Porno y post porno, de la mirada al imaginario

La productividad de la pornografía como secuencia taylorista se basa en un “despilfarro”[1] de lo sexual: mostrar todo lo que sea posible sin importar su exageración: por ejemplo el que una eyaculación acaezca fuera del ano o la vagina, qué cosa más impactante que ésta se ejecute en la cara (de ahí el nacimiento de categorías como el bukkake, dónde se llena el rostro del objeto de semen en cantidades exorbitantes). Luego entonces, la industria del porno se montó en la espectacularización y exageración.

Si bien Román Gubern menciona que no pude negársele un carácter didáctico a la pornografía, en tanto que muchas de las prácticas como el cunnilingus, felaciones y coito anal, han sido difundidas y enseñadas por este medio, tampoco puede negarse que, las condiciones del espectáculo han pasado con las mismas prácticas, alejándonos de una búsqueda del placer por montarnos en un teatro de lo mostrado, llegando a colocarse tales imaginarios como la idea de lo que debería ser el placer. En palabras del mismo autor, la adicción o proceso de consumo principal a la imagen pornográfica se da por:

“A diferencia de la pornografía escrita, que permite imaginar, o mejor, que activa la imaginación del lector, la pornografía icónica bloquea la imaginación del voyeur, sujeto a la imposición de lo imaginado y antes visualizado por otro. Pero las artes de la imagen son por naturaleza altamente funcionales para la gratificación pornográfica, ya que el carácter analítico del encuadre permite operar una selección óptica de las zonas visualmente más erógenas,[…]. Por eso, si la fruición del espectáculo cinematográfico se basa por definición en el voyeurismo, la fruición y la adicción al género pornográfico constituye el ejemplo más modélico de iconomanía, iconofilia, idolomanía o iconolagnia.”[2]

Annie Sprinkle, activista sexual, propuso un revuelco al pensamiento sobre la pornografía denominándolo como post porno.  Esto se dio mediante un performance a principios de los años 90 titulado Public Cervix Announcement[3] , donde la ex actriz porno se declara como artista y activista sexual dando un revuelco a la mirada de la industria pornográfica.  No se puede pecar de ingenuidad sobre el cambio de ésta persona, si analizamos un poco el contexto de la época nos encontramos con la muerte de varias personas, algunas famosa, a causa del SIDA, y el que la actriz era considerada ya en los límites de su edad para la actuación dentro de la industria porno. La invitación al espectáculo performativo de Sprinkle consistía en  la actriz recostada vestida a la manera de una pin up, invitando a los espectadores a contemplar su cérvix a través de un speculum: miren, esto es una vagina, no tiene dientes. Con ello emerge el post porno como una crítica  a la industria pornográfica  por situarse en los imaginarios estilizados del cuerpo que sólo goza al ser penetrado salvajemente, y el desconocimiento del cuerpo femenino ante lo que reflejaba la industria porno: cuerpos perfectos, que no sudan, que se mojan en un cambio de escena tras beber el semen del hombre. Con el tiempo y sobre todo a partir del performance de Sprinkle, los discursos del post porno han buscado un explotar la producción del cuerpo desde aceptarlo en un tal cual, es decir, el cuerpo de la trabajadora, el ama de casa, la mujer embarazada, etc. Estos ideales han recaído e influenciado sobre todo en las líneas de pensamiento transfeminista y queer: sobre todo en la explotación del performance masturbatorio como forma de manifestación y expresión de una libertad misma libre la opresión de la industria pornográfica, sobre todo con pensadores como Paul Preciado  y otros más como la misma Annie Sprinkle.

Sin embargo, el hecho de que se produzcan nuevas producciones a través del post porno buscando la explotación y exploración libre del deseo, incluyendo cuerpos en su cual sea y, con las variantes físicas que se puedan tener e imaginar (llegando a la radicalidad de la muestra de cuerpos con otras discapacidades o mutilados) por mostrar el placer mismo, es absorbido por la misma industria pornográfica en la categoría amateur: aquella que intenta mostrar y englobar el placer de las parejas en el mismo deseo de ser mirados poniendo al alcance de todos en la web el material del placer de uno mismo, sea individual o colectivamente. Habría que preguntarse entonces si existe una salida posible, si no es que el gran Ciborg, enorme creador de maquinaria de deseos, a la par de un capitalismo neoliberal, son capaces de deglutirse a sí mismos creando espacios para normalizar cada asalto de salida a éstos, de resistencia y subversión. Si el post porno es auténticamente un detonador de placeres hay aún mucho trabajo por mostrar que, tanto como herramienta teórico-práctica es capaz de salir en la muestra del deseo productor de los placeres de cada cual, no sólo feminismos, ni subjetividades excluidas, sino una multitud capaz de explotar sus placeres en la recuperación de la mirada erótica.

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[1] Román Gubern, La imagen pornográfica y otras perversiones opticas, pág. 15.

[2] Román Gubern, Idem, pág. 17.

[3] El proceso fue documentado por la misma actriz y activista, puede consultarse en inglés en la página http://anniesprinkle.org/a-public-cervix-anouncement/

 

Imaginarios y el Ciborg, lenguaje e institucionalización

  1. Del lenguaje y los imaginarios sociales

Imaginar, nos lleva no sólo a pensar la manera en que constituirnos imaginarios sociales como realidad, pues conlleva la configuración de la sociedad como institución, lo que nos atraviesa como cuerpo en una serie de discursos y juegos del lenguaje que permiten el fundamento de una sociedad a través de cuestiones como las interpretaciones de los imaginarios sociales.  Al respecto, Daniel Cabrera refiere que para pensar la sociedad tenemos que situarnos desde “lo instituido y lo instituyente;[1]como forma plausible de realización. Esto nos remite a una historicidad de los deseos en tanto que se constituyen cada uno de los puntos que conforman la sociedad. Luego entonces, todo aquello que se denomina como sociedad, necesariamente nos remite a pensar la particularidad de cada sociedad analizada, dado que los imaginarios referirán a significaciones propias de cada una. “Lo imaginario social es lo que permite a una sociedad verse, imaginarse, definirse, como un <<nosotros>> concreto y particular y ver, imaginar y definir el mundo como su mundo.”[3] Desde este punto tenemos entonces la constitución del imaginario social como el cúmulo de lo que las voluntades e imaginarios individuales ponen en juego a través de la mirada: el deseo producido y expuesto  a manera de construir el mundo como propio.

La capacidad de creación y resignificación de conceptos permite quebrar las estructuras ya establecidas, en el mejor de los casos, o  al menos colocar el planteamiento de resignificar y fundar otro tipo de instituciones alternas a las presentadas por el imaginario social.  El lenguaje se coloca como el salvoconducto  hacia este proceso dentro de la creación de imaginarios alternativos a los presentados por la sociedad, el imaginario como facultad de representación incluso fantasmática permite esto.

Hablar de una institución nos refiere entonces al conjunto de imaginarios sociales que pasan a establecer la norma, la prohibición y también la irrealidad como procesos de establecimiento de una sociedad. El código de signos y símbolos devenido del artefacto de la prótesis cultural es lo que conocemos como lenguaje y que permite el juego sobre lo que imaginamos, fantaseamos y hacemos aparecer (esto último lo encontramos como fantasma  en tanto que evoca resignificaciones del pensamiento elaboradas desde nuestra individualidad). Todo esto es lo que conforma lo instituido, es decir, el proceso de aquello que aceptamos en calidad de sociedad, invención cultural y que no proviene de un origen psicológico de un solo proceso.  La parte creativa, aquello que dentro del lenguaje funciona como un juego de volver a imaginar y cambiar el significado de lo instituido es lo que permite hablar de lo instituyente. A comparación del fantasma no surge de la individualidad, sino de colectividades que encuentran dentro de la misma institución algún proceso de divergencia en tanto a la vivencia de sus imaginaciones impulsadas por el deseo y configurando nuevas formas dentro de la prótesis cultural.  Luego entonces, hablar de lo instituido nos refiere, de alguna manera a las generalidades sobre los procesos históricos de los cuales emerge una sociedad; mientras que lo instituyente posibilita la acción de los procesos que deviene de la colectividad de algunos, y la posibilidad de divergencia que configure nuevas formas de lenguaje resignificando el imaginario cultural.

El Ciborg deviene ciertamente de lo instituido, la carrera armamentista y las posibilidades de comunicar al ejército sin intervenciones telefónicas fue lo que marcó el planteamiento de pensar en la construcción de la ARPAnet como red para enviar mensajes y antecedente de la web; pero fue la modificación de los lenguajes de programación y el uso de abreviaciones del lenguaje dentro de la Web 2.0 lo que ha permitido el flujo de nuevos deseos sobre manifestar cierto tipo de comunicación de emociones en ello. Es decir es lo instituyente lo que atraviesa a manera de artefactos el gran monstro de la máquina deseante, no sin verse manifestado en la simplificación de la comunicación en microbloggin como Twitter, o el uso de emoticones por redes de comunicación como Facebook y WhatsApp.

 

2. Del Cual sea y una posible salida al Ciborg

Hablar del planteamiento sobre una ontología del Ciborg a través de los deseos y la problemática en la que nos vemos inmersos al basarnos en un hiperdeseo consumista. Pero también posibilita tener a la mano una serie de herramientas teóricas con las cuales trabajar en la reflexión de salidas posibles al Ciborg o bien, algunos conceptos de aquí y de allá que funcionen como pequeñas opciones para trabajar lo instituyente como medio de reformar las instituciones dentro de la gran máquina.

Existen rasgos dentro de los imaginarios que nos llevan a la identificación  de los quehaceres en común dentro de la vida en sociedad. Asumiendo que no podemos librarnos de ésta, y por tanto que no encontramos una escapatoria al Ciborg de manera total, el planteamiento de una salida a éste, o bien la construcción de micro células de resignificación de imaginarios cuyo ejercicio político deviene en resistencia y “multitud”[1] ante una sociedad capitalista que parece no puede romperse dados los procesos estructurales y de redes de poder en los que se halla inmersa. Aquellos imaginarios sociales que nos llevan a tener una identificación de mirada en torno a un grupo es lo que nos permite adquirir una identidad colectiva; es decir, existen ciertos rasgos que se producen dentro de éste imaginario conduciéndolo hacia ser real en tanto que las ideas como herramientas se efectúan en la sociedad como una salida efectiva de imaginarios instituidos.

Ante esto surge el cuestionamiento sobre qué conceptos podemos tomar para analizar salidas a la gran máquina del Ciborg. Sin tocar directamente el tema de lo tecnológico, pero sí en el sentido de afirmación de las singularidades en el trabajo en común que pueden extraerse hacia lo social, se encuentra el “cual sea”[2] de Giorgio Agamben como la aceptación de  la singularidades tal y como se presenta en el imaginario social. Dicho término se enfoca en mirar al otro y aceptarlo tal cual se muestra a nosotros, permitiendo así un puente entre el imaginario real como fundamentación del imaginario social. En este punto podemos hablar de la posibilidad política y social en la cual el hombre se reconstruye a sí mismo en torno a la comunidad.

La multitud no se da espontáneamente, sino que se produce a través de aquellas cuestiones que son colocadas en común a partir del pensamiento, “Todas las personas que utilizan en su trabajo la información y el conocimiento –desde el agricultor que desarrolla simientes dotadas de propiedades específicas hasta el programador informático- se apoyan en el acervo común del conocimiento que han recibido de otros, y crean a su vez nuevo conocimiento común”[4].Es decir, se aprovecha lo que ya está establecido para encontrar el punto en el cual las singularidades pueden entrecruzarse en el trabajo nuevo producido para dar lugar a un estadío de trabajo en común, que no comunitario, permitiendo así la apertura política de cooperación dentro de una sociedad capitalista, dándole especial énfasis a los proyectos que generan imágenes, ideas y afectos, denominándolo cómo producción biopolítica.

