El cuerpo metáfora-simulación en Nietzsche según una interpretación de Klossowski.

 

Hipótesis: La noción de simulación en Pierre Klossowski permite pensar las cuestiones de atravesar la mentira y la metáfora en el cuerpo. Al ser éste cambiante, el eterno retorno en Nietzsche obliga a pensar un estadio corporal dónde se necesite de las sensaciones siempre actualizables, y el simulacro metafórico para mantener un equilibrio contra la linealidad de la cultura. .

Introducción.

El cuerpo es el lugar donde se inscriben las reacciones del pensamiento. El ejercicio de la imaginación, el olvido y el recuerdo se inscriben dentro de las afecciones que marcan un cuerpo y se ligan a la manera en la cual pensamos y creamos conceptos. El cuerpo se enmascara para poder sobrevivir, creando nociones que puedan equilibrarlo entre no perderse entre las sensaciones captadas y el equilibrio que el mismo cuerpo marca. La obra de Pierre Klossowski “Nietzsche y el círculo vicioso”, permite justo un acercamiento a la revisión tanto del pensamiento de F. Nietzsche en cuanto a la creación – vivencia del pensamiento del Eterno Retorno de una manera vivencial, como al mismo pensamiento de Klossowski y su creación conceptual a partir de un trabajo muy bien documentado sobre vida y obra de Nietzsche.

Este pequeño ensayo se inscribirá en por lo menos tres momentos. Primero: revisar un poco la manera de escritura de Klossowski como forma intempestiva y transgresora del pensamiento, para lo cual daré un vistazo general a la obra trabajada en este trabajo. Segundo: revisaré algunos conceptos de “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” para tomar la noción de metáfora en Nietzsche y tratar de aterrizar finalmente en un tercer apartado en contraste con la inscripción de la metáfora en el cuerpo según la noción de máscara- simulación en Pierre Klossowski. Dejaré de momento de lado la parte erótica tan exquisita trabajada en este autor para centrarme en lo mencionado en esta introducción.

 

  1. Klossowski y la transgresión del pensamiento a través de la escritura.

De cadáveres y transgresiones.

A mediados del s. XX surgió una tendencia por desechar o despreciar de alguna manera la forma común del ensayo que buscara reflejar una verdad, sobre todo en algunos franceses. No era gratuita esta manera de abordar un problema pues la historia se había visto afectada por el desencanto de la verdad entendida como un concepto inamovible y base de todo conocimiento. La Segunda Guerra Mundial y la explosión de la bomba atómica habían traído la realización de la sospecha nietzscheana: la muerte de Dios como icono de esperanza (para posteriormente caer en la disolución del sujeto en las subjetividades y declarar la muerte del hombre a manos de Michelle Foucault), pues ante el desplante del ejercicio de poder sobre Japón, y la muerte de millones en un instante sin importar las consecuencias, se muestra el desplante de la verdad como construcción de esperanza y como método de conocimiento. Ni siquiera “Zaratustra”[1] cargando el cadáver del equilibrista luego de anunciar la muerte de Dios pudo imaginarse lo fáctico que cobraría esta afirmación de ver a Dios muerto en el desencanto de su época, llegando a sus últimas consecuencias tras la guerra. De hecho, podría decirse que el pasaje mencionado de “Así habló Zaratustra” podría tomar como una profecía sobre el sin sentido que trajo la guerra y que se reflejó en la manera de escribir de autores como Bataille y él mismo, influenciados justo por la sospecha de Nietzsche sobre la muerte de Dios y la muerte del hombre, hecho ya encarnado dentro de la historia vivida en tiempos de éste autor.

Siendo hijo de un poeta y tras tener una crisis religiosa e ingresar temporalmente a un seminario, la concepción de la transgresión de la vida misma le llevó a liberar su pensamiento desde la narrativa. Contra el ensayo y el método que circunscribía el compromiso de una verdad normalizadora del pensamiento, la narratividad en Klossowski le lleva a dejar de lado el cadáver del equilibrista: la experiencia de su propia vida, la crisis espiritual y el malestar de la guerra (que pueden interpretarse como la carga del cadáver que ha dejado la modernidad kantiana) es necesario que sea enterrado con las propias manos de quién lo carga. Así la faceta de escritor que es capaz de romper con lo establecido se da en éste autor.

