Anotaciones sobre “Del habla en el poema” de Martin Heidegger. Poiesis como recreación de nuestros imaginarios

“El decir de un poema permanece en lo no dicho, ni siquiera su conjunto, lo dice todo” Martin Heidegger, De camino al habla

 

Existe un nivel en dónde el lenguaje se juega como ejecución de un orden manejado desde la negatividad. Los juegos de éste sólo pueden ser intervenidos por el mismo lenguaje. Dos cuestiones encuentro a referirme en esta reacción: la primera sobre la cuestión de la negatividad como orden lógico en el lenguaje y, la siguiente refiriéndome al acto de la poiesis como creadora.

Al referirme a la negatividad  me apoyo en el fragmento de Heidegger sobre el poema: “el decir de un poema permanece en lo no dicho”, es el reverso sobre el cual el lenguaje se encarga de transmitir el mensaje, lo oculto, lo que se niega a ser dicho de facto, pero queda a ser leído entre líneas e ideas. He aquí el acto del poema, de transmitir el mensaje  a través de un juego con el lenguaje mismo, permitiendo así una descomposición de las normas dentro de éste para ser ejecutado.

El acto de la poesía pone de manifiesto en sí  el juego.  Y sin embargo no puede hablarse como generalidad de todos los poemas, ya que según Heidegger, cada uno tiene su particularidad y el detalle a analizar de éste, cada uno oculta y dice diversas cosas ya que “ningún poema individual […] lo dice todo”[1].  En este sentido, la lectura de un poema individual merece clarificar a detalle su contenido (incluyendo lo que no está escrito pero se ve entre líneas), contribuyendo con ello a la reconstrucción del acto del habla. No de aquello que dice la gente como habladurías, sino del acto de  comunicar y resignificar.

El poema ha de ser hablado, enunciado.  Esto permite poner en juego su sonoridad, rompiendo así con las normas de lo establecido en la escritura.  Su sonoridad es la que permite la captación de las ideas en el pensamiento, una dilucidación, como diría el autor. El velo de lo oculto entre líneas es despertado, según creo, a través del acto de la imaginación.  Aquí la entrada al segundo apartado, el acto de la poiesis como reinvención tanto del lenguaje, como del receptor.

“Habitar el habla”[2] nuevamente, es dejarse empapar por la lírica y el acto de ejecución en el acto de recrearnos, de pensar el poema no sólo desde una racionalidad sobre su estructura, líneas o sonoridad, como dijera Heidegger, sino también a través de aquello que nos provoca, que hace revolver nuestro estómago o mover el cuerpo en ciertas posturas.  Pensamos y sentimos a la vez, el acto de lo erótico en el lenguaje, de la recreación de los imaginarios de uno mismo y de nuestra manera de interpretar el mundo.  Ello constituye el acto de la poiesis, poniéndonos de bruces frente al abismo de pensar la muerte y la negatividad, que no pertenece únicamente al lenguaje, sino a lo erótico como técnica para colocarnos justo en la recreación del abismo que nos coloca en el terror de vernos frente a la excitación de nuestra finitud.

Así, la sonoridad del poema nos hace sentipensar, nos coloca en el ensayo de la búsqueda de lo negativo, del tabú que negamos al hacernos rumiar con cuerpo y pensamiento cada palabra que escuchamos, y ponernos así en dialogo con el poeta, o incluso, permitiéndonos lanzarnos a la escritura que de pronta respuesta a lo que nuestro acto sobre el habla nos ha  de colocar en un vuelco de emociones y pensamiento, en un pensar la vida desde su mismo acto erótico, para el enunciarlo, quizá quedarnos con el acto de la risa mediante una violencia de la interioridad, recreadora en nosotros,  como diría Bataille:

“La violencia de la alegría espasmódica está profundamente en mi corazón. Esta violencia es, al mismo tiempo, ¡tiemblo al decirlo! el corazón de la muerte: ¡se abre en mí! La ambigüedad de esta vida humana es la del reír loco y la de los sollozos. Su causa está en la dificultad de acordar el cálculo razonable, que la funda, con las lágrimas… con ese reír horrible…” [3]

 

Ejemplo-ejercicio: «Escrito con un nictógrafo» de Arturo Carrera  en voz de Alejandra Pizarnik (Audio)

Texto:

El escriba ha desaparecido
Señaló el sitio vacío
donde los muertos se divierten
La noche penetrando
y el glande inflado de tinta, penetrando
hacen el mismo ruido
que la muerte penetrando
Asisto a su duración en lo instantáneo
SILENCIO DESORBITADO
su fiesta en lo opaco, en lo pleno, en lo plano
la atención lleva un blanco en la frente
lleva una capa de lirones
despiertos
es la época en que la muerte entra muda
Mudo mi cuerpo
Yo me impongo en tu muerte
Yo me guarezco tu muda
tiempo de atenuación
tiempo de purificación
tiempo de lluvias constantes
lo insensible vibra
lo insensible soporta la noche
brota flores en mitad de la noche
en mitad de la página
sobre la panza de la muerte
la orfandad lleva un blanco en la frente
E L P O E M A S E A B R E
esa es tu fuerza
la orfandad es fascinada comandada
Subida a la barca invadida y hundida de muertos
Yo en la prosa de tu libro
En el barco de los muertos
Entre volúmenes huecos mi cuerpo grafía
a otro páramo
descargando letras huesos huecos
El poema se abre
Esa es tu fuerza
El poema toma contacto
Se desliza con brazos extendidos
por las dos orillas
esa es tu fuerza
Me hablabas de una trampa del lenguaje
el poema se abre
SALTAN TUS MUERTOS
C L O W N S
D A N Z A S
interferencia de danzas
palimpsesto de danzas
en lo oscuro
la oscuridad polarizada
Y danzas
Como las danzas de las abejas
invariables
te atraen con sus movimientos mociosos
para extenuar un lugar
para desocultar otro lugar
para fingir invadir para informar
DANZAS
vos estás dictás dilectismos
espacios acopiados sismos
estos muertos son míos
(señalando las palabras)
estos muertos son míos.

(Texto tomado del siguiente link )
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[1] M. Heidegger, de camino al habla, pág 35.

[2] Idem, pág. 37

[3] G. Bataille, Breve historia del erotismo, pág. 39.

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Bibliografía

-Heidegger, Martin. De camino al habla. Trad. de Yves Zimmermann. Ediciones Cátedra. Barcelona 1987.

-Bataille, Georges, Breve historia del erotismo. Trad. de Alberto Drazul. Ediciones Calden. Uruguay, 1970.

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