Esta posibilidad de reinventarse a través del Ciborg mediante la multitud, puede tener un mejor sustento si, a las nociones del cual sea y del tener lugar le agregamos la cuestión de que el hombre es capaz de reinventarse a sí mismo, pues está en él la capacidad de ejecutar la técnica que la misma sociedad ha puesto en sí como prótesis. Para adentrarme en tal cuestión recurro de nuevo a Cornelius Castoriadis, quién en el ensayo Antropología de Esquilo y autocreación del hombre  en Sófocles, nos remite a pensar la cuestión de que, desde la mirada de Sófocles, “el hombre nace socialmente con la técnica como capacidad de suyo”[6]. Cierto es que no hablamos ya del hombre ó de una humanidad, como venía señalándolo en el segundo capítulo, pero la reflexión montada desde el mito como manera filosófica nos permite poner a consideración la pregunta sobre la construcción de la singularidad como motor de la multitud.  Para Sófocles existe la polis como idea en la cual se monta la sociedad en Antígona; según el análisis de Castoriadis, la trama central de la obra se centra en que el hombre mediante la hybris es capaz de trasladarse a la hybristés y la ápolis como formas contradictorias al situarse neciamente en ellas.  Lograr el camino de la reinvención del sujeto a través de los mismos conceptos que tiene, y no cayendo en la tragedia de Antígona, es lo que posibilitaría una posible salida.

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Notas del segundo apartado

[1]El concepto multitud lo tomo de Michael Hardt y Antonio Negri, es contemplado como un proyecto de democracia global donde la igualdad se manifiesta como una alternativa al sistema de poder que ellos denominan como Imperio. La multitud se centra básicamente en poner en común aquellos puntos que cada resistencia pueda ofrecer.

[2]Cf. Giorgio Agamben, La comunidad que viene, págs. 11-12.

[3] A pesar del cuestionamiento que el uso de éste término pueda provocar ante el conflicto de determinar si existe algo tal como el Neoliberalismo, como si se tratara de algo diverso del capitalismo, he de mencionar que lo entiendo a la manera de Sayak Valencia como el movimiento existente en un mercado – nación que posibilita el uso de la tecnología como fuente primordial de un mercado abierto dentro del Capitalismo para fines prácticos. Doy por sentado el considerar éste término como el mismo Capitalismo en una fase montada en el uso de lo tecnológico donde se resalta el consumo y producción de deseos a gran escala.

[4] Hardt y Negri, Multitud, pág. 18.

[5] Cf. Negri, Multitud, pág. 18.

[6] Cf. Cornelius Castoriadis, Antropogonía en Esquilo y autocreación del hombre en Sófocles, en: Figuras de lo pensable, pág. 27.

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Notas del primer apartado

[1]Cf. Daniel Cabrera, Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas. Pág. 67.

[2]Cf.  Daniel Cabrera, Idem pág. 63.

[3]Cabrera, op cit., pág 56.

[4]Cf. Cabrera, Idem, pág. 36.

[5]Cf. Cabrera, Idem, pág. 68.

[6]Cf. Cornelius Castoriadis apud Daniel Cabrera, Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas. Pág. 68.

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Bibliografía

  • Agamben, Giorgio. La comunidad que viene. Segunda edición. Trad. de José Luis Villacañas y Claudio de la Rocca. Pre-textos. Valencia. 2006.
  • Cabrera, Daniel. Lo tecnológico y lo imaginario: las nuevas tecnologías como experiencias y esperanzas colectivas. Primera edición. Biblos. Buenos Aires, 2006.
  • Castoriadis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Trad. Por Antoni Vicens y Marco Aurelio Galmarini.Primera edición argentina en colección Acracia. Tusquets, Buenos Aires, 1993. Segunda reimpresión argentina en 2007.
  • __________________, Figuras de lo pensable. Trad, de Vicente Gómez. Ediciones Cátedra, Madrid. 1999.
  • Hardt, Michael y Negri, Antonio. Guerra y democracia en la era del Imperio. Primera edición, Trad. De Juan Antonio Bravo. Debate.  Barcelona. 2004.

Anotaciones sobre la figura del Carnaval y la copia de la copia.

«Pero de siempre […] la filosofía se reserva su actuación para la coda. Su vocación, crepuscular y necrofílica, le impone como espectáculo una co­rrupción: el fin del Carnaval o de la batalla. Su tótem es la lechuza. Su fecha idónea, el miércoles de ceniza. Su tarea: hablar y discutir después, cuando la vida y la polémica amaina, en tiempos de decadencia.» -Eugenio Trías, Filosofía y Carnaval.

El Carnaval según Trías puede entenderse desde una relación con la vida misma como un gran escenario de representaciones donde no hay un original.  Es la muerte del hombre la que lleva al establecimiento mismo de ésta figura.

 El Carnaval nos lleva a la irrealidad en tanto que su juego de máscaras constituye la configuración de imaginarios productores de deseos que pueden no corresponderse con los imaginarios que socialmente nos son introducidos a través de una sociedad de hiperconsumo. El deseo es procreado como productor de cultura, juega el papel de la construcción mítica de múltiples humanidades o  transhumanidades donde cada una conlleva una serie de códigos de signos y símbolos que la configuran. Cada ensayo es una máscara, es decir, una imitación de la construcción nominada «hombre».  Estar dentro del Carnaval es jugar al quita y pon de cada máscara, al ensayo y error de su configuración cultural.

Tras el velo de la máscara no hay algo.  Al terminar la mascarada o Carnaval se termina el ritual de jugar a la sabiduría, de levantar el tótem del lenguaje que de soporte a nuestros imaginarios culturales.  En este sentido cada cambio de máscara es el ensayo de una copia de la copia; tras fallar la primera se compone la segunda, se sigue con el cambio cada que necesita moldearse un cambio de pieza dentro del Carnaval. Tras el hombre está la desnudez impúdica del temor a lo grotescamente deforme. Un vacío sin construcción cultural. El barrido, para ser eterno, necesita de aprender a jugar con los cambios de máscara y no quedarse con el velo fantasmal de los imaginarios.

Hurgando tras los velos fantasmáticos que ha dejado cada máscara, sobre todo entre aquellos sobre los que ya no se sabe qué definen, queda el deseo pulsante de conseguir otra máscara, de crear una realidad de aquello que entendemos como cultura, de echar a andar una copia irrisoria, una parodia de la copia anterior. Si esta parodia se basa en la producción de deseos a una velocidad de instante, asomándose al eterno presente en el cual todo es horriblemente visible, entonces ha logrado su cometido de ser una burla de sí misma y de no dejar lugar para el pensamiento aparentemente.

La virtud de realizar la copia está en la posibilidad misma de la ruptura de la copia sin caer en lo terriblemente veloz y risible. De otra manera tenemos una parodia del hiperconsumo: una máscara que requiere de antifaces ultraveloces que cambien en tonalidades led en una reducción del lenguaje a caritas xD .

Deseo y objeto al mismo nivel de producción La copia irrisoria hiperveloz como productora y consumidora de deseos creadores de antifaces.  «Todo ser profundo ama el disfraz…» (Nietzsche) Pero todo ser hiperconsumista ama el antifaz ultraveloz. La felicidad se vuelve horrorosamente deseable cuando existen centenares de antifaces capaces de romper la mascarada incesantemente.

En medio de la ruptura de la mascarada, se quiebra también la posibilidad de espacio de ensayo de la copia. El deseo se come toda posibilidad de creación de manera violenta, escupiendo sujetos deseantes de copias irrisorias, mascaradas rápidas que no abarquen sujetos, sino imaginarios de deseos consumibles a gran escala. No se anhela destapar el velo y mirar la silueta dejada por la humanidad anterior, se anhela el antifaz que me permita disfrazarme nuevamente tan rápido como venga el siguiente. Ante esto la filosofía que se encierra en sus velos y que adora al tótem de la lechuza, amando las palabras malinterpretadas de sus amantes, se queda en la misma burla irrisoria, copia de la copia sarcástica y risible denominada como ciberrealidad, sin alcanzar a entender que no se trata más que de una copia, y que detrás de toda copia no hay nada más.

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  • Deleuze, Gilles y Guattari, Felix. El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Trad. De Francisco Monge. 1ª Ed. Paidós, Barcelona, 1973.
  • Fernández, Jorge. Pierre Klossowski. La pornografía del pensamiento. Articulo en línea en: http://documents.mx/documents/pierre-klossowski-la-pornografia-del-pensamiento.html
  • Lipovetsky, Gilles. La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad hiperconsumista. Trad. Antonio Prometeo Moya. Anagrama, Barcelona, 2000.
  • Trías, Eugenio. Filosofía y Carnaval. Segunda edición. Anagrama. Barcelona, 1970.

De mitos, prótesis y golems.

“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”. Gén 2, 7.

En las Españas Medievales, los judíos del siglo XII reflexionaban sobre la posibilidad de recrearse a sí mismos para las tareas más pesadas y que parecían necesitar de aceptar la parte agresiva de su animalidad como creación divina, dejando de lado la razón. Para lograr tal cometido, recurrieron al conglomerado de tradiciones orales y reflexiones en torno a su libro sagrado para imaginarse y crearse un lugar dentro de su cultura que les permitiera facilitar el imaginar aquello que querían representar, pues cada cultura termina refiriendo necesariamente a sus sistemas de símbolos y signos que configuran su lenguaje. Reflexionando en torno al pasaje bíblico con que comienza esta introducción, que no está de más señalar que es dentro de la tradición judía el relato más antiguo sobre la creación, estos hombres recrearon el mito y se asumieron como co-participadores de ese acto que consideraban divino, siendo capaces de replegarse en lo que llamaría “Golem”[i]; una criatura hecha de barro y que en la frente tenía escrita la palabra emet o vida, para poder articularse como una figura funcional.

El hombre no puede despegarse del mito para explicar sus imaginaciones y recrearse a sí mismo cuantas veces haga falta a pesar de las distintas épocas. Tampoco puede librarse de la sombra de sus tradiciones, ni de todo el lenguaje que ha definido su cultura. Tanto el mito como el lenguaje y el Golem en el caso mencionado configuran la formación de una cultura, y a la vez fungen como prótesis, es decir, como elementos necesarios para construir el espacio en el cual se desarrolla.  El mito nunca se abandonó, pero se transformó escondiéndose en una necesidad de progreso que satisficiera el pensamiento del hombre moderno “libre del orden divino, de delirios fantásticos y supercherías”[ii], dando lugar de esta manera al mito de la ciencia objetiva.

Imaginario e imaginación son prótesis que tampoco pueden desligarse de la conformación de una cultura, pues refieren justo a una función que cobra una realidad configurando el espacio y la manera en el cual se ocupa. Es como el caso del Golem, no se trataba simplemente de un monigote creado de arcilla que con el paso del tiempo crecería y destruyera violentamente todo a su paso si su creador no se encargaba de desactivarlo a tiempo. La imaginación no es un hecho fantástico, sino una interpretación de las necesidades culturales que necesitamos asumir en algún momento, para la configuración de un uso tecnológico de nuestro mismo espacio.

