Metafísica o finitud humana

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Visión de mundo y religión

El mundo no es como lo percibimos; frente al devenir de la naturaleza nos asombramos con aquellos fenómenos que no comprendemos y que no sabemos cómo explicar. Inmersos en una multiplicidad infinita, los seres humanos indagamos permanentemente entre la inconmensurabilidad de las causas, nos asombramos frente al caos aparente del mundo y simultáneamente ensayamos muchos tipos de explicaciones, que le dan forma y vida a diversas ramas de la cultura como: la religión, la filosofía y la ciencia.

Todos los seres humanos somos finitos, temporales, perecederos y en consecuencia nuestras facultades cognoscitivas también lo son; a pesar de ello, desde tiempos antiquísimos, los seres humanos nos hemos preguntado acerca del origen del mundo, nos hemos maravillado o aterrorizado ante la fuerza de fenómenos naturales que no entendemos ni podemos dominar y ,por si fuera poco, también nos hemos cuestionado sobre lo que acontece después de la muerte, entre otras muchas interrogantes de difícil solución.

¿Qué es el mundo?, ¿de dónde venimos?, ¿cuál es el sentido de la vida humana? Estos cuestionamientos representan el punto de partida para reflexionar sobre aquellos sentimientos e inquietudes que hacen posible la configuración de cualquier sistema de creencias o de una «visión del mundo». Entre los sentimientos e inquietudes que brotan con más fuerza en el espíritu humano podemos mencionar al asombro, la curiosidad, el miedo, la esperanza o la expectación por lo desconocido.

                               Marta Diez. Ojo de Dios III.
                    Óleo y acrílico sobre tela, 100 x 120 cm.
                          http://www.martadiez.com

Frente a ese vasto horizonte −que se extiende más allá de las fronteras visibles de la metafísica− y con la plena consciencia de la finitud de mis facultades cognoscitivas; en esta oportunidad concentraré mi atención en el análisis de una pregunta más modesta, pero no por ello menos importante, a saber: ¿de qué forma es posible estudiar los fenómenos religiosos con base en el entendimiento filosófico?

Para responder a esta pregunta dividiré mi argumentación en dos partes; en primer lugar quiero hacer hincapié en la imperiosa necesidad que tenemos los seres humanos de buscar una explicación, frente a los efectos benéficos o perjudiciales, inherentes a los fenómenos naturales; y en segundo lugar quiero destacar que, una mirada filosófica hace posible la construcción de una «distancia crítica» frente a sucesos y palabras, que se distinguen por estar impregnados de fuertes motivaciones provenientes de la fe y que no tienen como único referente un marco racional.

La necesidad de explicación es un rasgo notable de la personalidad humana que se expresa en diversas ramas de la cultura como: la ciencia, la filosofía y la religión. Ahora bien, esa necesidad de explicación también ha de entenderse como la fuerza vital que impulsa  a cada espíritu humano, a tratar reunificar y sintetizar en una «visión de mundo» a los diferentes rostros del caos; se trata de una necesidad de separarse de la dispersión, gracias a una efímera apariencia de unidad. El resultado de ese proceso de síntesis es lo que conocemos con el nombre de “visión de mundo” o Weltanschauung.

Si bien cada ser humano es capaz de configurar su propia “visión de mundo”, lo cierto es que debido a su finitud individual, el uso filosófico de esta palabra se refiere primordialmente a un proceso de síntesis colectiva en el que se reflejan las creencias, así como los rasgos y pautas culturales distintivos de una comunidad de personas. Este significado colectivo y teórico también se puede hacer tangible mediante el uso de la palabra “cosmovisión”. Ahora bien, sobre este punto es necesario precisar que, la configuración de estas visiones de mundo o cosmovisiones, no es un proceso puramente abstracto, sino que está fuertemente influido por las condiciones materiales, el clima, la flora y la fauna que predominan en un territorio determinado.

Cada “visión de mundo” está provista de un grado de coherencia que le permite explicar diversos fenómenos naturales y sociales; con otras palabras se puede decir que posee una lógica interna, que le permite articular cada uno de sus rasgos y pautas culturales constitutivos. Es esa lógica interna la que hace posible alcanzar una explicación del mundo.

Justo en este punto el significado etimológico de la palabra religión adquiere especial importancia para entender la lógica interna inherente a ese proceso de síntesis. Si aceptamos que el vocablo procede de la voz latina  religio, la cual se relaciona con religatio, a saber la sustantivación de religare, es decir: “religar”, “vincular”, “atar”; entonces se puede afirmar que −sin caer en ningún tipo de especulación− una de las funciones de la religión es vincular una serie de creencias y sentimientos en una «visión de mundo», la cual muchas veces se acompaña de una doctrina.

La facultad de configurar una «visión de mundo» es uno de los rasgos culturales que comparten la filosofía y la religión, aunque cada utiliza métodos y saberes distintos. Obviamente, ninguna de estas dos esferas se encuentra libre de deformaciones y contradicciones, por eso, a mi parecer, el mayor desafío consiste en alcanzar un cierto grado de lucidez y tolerancia para evitar extraviarse entre las sombras del dogmatismo  o en los abismos de la superstición.