- Del lenguaje y los imaginarios sociales
Imaginar, nos lleva no sólo a pensar la manera en que constituirnos imaginarios sociales como realidad, pues conlleva la configuración de la sociedad como institución, lo que nos atraviesa como cuerpo en una serie de discursos y juegos del lenguaje que permiten el fundamento de una sociedad a través de cuestiones como las interpretaciones de los imaginarios sociales. Al respecto, Daniel Cabrera refiere que para pensar la sociedad tenemos que situarnos desde “lo instituido y lo instituyente;”[1]como forma plausible de realización. Esto nos remite a una historicidad de los deseos en tanto que se constituyen cada uno de los puntos que conforman la sociedad. Luego entonces, todo aquello que se denomina como sociedad, necesariamente nos remite a pensar la particularidad de cada sociedad analizada, dado que los imaginarios referirán a significaciones propias de cada una. “Lo imaginario social es lo que permite a una sociedad verse, imaginarse, definirse, como un <<nosotros>> concreto y particular y ver, imaginar y definir el mundo como su mundo.”[3] Desde este punto tenemos entonces la constitución del imaginario social como el cúmulo de lo que las voluntades e imaginarios individuales ponen en juego a través de la mirada: el deseo producido y expuesto a manera de construir el mundo como propio.
La capacidad de creación y resignificación de conceptos permite quebrar las estructuras ya establecidas, en el mejor de los casos, o al menos colocar el planteamiento de resignificar y fundar otro tipo de instituciones alternas a las presentadas por el imaginario social. El lenguaje se coloca como el salvoconducto hacia este proceso dentro de la creación de imaginarios alternativos a los presentados por la sociedad, el imaginario como facultad de representación incluso fantasmática permite esto.
Hablar de una institución nos refiere entonces al conjunto de imaginarios sociales que pasan a establecer la norma, la prohibición y también la irrealidad como procesos de establecimiento de una sociedad. El código de signos y símbolos devenido del artefacto de la prótesis cultural es lo que conocemos como lenguaje y que permite el juego sobre lo que imaginamos, fantaseamos y hacemos aparecer (esto último lo encontramos como fantasma en tanto que evoca resignificaciones del pensamiento elaboradas desde nuestra individualidad). Todo esto es lo que conforma lo instituido, es decir, el proceso de aquello que aceptamos en calidad de sociedad, invención cultural y que no proviene de un origen psicológico de un solo proceso. La parte creativa, aquello que dentro del lenguaje funciona como un juego de volver a imaginar y cambiar el significado de lo instituido es lo que permite hablar de lo instituyente. A comparación del fantasma no surge de la individualidad, sino de colectividades que encuentran dentro de la misma institución algún proceso de divergencia en tanto a la vivencia de sus imaginaciones impulsadas por el deseo y configurando nuevas formas dentro de la prótesis cultural. Luego entonces, hablar de lo instituido nos refiere, de alguna manera a las generalidades sobre los procesos históricos de los cuales emerge una sociedad; mientras que lo instituyente posibilita la acción de los procesos que deviene de la colectividad de algunos, y la posibilidad de divergencia que configure nuevas formas de lenguaje resignificando el imaginario cultural.
El Ciborg deviene ciertamente de lo instituido, la carrera armamentista y las posibilidades de comunicar al ejército sin intervenciones telefónicas fue lo que marcó el planteamiento de pensar en la construcción de la ARPAnet como red para enviar mensajes y antecedente de la web; pero fue la modificación de los lenguajes de programación y el uso de abreviaciones del lenguaje dentro de la Web 2.0 lo que ha permitido el flujo de nuevos deseos sobre manifestar cierto tipo de comunicación de emociones en ello. Es decir es lo instituyente lo que atraviesa a manera de artefactos el gran monstro de la máquina deseante, no sin verse manifestado en la simplificación de la comunicación en microbloggin como Twitter, o el uso de emoticones por redes de comunicación como Facebook y WhatsApp.
2. Del Cual sea y una posible salida al Ciborg
Hablar del planteamiento sobre una ontología del Ciborg a través de los deseos y la problemática en la que nos vemos inmersos al basarnos en un hiperdeseo consumista. Pero también posibilita tener a la mano una serie de herramientas teóricas con las cuales trabajar en la reflexión de salidas posibles al Ciborg o bien, algunos conceptos de aquí y de allá que funcionen como pequeñas opciones para trabajar lo instituyente como medio de reformar las instituciones dentro de la gran máquina.
Existen rasgos dentro de los imaginarios que nos llevan a la identificación de los quehaceres en común dentro de la vida en sociedad. Asumiendo que no podemos librarnos de ésta, y por tanto que no encontramos una escapatoria al Ciborg de manera total, el planteamiento de una salida a éste, o bien la construcción de micro células de resignificación de imaginarios cuyo ejercicio político deviene en resistencia y “multitud”[1] ante una sociedad capitalista que parece no puede romperse dados los procesos estructurales y de redes de poder en los que se halla inmersa. Aquellos imaginarios sociales que nos llevan a tener una identificación de mirada en torno a un grupo es lo que nos permite adquirir una identidad colectiva; es decir, existen ciertos rasgos que se producen dentro de éste imaginario conduciéndolo hacia ser real en tanto que las ideas como herramientas se efectúan en la sociedad como una salida efectiva de imaginarios instituidos.