A imagen y semejanza del Golem medieval, ahora en lugar de un monigote de arcilla poseemos la hibridación de nuestras relaciones con la tecnología: audífonos, pantallas, computadoras, celulares, cámaras, y cuanta cosa más se nos produce delante como necesaria para imaginarnos. ¿podemos librarnos de cada uno de esos aditamentos o terminaremos como aquel monigote, creciendo hasta explotar violentamente con nuestros aditamentos tecnológicos?  ¿qué imaginaciones reemplazan nuestro Golem de arcilla y cubren nuestros placeres configurando sus espacios de imaginarios o de posibilidad?¿Son nuestros dioses neo-golems para proyectar nuestros deseos a imagen y semejanza de nuestro vacío de información uniformada?

 

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[i] Sobre el Golem, la Encyclopedia Judaica nos dice: “El Golem es una criatura, particularmente un ser humano, creada artificialmente por medio de la magia, mediante el uso de nombres sagrados. La idea de que es posible crear seres vivos de ese modo está difundida en la magia de muchos pueblos. Son conocidos, en particular, los ídolos e imágenes a los que otros pueblos primitivos atribuían el poder hablar. Entre los griegos y árabes, esas actividades están ligadas a especulaciones astrológicas basadas en la posibilidad de <<atraer la fuerza de las estrellas>> hacia entes de menor categoría. Sin embargo, el desarrollo de la idea del Golem en el judaísmo se halla muy lejos de la astrología. Sus raíces se encuentran en la interpretación mágica del Sefer Yesirah y en la noción de qué el lenguaje y las letras poseen un poder creador” .

[ii] Cf. Yehya Naief, Tecnocultura. El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra, Tusquets, México, 2008.

 

La mirada de Dios: vigilancia y olvido.

Vea, escuche, toque. Cierre los ojos.  La memoria queda descolocada al mismo tiempo que la mirada se despega del ojo y éste del párpado.  Ahora todo es horrorosamente visible, audible, tocable y fácilmente olvidable e inoxidable”.  Guillermo Goicoechea, Gramática de los medios.

Pensar en la manera bajo la cual se relaciona el Ciborg, y los distintos modos de subjetividad que engloba, lleva a situarnos en algunas problemáticas en torno a su manera de construírse al habitar su lugares (mundo y cibermundo), ambos ubicados bajo una concepción del tiempo, viejo problema filosófico que ni siquiera los artefactos cibernéticos logran superar y en su lugar colocan nuevas problemáticas.  Sumergidos en una cibercultura o una cultura conectada en todo momento a la tecnología y permeada por un ambiente tecnológico, hemos adquirido a través del uso de ciertos artefactos tales como las cámaras de video o fotografía, las transmisiones streaming y otros dispositivos mass media lo que antiguamente se denominaría como la mirada de Dios o el Paisaje de acontecimientos.

Proveniente del Cristianismo, que configuraba su línea de pensamiento y manera de entender epistémica y filosóficamente el mundo entre los siglos IV y VI, hablar de Paisaje de acontecimientos nos viene de Agustín de Hipona  en su Civitate Dei y consiste en la visión que únicamente pertenece a Dios y dónde el pasado y el presente se conjugan en un sólo tiempo.  El Ciborg adquiere este paisaje de acontecimientos o mirada de Dios y es a través de ella que percibe el mundo con sus extensiones tales como cámaras IP, cámaras de vigilancia, web cam y señales en streaming, podemos acceder al paisaje divino  mirando una gran cantidad de información al tiempo que sucede, o regresando atrás para mirar el hecho desde la mirada de la extensión cibernética en cuestión.   Si bien el problema de éste tipo de mirada es ya tratado por Paul Virilio de manera filosófica, esto es hecho de manera que pareciera que el enfoque con el que la mirada divina se ejecuta es el Apocalipsis de la humanidad ante un cibermundo cuya política ha trascendido las barreras del cuerpo para instalarse en un fantasma virtual que no termina de aclararse exactamente sobre qué es lo que está condenando. 

 Aterrizando las ideas de Virilio en el uso de un medio de vídeo que se configura como una extensión de nuestro cuerpo, rastreo dos problemas presentados desde el asumir la mirada de Dios en el Ciborg.  El primero se centra en que, poseyendo la mirada divina, entramos también ante el ojo que todo lo ve: la vigilancia de la distopía de 1984 de Orwell. Todo aquello que esté en contra de lo que el Gran Hermano dicta es automáticamente señalado e intervenido, creando así una sociedad de control perfecta.   No se trata aquí de mostrar a la tecnología como algo negativo, pero si de mostrar las problemáticas en las cuales nos inmiscuye el uso de éste tipo de tecnología y en caso no tan divagantes.      

   Existen cámaras IP alrededor de todo el mundo: desde aquellas instaladas en cuartos para vigilar bebés, como cámaras de vigilancia en bancos, calles, bares, incluso cámaras web habilitadas en función de vigilancia.   El uso declarado para todo este tipo de cámaras es dirigir su señal vía internet en tiempo real hacia donde el usuario decida mirarlo y desde el dispositivo que guste. Puede observarse desde un teléfono celular hasta una computadora o un sistema complejo de seguridad.  Pero resulta que se puede acceder a la mayor parte de éstas cámaras con un navegador de internet común digitando algunas direcciones. El Gran Hermano de Orwell no es un sólo personaje, es cualquiera que con un celular o un ordenador puede situarse tras la pantalla, digitar y vigilar para luego comentar o difundir desde una red social como fenómeno de la estigmatización del sujeto.  Así como el Dios de Agustín de Hipona observa y determina el bien y el mal desde su Paisaje de acontecimientos, la mirada de Dios nos proporciona el medio para vigilar y definir nosotros mismos la información buena de la mala, como moralmente se suele clasificar.    Los grandes revolucionarios de las redes sociales acceden a la mirada divina para colocarse justo en el papel de su creador, si es que aún creen en alguno que no se a la esperanza que han matado.   Esto nos lleva a situarnos en las microhistorias y los pequeños acontecimientos, pero que, al ser un exceso de información y ser tanta la velocidad con la cual accedemos a ella, justo no nos fijamos en los pequeños detalles.  

De aquí el segundo problema respecto a  la mirada de Dios: el olvido.  Dice Virilio citando a Norman Speer que  “el contenido de la memoria depende de la velocidad del olvido” pues resulta  que a pesar de fijarnos en los acontecimientos y las microhistorias que ocurren cada vez que nos abrimos a la mirada divina, no podemos almacenarlos todos, una sociedad de tecnocontrol, como tendré por bien nominar  a una sociedad abierta a la mirada de Dios,  nos lleva a  la poca retención de datos puesto que el almacenamiento de la memoria se sitúa en las extensiones corporales que tenemos a la mano: fotografías; redes sociales encargadas de traernos recuerdos cibernéticos de canciones, frases, imágenes; lugares vistos al momento mediante las cámaras IP, vídeos que almacenan nuestras memorias y las conservan como un montón de bytes almacenados en la red o en algún dispositivo electrónico.

El Ciborg  es tanto el hombre de los pequeños acontecimientos como el hombre del olvido, de ser el estigmatizado se vuelve aquél que se diluye en cientos de avatares  y su imagen y construcción, a pesar de ser la del que ve y juzga todo al mismo tiempo, no es simplemente la imagen peligrosa que Virilio señala con su pensamiento.  No es el juez degollador avatar de la tecnopolítica que supera toda frontera y se mueve flotando como un fantasma en el ciberespacio, tampoco el cibervaquero de las imaginerías de Gibson (pues la realidad supera a la ficción).  es el Dios que muere de hastío ante el manejo de información que diario pasa por su mirada, es aquél que puede conectarse con cientos de lugares estando tirado en la cama, harto de tanta información pero con la imposibilidad de rechazarla al ser necesaria incluso para su supervivencia en un mundo que ha globalizado sus fronteras a través de la mirada divina. 

  El cuerpo metáfora-simulación en Nietzsche según una interpretación de Klossowski.

 

Hipótesis: La noción de simulación en Pierre Klossowski permite pensar las cuestiones de atravesar la mentira y la metáfora en el cuerpo. Al ser éste cambiante, el eterno retorno en Nietzsche obliga a pensar un estadio corporal dónde se necesite de las sensaciones siempre actualizables, y el simulacro metafórico para mantener un equilibrio contra la linealidad de la cultura. .

Introducción.

El cuerpo es el lugar donde se inscriben las reacciones del pensamiento. El ejercicio de la imaginación, el olvido y el recuerdo se inscriben dentro de las afecciones que marcan un cuerpo y se ligan a la manera en la cual pensamos y creamos conceptos. El cuerpo se enmascara para poder sobrevivir, creando nociones que puedan equilibrarlo entre no perderse entre las sensaciones captadas y el equilibrio que el mismo cuerpo marca. La obra de Pierre Klossowski “Nietzsche y el círculo vicioso”, permite justo un acercamiento a la revisión tanto del pensamiento de F. Nietzsche en cuanto a la creación – vivencia del pensamiento del Eterno Retorno de una manera vivencial, como al mismo pensamiento de Klossowski y su creación conceptual a partir de un trabajo muy bien documentado sobre vida y obra de Nietzsche.

Este pequeño ensayo se inscribirá en por lo menos tres momentos. Primero: revisar un poco la manera de escritura de Klossowski como forma intempestiva y transgresora del pensamiento, para lo cual daré un vistazo general a la obra trabajada en este trabajo. Segundo: revisaré algunos conceptos de “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” para tomar la noción de metáfora en Nietzsche y tratar de aterrizar finalmente en un tercer apartado en contraste con la inscripción de la metáfora en el cuerpo según la noción de máscara- simulación en Pierre Klossowski. Dejaré de momento de lado la parte erótica tan exquisita trabajada en este autor para centrarme en lo mencionado en esta introducción.

 

  1. Klossowski y la transgresión del pensamiento a través de la escritura.

De cadáveres y transgresiones.

A mediados del s. XX surgió una tendencia por desechar o despreciar de alguna manera la forma común del ensayo que buscara reflejar una verdad, sobre todo en algunos franceses. No era gratuita esta manera de abordar un problema pues la historia se había visto afectada por el desencanto de la verdad entendida como un concepto inamovible y base de todo conocimiento. La Segunda Guerra Mundial y la explosión de la bomba atómica habían traído la realización de la sospecha nietzscheana: la muerte de Dios como icono de esperanza (para posteriormente caer en la disolución del sujeto en las subjetividades y declarar la muerte del hombre a manos de Michelle Foucault), pues ante el desplante del ejercicio de poder sobre Japón, y la muerte de millones en un instante sin importar las consecuencias, se muestra el desplante de la verdad como construcción de esperanza y como método de conocimiento. Ni siquiera “Zaratustra”[1] cargando el cadáver del equilibrista luego de anunciar la muerte de Dios pudo imaginarse lo fáctico que cobraría esta afirmación de ver a Dios muerto en el desencanto de su época, llegando a sus últimas consecuencias tras la guerra. De hecho, podría decirse que el pasaje mencionado de “Así habló Zaratustra” podría tomar como una profecía sobre el sin sentido que trajo la guerra y que se reflejó en la manera de escribir de autores como Bataille y él mismo, influenciados justo por la sospecha de Nietzsche sobre la muerte de Dios y la muerte del hombre, hecho ya encarnado dentro de la historia vivida en tiempos de éste autor.

Siendo hijo de un poeta y tras tener una crisis religiosa e ingresar temporalmente a un seminario, la concepción de la transgresión de la vida misma le llevó a liberar su pensamiento desde la narrativa. Contra el ensayo y el método que circunscribía el compromiso de una verdad normalizadora del pensamiento, la narratividad en Klossowski le lleva a dejar de lado el cadáver del equilibrista: la experiencia de su propia vida, la crisis espiritual y el malestar de la guerra (que pueden interpretarse como la carga del cadáver que ha dejado la modernidad kantiana) es necesario que sea enterrado con las propias manos de quién lo carga. Así la faceta de escritor que es capaz de romper con lo establecido se da en éste autor.

