De carne zombie y simulacros violentos

El tema del apocalipsis zombie ha sido un recurso cinematográfico explotado con gran fuerza a partir de la primera década del siglo XXI. En dichas películas generalmente el tema es una infección o virus que ataca a la población llevándolos al quiebre del Estado y de la sociedad. Ante ello se impone la supervivencia de los individuos, a veces con el intento de reestructuración de lo social bajo aquello que ha decaído ante una violencia que consume todo a su paso.

Si bien, el tema del zombie como lo otro contrario a lo humano, ha sido tratado desde el siglo XX, su masificación y posibilidad ficcional se ha impuesto en el pensamiento colectivo como algo que podría constituir una realidad no muy lejana gracias a los avances y accidentes científicos. Por ejemplo, la cinta 28 Days Later, del director  Danny Boyle nos presenta a los zombies como infectados, es decir, individuos cuya corporalidad ha sido afectada por cambios químicos o procesos invasivos que los constituyen como ese otro capaz de consumir carne de sus iguales de manera aparentemente imparable e instintiva.

En el 2014, la introducción del Krokodrile[1] como droga barata capaz de consumir y quemar los tejidos del cuerpo, mientras los sujetos sufren de una violencia excesiva producida por sus efectos narcóticos sin cura posible y llevándolos eventualmente a la muerte; llevó al pánico general a la población de Florida debido a que un sujeto bajo dichos efectos consumió como caníbal la carne de un indigente, afectando así el imaginario común y llevando a muchos incluso a preguntarse sobre la seguridad de dicho estado ante una posible infección zombie. El apocalipsis había llegado; al menos en el imaginario, si pensamos a ese otro como un sujeto capaz de producir una violencia extrema y romper con lo cotidiano al ser influenciado por sustancias químicas.

Ahora bien, el peligro de facto no está en una posible infección que nos lleve a un apocalipsis zombie como en las películas, sino quizás, en el consumo de la violencia que produce la ruptura del Estado, mostrándolo como una institución inestable ante el control de las masas a través del deseo. Y, a pesar de todo, el deseo ha pasado ya, el apocalipsis ha llegado con una violencia esparcida y viralizada a través de las redes sociales, del deseo re-producido de los esquemas anteriores a las rupturas del Estado para crear Estados alternos capaces de soportar la infraestructura en Países Tercermundistas.  El Narcotráfico, que ha basado su expansión en las particularidades de México a través de la producción y consumo de violencia, se ha implantado a través de una cultura pop que lo retrate y vuelva atractivo: -Miren todos, el país y la economía que es sustentable a partir de la muerte, del consumo de la carne-. Hemos llegado a ser zombies; carne que produce y consume violencia ante un sistema de repetición de los esquemas que han pasado y fallado.

Jean Baudrillard habla en su libro “La transparencia del mal”, nos habla del simulacro como aquello que se ha impuesto ante el deseo y el consumo que ya pasó, ante una sociedad en la que todo se ha mostrado y revelado, y por ello lo que queda es el reproducir los antiguos esquemas para obtener un consumo rápido y funcional. “Ya nada se refleja […] [todo explota] en una potencialización fantástica donde interpretan su propia pérdida” [Baudrillard, 1991, 11p]. Al perder todo, ha sido tirado el velo para vernos desnudos en una orgía en la cual el límite es marcado por el hastío de que todo ha sido mostrado. Y ante la pérdida de todo, no podemos hacer otra cosa que centrarnos en una violencia capaz de ser consumida y colocarnos como lo otro humano.

En el rastreo cinematográfico de la temática zombie, me he encontrado con la cinta “Melanie: Apocalipsis zombie” (Colm McCarthy, The Girl with All the Gifts, 2016), en la cual, un gen ha mutado para producir una segunda generación de infectados por un hongo causante de la infección  zombie capaces de racionalizar, es decir, existen niños cuyo status de humanidad pende de su capacidad de establecer una sociedad para sobrevivir. Melanie, una niña de aproximadamente diez años con un coeficiente intelectual alto, escapa de un centro de experimentación en Londres para mirar que el mundo ha sido consumido y que ella no es ya un humano como aquellos que experimentan con ella, sino algo más capaz de sobrevivir ante el cambio. En su trayecto encontrará a otros niños que han sobrevivido tras haber devorado a sus madres siendo aún fetos y abrirse paso en la construcción de una primitiva sociedad en donde la más inteligente se establece matando de paso a la humanidad por ser seres que no aceptan lo nuevo.  En dicha trama la orgía (como concepto de Baudrillard), entendida como ese estado donde todo ha sido develado, gozado y difundido, ha pasado ya; sólo queda lugar para la simulación de una micro sociedad militarizada por los sobrevivientes que buscan una cura, o bien, la destrucción de todos ellos “viejos humanos” salvo los que sirven para constituir cultura, y el establecimiento de una nueva sociedad heredera de la nueva configuración de la “nueva humanidad” bajo los niños que han mutado.  Una película con excelentes escenas gore y tomas aéreas de Pripyat, ciudad fantasma afectada por el desastre nuclear de Chernobyl en 1986.
La idea del progreso y la sociedad han desaparecido ya en la trama de la película, pero siguen funcionando ante las alternativas que emergen en los imaginarios que cada cual busca para sobrevivir e imponerse contra los otros.  Ante ello queda preguntarse sobre si en las condiciones del Narcotráfico que nos ofrece México no nos encontramos ya en un estado de “zombificacion”; también, sobre si los sujetos capaces de dar y producir muerte con la espectacularidad gore que logra una película como esta no han logrado ya el establecimiento de un consumo de carne muerta, y de carne que es desechada en lo que conocemos como naco fosas; preguntarnos sobre si la extinción de los sujetos incapaces de defenderse ante la novedad de la repetición de aquello que funciona como una sociedad y nueva humanidad en la película,  no puede ser comparado con la exterminación de todos aquellos que fungimos el papel del mera carne lista para ser devorada por otros, o bien, para ser usada y desechada.

La viralización de todo: economía, política, sociedad, ha pasado y se ha superado (en el sentido de que ha perdido su significación primitiva); estableciéndose ahora bajo nuevos signos: enfermedades, procesos de placer reducidos al alto consumo de imágenes gore, de violencia que ha superado la virtualidad como plataforma de descripción y configuración de lo que denominamos como realidad. ¿Qué comeremos ahora que nos hemos descubierto como caníbales?   Sólo queda lugar para lo trans, es decir, lo que va más allá y ha dejado atrás el pasado ¿Cómo reinventaremos nuestro simulacro en tiempos de zombies masificados?

_________________

 

[1] Al respecto puede consultarse la nota “Krokodril, la droga que consume la piel, de Univisión, disponible en <https://www.youtube.com/watch?v=n_TZuarRlgE >.  Cabe resaltar que, a pesar de la afirmación del noticiero de que la droga llegó a Estados  Umidos, ahora se sabe que es originaria de ahí.

_____________

Bibliografía

– BAUDRILLARD, Jean, La transparencia del mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos. Trad. de Joaquín Jordá. Barcelona, Ediciones Anagrama, 1991. 185pp. (Colección Argumentos)

-VALENCIA, Sayak, Capitalismo Gore. México, Paidós, 2016. 232pp.