Su escritura es reflejo de una critica a lo vivido y una reflexión concisa y fuerte a las problemáticas de su tiempo.   Influenciando tanto por Sade como por Nietzsche el concepto de no apegarse a lo establecido es lo que nutre su concepto de transgresión. El pensamiento y la escritura misma no son más que metáforas a trabajar, pensar y recrear una y otra vez, y la manera de romper con estas máscaras cadavéricas que ha dejado la modernidad es el delirio, la locura:

“La certidumbre adquiere el carácter ofensivo del delirio. ¿de qué manera la certidumbre coerciona el espíritu del delirio? ¿de qué certidumbre se trata? Del irreductible fondo cuyo mutismo rechaza cualquier equivalencia. Porque si la certidumbre produce el delirio, es debido a que la monstruosidad imaginada es la contracara de un acto criminal.”[2]

La cita anterior refiere a un a cita de Ecce Homo en dónde se plantea justo que la certidumbre es aquello que ata a la locura. Tener certeza de algo no es sino una pulsión hacia la creación de simulacros imaginativos que son asumidos como lo real. Ahora bien, la certidumbre de la que Klossowski habla aquí no es la certidumbre kantiana, sino aquella que se asume como simulacro y que por ello es digna de una monstruosidad, esta última palabra no en el sentido de algo digno de ser mostrado, sino de el ímpetu de lo grande y grotesco que puede producir la imaginación del simulacro: se crea a través de la mente una simulación de que tal certidumbre funciona, llevando así al estado del delirio creativo.

La certidumbre del delirio no es sino el reconocimiento de la realidad: el simulacro que se hace presente al aceptar una “realidad visionaria”[3] capaz de transformar en sí la realidad activa. Si se es capaz de recrear mentalmente el simulacro a través del imaginar, entonces puede llevarse a la realidad. El simulacro no resuelve la vida, ni la reemplaza, pero se encarga de no hacer caer en la locura.   Siempre es conveniente tener separada la simulación de la realidad para evitar perderse a uno mismo.   Y justo la lectura del Circulo vicioso se centra en eso: un simulacro del simulacro que Nietzsche ensayó sobre los padeceres de su cuerpo y la lucha entre simulación y cohesión. Es ahora creadora en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Simulacro del simulacro que Nietzsche ensaya al aceptar una realidad donde radica el principio de lo metafórico, la simulación como metáfora, pero eso lo trataré en el tercer apartado…

 

  1. La metáfora creadora en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.

Critica a la filosofía y la metáfora como antropomorfismo.

Nietzsche propone que la construcción de los términos de verdad y mentira se da en base a metáforas; incluso la filosofía no se salva del uso de lo metafórico para establecer la verdad. El texto Sobre verdad y mentira en sentido extramoral expone, en su primera parte, que el antropomorfismo dentro del lenguaje influye necesariamente sobre la concepción de la verdad como constructo universal. La Filosofía Occidental se movió desde Platón en la formación de conceptos universales, cuestión que en el análisis de Klossowski no será más que una simulación e la simulación, una burla vacía a la copia de la copia que en realidad no refiere a un contenido concreto y real. Estos conceptos fueron formando una larga tradición que fue heredada a través de la historia entre los filósofos con el fin de preservar la verdad como una simulación que se asume como realidad y se impone a otras simulaciones y a la realidad misma. Toda la tradición de éste pensamiento filosófico Occidental, desemboca fuertemente en las categorías creadas por Kant, que ordenan el mundo a través de sistemas y subsistemas, simulacro sobre simulacro asumido como realidad.   Nietzsche se ayuda como filólogo con sus herramientas interpretativas y el análisis de la tradición helena durante su juventud.