Su escritura es reflejo de una critica a lo vivido y una reflexión concisa y fuerte a las problemáticas de su tiempo.   Influenciando tanto por Sade como por Nietzsche el concepto de no apegarse a lo establecido es lo que nutre su concepto de transgresión. El pensamiento y la escritura misma no son más que metáforas a trabajar, pensar y recrear una y otra vez, y la manera de romper con estas máscaras cadavéricas que ha dejado la modernidad es el delirio, la locura:

“La certidumbre adquiere el carácter ofensivo del delirio. ¿de qué manera la certidumbre coerciona el espíritu del delirio? ¿de qué certidumbre se trata? Del irreductible fondo cuyo mutismo rechaza cualquier equivalencia. Porque si la certidumbre produce el delirio, es debido a que la monstruosidad imaginada es la contracara de un acto criminal.”[2]

La cita anterior refiere a un a cita de Ecce Homo en dónde se plantea justo que la certidumbre es aquello que ata a la locura. Tener certeza de algo no es sino una pulsión hacia la creación de simulacros imaginativos que son asumidos como lo real. Ahora bien, la certidumbre de la que Klossowski habla aquí no es la certidumbre kantiana, sino aquella que se asume como simulacro y que por ello es digna de una monstruosidad, esta última palabra no en el sentido de algo digno de ser mostrado, sino de el ímpetu de lo grande y grotesco que puede producir la imaginación del simulacro: se crea a través de la mente una simulación de que tal certidumbre funciona, llevando así al estado del delirio creativo.

La certidumbre del delirio no es sino el reconocimiento de la realidad: el simulacro que se hace presente al aceptar una “realidad visionaria”[3] capaz de transformar en sí la realidad activa. Si se es capaz de recrear mentalmente el simulacro a través del imaginar, entonces puede llevarse a la realidad. El simulacro no resuelve la vida, ni la reemplaza, pero se encarga de no hacer caer en la locura.   Siempre es conveniente tener separada la simulación de la realidad para evitar perderse a uno mismo.   Y justo la lectura del Circulo vicioso se centra en eso: un simulacro del simulacro que Nietzsche ensayó sobre los padeceres de su cuerpo y la lucha entre simulación y cohesión. Es ahora creadora en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Simulacro del simulacro que Nietzsche ensaya al aceptar una realidad donde radica el principio de lo metafórico, la simulación como metáfora, pero eso lo trataré en el tercer apartado…

 

  1. La metáfora creadora en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.

Critica a la filosofía y la metáfora como antropomorfismo.

Nietzsche propone que la construcción de los términos de verdad y mentira se da en base a metáforas; incluso la filosofía no se salva del uso de lo metafórico para establecer la verdad. El texto Sobre verdad y mentira en sentido extramoral expone, en su primera parte, que el antropomorfismo dentro del lenguaje influye necesariamente sobre la concepción de la verdad como constructo universal. La Filosofía Occidental se movió desde Platón en la formación de conceptos universales, cuestión que en el análisis de Klossowski no será más que una simulación e la simulación, una burla vacía a la copia de la copia que en realidad no refiere a un contenido concreto y real. Estos conceptos fueron formando una larga tradición que fue heredada a través de la historia entre los filósofos con el fin de preservar la verdad como una simulación que se asume como realidad y se impone a otras simulaciones y a la realidad misma. Toda la tradición de éste pensamiento filosófico Occidental, desemboca fuertemente en las categorías creadas por Kant, que ordenan el mundo a través de sistemas y subsistemas, simulacro sobre simulacro asumido como realidad.   Nietzsche se ayuda como filólogo con sus herramientas interpretativas y el análisis de la tradición helena durante su juventud.

El tratado “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral” comienza justamente con una metáfora sobre la finitud del hombre:

“En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la <<Historia Universal>>: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. “[4]

El fragmento anterior denota el uso de la metáfora de manera burlesca; aquello que se ha definido como Historia Universal no es sino una mera construcción humana, hecha con el afán de preservar la verdad inamovible y eterna. No hay otra historia, el hombre se crea a su imagen y semejanza los conceptos que maneja y con los que puede mediar la agresividad de la realidad. El hecho de utilizar el término “universal” hace pensar en una garantía para todo sistema en el cual se presente saliendo así de la temporalidad, rechazando la simulación del acto. Sin embargo, como lo muestra la fábula anterior, el hombre es finito y por ello en un primer momento, resulta arbitrario el pretender establecer una verdad eterna e inmutable. En el fondo el hombre intenta construir sus términos a través de lo que su inteligencia percibe y distingue primero: su Yo en relación con aquello que le rodea y según la forma en la cual ha sido educado. Incluso el universo es moldeado metafóricamente a la manera del hombre. Es en el fondo el miedo a lo desconocido, el miedo a caer en la locura lo que lleva a la afirmación de asumir una certidumbre como una realidad pathetica, que padece en sí misma de locura y caos delirante.

La Razón (convencionalismo derivado fuertemente del orden kantiano) utiliza necesariamente de metáforas para construcción de conceptos y el problema radica, en el olvido y pérdida del sentido metafórico al crear un concepto:

“El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo […] el revoloteo incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombre una inclinación sincera y pura hacia la verdad. Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a sumergirse sobre la superficie de las cosas y percibe <<formas>>, su sensación, no conduce, en ningún caso, a la verdad” [5]

El intelecto finge, podría traducirse esto por que simula la realidad para poder sobrevivir, ese es su medio natural para mantenerse, tomar la simulación y sobre esta colocar otra. El revoloteo incesante de la vanidad no es más que el asumir el simulacro como real. La inclinación pura hacia la verdad es simular que no se simula, auto engañarse con que la creencia epistémica nos puede fundamentar todo y darnos una seguridad blindada contra toda locura. Al final no deja de ser más que un engaño.

La metáfora constituye la parte central de aquello que evoluciona y forma parte del concepto, este al dejar de ser una creencia epistémica pende de la evolución metafórica a una construcción social asimilada como verdad, sin ser puesta a discusión y elevándose al ámbito de lo metafísico. El filósofo separa la metáfora de la vida, es decir, la saca de su contexto inmerso en pulsiones, sensaciones y delirio creativo incesante para olvidar su procedencia y punto de partida, convirtiéndolo en un lenguaje destilado que adquiere un carácter metafísico e incomprobable, resulta ser una extravagancia que revolotea “incesante alrededor de la llama de la vanidad” con el fin de ajustar a lo humano lo inalcanzable establecido como moral.

La forma antropológica del lenguaje surge e irrumpe contra lo cotidiano planteando así un juego perverso de no reconocer las sensaciones como verdaderas, llevándolas a ser guardadas en el proceso del olvido. Es la narración de aquello que le acontece al hombre desde lo sencillo; no debiera ser, por tanto, exuberante y cargada de un sentido que ya no refleja la vida, la metáfora, para poder ser entendida y reflejar una interpretación de la realidad que la haga vigente, debe pertenecer necesariamente al presente. Es por ello que Nietzsche arremete contra los filósofos de su tiempo, ya que han deformado el sentido del lenguaje y la metáfora sacándola de lo cotidiano para convertirla en conceptos, olvidando la significación original de dónde surge.

Las metáforas que son convertidas en conceptos por la filosofía a través de la razón dan como resultado la creación de la verdad inmutable e inamovible. Es a partir del análisis nietzscheano dónde falla la filosofía; la verdad no puede ser eterna y adecuada para todos en todo momento histórico y circunstancia, como se había propuesto la filosofía del s. XIX para dar lugar a la moralidad que acaba con la vida al intentar suprimir lo cotidiano del lenguaje. La objetividad propuesta por el filósofo al creer su propia verdad construida desde la abstracción, no es sino una metáfora mediante la cual el hombre como animal racional es capaz de interpretar su realidad y es a la vez creador de una manera de sobrevivir llamada sociedad, busca asirse en un fundamento para afirmar su supremacía sobre otros seres.

 

Los juegos de la verdad y la mentira.

 

“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.” [6]

Las palabras resultan vacías y carentes de significado cuando se intentan forzar a ser una verdad o un simulacro, pues ya no refieren a lo vivo. ¿entonces a qué refieren? Justo a la construcción de relaciones hechas por recuerdos. Una convención regulatoria se hace para mediar la parte instintiva del hombre, la parte de la inmediatez, que se pone automáticamente como falsedad y pierde de esta manera su fuerza: se utiliza el concepto en la vida cotidiana pero ya no refiere a su sentido original. Deja de ser metáfora para transformarse en concepto. Así la verdad constituye un juego del lenguaje cuyos convencionalismos permiten establecer valores morales bajo el supuesto establecimiento de u conjunto de reglas que permitan la convivencia comunitaria. Contra la verdad que se transforma en norma se halla la transgresión como ruptura justo de ese orden. El problema no radica de facto en el orden impuesto, sino en los juegos de mentira que incluye la declaración normativa de algo como verdadero:

 

“El mentiroso utiliza designaciones válidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real. […] Abusa de las convenciones consolidadas haciendo cambios discrecionales, cuando no invirtiendo los nombres. Si esto lo hace de manera interesada y que además ocasione perjuicios, la sociedad no confiará ya más en él, y por este motivo, lo expulsará de su seno. “ [7]

Existe entonces un juego en el lenguaje entre verdad y mentira; una vez construido el sistema social mediante la verdad, mentir está permitido solo sí no afecta a terceros dentro del sistema. Quién miente para obtener un beneficio propio sin una mejora a la sociedad debe ser expulsado puesto que no ha demostrado jugar dentro de las reglas sociales, de tal manera que el que una mentira sea verdad depende del uso que se le dé a esta en la comunidad. El conocimiento se mueve entonces en el ámbito político; la verdad será aquello que refleje la supervivencia para la sociedad y no otra cosa. Dado lo anterior, mentir se vuelve necesario para poder sobrevivir. La mentira adquiere un valor de vida y se mueve dentro de la creación de mundos-sociedades posibles donde cada uno de éstos tiene su verdad y sus reglas.

La palabra es entendida por Nietzsche como la “reproducción de sonidos de un impulso nervioso “[8] que permite mediante la razón inferir la causa de aquellos datos que se reciben a través de los sentidos. Sin embargo, la interpretación de la realidad da como resultado que la palabra pueda arrojar un significado equívoco dado a los juegos de la razón. Es decir los juegos de la razón que crea ilusiones en la mente del hombre que hacen confundir la falsedad por verdad. Desde esta mirada, no habría de colocarse a la verdad como fundamento del conocimiento y del lenguaje, ya que la verdad no puede proporcionar certeza de aquello que la mente interpreta, además de la manipulación que la sociedad misma hace para modificar la mentira en verdad según convenga.

Resulta entonces absurdo e inalcanzable el tratar de colocar la verdad como inmutable y eterna moviéndola del ambiente de vida y cotidianidad en el cual ha surgido. Las convenciones comunes del lenguaje no buscan establecer “la cosa en sí”[9] sobre aquello que se interpreta, sino meramente el denominar, a la manera en que el ser humano pueda comprenderlo, aquello que le rodea, siendo esto de manera antropomórfica. El problema entre el conocimiento, el lenguaje y la verdad surgen cuando el hombre se olvida del porqué ha creado a esta última y además olvida o ignora lo metafórico, buscando y estableciendo convenciones del lenguaje que lo cierran al impulso creador de la vida.

