El pensamiento es un gran don y una aparente obviedad, pero también es doloroso, difícil, nada obvio, Por eso se lo remplaza con frecuencia por un sustituto que es el cálculo
– Karel Kósik, Reflexiones antediluvianas
Mucha tinta se ha gastado en la exposición del surgimiento y pervivencia de la maquila, primero en el norte del país y después su extensión masiva por el territorio nacional y centroamericano. En México, el fin del Programa Bracero (bracero Agreement) exigía una propuesta de alternativas laboral para toda la masa de fuerza de trabajo que quedó en la deriva y la desocupación. La firma del “Programa de Industrialización de la Frontera (PIF)” en mayo de 1965 generó el asentamiento del primer bloque de productoras en toda la franja de la zona fronteriza del norte del país. Durante el período de 1960 a 1980 la maquila vio un despegue productivo acompañado del cobijo del Estado, no fue hasta 1988, con el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, que el gobierno reconfiguró la relación con las productoras lo que se vio reflejado en la entrada en vigor del TLC. Finalmente es hasta 1998, casi cuatro décadas después de la primera concesión, que el Estado mexicano brinda un aparato jurídico específico: el Decreto para el fomento y operación de la industria maquiladora de exportación. Desde ese tiempo hasta ahora su expansión (como empresas legales, así como no – legales) ha sido imparable. Hasta febrero de 2016, el sector maquilador, experimentó una expansión anual del 4.97% de personal total ocupado, lo significó un número de 16, 211 empleados (un incremento del 0.68% en relación con Enero del 2016 para un total de 2, 7373, 205 empleados)[1]. Tan sólo en el segundo periodo del 20116 (el correspondiente a Febrero), un total de $ 481 481 088, para el cuarto periodo del año la cantidad incremento a $ 486 666 253, sin contar las unidades productivas clandestinas cuyos resultados son inaprensibles para los medios estadísticos oficiales.
Pareciera que cuando se presentan ante nosotros fenómenos productivos de alto impacto, como lo son en México la industrias de subcontratación maquiladora en sus diversos ramos (textil, automotriz, petro – química, de la construcción, etc.), la posibilidad de aprehenderlos en su totalidad se cancela casi de inmediato. La división de saberes que inaugura la Modernidad es la condición de posibilidad para la hegemonía de la razón y la ciencia, pero también es la limitante estructural de la Ilustración convertida en modo de producción: la Modernidad capitalista, a través de la atomización progresiva ha logrado la eficiencia parcial a costa de una comprensión funcional.
Ante tal problema, se han supuesto la hegemonía del pensamiento económico. A su vez, la Economía subordina a las más diversas disciplinas para su auxilio: la Historia, la estadística, el Derecho, la Sociología o la Ciencia Política, cuyo objetivo es darle una mayor comprensión global al problema. De entre todas ellas, el pensamiento filosófico es el más relegado. No se suele pensar que la Filosofía pueda decir algo útil del mundo real.
Pero la ausencia de un pensamiento crítico fundamentado en la línea filosófica lo único que hace perceptible es su necesidad; sólo desde un enfoque filosófico (materialista) las abstracciones y materialidades pueden ser ubicadas desde su funcionalidad en la totalidad social concreta. Un saber económico puede mostrarnos números, pero los números son en realidad vidas humanas. Subjetividades complejas abstraídas en un símbolo; un saber jurídico puede darnos cuenta de las condiciones legales entre contratado y contratante, aunque éstas son también relaciones asimétricas de poder y de capacidades de producción; un saber sociológico puede enterarnos de los diversos grupos sociales que interactúan, pero dichos grupos son relaciones sociales de producción en movimiento constante dentro de un contexto histórico material.
En suma, un nuevo enfoque lo que permite es preguntarnos: ¿cuáles son las consecuencias productivas de un capitalismo con un “firme” aparto legal y una fluidez arancelaria?, ¿qué cambios ocurren en los procesos de producción y en los relatos qué los juzgan o lo legitiman? ¿Cómo se generan las disciplinas que no sólo se quedan en las unidades de producción? ¿Cómo se presenta el fenómeno cosificatorio a escala social? Y por último ¿qué y de qué modos se ha fragmentado al cuerpo y cómo progresivamente se generó una sofisticación de las tecnologías disciplinarias?
Ante el soterramiento de la filosofía, y en especial de la dialéctica materialista, su poder teórico se juega en regresar a la materialidad que configura la inmediatez de la conciencia. En la capacidad ensimismarse de mundo y no de pensamiento se juega la supervivencia de un pensamiento crítico. Entre el dilema ocioso de retomar o no cierta tradición, la respuesta está en la acción de la teoría: retomar un aparato conceptual como caja de herramientas para entender la concreción social y sus múltiples manifestaciones fácticas como imaginarias.
– Ikarus Dagarov
[1] Cfr. REPORTE ECONÓMICO DE INDUSTRIA MANUFACTURERA DE EXPORTACIÓN Análisis Económico Banco BASE, Mayo 2016 en http://www.index.org.mx/adm/files/reporte.pdf