creadora, de ahí surge la metáfora que oculta la creación del Golem según la interpretación de Gershom Scholem, quién afirma que la creación medieval del Golem era meramente para fines místicos[3], es decir, servía al desarrollo de la mística del sabio o rabino como una experiencia interior de creación, e incluso de re-creación el sabio en su interior, mostrando que no había una sola naturaleza en el interior del hombre, sino que  aquel que era capaz de unirse místicamente con lo divino, debía ser capaz de crear dentro de sí otro hombre – creatura al servicio se la sabiduría divina contenida en el sabio, capaz de crear.   Si esa nueva creatura se volvía peligrosa al mostrar la bestialidad del ser humano, éste podía destruirla para crearla nuevamente si fuese necesario.    En el fondo el mito de creación a través de manos humanas  solo podía darse al servicio de lo divino, del intelecto medieval o razón  Cuando surge alguna creación humana que intenta olvidarse que proviene del simbolismo de lo divino, está condenada a desaparecer y llevar necesariamente a la muerte y a la mentira.   Siglos más tarde, cuando el hombre postmoderno vea su nacimiento al rechazar una sola verdad, e intente construirse como otro hombre, cuya esperanza está en sus mismas creaciones (como los adelantos de la medicina y la tecnología), se convertirá en un Golem, incapaz de hablar de lo que le acontece al haber negado la razón y rechazado lo simbólico.

 

El Golem medieval al servicio del Sabio.


[1] Encyclopaedia Judaíca [1971] vol. 7, Col. 753, cita en  Idel Moshé, El Golem, Tradiciones mágicas y místicas del Judaísmo sobre la creación de un hombre artificial, Siruela, Anzos, [2008]  49 p.

[2] Íbidem,  63 p.

[3] Ïdem, 41 p.

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