Ante esto surge el cuestionamiento sobre qué conceptos podemos tomar para analizar salidas a la gran máquina del Ciborg. Sin tocar directamente el tema de lo tecnológico, pero sí en el sentido de afirmación de las singularidades en el trabajo en común que pueden extraerse hacia lo social, se encuentra el “cual sea”[2] de Giorgio Agamben como la aceptación de la singularidades tal y como se presenta en el imaginario social. Dicho término se enfoca en mirar al otro y aceptarlo tal cual se muestra a nosotros, permitiendo así un puente entre el imaginario real como fundamentación del imaginario social. En este punto podemos hablar de la posibilidad política y social en la cual el hombre se reconstruye a sí mismo en torno a la comunidad.
La multitud no se da espontáneamente, sino que se produce a través de aquellas cuestiones que son colocadas en común a partir del pensamiento, “Todas las personas que utilizan en su trabajo la información y el conocimiento –desde el agricultor que desarrolla simientes dotadas de propiedades específicas hasta el programador informático- se apoyan en el acervo común del conocimiento que han recibido de otros, y crean a su vez nuevo conocimiento común”[4].Es decir, se aprovecha lo que ya está establecido para encontrar el punto en el cual las singularidades pueden entrecruzarse en el trabajo nuevo producido para dar lugar a un estadío de trabajo en común, que no comunitario, permitiendo así la apertura política de cooperación dentro de una sociedad capitalista, dándole especial énfasis a los proyectos que generan imágenes, ideas y afectos, denominándolo cómo producción biopolítica.
Esta posibilidad de reinventarse a través del Ciborg mediante la multitud, puede tener un mejor sustento si, a las nociones del cual sea y del tener lugar le agregamos la cuestión de que el hombre es capaz de reinventarse a sí mismo, pues está en él la capacidad de ejecutar la técnica que la misma sociedad ha puesto en sí como prótesis. Para adentrarme en tal cuestión recurro de nuevo a Cornelius Castoriadis, quién en el ensayo Antropología de Esquilo y autocreación del hombre en Sófocles, nos remite a pensar la cuestión de que, desde la mirada de Sófocles, “el hombre nace socialmente con la técnica como capacidad de suyo”[6]. Cierto es que no hablamos ya del hombre ó de una humanidad, como venía señalándolo en el segundo capítulo, pero la reflexión montada desde el mito como manera filosófica nos permite poner a consideración la pregunta sobre la construcción de la singularidad como motor de la multitud. Para Sófocles existe la polis como idea en la cual se monta la sociedad en Antígona; según el análisis de Castoriadis, la trama central de la obra se centra en que el hombre mediante la hybris es capaz de trasladarse a la hybristés y la ápolis como formas contradictorias al situarse neciamente en ellas. Lograr el camino de la reinvención del sujeto a través de los mismos conceptos que tiene, y no cayendo en la tragedia de Antígona, es lo que posibilitaría una posible salida.
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Notas del segundo apartado
[1]El concepto multitud lo tomo de Michael Hardt y Antonio Negri, es contemplado como un proyecto de democracia global donde la igualdad se manifiesta como una alternativa al sistema de poder que ellos denominan como Imperio. La multitud se centra básicamente en poner en común aquellos puntos que cada resistencia pueda ofrecer.
[2]Cf. Giorgio Agamben, La comunidad que viene, págs. 11-12.
[3] A pesar del cuestionamiento que el uso de éste término pueda provocar ante el conflicto de determinar si existe algo tal como el Neoliberalismo, como si se tratara de algo diverso del capitalismo, he de mencionar que lo entiendo a la manera de Sayak Valencia como el movimiento existente en un mercado – nación que posibilita el uso de la tecnología como fuente primordial de un mercado abierto dentro del Capitalismo para fines prácticos. Doy por sentado el considerar éste término como el mismo Capitalismo en una fase montada en el uso de lo tecnológico donde se resalta el consumo y producción de deseos a gran escala.
[4] Hardt y Negri, Multitud, pág. 18.
[5] Cf. Negri, Multitud, pág. 18.
[6] Cf. Cornelius Castoriadis, Antropogonía en Esquilo y autocreación del hombre en Sófocles, en: Figuras de lo pensable, pág. 27.
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Notas del primer apartado
[1]Cf. Daniel Cabrera, Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas. Pág. 67.
[2]Cf. Daniel Cabrera, Idem pág. 63.
[3]Cabrera, op cit., pág 56.
[4]Cf. Cabrera, Idem, pág. 36.
[5]Cf. Cabrera, Idem, pág. 68.
[6]Cf. Cornelius Castoriadis apud Daniel Cabrera, Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y esperanzas colectivas. Pág. 68.
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Bibliografía
- Agamben, Giorgio. La comunidad que viene. Segunda edición. Trad. de José Luis Villacañas y Claudio de la Rocca. Pre-textos. Valencia. 2006.
- Cabrera, Daniel. Lo tecnológico y lo imaginario: las nuevas tecnologías como experiencias y esperanzas colectivas. Primera edición. Biblos. Buenos Aires, 2006.
- Castoriadis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Trad. Por Antoni Vicens y Marco Aurelio Galmarini.Primera edición argentina en colección Acracia. Tusquets, Buenos Aires, 1993. Segunda reimpresión argentina en 2007.
- __________________, Figuras de lo pensable. Trad, de Vicente Gómez. Ediciones Cátedra, Madrid. 1999.
- Hardt, Michael y Negri, Antonio. Guerra y democracia en la era del Imperio. Primera edición, Trad. De Juan Antonio Bravo. Debate. Barcelona. 2004.