El tratado “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” comienza justamente con una metáfora sobre la finitud del hombre:

“En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la <<Historia Universal>>: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. “[4]

El fragmento anterior denota el uso de la metáfora de manera burlesca; aquello que se ha definido como Historia Universal no es sino una mera construcción humana, hecha con el afán de preservar la verdad inamovible y eterna. No hay otra historia, el hombre se crea a su imagen y semejanza los conceptos que maneja y con los que puede mediar la agresividad de la realidad. El hecho de utilizar el término “universal” hace pensar en una garantía para todo sistema en el cual se presente saliendo así de la temporalidad, rechazando la simulación del acto. Sin embargo, como lo muestra la fábula anterior, el hombre es finito y por ello en un primer momento, resulta arbitrario el pretender establecer una verdad eterna e inmutable. En el fondo el hombre intenta construir sus términos a través de lo que su inteligencia percibe y distingue primero: su Yo en relación con aquello que le rodea y según la forma en la cual ha sido educado. Incluso el universo es moldeado metafóricamente a la manera del hombre. Es en el fondo el miedo a lo desconocido, el miedo a caer en la locura lo que lleva a la afirmación de asumir una certidumbre como una realidad pathetica, que padece en sí misma de locura y caos delirante.

La Razón (convencionalismo derivado fuertemente del orden kantiano) utiliza necesariamente de metáforas para construcción de conceptos y el problema radica, en el olvido y pérdida del sentido metafórico al crear un concepto:

“El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo […] el revoloteo incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombre una inclinación sincera y pura hacia la verdad. Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a sumergirse sobre la superficie de las cosas y percibe <<formas>>, su sensación, no conduce, en ningún caso, a la verdad” [5]

El intelecto finge, podría traducirse esto por que simula la realidad para poder sobrevivir, ese es su medio natural para mantenerse, tomar la simulación y sobre esta colocar otra. El revoloteo incesante de la vanidad no es más que el asumir el simulacro como real. La inclinación pura hacia la verdad es simular que no se simula, auto engañarse con que la creencia epistémica nos puede fundamentar todo y darnos una seguridad blindada contra toda locura. Al final no deja de ser más que un engaño.

La metáfora constituye la parte central de aquello que evoluciona y forma parte del concepto, este al dejar de ser una creencia epistémica pende de la evolución metafórica a una construcción social asimilada como verdad, sin ser puesta a discusión y elevándose al ámbito de lo metafísico. El filósofo separa la metáfora de la vida, es decir, la saca de su contexto inmerso en pulsiones, sensaciones y delirio creativo incesante para olvidar su procedencia y punto de partida, convirtiéndolo en un lenguaje destilado que adquiere un carácter metafísico e incomprobable, resulta ser una extravagancia que revolotea “incesante alrededor de la llama de la vanidad” con el fin de ajustar a lo humano lo inalcanzable establecido como moral.

La forma antropológica del lenguaje surge e irrumpe contra lo cotidiano planteando así un juego perverso de no reconocer las sensaciones como verdaderas, llevándolas a ser guardadas en el proceso del olvido. Es la narración de aquello que le acontece al hombre desde lo sencillo; no debiera ser, por tanto, exuberante y cargada de un sentido que ya no refleja la vida, la metáfora, para poder ser entendida y reflejar una interpretación de la realidad que la haga vigente, debe pertenecer necesariamente al presente. Es por ello que Nietzsche arremete contra los filósofos de su tiempo, ya que han deformado el sentido del lenguaje y la metáfora sacándola de lo cotidiano para convertirla en conceptos, olvidando la significación original de dónde surge.

Las metáforas que son convertidas en conceptos por la filosofía a través de la razón dan como resultado la creación de la verdad inmutable e inamovible. Es a partir del análisis nietzscheano dónde falla la filosofía; la verdad no puede ser eterna y adecuada para todos en todo momento histórico y circunstancia, como se había propuesto la filosofía del s. XIX para dar lugar a la moralidad que acaba con la vida al intentar suprimir lo cotidiano del lenguaje. La objetividad propuesta por el filósofo al creer su propia verdad construida desde la abstracción, no es sino una metáfora mediante la cual el hombre como animal racional es capaz de interpretar su realidad y es a la vez creador de una manera de sobrevivir llamada sociedad, busca asirse en un fundamento para afirmar su supremacía sobre otros seres.

