El mito del Golem y el hombre postmoderno. Un camino hacia la tecnología. (III)

-El Golem y lo racional –

Para el hombre moderno los conceptos medievales son meras imaginerías, el simbolismo místico del Golem medieval pierde sentido  y se contrapone el término de la razón a la magia, entendida como el proceso que re-liga la mística con el simbolismo de lo divino.  Si bien, el potencial creativo del sabio se veía mostrado mediante la creación del Golem, esto se toma como algo negativo, incapaz de mostrar verdad dado que durante la Edad Moderna la verdad no puede ligarse simplemente mediante una relación mística entre un hombre y la verdad.  Las exigencias de la época llevan a que la verdad solo puede construirse y creerse a través de un método que sea infalible, y el Sefer Yesirah, con su lenguaje  no es claro del todo, y para los siglos XVII y XVIII solo es seguida por aquellos iniciados en la Kábala y el Zohar, como una especie de misticismo que nada tiene que ver con la razón.    Pese a ello, diversos autores  durante el Renacimiento y principios de la Edad Moderna, sobre todo cabalistas, siguieron reinterpretando el texto del Sefer Yesirah, la creación del Golem pasó de ser un símbolo místico, a un mito que podía ser realizable como parte de los misterios ocultos de la Kábala cuando el iniciado llegase a poseer el conocimiento total de los nombres divinos.    Se inició entonces una reflexión influenciada por la edad de la razón dónde se buscaba que el Golem reflejara las cualidades más cercanas al hombre y a los ángeles.  Luego del Renacimiento, las ciencias ocultas como la Kábala se entremezclaron con  el Neoplatonismo Occidental gracias a italianos como Pico Della Mirándola y  Marsilio Ficcino.  A través de sus cambios renacentistas, cabalistas como  Jacob Cordovero  afirman que  al ser el Golem una creación humana hecha con selem o imagen,  este  es capaz de captar emanaciones que surgen de los círculos superiores divinos y que le otorgan la propiedad de reflejar la luz que desciende de los cielos superiores[1], asemejándolo a un humano, pero siendo aún inferior a un animal dado que no posee un lenguaje con el cual comunicarse.   La propiedad anterior puede ser traducida como vitalidad (hiyut).  La creación del Golem dentro del ocultismo en los siglos XVII y XVIII se enfoca en lograr la producción de un hombre artificial  que pueda asemejarse  ya no a un esclavo al servicio del amo, sino que fuese capaz de reflejar a través de la ciencia oculta y divina las mayores perfecciones posibles.  Sin embargo dentro de las leyendas conservadas en los siglos mencionados, uno de los problemas principales que preocupaban a los ocultistas era que el Golem, en lugar de denotar perfecciones, llevaba siempre a una catástrofe debido a su torpeza y gran fuerza, dicho de otra manera, la creación de un hombre artificial hecha por manos humanas solo puede generar violencia, a pesar de  que las intenciones al momento de plantear su creación sean positivas.  Las leyendas medievales sobre el Golem fueron retocadas y adaptadas para comenzar a atribuirle al objeto creado cualidades netamente humanas como discernimiento de órdenes, audición y cierto nivel de raciocinio.  El Golem se vuelve peligroso no por el hecho de que sea o no humano, sino porque comienza a adquirir cualidades que lo vuelve incontrolable e independiente de su creador.  Esto acarreó problemas dentro de ciertas comunidades judías dónde el hecho de destruir a un Golem causaba controversia sobre si al hacerlo no se eliminaba a un hombre[2]:  el problema radicaba en que si el Golem  poseía la facultad de oír aunque no pudiera responder, equivalía a la situación de un sordomudo puesto que fue capaz de inteligir una orden, llevarla a cabo y luego salirse de control al luego de cumplir la orden de su amo, destruir todo lo que encontraba a su paso, fuera por un crecimiento desmedido de su cuerpo, o bien por mera destrucción de su entorno al independizarse de su amo.   Al parecer el problema fue presentado dentro del Sanedrín debido a que los cabaliastas cristianos pretendían mostrar que su magia era más poderosa que la magia natural que hace referencia al Golem clásico, cuyas características se presentaron en el apartado anterior.   Sea como fuere, dentro de la Halakhah o ley judía, el problema con el Golem tuvo relevancia por las atribuciones vitales que éste contenía resolviéndose de parte del  testimonio judío con la conclusión de que el Golem no poseía las facultades del alma superior –dado que no era capaz de articular palabra- y que por lo tanto  era inferior al ser humano, aunque superior a otros animales, podría decirse que era un animal antropomorfizado que resultaba potencialmente peligroso al revelarse contra su amo.