Por su parte el hombre intuitivo es similar a un niño, ya que juega con intuiciones y conceptos a la vez, es aquel que es capaz de crear a voluntad el lenguaje, no se ata como el hombre racional a conformarse con lo ya definido o aislarse y encerrarse únicamente en los conceptos; el hombre intuitivo domina sus sensaciones y por tanto la vida. Si bien, no domina sus sensaciones bajo lo que la sociedad le impone como bueno y malo (moralmente), analiza con las herramientas del hombre racional, pero no se deja dominar por éstas, sino que usa el arte para moverse entre uno y otro campo, entre conceptos y lenguaje creando nuevas metáforas que sean capaces de mostrar la belleza; se mueve en un plano más estético que político; se atreve a conocer sus sentimientos para poder crear metáforas y lenguaje nuevos. El hombre intuitivo no mata el lenguaje ni lo extrae de la vida cotidiana, lo conoce desde lo sencillo, desde lo que vive, planteado así la salida que supera a la verdad y a la mentira establecidas socialmente. Y, en lugar de reprimir sus sentimientos aprende a moverse en ellos sin volverlos a su imagen humana. Para conceptos y metáforas ya no es el hombre medida de todas las cosas, sino que aprende a leer la tierra, a ser parte de universo mismo. El hombre interpreta sensiblemente lo real y mediante sus creaciones es capaz de entretejer lo metafórico con el pensamiento para dar lugar al lenguaje. Dado lo anterior Nietzsche replantea el lenguaje desde la metáfora; el filósofo es entonces intérprete y creador, hilador del pensamiento que no debe temer a lo sensible ni a la metáfora, pues esta última es la cumbre más alta a la cual puede llegar el pensamiento como aproximación a lo bello y sublime, es el paso que hace la fina distinción entre la locura hundida en el Phatos la locura como manifestación de lucha hacia lo la simulación que se toma por verdadera.

 

  1. Cuerpo y encarnación de la metáfora. Análisis a partir de Pierre Klossowski.

Hasta ahora queda claro la necesidad de partir de juegos del lenguaje para romper los convencionalismos de la verdad y la simulación que pone en riesgo la teoría sobre el pensamiento. Sin embargo los estudios de Klossowski transgreden el convencionalismo desde que no se quedan en el análisis de lo teórico, sino de la práctica. Nietzsche y el circulo vicioso es un texto provocador que se inserta en la dinámica de analizar la vida pathetica de Nietzsche a través de su correspondencia. El trabajo en el lector de esta obra se halla entonces en un análisis de la obra apegado a la vida del autor, cuestión que ayuda a esclarecer la interpretación propuesta por Klossowski. ¿qué sucede cuando es el cuerpo enfermo aquél que da la posibilidad para el pensamiento vertiginoso de la simulación y la máscara como análisis del lenguaje y realidad? . Según esta obra es el phatos como multiplicidad de sensaciones-sentimientos de dolor, lo que posibilita la lucha contante contra el delirio y la simulación.   “Un pensamiento que encierre un comportamiento o un comportamiento que encierre al pensamiento son instancias que obedecen a un automatismo muy útil: asegurar la seguridad”[10], es por eso que Nietzsche buscaba no salir de su enfermedad, sino asumir su estado pathetico en una lucha constante por no quedarse ni siempre hundido en el quebrantamiento de la enfermedad que limitaba su pensamiento, ni en el pensamiento que tan sólo le hiciera escapar del deguste de su enfermedad.

La trampa de un pensamiento asumido como construcción de verdad, como cárcel de los sentires es justo lo que Nietzsche combate intempestivamente contra la historia de la filosofía previa a él.   No se traba de colocar o que éste autor se colocara como la medida de bondad, sino detectar la problemática de trampas que el lenguaje había establecido para huir del estado del phatos.

El escenario de la metáfora es el lenguaje, pero si el lenguaje se inscribe en el cuerpo entonces el escenario del padecimiento pasa a ser el mismo cuerpo. El juego de la metáfora inscrita en el cuerpo se juega en la lucha de la experiencia proporcionada por el delirio. No se trata simplemente de un estado psicológico del autor de las Consideraciones Intempestivas, sino que el estado de lucha deriva de el confrotamiento contra la asunción de una episteme y una pertenencia a la cultura. El malestar declarado en el cuerpo se da por el “estado provisorio de la lasitud”[11] en la cual se marca el cuerpo por los juegos de verdad y mentira que culturalmente se han adscrito al cuerpo mediante una moral.

Curiosamente es a través del mismo cuerpo del que surgen las fuerzas para confrontar a la cultura y a la falsa metáfora. Es el cuerpo en transformación, el cuerpo que “quiere hacerse entender por intermedio de un lenguaje de signos descifrados falazmente por la conciencia”[12], es decir, la cultura crea un sistema de signos por el cual se pretende engañar a los estados del cuerpo. A través de este sistema de símbolos se permite la simulación de la realidad: las emociones no necesariamente se expresan en el momento que nuestro cuerpo las requiere ya que podemos dis-simular una sonrisa, una mirada. La mentira se inscribe entonces como una transvaloración en el cuerpo, que genera a su vez un lenguaje en código que muchas veces no es sencillo de descifrar. Al final solamente la persona es capaz de descifrar e interpretar el código inscrito en su cuerpo, pues el resto sólo verá las simulaciones presentadas por éste.

La resistencia capaz de quebrar la simulación codificada de la cultura sobre el cuerpo es dada como una salida en el Eterno Retorno según la interpretación de Klossowski. El necesario romper con el sistema de signos cotidianos, no aferrarse a verdad alguna. El hombre capaz de transformar su cuerpo en metáfora es aquel que puede abandonar el cadáver del equilibrista y mantenerse en la lucha que tienes a veces al delirio y a veces a la lucidez –y que hace del delirio su lucidez- y no aquel que transforma todo en una metáfora, pues ésta crea a su vez otra y así se eleva al infinito, creando una simulación de la simulación vaciándose de contenido y rehaciendo el lenguaje hasta no saber su significación. Ser capaz de transformar el mundo interno (que o deja de ser una capa externa) en una metamorfosis del cuerpo mismo, llegando así al Eterno Retorno:

“El Eterno Retorno sólo es el modo de manifestarse: el sentimiento de vértigo es consecuencia del <<de una vez y para siempre>> en que el sujeto es sorprendido por la ronda de innumerables veces (…) A nivel de la conciencia pierden el sentido y el fin: están en él Circulo Vicioso por todas partes y por ninguna, ya que no hay ningún punto del Círculo que no pueda ser comenzado desde el mismo fin.” [13]

Es entonces cuando se halla una posibilidad de salida, estar en el Circulo a la manera de Nietzsche, reconociendo el pathos y el código de lenguaje que nos aprisiona, llegar al final que vuelve a ser el principio para el punto de partida. No hay vida eterna ni esperanza de un mundo futuro, sino un barrido perpetuo de sensaciones, emociones y pensamiento que habrá que interpretar y metamorfosear en máscaras para confrontar nuestro estadio corporal.

Vadim-Stein1

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Bibliografía.

– KLOSSOWSKI, P. Nietzsche y el Círculo Vicioso, Caronte Filosofía, Argentina, 1986.

-NIETSZCHE, F. Así habló Zaratustra, Ediciones Planeta-Agostini, Barcelona, 1992.

-________________,  Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1996.

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[1] Me refiero aquí al apartado 6 del Prólogo de Zaratustra, dando una interpretación libre sobre éste personaje: el equilibrista representa al hombre que busca superarlo el nihilismo y sin embargo termina muerto por sus miedos metafísicos. Zaratustra le promete enterrarlo con sus propias manos. El profeta carga con el peso muerto del hombre que no puede liberarse del nihilismo, el hombre sin esperanza. Es esta una representación de la muerte de la esperanza o muerte de Dios.

[2] Klossowski, Nietzsche y el círculo vicioso, Caronte Filosofía, 198 p.

[3] Ídem, 199 p.

[4] Nietzsche, Sobre Verdad y mentira en sentido extramoral. P.17

[5] Ídem, pág. 18-19

[6] Ídem, pág. 25.

[7] Ídem, pág. 20-21

[8] Ídem pág. 21

[9] Ídem pág. 22

[10] Klossowski, Nietzsche y el círculo vicioso 17 p.

[11] Ibíd., 17 p.

[12] Óp. Cit, 37 p.

[13] Ídem, 77 p.

Apuntes para una Genealogía como enfoque de investigación y ruptura del método en Michelle Foucault.

 

Introducción.

La Genealogía inaugurada por Nietzsche como enfoque de estudio y análisis para delimitar las problemáticas de su tiempo y romper con el establecimiento de una verdad, permite la recreación de los conceptos y un acercamiento a estos sin considerarlos como una verdad inmutable. En lugar de buscar un origen mítico que nos aleje de los puntos ricos al abordar un problema, el situarse históricamente y valerse de sus herramientas nos permite agudizar los detalles que permitieron la emergencia de una problemática a estudiar, resignificando así los conceptos y ayudándonos a romper con su convencionalismo, permitiendo así una interpretación y comprensión más completa sobre la problemática al analizar, así como la proposición de soluciones viables a este.

Este pequeño ensayo pretende exponer algunas notas para considerar el uso de la genealogía como enfoque al tomar un problema filosófico. Para ello el trabajo constará de tres momentos: el primero buscará un breve análisis sobre las condiciones históricas del cambio del lenguaje que influenció a Foucault para llevarlo luego al uso de la Genealogía como enfoque para la resolución de problemas. Un segundo apartado mostrará los pilares previos a la etapa genealógica de Foucault que sentaron las bases de su investigación: poder y orden del discurso –saber. Finalmente culminar con el tercer apartado sobre las notas genealógicas en el texto Nietzsche, la genealogía y la historia de Foucault como muestra de la realización de un trabajo de análisis histórico-genealógico.

 

  1. Entre muertes de Dioses y nuevos horizontes discursivos.

 

A mediados del siglo XX la historia se había visto afectada por el desencanto de la verdad entendida como un concepto inamovible y base de todo conocimiento. La Segunda Guerra Mundial y la explosión de la bomba atómica habían traído la realización de la sospecha nietzscheana: la muerte de Dios como icono de esperanza (para posteriormente caer en la disolución del sujeto en las subjetividades y declarar la muerte del hombre a manos de Michelle Foucault), pues ante el desplante del ejercicio de poder sobre Japón, y la muerte de millones en un instante sin importar las consecuencias, se muestra el desplante de la verdad como construcción de esperanza y como método de conocimiento. Ni siquiera “Zaratustra”[1] cargando el cadáver del equilibrista luego de anunciar la muerte de Dios pudo imaginarse lo fáctico que cobraría esta afirmación de ver a Dios muerto en el desencanto de su época, llegando a sus últimas consecuencias tras la guerra.

El desencanto por la muerte de Dios llevó al rechazo de las verdades establecidas e influyó notablemente en la literatura de la segunda mitad del siglo pasado. Con los franceses la noveau roman o nueva novela que cambiaba la narratividad del texto al quitar al personaje como centro (tal era el caso de la novela tradicional). El personaje no tiene historia o pasado, y si lo tiene no es importante, lo relevante es aquella problemática construida en torno a la masificación, no lo que lo hace único, sino aquellas generalidades que lo configuran. Comienza así el planteamiento de la subjetividad (pues ya no se toma en cuenta la objetividad del personaje) desde la novela.

Así, la influencia de la noveau roman se traslada a otros campos de reflexión en dónde comienza a cuestionarse también el sentido de la verdad y su discurso. Michelle Foucault escribe a mediados de los años sesentas, Las palabras y las cosas, un estudio donde plantea que la verdad es una construcción histórica que obedece a cambios discursivos.