 

Los juegos de la verdad y la mentira.

 

“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.” [6]

Las palabras resultan vacías y carentes de significado cuando se intentan forzar a ser una verdad o un simulacro, pues ya no refieren a lo vivo. ¿entonces a qué refieren? Justo a la construcción de relaciones hechas por recuerdos. Una convención regulatoria se hace para mediar la parte instintiva del hombre, la parte de la inmediatez, que se pone automáticamente como falsedad y pierde de esta manera su fuerza: se utiliza el concepto en la vida cotidiana pero ya no refiere a su sentido original. Deja de ser metáfora para transformarse en concepto. Así la verdad constituye un juego del lenguaje cuyos convencionalismos permiten establecer valores morales bajo el supuesto establecimiento de u conjunto de reglas que permitan la convivencia comunitaria. Contra la verdad que se transforma en norma se halla la transgresión como ruptura justo de ese orden. El problema no radica de facto en el orden impuesto, sino en los juegos de mentira que incluye la declaración normativa de algo como verdadero:

 

“El mentiroso utiliza designaciones válidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real. […] Abusa de las convenciones consolidadas haciendo cambios discrecionales, cuando no invirtiendo los nombres. Si esto lo hace de manera interesada y que además ocasione perjuicios, la sociedad no confiará ya más en él, y por este motivo, lo expulsará de su seno. “ [7]

Existe entonces un juego en el lenguaje entre verdad y mentira; una vez construido el sistema social mediante la verdad, mentir está permitido solo sí no afecta a terceros dentro del sistema. Quién miente para obtener un beneficio propio sin una mejora a la sociedad debe ser expulsado puesto que no ha demostrado jugar dentro de las reglas sociales, de tal manera que el que una mentira sea verdad depende del uso que se le dé a esta en la comunidad. El conocimiento se mueve entonces en el ámbito político; la verdad será aquello que refleje la supervivencia para la sociedad y no otra cosa. Dado lo anterior, mentir se vuelve necesario para poder sobrevivir. La mentira adquiere un valor de vida y se mueve dentro de la creación de mundos-sociedades posibles donde cada uno de éstos tiene su verdad y sus reglas.

La palabra es entendida por Nietzsche como la “reproducción de sonidos de un impulso nervioso “[8] que permite mediante la razón inferir la causa de aquellos datos que se reciben a través de los sentidos. Sin embargo, la interpretación de la realidad da como resultado que la palabra pueda arrojar un significado equívoco dado a los juegos de la razón. Es decir los juegos de la razón que crea ilusiones en la mente del hombre que hacen confundir la falsedad por verdad. Desde esta mirada, no habría de colocarse a la verdad como fundamento del conocimiento y del lenguaje, ya que la verdad no puede proporcionar certeza de aquello que la mente interpreta, además de la manipulación que la sociedad misma hace para modificar la mentira en verdad según convenga.

Resulta entonces absurdo e inalcanzable el tratar de colocar la verdad como inmutable y eterna moviéndola del ambiente de vida y cotidianidad en el cual ha surgido. Las convenciones comunes del lenguaje no buscan establecer “la cosa en sí”[9] sobre aquello que se interpreta, sino meramente el denominar, a la manera en que el ser humano pueda comprenderlo, aquello que le rodea, siendo esto de manera antropomórfica. El problema entre el conocimiento, el lenguaje y la verdad surgen cuando el hombre se olvida del porqué ha creado a esta última y además olvida o ignora lo metafórico, buscando y estableciendo convenciones del lenguaje que lo cierran al impulso creador de la vida.

