Cómo hacer fotogramas de uno mismo

 

Advertencia: mirar en diversas perspectivas los fotogramas que hemos generado de nuestra singularidad nos permite jugar con todos ellos, se corre el riesgo de descomponer cada uno para poder trazar un rompecabezas de colonia con múltiples pedazos que pueden no corresponder entre ellos ¿El resultado? Dependerá de cómo asumimos dicho juego de romper y construir.

  1. Considere que no importa el calibre de la cinta en que se han tomado sus fotogramas, pues dada la uniformidad que se nos presenta, podría usted descubrir que, lo que importa es la manera en que cada uno fue ordenado y clasificado para obtener una secuencia… ¿qué fotografías obtenemos? ¿su secuencia es lineal?
  2. Hay, en todo aquello que contiene fotogramas, una memoria de lo que hemos querido representar; también una mirada hacia todo lo que nos es develado, incluso lo que pretendíamos ocultar detrás de fotogramas flat. Una imagen constituida por lo pornográfico entendido como evidenciar lo que antiguamente creíamos privado.  El ojo escrutador todo lo mira, lo capta y lo vuelve en unidades de memoria plantadas en un instante que puede cerrarse al mover los dedos.
  3. “Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido“. 1Cor, 13-12. (El resaltado es mío)
  4. En latín, speculum de specio=mirar. Un instrumento de mirada o para la mirada (como nuestros fotogramas ¿no?) Sin embargo, en la cultura romana de finales del siglo primero y principios del segundo, cualquier objeto que diera un reflejo fungía como espejo, por lo que no podemos hablar de tener una claridad de aquello que se ve, como en el caos de los espejos modernos que incluso llegan a reflejar con aumento, distorsionando todo el derredor. Según la definición griega, Kátoptro se define como un objeto que refleja la luz o el sonido.
  5. Si bien, el texto bizantino neotestamentario cambia el uso de cualquier derivado de la raíz griega presente por “miramos en lo oculto”, la Vulgata latina de Jerónimo conserva la palabra speculum. Dado mi nivel de griego baby, me atengo como el de Hipona al texto latino, en el cual puedo navegar con un poco más de comodidad. En la tradición grecolatina podemos encontrar testimonios sobre el uso de los espejos, tal como el de Plinio el Viejo, quién vivió durante el siglo I y que nos dice:

“Habíase tenido por cierto que no se podían tender láminas ni hacer espejos sino de buenísima plata. Y ya también esto se corrompe con engaño. Pero admirable es la naturaleza de representarse y darse a ver las imágenes (…) Acerca de los antiguos fueron los mejores los brundusinos, mezclados de estaño y cobre. Tomaron ventaja los de plata. El primero que los hizo fue Praxiteles, en tiempo de Pompeyo Magno. Y nuevamente se ha comenzado a tener por cierto que muestran más propia y cierta imagen poniendo en ellos oro por detrás”. (Plinio El Viejo, Historia Natural XXXIII, 128)

 

  1. Luego, entonces, podemos decir que, desde el reflejo en el agua a la manera del mito de Narciso, como los caros espejos de plata y bronce en la cultra romana no daban sino un reflejo opaco o deformado, del cual, siguiendo a Pablo de Tarso, hay un contenido por descubrir y revelar, como en el sentido de la kénosis paulina, el abajamiento que detrás de sí contiene una realidad por mirarse y asumirse.  Y, a todo esto ¿qué hay con nuestros fotogramas? Los espejos actuales muestran todo hasta donde la mirada alcanza a cubrir dependiendo de la perspectiva en que nos plantemos delante.
  2. Cualquier fotograma, sea de fotografía o cámara, es ejecutado y captado para encerrar un momento. Según la fórmula general, tenemos 24 o más fotogramas por segundo para el cine o televisión, o cualquier señal que nos permita ejecutar vídeo. El procedimiento consiste en generar una sucesión tan rápida de imágenes que es capaz de bloquear la capacidad del cerebro para apreciarlas por separado, permitiendo así que el cerebro las mezcle y creándonos una sensación de movimiento… ¿captamos entonces momentos o los reconstruimos partir de nuestra interpretación de ello? Sin duda interpretamos aquello que se nos pone delante a pesar de que fue captado con ciertos matices = fotogramas clave.
  3. ¿Qué insertamos después? ¿cuántos fotogramas vacios podemos tener? ¿de qué manera nuestra mirada puede sostenerlos y procesarlos? Sin duda cada secuencia de fotogramas acelerados en el vacío (rev. Baudrillard)  nos llevan a un “traje” de subjetividad por vestir. Dicen Los Tres:

 

“Bajé a la tierra,

me decidí

vestido con ropas

que yo elegí.