Otro de los problemas presentados ante la creación del Golem consistía en que, al poseer la creatura los nombres divinos, poseía ya en si cierta sabiduría divina, y un alma inferior a la del hombre, pero a fin de cuentas alma, que le daba ya cierto nivel de perfección dentro de la creación.   Para una cultura judía donde lo más importante era la demostración del poder divino, el Golem mostrado por los cabalistas no judíos   era un atentado contra el poder divino, pues el cabalista no participaba de la mística judía medieval y en su lugar pretendía mostrar que su razón era capaz de superar a la creación divina, aunque eventualmente terminara en desastres y estuviera condenado a su desaparición.  En las líneas anteriores puede verse ya la conjugación entre la razón y la magia de los cabalistas del siglo XVII.  El enfoque presentado no es el del hombre en condición de creatura hecha a imagen y semejanza de  Dios, sino el mostrar las virtudes del hombre por sí mismo y para el hombre, como un desafío ante la antigua magia medieval que no era capaz de mostrar verdad.  El mito del Golem en la edad de la Razón no hace sino reflejar el detrimento que el mismo ser humano ha hecho de si mismo, al buscar su perfección fuera de algo que lo ligue con su entorno.  La posesión de la verdad ya radica en el hombre mismo, de tal manera que puede re-construirse en una mole de arcilla que refleje las máximas perfecciones que el hombre anhela, aunque posteriormente la creación se vuelta contra el creador, llevándolo inevitablemente hacia su destrucción.

La construcción de una verdad sistemática en la edad de la Razón jamás llegó a su culmen, eventualmente, como en el mito del Golem Moderno, en la búsqueda de la perfección, llevó al ser humano a perderse entre sus conceptualizaciones teóricas sin saber lo que realmente era.  El negar la bestialidad de lo animal y esconderse detrás de un intelecto  denominado como superior, llevó a mostrar cuan capaz era el hombre de actuar bestialmente destruyendo su entorno y a sí mismo, como en el caso de Segunda Guerra mundial del s XX.  Lo que fue hecho con arcilla disfrazada de sabiduría divina, se derrumbó por sí misma, manifestando violentamente lo que intentaba negar ante el desconocimiento de lo que se es.

La figura de arcilla denominada como Golem y creada por la Razón en el pensamiento occidental intenta exigir a su creador respuestas, pero no es capaz de comunicarse con otros, puesto que vive encerrada en sí misma, oyendo los cientos de discursos que su amo ha creado para él, y ejecutándolos sin llegar a entenderlos totalmente.  Ese desconocimiento de su Ser lo lleva inevitablemente hacia su destrucción, y es así como va vislumbrándose el hombre postmoderno, lleno de tantos discursos racionales y mágicos que nunca llegaron a cumplirse del todo, entremezclándolos y ejecutando órdenes que lo llevan a crecer y crecer hasta que atenta contra el orden cósmico al cual pertenece, y comienza a derrumbarse bajo el peso de sus pesadas máscaras de oro que no pueden ser sostenidas por un cuerpo de arcilla.  El Golem postmoderno, u hombre postmoderno, busca desesperadamente a qué aferrarse sin llegar a comprender el por qué de su destrucción.  Solo que actualmente nuestros Golems no claman a discursos en papel que le son insertados como el Golem medieval, en su lugar buscan sostenerse de un ideal enfrascado en lo cómodo y en evitar el dolor: el placebo de la tecnología como discurso heredado de su creador (el hombre racional) y  un nuevo modelo de Golem que busca las perfecciones máximas del hombre como evitar la muerte y alargar la existencia, lo cual se halla contenido en el concepto de Cyborg, lo cual explicaré en el capítulo siguiente.

 

Creación mística del Golem


[1] Cf. Idel Moshé, El Golem, Tradiciones mágicas y místicas del Judaísmo sobre la creación de un hombre artificial, Siruela, Anzos, 2008, 207 p

[2] Cf. Idem 222 p.   Moshé Idel ofrece un capítulo completo a la problemática del Golem en el s XVII y su debate sobre si su destrucción atentaba o no contra cierta humanidad concedida a la creatura a raíz de sus facultades vitales dentro de la ley judía.

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