 

  1. Sobre el poder y el discurso, los pilares en la investigación de Foucault para el planteamiento de una Genealogía. (Apuntes previos a la genealogía)

 

Si bien, el texto Las palabras y las cosas no pertenece a la llamada etapa genealógica por los expertos, si permite el abordar algunas herramientas que después se volverán indispensables en el análisis del discurso foucaultiano, así como herramientas básicas para el análisis genealógico. En él se haba sobre la construcción de saberes. Cada saber durante la historia ha obedecido a dos cuestiones: el orden y el poder. El primero se ha encargado a través de la historia de regular el saber a través de la cultura y el discurso científico – filosófico:

“Los códigos fundamentales de una cultura —los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas— fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá. En el otro extremo del pensamiento, las teorías científicas o las interpretaciones de los filósofos explican por qué existe un orden en general, a qué ley general obedece, qué principio puede dar cuenta de él. “[2]

 

Luego entonces, se plantea la propuesta de una verdad, cuyo contenido epistémico es fijado previamente por las convenciones culturales. Esto es el Orden en el cual se establece un conocimiento. El código de lenguaje, de valores de verdad y falsedad se hallan fijados tanto por la ciencia como la filosofía. Por consiguiente la búsqueda de una verdad, el establecimiento de ésta, resulta absurdo pues se recae en la invención cultural. No existen verdades absolutas, sino convencionalismos culturales. El estudio de Foucault es este sentido buscaba el análisis de reconocer las diversas manifestaciones culturales de acuerdo a cada época sobre las normas y leyes que cada Orden establecía, encontrando así la fundamentación de cada sistema de conocimiento. A éste método lo denominó  arqueología, puesto que buscaba reconstruir con exhaustividad las condiciones que dieron lugar a tales ordenes.

El segundo punto señalado es el poder. No se entiende éste como una limitante, sino como una fuerza que se ejerce gobernando los saberes que se han impuesto. En lugar de verdades Foucault comienza a hablar de saberes: discursos que obedecen a fuerzas que los imponen y gobiernan, además de leyes – orden que lo establecen culturalmente. Resulta entonces que el discurso no se vale sólo de las palabras para denominar un saber o verdad, detrás de éste se halla toda una serie de tecnologías que no se dicen, pero son utilizadas y sostienes el saber en cuestión.   Luego entonces, lo que sostiene un discurso, aquel conjunto de fuerzas que lo mueven como marioneta es el poder. No la posesión de éste, sino entendido desde las fuerzas que chocan y se conjuntan para producir un discurso.   El poder ejercido desde el discurso se encarga de clasificar, adueñarse de ideas, rechazar y llevar a los sujetos clasificados a la exclusión y finalmente al “exterminio”[3]. Estas acciones del poder detrás del discurso se hacen patentes en lo que Foucault analizaría más tarde como formas de subjetividad: el loco, el criminal, etc. Una forma de subjetividad se dedica a analizar no a un sujeto en cuestión, sino las características que lo clasifican y separan del resto, los procesos discursivos que permiten su exclusión y las leyes o normas que lo sujetan a dicha clasificación. En fin, el ejercicio de poder, las relaciones de poder detrás de cada discurso. Es así como comienza a apuntar las distinciones conceptuales que Foucault utilizaría para establecer sus investigaciones bajo un enfoque genealógico.

Otro punto importante dentro del texto de las palabras y las cosas es la crítica hacia el lenguaje como forma abstracta de signos independientes y tomados por imitación: “la génesis del lenguaje a partir del lenguaje de la acción escapa por completo a la alternativa entre la imitación natural y la convicción arbitraria”[4], es decir, el lenguaje no puede considerarse como un ente de conceptos que está ahí por mera referencia casi natural e inherente al ser humano.   Puesto que este se establece a partir de una convención cultural, son las normas las que designan aquello que nominan las palabras, las cosas no tienen un valor intrínseco, una esencia que permita nombrarlas. Si existe un sujeto capaz de nominar las cosas, fácilmente puede decirse que le es hasta espontáneo y natura, pero ¿qué pasa cuando el sujeto no dice nada? ¿No es acaso que aquello que calla se debe a una prohibición, a algo que culturalmente no debe de ser nombrado o es un tabú (entendido esto como una construcción social, algo prohibido por la norma). El discurso detrás del establecimiento del lenguaje condena, prohíbe, señala y vuelve sujetos de exclusión a aquellos que quiebran el tabú. Si el sujeto que rompe la norma entonces se le señala y excluye, el lenguaje sirve al ejercicio del poder al callar y sus convenciones no son naturales a una bondad o maldad, sino que históricamente definen la construcción de un saber entendido como verdad.

Aunque Foucault utiliza en el texto anterior la Arqueología como construcción de los saberes, son los órdenes del discurso y los ejercicios que éste construye a través del poder los que permitirán su pensamiento una vez que el autor se dedique a analizar las formas de subjetividad permeadas por estos discursos de poder.

 

  1. Nietzsche, la genealogía y la historia: un trabajo genealógico sobre cómo hacer Genealogía.

 

Foucault tomaría cómo ejemplo para sus investigaciones, la manera de analizar una problemática a partir de Nietzsche, quien criticaba a los genealogistas de su época a través del texto la genealogía de la moral pues en lugar de buscar las causas de un saber, se iban a la búsqueda mítica del sostenimiento de un discurso moral. Se le llama etapa genealógica a el momento dentro de las investigaciones de Foucault en que éste toma elementos de Nietzsche para analizar las formas de subjetividad. Su libro más conocido de esa época es Vigilar y castigar, donde busca la emergencia y procedencia de las sociedades de castigo hacia el sistema carcelario, y el peso de la norma de poder sobre los sujetos como cuerpos moldeables al discurso que los excluye. Sin embargo un texto que podría acércanos de una manera interesante a cómo Foucault trabaja la genealogía como enfoque y los conceptos que toma y usa del Doctor de Bonn es Nietzsche, la genealogía y la historia. Cabe mencionar que el uso de la genealogía como enfoque no está muy alejada de la arqueología que desarrolló previamente a partir del análisis histórico para sus investigaciones, puesto que, como he mencionado arriba, traslada conceptos de su arqueología del saber hacia la genealogía, que serán loe ejes de investigación de toda su vida.

Una cuestión interesante al meterse en este pequeño ensayo de Foucault reside en que utiliza la Genealogía propuesta por Nietzsche como un enfoque para describir el trabajo genealógico como innovación en su tiempo. Esto no queda declarado en el trabajo, pero puede notarse la  sutileza en el momento de analizar el texto.  Me refiero a enfoque dado que, acotar como método la genealogía la limitaría, puesto que, un método requiere de una serie de pasos para lograr un objetivo y el trabajo de hipótesis lógicas. La genealogía se abstiene de pasos, no existe un método que pueda decirnos punto por punto cómo encontrar nuestras hipótesis de investigación en su lugar funciona como pequeños laboratorios sobre las ideas que encontramos, cosa que puede verse en el mismo texto de Nietzsche “la Genealogía de la moral” y que explicaré más adelante…

En lugar de una serie de pasos, se analiza, se desfragmenta y descompone por partes minuciosas los discursos que dieron lugar al objeto de investigación, cómo es que se ha llegado a las condiciones que propician la emergencia (utilizando este término para evitar “origen”, que cae en dar un aura de mito al aquello que se busca). Puede decirse que con este escrito Foucault propone una nueva visión sobre la historia que se pregunta en parte por lo filosófico al momento de tenderse las condiciones que permitan un acontecimiento, noción que reemplaza al hecho histórico dentro de la jerga foucaultiana, dado que el segunda pareciera poder sacarse de la historia y aislarse para su estudio. Un acontecimiento ocurre bajo circunstancias que no siguen una linealidad, sino que ocurrieron en condiciones específicas y que hay que estudiar en su contexto. Para este tipo de análisis Foucault propone que “la genealogía es gris; es meticulosa y pacientemente documentalista.”[5] Es decir, para adentrarse en la genealogía como enfoque de investigación se requiere no del análisis de la historia oficial, sino de tratar las pequeñas historias, las microhistorias detrás de cada acontecimiento, los relatos que permitan rastrear el cambio o desplazamiento discursivo. Para ello el archivo resulta una fuente imprescindible en las investigaciones de Foucault, puesto que en ellos se rastrean los cambios discursivos: cartas, reglamentos, etc. De esta manera tanto el autor del texto como Nietzsche son presentados bajo un enfoque que permite la ruptura con la historia tradicional, evitando así el basar algún término en la ambigüedad, o bien, eludir a toda costa el dejarlo caer en una especie de estado mítico que no termine por resolver dicho problema al dar por sentada la discusión a analizar como si se tratase de tiempos antiguos a los cuales no se puede uno remontar.

Cabe aclarar que el texto escrito por Foucault gira en toro a tres nociones bajo las cuales se inicia la labor genealógica: “Ursprung, Herkunft y Enskungf[6]. La primera tiene dos usos de los cuales el primero no está fijado del todo y se encuentra en frecuente alternancia con términos como Entstehung, Herkunft, Abkunft, los cuales se usan a lo largo de obras como la Genealogía de la moral, la Gaya ciencia y refieren a indagar sobre la procedencia de aquello que se investiga (entendiéndolo como Genealogía en el sentido de aquello que busca las condiciones de posibilidad en donde se desarrolla el tema de investigación). Salvo en el caso del texto Humano, demasiado humano, se le utiliza a Ursprung como fundamento originario en contra de otras palabras que denotan su origen como algo metafísico.

Es en el caso del prólogo de la Genealogía de la moral que Nietzsche utiliza un huego particular entre dos palabras: Ursprung es usada como fundamento originario mientras que Herkunft es alternada refiriendo a veces a el concreto por la investigación sobre el cómo emerge o surge tal evento (las hipótesis del origen, por ejemplo). En este sentido me parece que Nietzsche ocupa ambos términos para no fijar a una especie de esencia aquello que dice como investigación y, por otra parte hacer un juego de palabras con Herkunft que le permita trabajar sobre objetivos específicos en su indagación. Desde este punto analizado por Foucault se denota que la genealogía recae justamente no en un método que fije un vocabulario específico, se va ensayando con ella, como si de pequeños laboratorios se tratara.

Un punto interesante sobre este texto se halla en que Foucault comienza a mencionar el cuerpo como lugar de acontecimientos:

“El cuerpo: superficie de inscripción de los sucesos (mientras que el lenguaje los marca y las ideas los disuelven), lugar de disociación del yo (al cual intenta prestar la quimera de una unidad substancial), volumen en perpetuo derrumbamiento. La genealogía, como el análisis de la procedencia, se encuentra por tanto en la articulación del cuerpo y de la historia. Debe mostrar al cuerpo impregnado de historia, y a la historia como destructor del cuerpo.”[7]

 

Mientras que Nietzsche no lo menciona directamente, Foucault si lo hace abiertamente. Y es que es sólo en el cuerpo en donde la historia y su peso fijado acontece remarcando cada cuestión: si la moral de esclavos se fija recae en él, si se prohíbe o libera cierto tipo de sexualidad, también; la muestra del suplicio como castigo infamante es claramente en el cuerpo, lugar de choque y encuentro de fuerzas de poder y; las normas vueltas leyes, las normas que clasifican y reforman, ven su ejercicio directamente sobre éste, marcándolo con aquello que hay que reeducar y reinsertar. El mismo lenguaje sitúa su abstracción en el cuerpo como objeto de referencia.