Por su parte el hombre intuitivo es similar a un niño, ya que juega con intuiciones y conceptos a la vez, es aquel que es capaz de crear a voluntad el lenguaje, no se ata como el hombre racional a conformarse con lo ya definido o aislarse y encerrarse únicamente en los conceptos; el hombre intuitivo domina sus sensaciones y por tanto la vida. Si bien, no domina sus sensaciones bajo lo que la sociedad le impone como bueno y malo (moralmente), analiza con las herramientas del hombre racional, pero no se deja dominar por éstas, sino que usa el arte para moverse entre uno y otro campo, entre conceptos y lenguaje creando nuevas metáforas que sean capaces de mostrar la belleza; se mueve en un plano más estético que político; se atreve a conocer sus sentimientos para poder crear metáforas y lenguaje nuevos. El hombre intuitivo no mata el lenguaje ni lo extrae de la vida cotidiana, lo conoce desde lo sencillo, desde lo que vive, planteado así la salida que supera a la verdad y a la mentira establecidas socialmente. Y, en lugar de reprimir sus sentimientos aprende a moverse en ellos sin volverlos a su imagen humana. Para conceptos y metáforas ya no es el hombre medida de todas las cosas, sino que aprende a leer la tierra, a ser parte de universo mismo. El hombre interpreta sensiblemente lo real y mediante sus creaciones es capaz de entretejer lo metafórico con el pensamiento para dar lugar al lenguaje. Dado lo anterior Nietzsche replantea el lenguaje desde la metáfora; el filósofo es entonces intérprete y creador, hilador del pensamiento que no debe temer a lo sensible ni a la metáfora, pues esta última es la cumbre más alta a la cual puede llegar el pensamiento como aproximación a lo bello y sublime, es el paso que hace la fina distinción entre la locura hundida en el Phatos la locura como manifestación de lucha hacia lo la simulación que se toma por verdadera.

 

  1. Cuerpo y encarnación de la metáfora. Análisis a partir de Pierre Klossowski.

Hasta ahora queda claro la necesidad de partir de juegos del lenguaje para romper los convencionalismos de la verdad y la simulación que pone en riesgo la teoría sobre el pensamiento. Sin embargo los estudios de Klossowski transgreden el convencionalismo desde que no se quedan en el análisis de lo teórico, sino de la práctica. Nietzsche y el circulo vicioso es un texto provocador que se inserta en la dinámica de analizar la vida pathetica de Nietzsche a través de su correspondencia. El trabajo en el lector de esta obra se halla entonces en un análisis de la obra apegado a la vida del autor, cuestión que ayuda a esclarecer la interpretación propuesta por Klossowski. ¿qué sucede cuando es el cuerpo enfermo aquél que da la posibilidad para el pensamiento vertiginoso de la simulación y la máscara como análisis del lenguaje y realidad? . Según esta obra es el phatos como multiplicidad de sensaciones-sentimientos de dolor, lo que posibilita la lucha contante contra el delirio y la simulación.   “Un pensamiento que encierre un comportamiento o un comportamiento que encierre al pensamiento son instancias que obedecen a un automatismo muy útil: asegurar la seguridad”[10], es por eso que Nietzsche buscaba no salir de su enfermedad, sino asumir su estado pathetico en una lucha constante por no quedarse ni siempre hundido en el quebrantamiento de la enfermedad que limitaba su pensamiento, ni en el pensamiento que tan sólo le hiciera escapar del deguste de su enfermedad.

La trampa de un pensamiento asumido como construcción de verdad, como cárcel de los sentires es justo lo que Nietzsche combate intempestivamente contra la historia de la filosofía previa a él.   No se traba de colocar o que éste autor se colocara como la medida de bondad, sino detectar la problemática de trampas que el lenguaje había establecido para huir del estado del phatos.

El escenario de la metáfora es el lenguaje, pero si el lenguaje se inscribe en el cuerpo entonces el escenario del padecimiento pasa a ser el mismo cuerpo. El juego de la metáfora inscrita en el cuerpo se juega en la lucha de la experiencia proporcionada por el delirio. No se trata simplemente de un estado psicológico del autor de las Consideraciones Intempestivas, sino que el estado de lucha deriva de el confrotamiento contra la asunción de una episteme y una pertenencia a la cultura. El malestar declarado en el cuerpo se da por el “estado provisorio de la lasitud”[11] en la cual se marca el cuerpo por los juegos de verdad y mentira que culturalmente se han adscrito al cuerpo mediante una moral.