[…]

Lo que es real

yo sé, son los huesos.

Y todo el resto

es sólo relleno”.[1]

 

  1. Por lo que tenemos una interpretación, un traje, una subjetividad, quizás masificada por contenidos que se encargan de señalarnos, agruparnos, incluirnos (que terrible) en una secuencia de imágenes que queremos creer «real» (traje una cuerda para colgar, dicen Los Tres) Poseemos la cuerda para atarnos al lanzarnos al vacío, al acelerar con los pies por delante si queremos mirarnos como “críticos de arte” por saber que nuestras vidas son un Carnaval de fotogramas… ¿Y?… si nos lanzamos literalmente a ahorcarnos ante el terror de mirarnos huecos, o en el vacío, si valoramos un suicidio como esa última alternativa para sentirnos héroes de nuestra kénosis con tintes puritanos. Entonces nos hemos equivocado rotundamente, no hemos entendido que no hay más que diversas formas de jugar, de travestirnos con tantos trajes como podamos recortar… a la manera de fotogramas impresos en papel, podríamos romperlos en trizas, mirarlos, sí; aterrarnos, tal vez; tomarnos el agua y el vino en la mesa y elevarnos entre lo que creemos es un traje perfecto…¡bah!… Mejor sería pegar cuantos pedazos hagan falta y volverlos a arrancar, abusar de la cinta adhesiva en lugar del pegamento líquido para evitar creernos que cada fotograma pegado una y otra vez es el original…
  2. Hacer nuestros propios fotogramas es relativamente sencillo: basta con lo que diariamente realizamos. Definitivamente no consiste en mirar negativamente la virtualización, espacio de ampliación de nuestras memorias. Saber que existe dicha integración no nos vuelve artistas, tampoco. Siquiera en buscar otras vías como colgarnos de la cuerda. Queda entonces el juego, romper, rehacer, abusar de la cinta, de saber que sólo hay espacio para simularnos una y otra vez, para travestirnos sin alinearnos en una ridícula postura de que el género es la normalización… travestirse hasta el infinito, no de hombre o de mujer, no de género, no de suicida depresivo, no de crítico de arte… ACELERAR EL GIF A 5 tomas elaborado con múltiples recortes mientras descendemos al animal para mediar o subir al dios irritable asesino de niños, luego descender al dios hecho hombre, al puritano, a la puta, al irremediablemente matiz de burlarnos de nosotros mismos, quizá a la misma mierda y con ello, mirar que ese intento risible de normalización nos da a beber lo que hay detrás de nuestros fotogramas… ya se ha convertido lo privado en lo público, ahora sólo queda espacio para el Vade ultra del demonio al final de Simón de Desierto (1965), de Luis Buñuel, de la carne radioactiva encendida en asumir que lo pornográfico hoy no es la sexualidad, sino la vida expuesta, asumida y creída como única y original corriendo como hámster en una rueda. Y con ello la risa incontenible y violenta.
  3. No obedecer un decálogo, estallar en todas la maneras posibles de sabernos simulacros incesantes. Pegar una y otra vez los fotogramas hasta hacer que la cinta se incendie, y con ello conseguir movernos entre el paroxismo y la risa, la burla, la melancolía y el movernos en el incesante deseo de desear… llega la quietud del desierto, y por la noche, los demonios que asolan el saberse detenido para seguirse configurando. In bone in flesh, tomber sur la tête, la memoria: como dice Evagrio Póntico en su Tratado práctico: “Exaspera el alma por todo el día […] apoderándose del espíritu y representándole el rostro de aquel que le ha perturbado”, estallar, entonces en el esbozo de mirarnos a nosotros mismos en medio de nuestra descomposición fotográfica…

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[1] <https://www.youtube.com/watch?v=yjuNw7Wo_fo > [Última consulta: Aunque lme lleve el tiempo, no tengo edad].

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