Posteriormente Foucault continúa con el análisis de Herkunft es utilizado como fuente o procedencia: su estudio se centra en cada una de las singularidades que constituyó a un individuo haciendo semejanza con su cultura, sino justo cada cosa o cuestión que le hizo particular, es decir, comienza a nombrarse el estudio de las meticulosidades que configuran una forma de subjetividad. El hombre no ha sido el mismo a través de la historia.   Desde la procedencia podemos encontrar cada particular y microhistoria olvidada para su estudio, incluyendo los errores que llevaron a una forma de subjetividad a ser definida como tal.

Por su parte Entstehung refiere a emergencia o punto de surgimiento de algo.   Es la aparición del acontecimiento como consecuencia de los puntos de procedencia.   Es aquí donde se entrecruzan las fuerzas de poder, donde luchan una contra otra por alguna fijarse e imponerse sobre la otra. Designa el espacio de entrecruzamiento, la escena fuerte donde se libera la batalla, y donde vuelven a cruzarse el choque de fuerzas una y otra vez. Es el lugar del no-lugar.

Finalmente se critican y analizan en él la fijación de la verdad como un proceso que busca enlazar su enunciación con una historia que no ocurrió, y que por ello se vuelve oscura y pierde su sentido originario. La verdad al pretender situarse como metahistórica se pierde en el error de querer ser fundamento de todo cuando se halla más alejada de su enunciación y, que el estudio de la genealogía en Nietzsche se centra sobre temas como los valores, el ascetismo, la moral o la fijación del conocimiento.

El trabajo de la genealogía como enfoque se halla aquí en el derrumbamiento y ruptura del establecimiento de verdades, a la manera de Nietzsche, y luego a la forma histórica del trabajo de Foucault. El texto expuesto en este apartado no es un manual de como hacer genealogía, ni presenta el método de punto a punto a seguir, sino, dicho de una manera inusual y repetitiva, jugando con el mismo lenguaje: una investigación genealógica sobre cómo hacer Genealogía. A los discursos de poder y saberes, Foucault los estudiará desde las nociones nieszcheanas de procedencia y emergencia, traducidos a su lenguaje como rupturas y desplazamientos. La emergencia y procedencia sobre una forma de subjetividad, y sus cruces afectando siempre un cuerpo, serán la base para la genealogía, que justo por esto mismo, por aquello que estudia no puede situarse en una serie de pasos definidos ni tomarse como un método. Esto permite a la filosofía auxiliarse de otros campos como la historia, la literatura, el archivo para lograr su cometido: el estudio de las fuerzas – relaciones de poder que permiten el establecimiento de un saber.

🙂

Bibliografía.

-FOUCAULT, M. Nietzsche, la genealogía y la historia, en: Microfísica del poder, Ediciones La Piqueta, Madrid, 1978.

– _________________. Las palabras y las cosas. Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1972.

-NIETSZCHE, F. Así habló Zaratustra, Ediciones Planeta-Agostini, Barcelona, 1992.

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[1] Me refiero aquí al apartado 6 del Prólogo de Zaratustra, dando una interpretación libre sobre éste personaje: el equilibrista representa al hombre que busca superarlo el nihilismo y sin embargo termina muerto por sus miedos metafísicos. Zaratustra le promete enterrarlo con sus propias manos. El profeta carga con el peso muerto del hombre que no puede liberarse del nihilismo, el hombre sin esperanza. Es esta una representación de la muerte de la esperanza o muerte de Dios.

[2] Foucault, Las palabras y las cosas, 5p.

[3] Sobre este tema se puede consultar el trabajo de diversos autores enfocados  al análisis del discurso de poder presente tras las palabras que lo callan.  Dada la extensión de este trabajo o ahondaré más en el tema.

[4] Ídem, 112 p.

[5] Foucault, Nietzsche, la genealogía y la historia, en: Microfísica del poder, 9 p.

[6] A partir de aquí el uso se estos términos se tomará del texto Nietzsche, la genealogía y la historia, en: Microfísica del poder , Ediciones La Piqueta, Madrid, 1979.

[7] Ídem, 12 p.

Aión

Dame sólo un momento, un suspiro,
el instante que todo lo vuelve eterno,
detente tan sólo un segundo
y abre a la par las puertas del cielo.
Mata los miedos al colocar la mesa,
suavemente estira tu mano y ofrece el sacrificio
abriendo el portal que muestra todas las hierofanías
el ascenso dantesco al único cielo.
Detén los gritos de la Ciudad,
con un murmullo calla el estruendo.
Tu voz entrecortada, profetisa de lo divino
anúncieme el Aleluya que todo lo transforma
y mientras bebo del manantial tras el vórtice de ébano,
purifícame de todo aquello que contamine tu Templo.
Luego, en una mirada, en un suspiro
aléjame de dar el beso santo,
que la plegaria dure una noche de eternidades
uniendo lo humano con lo divino:
dos cuerpos fundidos en un alma
entonarán los salmos de la resurrección
muriendo y volviendo a la vida una y otra vez.
Detén el tiempo un momento
y no permitas que el amanecer nos sorprenda
rompiendo lo humano al volverlo divino.

El Ciborg y el Golem medieval judío. Dos mitos comparativos. (Apuntes para una genealogía introductora del Ciborg)

 

Los espíritus que he invocado

no puedo ahora disipar.

(GOETHE, El aprendiz de brujo)

 

Durante la Edad Media, a la invención de la cultura e identidad del Sephar en España a manos del texto del Zohar, atribuido a Moisés de León en el siglo XIII[1] en el dio lugar a una reinterpretación del texto bíblico o Tanaj, pues a diferencia del Cristianismo que cierra su canon de textos sagrados e interpretación en el Libro de la Revelación, el Judaísmo permite una interpretación más abierta de la misma Tanaj, agregando a los libros ya establecidos nuevas interpretaciones que amplían y actualizan la Tradición. El Zohar dio lugar a la proliferación de la Kábala en España, una interpretación alegórica del Génesis que permitía no sólo estudiar de manera vivencial y a la influencia de los neoplatónicos el texto del Génesis, sino que ayudó a la consolidación de un pueblo cuya función era la de mantener el comercio en al-Ándalus y los territorios cristianos emergentes durante el siglo XIII, quienes a pesar de ser una minoría, denominaron al territorio español como Sefarad para identificarse como habitantes propios de la España musulmana de al-Ándalus[2].

Pues bien, dentro de esta interpretación surgieron varios mitos que ayudaban al pensamiento y reflexión del judío en relación con su Dios. La filosofía judía siempre se ha hallado permeada a la luz de la teología según la corriente que maneje. Junto al texto del Zohar, algunos místicos judíos (que podrían considerarse también como filósofos, puesto que se encargaban de pensar y reflexionar sobre su condición desde sus textos sagrados), se apoyaban también en el texto del Sepher Yetzirah o Libro de la Creación, reinterpretación del libro del Génesis a la manera de la Kábala Judía.   El mito configura siempre una manera de interpretar el mundo y la relación del hombre con su entorno, así el mito del Golem inscrito en esta tradición denotaría cierta creación imperfecta a manos del hombre que en un principio era útil, pero que si se descuidaba podía llegar a resultados catastróficos. Antes de continuar con la explicación del mito del Golem, habría que ver lo que la tradición judía nos dice del mismo:

“El Golem es una criatura, particularmente un ser humano, creada artificialmente por medio de la magia, mediante el uso de nombres sagrados. La idea de que es posible crear seres vivos de ese modo está difundida en la magia de muchos pueblos. Son conocidos, en particular, los ídolos e imágenes a los que otros pueblos primitivos atribuían el poder hablar. Entre los griegos y árabes, esas actividades están ligadas a especulaciones astrológicas basadas en la posibilidad de <<atraer la fuerza de las estrellas>> hacia entes de menor categoría. Sin embargo, el desarrollo de la idea del Golem en el judaísmo se halla muy lejos de la astrología. Sus raíces se encuentran en la interpretación mágica del Sefer Yesirah y en la noción de qué el lenguaje y las letras poseen un poder creador”. [3]

Así, el Golem es en el mito judío la creación del hombre mediante la manipulación del acto que se le atribuye sólo a lo divino; el uso de los nombres sagrados dentro de la tradición judía habla de cierto conocimiento de lo divino, no entendido como conocimiento moderno, claro está, sino desde la experiencia de lo divino el estudio de la Tanaj, de lo oculto. El lenguaje se vuelve metáfora de lo creador, palabra que se torna acto a través de la transformación de aquello que poseemos en el interior. Para autores como Moshé Ídel, el Golem en sus orígenes no es sino una transformación mágica del individuo[4] orientada hacia explotar el lado bestial del ser humano en trabajos pesados o incluso en la guerra. La transformación tiene que ver con que el individuo sea capaz de adoptar lo que el contexto le exija recreándose en un hombre artificial capaz de ser utilizado para fines pesados y luego regresado a su naturaleza original. El Golem no es entonces un estadio perpetuo, sino momentáneo. Con esto la mística judía reconocía el peligro de la creación de un hombre artificial dejándolo fuera de control. En su contexto, tan hipótesis se atribuye a que sólo Dios es capaz de contener y manipular lo creado, por lo que las creaciones humana siempre serán imperfectas y sólo servirán momentáneamente para aquello que se les ha creado. El mito del Golem evolucionó hasta ponerse en contacto con influencias de la modernidad. Entonces ya no se reconocía su uso místico. El Golem representaba los límites a los cuales el hombre había de acceder. Dentro de los relatos de la tradición judía se planteaba que al dejar al Golem solo, este crecía al amasar e integrar a su cuerpo la tierra que pisaba, volviéndose cada vez más grande e imposible de detener y, eventualmente, destruyendo a su creador con una violencia indescriptible.   El peligro de que la creación humana terminara destruyendo a su creador era reconocido por la mística judía y pasó a nuestra cultura a través de mitos como el del Doctor Faustus y el de Frankenstein[5] o incluso El aprendiz de brujo.   A la llegada de la modernidad el mito como explicación del mundo fue aparentemente soterrado del saber y la ciencia pasó a configurar el nuevo mito capaz de crear conocimiento.   Los mitos que trataban de mostrar la enseñanza del poder ejercido como tecnología y s descontrol a manos de hombre fueron olvidados. Al respecto, Yehiya Naiyef nos dice:

“Esta visión de la amenaza de las obras tecnológicas del hombre no cambió hasta que las nuevas ideas comenzaron a transformar las sociedades, particularmente cuando el hombre dejó de considerarse a sí mismo como una criatura del pecado original y cuando la noción de futuro y progreso quedó entrelazada: el futuro debía ser mejor que el presente y el pasado. La modernidad fue la ruptura con el orden divino, un nuevo contrato con la realidad, la cual podía ser explicada sin echar mano a supersticiones y delirios fantásticos. “[6]

Entonces la modernidad dio paso al desarrollo de la tecnología, los nuevos paradigmas establecidos a través de la evolución de la ciencia permitieron que cada vez más el hombre fuera desarrollando un conjunto de técnicas a las cuales denominaría más tarde como tecnología para facilitar su vida y a la vez que se enajenara con ella.  Los nuevos avances se fueron presentando de tal manera que fuesen atractivos para quiénes consumieran la tecnología hasta el punto de configurar una simbiosis con las inclusiones tecnológicas que nos rodean. El hombre creó otro “hombre” basado en la tecnología, atraído por la estética que se le presentaba de frente, antropologizada a su imagen y semejanza. “Tenemos entonces un doble fenómeno: por un lado la estetización de la tecnología, y por el otro la tecnologización de la estética, de tal manera que los aparatos que usamos son influenciados por una estética maquinal, que a su vez influye en nuestro gusto[7].