Curiosamente es a través del mismo cuerpo del que surgen las fuerzas para confrontar a la cultura y a la falsa metáfora. Es el cuerpo en transformación, el cuerpo que “quiere hacerse entender por intermedio de un lenguaje de signos descifrados falazmente por la conciencia”[12], es decir, la cultura crea un sistema de signos por el cual se pretende engañar a los estados del cuerpo. A través de este sistema de símbolos se permite la simulación de la realidad: las emociones no necesariamente se expresan en el momento que nuestro cuerpo las requiere ya que podemos dis-simular una sonrisa, una mirada. La mentira se inscribe entonces como una transvaloración en el cuerpo, que genera a su vez un lenguaje en código que muchas veces no es sencillo de descifrar. Al final solamente la persona es capaz de descifrar e interpretar el código inscrito en su cuerpo, pues el resto sólo verá las simulaciones presentadas por éste.

La resistencia capaz de quebrar la simulación codificada de la cultura sobre el cuerpo es dada como una salida en el Eterno Retorno según la interpretación de Klossowski. El necesario romper con el sistema de signos cotidianos, no aferrarse a verdad alguna. El hombre capaz de transformar su cuerpo en metáfora es aquel que puede abandonar el cadáver del equilibrista y mantenerse en la lucha que tienes a veces al delirio y a veces a la lucidez –y que hace del delirio su lucidez- y no aquel que transforma todo en una metáfora, pues ésta crea a su vez otra y así se eleva al infinito, creando una simulación de la simulación vaciándose de contenido y rehaciendo el lenguaje hasta no saber su significación. Ser capaz de transformar el mundo interno (que o deja de ser una capa externa) en una metamorfosis del cuerpo mismo, llegando así al Eterno Retorno:

“El Eterno Retorno sólo es el modo de manifestarse: el sentimiento de vértigo es consecuencia del <<de una vez y para siempre>> en que el sujeto es sorprendido por la ronda de innumerables veces (…) A nivel de la conciencia pierden el sentido y el fin: están en él Circulo Vicioso por todas partes y por ninguna, ya que no hay ningún punto del Círculo que no pueda ser comenzado desde el mismo fin.” [13]

Es entonces cuando se halla una posibilidad de salida, estar en el Circulo a la manera de Nietzsche, reconociendo el pathos y el código de lenguaje que nos aprisiona, llegar al final que vuelve a ser el principio para el punto de partida. No hay vida eterna ni esperanza de un mundo futuro, sino un barrido perpetuo de sensaciones, emociones y pensamiento que habrá que interpretar y metamorfosear en máscaras para confrontar nuestro estadio corporal.

Vadim-Stein1

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Bibliografía.

– KLOSSOWSKI, P. Nietzsche y el Círculo Vicioso, Caronte Filosofía, Argentina, 1986.

-NIETSZCHE, F. Así habló Zaratustra, Ediciones Planeta-Agostini, Barcelona, 1992.

-________________,  Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1996.

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[1] Me refiero aquí al apartado 6 del Prólogo de Zaratustra, dando una interpretación libre sobre éste personaje: el equilibrista representa al hombre que busca superarlo el nihilismo y sin embargo termina muerto por sus miedos metafísicos. Zaratustra le promete enterrarlo con sus propias manos. El profeta carga con el peso muerto del hombre que no puede liberarse del nihilismo, el hombre sin esperanza. Es esta una representación de la muerte de la esperanza o muerte de Dios.

[2] Klossowski, Nietzsche y el círculo vicioso, Caronte Filosofía, 198 p.

[3] Ídem, 199 p.

[4] Nietzsche, Sobre Verdad y mentira en sentido extramoral. P.17

[5] Ídem, pág. 18-19

[6] Ídem, pág. 25.

[7] Ídem, pág. 20-21

[8] Ídem pág. 21

[9] Ídem pág. 22

[10] Klossowski, Nietzsche y el círculo vicioso 17 p.

[11] Ibíd., 17 p.

[12] Óp. Cit, 37 p.

[13] Ídem, 77 p.

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