Así el hombre creó a la máquina, y la máquina “creó” una cultura sobre sí misma, dejando al nuevo hombre, al post-humano, como definen autores como Donna Haraway , en la incertidumbre de no saber exactamente hacia donde pender. El hombre actual no se única ya en los campos del humanismo que lo declaran como dueño de la naturaleza, se sabe subordinado a la tecnología, pero tampoco acaba por definirse como ser despegado de su cuerpo biológico y apegado a la tecnología. Vive entonces en una constante melancolía por no acabar de ubicarse entre uno y otro estadio. Ante tal cuestión, Fernando Broncano denomina a estos seres como “seres de la frontera o ciborgs[8]. El Ciborg, término influenciado por la ciencia ficción que crea todo un mito a su alrededor: ser indefinido entre las prótesis tecnológicas y la carne, simbiosis entre lo natural y lo artificial, pasa a conformar una identidad subjetiva, una nueva forma de subjetividad inserta en la sociedad con sus propias temáticas y problemas filosóficos. Broncano define al Ciborg de la siguiente manera:

“Los humanos no están inacabados, al contrario, sus técnicas, sus prótesis, los contextos de artefactos en los que evolucionaron sus ancestros homínidos les constituyeron como especie: no necesitan una técnica para completarse, sin producto de la técnica. Son, fueron, somos lo que llamaré seres ciborgs, seres hechos de materiales orgánicos y productos técnicos como el barro, la escritura, el fuego”. [9]

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[1] Moisés de León, Zohar. Libro del Esplendor, Trad. Esther Cohen, Ed. CONACULTA, Barcelona, 1999. 4p.

[2] Cf. Vicente Salvatierra. Al-Ándalus. De la invasión al Califato de Córdoba. Síntesis. España.   44p.

[3] Encyclopaedia Judaíca [1971] vol. 7, Col. 753, cita en: Idel Moshé, El Golem, Tradiciones mágicas y místicas del Judaísmo sobre la creación de un hombre artificial, Siruela, Anzos, 2008, 49 p

[4] Para abordar el tema de manera completa puede consultarse la obra de Moshé Ídel: El Golem. Tradiciones mágicas y místicas del Judaísmo sobre la creación de un hombre artificial, propuesto en la bibliografía.

[5] Yehya Naief, Tecnocultura. El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra, Tusquets, México, 2008. 16 p.

[6] Ibíd., 16 p.

[7] Ídem 19 p.

[8] Cf. Broncano F. La melancolía del Ciborg. Herder. Barcelona 2009. 22 p.

[9] Ídem 19-20 pp

I. Puntos emergentes sobre de la muerte y resurrección del Jesús Judío en el relato de Marcos.

La cristología se entiende en un nivel muy básico cómo la profesión de fe al reconocer en la figura de Jesús al Cristo, reflexión hecha por las primeras comunidades cristianas por lo menos veinte años después de la muerte de éste, y consolidado posteriormente por la teología paulina para afirmarse posteriormente en el dogma declarado por los Concilios Ecuménicos. Con el transcurso del tiempo el contexto en el cuál las definiciones del dogma llevaron a situar la resurrección como un hecho meta histórico, y por tanto, a un Jesús revestido de divinidad, con la humanidad apenas como una mención y fuera de su contexto. Lo anterior corre el riesgo de asumir una postura que nos aleje de la vivencia que la primera comunidad intentaba comunicar y experimentar cómo resurrección. Si bien los evangelios no son relatos históricos, nacen a luz de la vivencia de la resurrección en el seno de una comunidad. Luego entonces los contenidos de los evangelios están elaborados a partir de una línea teológica de la cual, si se pretende hace una reflexión seria, no es conveniente leer e interpretar de manera literal.   Cada comunidad apela a un contexto propio de desarrollo.   Por ejemplo, cuando en Marcos se habla de los milagros, no hay que entender literalmente que ocurrían hechos que rompían con las leyes físicas del universo. La sociedad judía del siglo I, concretamente en Galilea, entendían el milagro como parte común de la vida: el hecho de despertar y poder pronunciar cada día el Shemá Israel era ya un milagro cotidiano. El milagro radica en aquel acto que irrumpe en la cotidianeidad de la vida; así, en el episodio de la multiplicación de los 5 panes y 2 peces, el milagro no está en que mágicamente la comida se haya multiplicado, sino en que cada cual pudo poner en común aquello que llevaba de alimento de tal manera que alcanzara para todos e incluso sobrara. El número 7 representa la plenitud de Dios, el milagro se ha obrado en la comunidad que ha logrado hacerse posible en un momento en el cual todos tenían hambre y parecía no haber suficiente alimento.

De la misma manera los relatos de la Muerte y la resurrección obedecen no tanto a un hecho histórico al pie de la letra, sino que, por una parte a la elaboración teológica del texto, y por otra a la vivencia en comunidad, ligada por supuesto a la interpretación teológica y encarnada en los actos de Jesús.   Esto puede entenderse de una mejor manera bajo la justificación presentada por Busto Sainz en su libro Cristología para empezar: cada evangelio es una forma de predicación sobre Jesús de Nazaret y la experiencia de encuentro con el Resucitado en una comunidad determinada con sus propios problemas y tensiones; a veces las sentencias o actos que Jesús hace en los evangelios responden a la reflexión que la comunidad hace de sí misma, la comunidad pasa por la pasión, muerte y resurrección al lado de Jesús. Así los evangelios no pueden considerarse cómo una fuente histórica, puesto que no narran la historia de Jesús, sino una predicación teológica de la experiencia del Resucitado. Lo anterior puede extraerse a través de un método crítico conocido cómo exégesis; revisando el contexto histórico del texto, lugar de procedencia, datación y problemas a los cuales se enfrenta la comunidad. Es claro que nunca podremos llegar a conocer exactamente las problemáticas que la comunidad vivía, pero las herramientas historiográficas y una lectura atenta nos permiten acércanos a lo que cada comunidad pretendía mostrar. Así el método exegético de los evangelios permite acercarnos a la figura del llamado Jesús histórico, liberado del dogma del Cristo, así cómo la visión que la comunidad tenía de éste Jesús.

El evangelio de Marcos fue escrito por lo menos 30 años después de la muerte de Jesús, los testigos oculares ya no existían, pero se conservaba una tradición oral y, muy probablemente, un texto que recopilaba los dichos de Jesús y que los estudios sobre Cristología conocen como la Fuente Q (Quelle) que sirvió de base para el texto de Marcos. Según Duliztly, los relatos sobre la Pasión y muerte eran evitados en un principio por la comunidad que escribió el texto de Marcos, pues la muerte de cruz no era algo digno de recordarse, y a lo más se hacía presente en el memorial de la Cena del Señor; el relato evangélico fue construido de atrás para adelante, desde la Pasión y muerte hacia atrás, teniendo como centro la prédica del Reino que tiene su acción en Galilea dentro del Relato de Marcos. Apegándome a que el texto presenta un relato teológico que permite la interpretación de los diversos pasajes, y a las observaciones de Busto y Duliztly, la elaboración de la mayoría de los episodios del relato de la Pasión no corresponden a los hechos históricos: Si Jesús fue tomado preso por una cohorte romana, puede leerse entre líneas que era considerado cómo un subversivo al Imperio, muy probablemente zelota (esto debido a que varios de sus acompañantes eran zelotas, el que Pedro llevara una espada corta o sicari denota lo anterior). Los sujetos llegados con varias armas y palos no podían ser guardias del Templo dado que se prohibía el personal armado, y los pocos guardias que pudieran haber estaban limitados a actuar dentro del Templo. Tanto Marcos como Juan conservan la palabra Cohorte* como aquellos que llegan a apresar a Jesús por lo cual puede decirse que tenía una orden de detención y que su mensaje era conocido por los romanos, la acusación recaía probablemente en haberse declarado como el mesías davídico unos días antes. Es poco probable que fuera llevado ante el Sumo sacerdote y que sólo existiera el juicio ante Pilatos, dado que los judíos tenían prohibido emitir juicios y las actividades del Templo era vigiladas todo el tiempo desde la fortaleza romana conocida como Antonia. Probablemente la acusación teológica sobre los judíos fue producida al momento de escribir el texto para marcar la separación entre judeocristianos y judíos, y poner al Imperio cómo aquellos que se mostraron benevolentes al momento de juicio, hecho poco probable.

Jesús muere cómo un sedicioso con la pena capital. Dentro del judaísmo se consideraba que los crucificados, al estar desnudos y con un cuerpo maltratado, mueren abandonados por Dios, dejando el cuerpo expuesto a la putrefacción y a que perros salvajes y cuervos los devoren. Por otra parte era un proceso de muerte larga, pues duraban varios días en el madero. Si Jesús murió condenado por sedición en la cruz, es muy probable que haya terminado como el resto de los crucificados. El impacto de que Jesús haya muerto de ésta manera provocó en la comunidad primitiva que el hecho fuera poco mencionado, dado lo terrorífico y poco digno que resultaba el episodio, y que en su lugar la comunidad se centrara en la vivencia de seguir haciendo lo que Jesús hacía en Galilea.   El evangelio de Marcos termina originalmente en 16, 8, lo cual quiere decir que los relatos sobre las apariciones son añadidos posteriores. En el texto aparece el término aggelos para indicar a las mujeres que aquel a quién buscan no está en la tumba. Aggelos refiere a mensajero y no a ángel como se entiende actualmente. Dado que el evangelio de Marcos surge como una catequesis para los nuevos miembros de la comunidad, se les da a entender mediante éste relato que es inútil buscar el cuerpo de Jesús, pues él está vivo y encarnado en los actos de la comunidad misma, pues el mensajero les dice “Vayan a Galilea sobre sus pasos y allí lo verán”, es decir, sigan el actuar de Jesús, encárnenlo en su actuar comunitario y ahí estará presente. El relato de la Tumba vacía se dio probablemente a que los neo conversos que no estaban inmersos en el judaísmo, llegaban buscando la tumba de Jesús, dado quera el personaje importante del cual se predicaba, pero no la hallaban por el simple hecho de que no existía la tumba. Así quienes llegaban buscando la Tumba pasan a figurar en el evangelio como las mujeres, y el cuidador de tumbas cómo el mensajero. Al desmenuzar el evangelio de Marcos de ésta manera, podemos encontrar ya rastros de lo que conforma al Jesús Judío, es decir, aquel que vivió y fue condenado por sedición, lo cual lleva al siguiente apartado de los dos relatos sobre Jesús presentes en Marcos.

vlcsnap-2015-02-17-03h20m35s228* Una Cohorte consiste en la guardia romana de alto impacto, eran unidades tácticas compuestas por 3 manípulos y 2 centurias. Existían dos tipos de cohortes para la seguridad civil: las urbanas, cuya operación era de día; y las vigilum, que operaban en la noche.   Es probable que en realidad no haya sido la cohorte completa la que haya realizado la detención, sino quizá miembros de una centuria, puesto que sería demasiada gente para un individúo y su guardia personal, pero el término preservado en los evangelios de Marcos y Juan refiere indudablemente a que la aprehensión fue realizada por los romanos y no por los judíos, como relata el relato antisemita incrustado en los evangelios.

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Bibliografía

-Busto Saiz J.R. Cristología para empezar. Sal Terrae. Madrid, 1991.

-Dulitzly, Jorge. ¿Quién condenó a Jesús?. Biblos. Buenos Aires, 2005.

-Heller, Agnes. La Resurrección del Jesús Judío. Herder. Barcelona. 2007